MATEO 18: 23-35
MATEO 6: 14-15
DOMINGO, SEPTIEMBRE 02 DEL 20112
INTRODUCCION:
En la lección anterior, Pedro creía que llegaba demasiado lejos, porque tomaba
las tres veces de los rabinos, las multiplicaba por dos y les añadía una
de propina, y sugería, convencido de su generosidad, que sería suficiente si perdonara
siete veces. Pedro esperaba que se le alabara; pero la respuesta de Jesús fue
que el cristiano debe perdonar setenta veces siete. En otras palabras: que el
perdón no tiene un límite computable.
Jesús
entonces, cuenta en esta lección la historia del siervo al que se había
perdonado una gran deuda, y que, tan pronto como se vio libre, trató
despiadadamente a un consiervo que le debía una deuda que era una fracción
microscópica de lo que él le debía a su amo, y que fue totalmente
condenado sin remedio por su actitud. Esta parábola enseña ciertas lecciones
que Jesús no se cansaba nunca de enseñar.
DESARROLLO:
Jesús muestra, por medio de la parábola del rey que quiso saldar cuentas con
los siervos que administraban lo suyo, lo que le había dicho a
Pedro: el perdón no tiene límites. El primer siervo tiene que
pagar 10.000 talentos, (es parecido a un sueldo para 300.000 trabajadores
durante un año). Aparentemente, este siervo administraba los impuestos del rey
en una región muy grande. No pudiendo pagar, el rey ordena confiscar todas las
posesiones del siervo y le excluye de su reino. El siervo le pide un plazo, con
el fin de que su deuda sea transformada en un préstamo. A causa de que él
administra sobre una gran región, piensa que al subir los impuestos puede
devolver lo adeudado. Pero lo que hace el rey es increíble: perdona la deuda.
Aparentemente sólo el Rey celestial puede hacer una cosa como ésta, de quien el
rey de esta parábola es una figura. Mas lo que hace este siervo perdonado es
realmente inconcebible, ya que olvidándose de la misericordia que usó el rey
para con él, actúa de manera tirana con uno que le debía poco dinero, quien a
la vez era su colega. La persona que no tenía cuidado en las cosas del rey, es
implacable acerca de sus propias cosas. No ha aprendido nada de la misericordia
del Rey. Ese fue su gran pecado.
La lección
principal y única de la parábola es esta:
Motivado por la gratitud, el pecador perdonado siempre debe tener el
anhelo de perdonar a quienquiera que haya pecado contra él, y debe hacer todo
lo que esté en su poder a fin de producir una reconciliación completa.
Hay varias lecciones secundarias que quedan contenidas, como las
siguientes:
·
Estamos todos endeudados con Dios (v. 23; cf. Ro. 3:23).
·
Ninguno de nosotros puede pagar ni la deuda propia ni la deuda de su
hermano (v. 25; cf. Sal. 49:7; Ro. 3:20).
·
Sin embargo, esta deuda debe ser pagada (vv. 23, 24; cf. Gn. 2:17; Ro.
3:19; 5:18).
·
Por medio del sacrificio expiatorio de Cristo la deuda ha sido
cancelada en favor de todo aquel que cree en él (v. 27; cf. 20:28; Ro. 3:24; 2
Co. 5:21).
·
Los hombres pueden estar seguros que sus deudas han sido canceladas
solamente cuando ellos mismos perdonan las deudas de quienes les deben a ellos;
esto es, pueden experimentar la seguridad del perdón solamente cuando se
muestran deseosos de perdonarlos pecados que han sido cometidos en contra
de ellos (v. 35; cf. 6:12, 14, 15; Ef. 4:32).
·
Por parte de quienes han sido perdonados, no debiera ser demasiado
difícil perdonar puesto que lo que ellos deben a Dios es infinitamente más que
lo que los hombres les deben a ellos (vv. 32, 33; cf. 2 Co. 9:15).
·
La persona que no perdona está destinada al castigo eterno (vv. 34, 35;
cf. Ro. 1:31, implacables, sin misericordia”).
·
Cuando se pregunta: “¿Quién debe dar el primer paso hacia la
reconciliación, el que causó la ofensa, o el que sufrió la ofensa?”, la
respuesta es: “Ambos” (v. 35; Mt. 5:23, 24; cf. Col. 3:12–14).
CONCLUSION:
El que realmente se sabe perdonado por Dios, actuará con misericordia para con
los demás. La parábola de los dos deudores tiene su inicio en la pregunta de
Pedro, de cuántas veces hay que perdonar al hermano que peca contra nosotros.
Nos parece increíble constatar en esta parábola cómo a un hombre a quien se le
ha perdonado una gran deuda, no puede perdonar a otro que le debe una cantidad
ínfima. Pero, ¿no actuamos muchas veces igual que el hombre de esta parábola?,
¿estamos dispuestos a perdonar a otros, cualesquiera sean sus pecados en
nuestra contra? ¿podemos igualar el pecado que alguien ha cometido en contra
nuestra, con el que hemos cometido contra Dios y del cual hemos sido
perdonados? Aunque es fuerte decirlo, pero quien rehúsa perdonar, ha
menospreciado el perdón de Dios, o aún no lo conoce. Y quien menosprecia la
misericordia de Dios, es inmisericorde con su prójimo, hallándose sólo en
prisión de amargura. Aprendamos a perdonar por medio del único Rey
misericordioso, quien perdonó nuestras culpas que son miles de veces más graves
que las de nuestro prójimo hacia nosotros.
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