MATEO 18: 15-22
MARCOS 11: 25
DOMINGO, AGOSTO 26 DEL 2012
INTRODUCCION:
Cristo está tratando con «asuntos familiares» y pasa ahora de los niños a
la relación entre hermanos. Si todos los cristianos fueran perfectos, no habría
necesidad de estas instrucciones, pero debido a que fracasamos y pecamos,
necesitamos saber cómo conservar feliz y santa a la familia de la iglesia.
DESARROLLO
Estas son
instrucciones de Jesús para enfrentarnos con los que pecan en contra nuestra.
Tienen que ver con (1) cristianos, no con los que no lo son, (2) con pecados
cometidos contra usted, no contra otros y (3) con la resolución de
conflictos que surgen en el contexto de la iglesia, no en toda la comunidad.
Las palabras de Jesús no son una licencia para un ataque frontal a cada persona
que nos hiere o margina. No son una licencia para iniciar una campaña destructiva
de chismes o pleito de iglesia. Tienen como objetivo reconciliar a los que
están en desacuerdo, de modo que todos los cristianos puedan vivir en armonía.
Cuando alguna persona nos ofende, con frecuencia optamos por lo opuesto de lo que Jesús recomendó. Respondemos con resentimiento u odio, buscamos venganza o chismeamos. Sin embargo, debiéramos ir a esa persona primero, por difícil que nos sea. Luego debemos perdonarla tantas veces como se necesite (18.21, 22).
Cuando alguna persona nos ofende, con frecuencia optamos por lo opuesto de lo que Jesús recomendó. Respondemos con resentimiento u odio, buscamos venganza o chismeamos. Sin embargo, debiéramos ir a esa persona primero, por difícil que nos sea. Luego debemos perdonarla tantas veces como se necesite (18.21, 22).
El modelo es claro: primero
una entrevista privada, luego traer dos o tres testigos, luego llevarlo a la
iglesia. Nótese el propósito: «has ganado a tu hermano» (v. 15). El motivo para
la disciplina en la Iglesia es el amor: procuramos ayudar al hermano que ha
pecado. Puesto que Cristo está en medio de la Iglesia (v. 20), es también
importante que la Iglesia sea obediente y pura. Nuestra actitud no debe ser la
del policía que sale a arrestar a un criminal, sino más bien la del médico que
procura curar una herida en el cuerpo de Cristo, una herida que si no se
atiende, propagará enfermedad y muerte.
18:19-20
Aquí tenemos
uno de esos dichos de Jesús cuyo sentido debemos investigar, porque si no nos
quedaremos con el corazón deshecho y con una gran desilusión. Jesús dice que si
dos se ponen de acuerdo en la Tierra sobre
cualquier cosa por la que estén
orando, la recibirán de Dios. Si hubiéramos
de tomar eso literalmente, y sin
ninguna limitación, resultaría claramente incierto.
Innumerables veces, dos personas se han puesto de acuerdo para orar
por el bienestar físico o espiritual de alguien que les era querido y su
oración no ha sido contestada en el sentido literal. Innumerables veces,
el pueblo de Dios se ha puesto de acuerdo para orar por la conversión de su
propio país, o por la conversión de los incrédulos y la venida del Reino, y esa
oración sigue todavía muy lejos de ser contestada plenamente. Hay personas que
se ponen de acuerdo para orar y oran desesperadamente y no reciben lo que
piden. Pero cuando llegamos a comprender lo que quiere decir este dicho,
descubrimos en él una preciosa oportunidad.
- . Lo primero y principal es que esto quiere decir que la oración nunca puede ser egoísta, y que una oración egoísta no puede recibir una respuesta satisfactoria. No se supone que hemos de pedir solamente por nuestras propias necesidades. La oración eficaz debe ser la oración en la que se está de acuerdo, de la que se ha suprimido el elemento de concentración egoísta en nuestras propias necesidades y nuestros propios deseos.
- . La oración que está totalmente limpia de egoísmo es siempre contestada. Pero aquí, como en todos los otros casos, debemos recordar la ley fundamental de la oración: que en la oración recibimos, no la respuesta que deseamos, sino la que Dios en Su sabiduría y en Su amor sabe que es lo mejor para nosotros.
Jesús pasa a
decir que donde se reúnen dos o tres en Su nombre, Él está entre ellos. Los
mismos judíos tenían un dicho: < Donde se sientan dos para ocuparse en el
estudio de la Ley, la gloria de Dios está entre ellos.» Podemos tomar esta gran
promesa de Jesús en dos esferas:
(a)
Podemos
aplicarla a la esfera de la iglesia.
Jesús está tan presente en una pequeña
congregación como en una gran reunión de masas. Está tan presente en una
reunión o en un círculo de estudio bíblico de un puñado de personas como en una
catedral abarrotada. Él no es esclavo de los números. Está dondequiera se
reúnan corazones fieles, aunque sean muy pocos, porque Él Se da totalmente a
cada persona.
(b)
Podemos
aplicarla a la esfera del hogar. Una de las primeras interpretaciones de este
dicho de Jesús era que los dos o tres eran padre, madre e hijo, y eso quiere
decir que Jesús es el Huésped invisible de cada hogar. Hay algunos que nunca se
presentan lo mejor posible excepto en las que se consideran grandes ocasiones;
pero para Jesucristo cada ocasión en la que, aunque solo sea dos o tres, se
reúnen en Su nombre, es una gran ocasión.
18.22. Los rabinos enseñaban que
debían perdonar tres veces a un ofensor. Pedro, procurando ser generoso,
preguntó si era suficiente perdonar siete veces, el número «perfecto». Pero
Jesús le contestó: «Setenta veces siete». Con esto daba a entender que no
debiéramos ni siquiera llevar la cuenta de las veces que perdonamos a alguien.
Debiéramos perdonar siempre a los que se arrepienten de verdad, no importa las
veces.
CONCLUSION:
Se nos
ha perdonado una deuda que no podríamos haber pagado
jamás -porque nuestros pecados causaron la muerte del Hijo de
Dios-; y por eso, debemos perdonar a los demás como Dios nos ha perdonado a
nosotros, o no podremos esperar ser tratados con misericordia.
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