miércoles, 31 de octubre de 2012

FRUTOS Y FE


LECCION PARA EL DOMINGO 04 DE NOVIEMBRE

MATEO 21: 18-22
JUAN 14: 13
INTRODUCCION:
                               Mateo 24.32–33 y Lucas 13.6–10 dejan entrever que la higuera es una figura para referirse a Israel. Esta higuera tenía hojas pero no fruto, ilustrando a Israel con su «espectáculo de religión» externa, pero sin frutos. No fue un acto apresurado motivado por la ira, sino una parábola escenificada. Jesús estaba expresando su enojo contra una religión sin sustancia. Así como la higuera tenía buen aspecto de lejos pero al examinarla de cerca no tenía frutos, el templo impresionaba a primera vista, pero sus sacrificios y otras actividades eran vacíos porque no se ofrecía adoración sincera a Dios (véase 21.43). Si usted sólo aparenta tener fe sin acompañarla de obras, se parece a la higuera que se secó y murió porque no dio frutos. La fe genuina incluye el dar frutos para el Reino de Dios.
DESARROLLO:
                               Este es tal vez el pasaje que nos hace sentir más incómodos de todo el Nuevo Testamento. Si lo tomamos literalmente, nos muestra a Jesús en una acción que es incompatible con todo lo que creemos de Él. Debemos, por tanto, acercarnos a este pasaje con un sincero deseo de descubrir la verdad que contiene.
Supongamos, que Jesús iba de camino a Jerusalén. Junto al camino vio un árbol frondoso. Era perfectamente  legítimo coger higos, si hubiera habido   algunos. La ley  judía lo permitía (Deuteronomio 23:34s).
Jesús se acercó a la higuera sabiendo muy bien que no podía tener fruto, y sabiendo muy bien que algo raro le pasaría para tener ese aspecto. Podría ser una de dos cosas. La higuera podría haber vuelto a su estado silvestre, como les sucede a los rosales que se vuelven a veces escaramujos. O podría ser un árbol enfermo de algo. Entonces Jesús dijo: «Este árbol nunca producirá fruto; de seguro que se secará.» Era el  diagnóstico de Alguien que conocía la Naturaleza. Y al día siguiente se confirmó que el diagnóstico de la experta mirada de Jesús era perfectamente correcto.
Si esta fue una acción simbólica, tenía por finalidad enseñar algo. Lo que pretendía enseñar eran dos cosas acerca de la nación judía.
A).-Enseñaba que la inutilidad invita al desastre. Esa es una ley de vida. Cualquier cosa que es inútil lleva  camino  de ser eliminada; todas las cosas pueden justificar su existencia solamente cumpliendo el fin para el que fueron creadas. La higuera era inútil; por tanto, estaba condenada.
La nación de Israel había sido creada con un solo propósito: que de ella viniera el Ungido de Dios. Él había venido; la nación había fracasado al no reconocerle; más: estaba a punto de crucificarle. La nación había fracasado en su propósito, que era recibir y reconocer al Hijo de Dios; por tanto estaba condenada.
El fracasar en la realización del propósito de Dios trae como consecuencia el desastre. Cualquier persona es juzgada en el mundo en términos de utilidad. Aun si una persona está impedida en la cama, puede ser de la mayor utilidad por su paciente ejemplo y su oración.
Nadie tiene por qué ser inútil; y el que es inútil está abocado al desastre.

B).- Enseñaba que la profesión sin práctica está condenada. El árbol tenía hojas. Las hojas eran el reclamo de tener  higos; aquella higuera no tenía higos; su pretensión era falsa; por tanto fue condenada. La nación judía profesaba tener fe en el propósito de Dios, pero en la práctica estaba tras la vida del Hijo de Dios; por tanto, estaba condenada.
La profesión sin la práctica es algo de lo que todos somos más o menos culpables. Produce un daño incalculable a la Iglesia Cristiana, y está condenado al desastre, porque produce una fe que no puede hacer más que secarse.  Bien  podemos creer que Jesús usó la lección de una higuera enferma y degenerada para decirles a los judíos -y a nosotros- que la inutilidad invita al desastre, y la profesión sin práctica está condenada. Eso es seguramente lo que quiere decir esta historia, porque no podemos pensar que Jesús, literal y físicamente, maldijera una higuera por no dar fruto en una estación en que no le era posible darlo.
CONCLUSION:
                Este pasaje concluye con ciertas palabras de Jesús acerca de la dinámica de la oración. Si estas palabras se entienden mal, no pueden producir sino quebranto; pero si se entienden correctamente no pueden producir sino poder.
En ellas Jesús dice dos cosas: Que la oración puede eliminar montañas, y que, si pedimos con fe, recibiremos.  Está   abundantemente  claro  que  estas  promesas  no  se  han  de  tomar  física  y literalmente. Ni Jesús mismo ni ningún otro trasladaron jamás una montaña física, geográfica, mediante la oración. Más aún, muchas y muchas personas han pedido con fe apasionada que algo sucediera o que no sucediera, que algo les fuera concedido o que alguien no  tuviera que morir; y aquellas oraciones no fueron contestadas afirmativamente. ¿Qué es entonces lo que Jesús 
nos  promete acerca de la oración?
1.- Promete que la oración nos da la capacidad para hacer. La oración nunca fue una evasión fácil; no consistió nunca en dejarle a Dios las cosas para que Él las haga por nosotros. La oración es poder. No es pedirle a Dios que haga algo; es pedirle que nos capacite para hacerlo nosotros. La Oración no es seguir el camino más fácil; es la manera de recibir poder para seguir el camino difícil.
2.- La oración es capacidad para aceptar, y al aceptar, transformar. No está diseñada para traer liberación de una  situación; sí para capacitar para aceptarla y transformarla. Pablo,  Desesperadamente pidió ser librado del aguijón que tenía en su carne. No fue librado de esa situación; fue capacitado para aceptarla; y en aquella misma situación descubrió la fortaleza que se  hacía perfecta en su necesidad y la gracia que era suficiente para asumir  todas  las  cosas.  En  esa  fuerza  y  gracia  la  situación  fue no  solamente  aceptada  sino transformada en gloria (2 Corintios 12:1-10). Debemos recordar siempre que la oración no trae liberación de una situación; trae su conquista.
3.- La oración trae la capacidad para soportar. Vemos alguna situación  desarrollarse; vemos algún suceso trágico aproximarse con un fatalismo sombrío; vemos alguna tarea acechándonos de frente que obviamente va a demandar más de lo que nosotros podemos aportar. En tales momentos, nuestro sentir inevitable es que no podemos soportar aquello. La oración no elimina la tragedia, ni nos proporciona una evasión, ni la exención de la tarea; nos hace capaces de soportar lo insoportable; de aguantar lo inaceptable; de llegar más allá  de nuevas posibilidades sin sucumbir.

miércoles, 24 de octubre de 2012

ORDENANDO SU CASA


LECCION PARA EL DOMINGO 28 DE OCTUBRE DEL 2012

MATEO 21: 12 – 17
SALMO 8: 12
INTRODUCCION:
                                               La corrupción interna de Israel se ve en cómo el templo se había transformado en casa de mercado. La primera purificación al principio del ministerio de Cristo (Jn 2) no duró, porque los corazones de los líderes no cambiaron. Cristo citó a Isaías 56.7 y llamó al templo «mi casa» (v. 13), reclamando así ser Dios. También se refirió a Jeremías 7.11. Posteriormente, Cristo diría: «He aquí vuestra casa os es dejada desierta» (Mt 23.38); por haber rechazado a su Rey, Israel ahora tenía un templo vacío. Cuando los líderes lo acusaron, Cristo citó el Salmo 8.2, que es un salmo mesiánico (véase Heb 2.5–9) apuntando al tiempo cuando Cristo reinaría sobre la tierra como Rey.
DESARROLLO:
                               En la lección anterior, estudiamos la entrada triunfal a Jerusalén, comenzando la última semana de Jesús en la tierra. Esta comenzó el día domingo, con la entrada a Jerusalén.
                En la lección de esta semana, empezamos el día lunes, con la purificación del templo
Si la entrada en Jerusalén había constituido un desafío, aquí tenemos otro desafío que se añadió al anterior. Para contemplar la escena que se desarrolla ante nuestros ojos tenemos que visualizar la forma del templo.

  • En primer lugar desde fuera estaba el Atrio de los Gentiles, en el que podía entrar cualquiera, pero más allá del cual no podían pasar los gentiles bajo pena de muerte.      


     ·    A continuación estaba el Atrio de las Mujeres, al que se entraba por la Puerta Hermosa del templo, en el que podían entrar todos los israelitas.

    ·  Después estaba el Atrio de  los Israelitas, al que se entraba por la llamada Puerta de Nicanor, la cual para abrir y cerrar se necesitaban veinte hombres.

  · Por último estaba el Atrio de los Sacerdotes; al que solo los sacerdotes podían entrar. En él se encontraban el gran altar de los holocaustos, el altar del incienso, el candelabro de los siete brazos, la mesa de los panes de la proposición y el gran estanque de bronce.
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El escenario de este incidente fue el Atrio de los Gentiles, en el que cualquiera podía entrar. Siempre había  gente y actividad en él; pero en la Pascua estaba abarrotado a más no poder de peregrinos de todo el mundo. En este Atrio de los Gentiles se llevaban a cabo dos clases de transacciones. Una era el cambio de dinero. Todos los judíos tenían que pagar el impuesto del templo de medio siclo, y ese impuesto se pagaba poco antes de la Pascua.
Este  impuesto  tenía  que  pagarse  en  cierta  moneda  en  curso,  aunque  para los  propósitos generales se usaba en Palestina toda clase de monedas. No se podía pagar en lingotes de plata, sino en moneda en curso.
La función de los cambistas era cambiar la moneda no aceptable por otra aceptable. Esa parecía ser a todas luces  una función necesaria; pero el problema era que estos cambistas cargaban el equivalente de 2 pesetas por hacer el cambio; y si la moneda era de más valor que el medio siclo, cargaban otras dos pesetas por devolver el cambio. Es decir: muchos peregrinos tenían que pagar, no solamente su medio siclo que sería el equivalente de unas 15 pesetas, sino otras 4 pesetas de comisión; y esto hay que compararlo con el salario de un trabajador que sería de unas 10 pesetas al día.
La venta de palomas era peor. Para la mayor parte de los visitantes del templo alguna clase de ofrenda  era  esencial.  Las  palomas,  por  ejemplo,  se  necesitaban  cuando  una  mujer  venía  a purificarse después de tener un hijo, o cuando un leproso venía a que se le diera el certificado de curación (Levítico 12:8; 14:22; 15:14,29). Era fácil  comprar animales para el sacrificio fuera del templo; pero los animales que se ofrecieran tenían que ser sin defecto. Había inspectores oficiales de animales, y era de temer que, por lo que fuera, rechazarían los animales comprados  fuera, y dirigirían a la persona a los puestos del templo.
Eso no tendría por qué causar un gran perjuicio si los precios hubieran sido iguales dentro y fuera del templo; pero  un par de palomas podía costar 8 pesetas fuera del templo, y 150 dentro.
Por  todas  partes acechaban  a  los  pobres  y humildes peregrinos toda clase de peligros de explotación desvergonzada y fue esa explotación lo que puso al rojo vivo la indignación de Jesús.

CONCLUSION:
Termina este pasaje diciéndonos que Jesús sanaba a los ciegos y a los cojos en el atrio del templo. Todavía estaban allí; Jesús no echó del templo a todo el mundo. Solamente los que tenían conciencias culpables huyeron ante Su mirada airada. Los que necesitaban a Jesús, se quedaron.
Jesucristo nunca despide a la necesidad con las manos vacías. La ira de Jesús nunca fue meramente  negativa; nunca se quedó en el ataque a lo que estaba mal; siempre pasó a ayudar positivamente a los que estaban en necesidad. En una Persona verdaderamente grande, la ira y el amor pueden ir mano a mano. La ira se enfrentó con los que explotaban a los sencillos y cerraban el paso  a los  buscadores; pero el amor recibió a  los  que tenían una  gran  necesidad. La fuerza destructiva de la ira debe ir de la mano del poder sanador del amor.
Para concluir, Vv 15.17, Los líderes religiosos no aceptan la autoridad de Jesús, pero ellos son confrontados a esta autoridad por las palabras de los niños, que aclaman "¡Hosanna al Hijo de David!" El único comentario de los líderes es: "¿Oyes lo que éstos dicen?" Al usar la palabra `éstos', refiriéndose a los niños, expresan menosprecio hacia su persona ¿Quiénes le llaman Hijo de David? Ellos como sacerdotes y rabinos, no. Él depende de la farfulla de los niños. Con palabras del Salmo 8, Jesús los reprende. Dios recibe alabanza de los niños. Alaben también ellos, los líderes de Israel, a Él, a Jesús. Dios les avergüenza por causa de que los niños cogen lo que ellos dejan. Ahora Jesús les abandona, dejándoles por haberle rechazado.
El dueño de la casa no es bienvenido en su propia casa.

jueves, 18 de octubre de 2012

LA ENTRADA DEL REY DE PAZ


Lección para el domingo 21 de octubre de 2012



MATEO 21: 1 – 11
ZACARIAS 9: 9
INTRODUCCION.
                       Con este pasaje nos introducimos en el último acto de la vida de Jesús; y aquí tenemos un momento dramático en un doble sentido.
Jesús se aproxima a la última etapa de su vida: voluntariamente se dirige a Jerusalén para morir y resucitar. Su entrada a Jerusalén es más que una proclamación solemne, o que una entrada festiva, es la entrada del Rey de paz que viene a reconciliar a su pueblo con Dios.
DESARROLLO:
                        Era el tiempo de la Pascua, y Jerusalén y todo el país de alrededor estaba abarrotado de peregrinos. Treinta años después, un gobernador tuvo que hacer el censo de los corderos que se mataron en Jerusalén para la Pascua, y descubrió que su número se aproximaba al cuarto de millón. La norma de, la Pascua era que tenían que reunirse por lo menos diez: personas para cada cordero, lo que quiere decir que en esa Pascua hubo en Jerusalén más de dos millones y medio de personas.
Se  dirigió  a  una  ciudad  abarrotada  de  gente  y  cargada  de expectaciones religiosas.
Los cuatro evangelistas refieren este episodio de la entrada de Jesús, montado sobre un pollino de asna, pero en forma triunfal, en Jerusalén. Esto ocurrió cinco días antes de Su muerte.
Envió a sus discípulos «a la aldea»  para  recoger  la  asna  y  su  asnillo.  Mateo  menciona  Betfagué  solamente;  pero  Marcos menciona también a Betania (Marcos 11:1).
Él ingresa a la ciudad en un pollino, que por ser un burrito fue acompañado por su madre. ¿Por qué Jesús entra en un pollino? Mateo dice que es para cumplir la profecía de Zacarías.
El hecho de que el asno no se había usado nunca antes es especialmente apropiado para el santo propósito. La becerra roja que se usaba en ceremonias de purificación debía ser un animal «sobre el cual no se había puesto yugo» (Números19:2; Deuteronomio 21:3); la carreta en el que se llevaba el arca del Señor había de ser una que no se      hubiera usado  antes para ningún otro propósito (1 Samuel 3:7). La especial santidad de la ocasión se subrayaba por el hecho de que en el asna no había cabalgado antes ninguna persona.
La multitud recibió a Jesús como Rey. Extendieron sus túnicas a Su paso.
Recibieron a Jesús con el saludo que se daba a los peregrinos que venían a la fiesta: « ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!» (Salmo 118:26).
Gritaban: « ¡Hosanna!» Debemos tratar de comprender lo que esto quería decir. Hosanna quiere decir salva ahora, y era la llamada de auxilio que un pueblo en angustia dirigía a su rey o a su Dios.
Puede que la palabra hosanna hubiera perdido algo de su sentido original, y se hubiera convertido en un grito de bienvenida y aclamación, como « ¡Hola!» Pero esencialmente es un grito de un pueblo pidiendo liberación y ayuda en el día de su angustia; es el clamor del pueblo oprimido, a su Salvador y Rey.
CONCLUSION:
En este episodio, Jesús Nos muestra tres cosas acerca de Él:
1.- Nos muestra Su coraje. Jesús sabía perfectamente bien que estaba entrando en una ciudad hostil. Por muy  entusiasmada que se mostrara la multitud, las autoridades Le odiaban y habían jurado eliminarle; y eran ellas las que tenían la última palabra.

2.- Nos muestra Sus credenciales. Jesús se presentó con toda claridad como el Mesías de Dios, como el Ungido de Dios. También probablemente mostró Sus credenciales como el Purificador del templo. Si Jesús Se hubiera  conformado con proclamarse profeta, lo más seguro es que no Le habrían quitado la vida. Pero Él no podía darse por satisfecho con nada menos que el lugar que Le correspondía. Con Jesús es todo o nada. Hemos de reconocerle como Rey, o no recibirle de ninguna manera.

3.- Igualmente nos muestra Su invitación. No era sentarse en un trono lo que pretendía, sino ser Rey de los corazones. Vino humildemente y cabalgando sobre un asnillo. Debemos tener cuidado de entender el verdadero sentido de ese gesto. En Occidente, el burro es una acémila despreciable; pero en Oriente el asno se consideraba un animal noble. Era corriente que un rey entrara en una ciudad cabalgando sobre un asno; pero en ese caso era  señal  de que venía en son de paz. El caballo era la montura para la guerra; el asno era la montura para la paz. Así que cuando Jesús Se presentó como Rey, Se presentó como Rey de Paz. Mostró que había venido, no para destruir, sino para amar; no para condenar, sino para salvar; no por la fuerza de las armas, sino por la del amor.
Así pues, a la misma vez, vemos el coraje de Cristo, las credenciales de Cristo, la invitación de Cristo. Era Su última invitación a que Le abrieran, no las puertas de sus palacios, sino las de sus corazones.

miércoles, 10 de octubre de 2012

NECESIDAD SUPLIDA


Lección para el domingo 14 de octubre de 2012

MATEO 20: 29 – 34
EFESIOS 3: 20

INTRODUCCION.
                               Marcos 10.46–52 indica un ciego solo, pero Mateo dice que hubo dos. Es probable que Bartimeo (mencionado por Marcos) era el más conocido de los dos, y el que tomó la iniciativa para venir a Jesús. Este milagro es un cuadro de la salvación. Los dos hombres eran ciegos, y todo pecador perdido está ciego (2 Co 4.1–6). Eran pobres mendigos, y el pecador perdido está en profunda pobreza lejos de Cristo (Lc 7.40–50). Clamaron a Jesús, quien es el único que puede abrir los ojos a los hombres. Él les mostró misericordia; no recibieron la salud por sus ruegos o clamores. La multitud trató de estorbarles, y el mundo de hoy trata de evitar que los pecadores vengan a Cristo. El toque de Cristo los curó, y ellos al seguirle demostraron que sus vidas habían sido cambiadas.

DESARROLLO:
                               Aquí tenemos la historia de dos hombres que encontraron el camino al milagro.
1.- Estos dos ciegos estaban esperando, y cuando se les presentó la oportunidad, la agarraron con las dos manos. Sin duda habían oído acerca de las maravillosas obras de poder de Jesús; sin duda se habían preguntado si ese poder podría alcanzarlos también a ellos. Jesús iba pasando por allí. Si Le hubieran dejado pasar de largo, su oportunidad habría pasado para siempre; pero, cuando se les presentó, le echaron mano.
Hay un montón de cosas que tienen que hacerse en el momento, o no se harán nunca. Hay un montón de  decisiones que tienen que hacerse en un momento dado, o no se harán jamás. El momento de actuar se pasa;  el  impulso para decir, se desvanece.

2.- Estos dos ciegos eran perseverantes. La gente les decía que dejaran de gritar, que estaban haciendo el ridículo. Era la costumbre de Palestina que un rabino enseñara mientras iba de camino; y sin duda los que estaban alrededor de Jesús no podían oírle por el ruido que armaban los ciegos. Pero no se podía conseguir que se callaran; para ellos la cuestión era ver o no ver, y nada los iba a detener.
A menudo sucede que nos desanimamos muy fácilmente al buscar la presencia de Dios. Es el hombre que se resiste a que se le impida ponerse en contacto con Cristo el que Le encuentra al final.

3.- Estos dos ciegos tenían una fe imperfecta, pero estaban decididos a ponerla en acción. Se dirigieron a Jesús como Hijo de David. Eso quería decir que creían que Jesús era el Mesías, pero también quería decir que pensaban en su mesiazgo en términos de poder regio y terrenal. Era una fe imperfecta, pero que los movía; y Jesús la aceptó. Si se tiene fe, Jesús la acepta.

4.- A estos dos ciegos no les daba miedo presentar una gran petición. Eran pordioseros, pero no era dinero lo que pedían, ni nada menos que la vista. Ninguna petición es demasiado grande para Jesús.

5.- Estos dos ciegos fueron agradecidos. Cuando hubieron recibido el beneficio que anhelaban, no se marcharon y se olvidaron de Jesús, sino Le siguieron.

CONCLUSION:
                               El lugar de Jericó fue el último trayecto antes de subir a Jerusalén. A partir de ahora el viaje es dirigido inmediatamente a Jerusalén. Una gran multitud le sigue. No parece que Él va a sufrir, viendo cuán grande es su séquito. La multitud piensa en gloria; Jesús en misericordia. La multitud no pone atención en dos ciegos (Mateo, distinto de Marcos y Lucas, sabe que eran 2 ciegos), al contrario, les reprendió para que se callasen. Estos no videntes ponen su esperanza solamente en Jesús. Unen al título mesiánico, Hijo de David, una petición. Jesús se detiene, tanto para ayudar a los ciegos, como para enseñar a la gente. La multitud piensa que tienen derecho ante Jesús, pero Él les enseña que los que verdaderamente tienen derecho ante Él, son aquellos que se arrepienten y suplican como un pueblo ciego que desea ver la luz, la luz de Dios. Después de haber sanado a los ciegos, éstos le siguen. Así la curación alcanza su meta: seguir a Jesús.
Síntesis de temas importantes del capítulo
No tenemos derechos propios que nos permitan la entrada al reino de Dios. La parábola de los obreros en la viña nos hace ver que aun los discípulos, que han hecho tanto por Jesús, dependen de la gracia de Dios. Además aprendemos a través de esta parábola cuán bueno es Dios para con la gente que no merece nada.
Reconocer la bondad de Dios, es de suma importancia para llegar a conocernos como pecadores inmerecedores de su gracia. La parábola de la viña nos revela la amabilidad, la justicia, la bondad y la soberanía de Dios en el llamamiento de los pecadores. Que el Espíritu Santo nos abra los ojos para contemplar el "puro afecto de la voluntad de Dios" en el plan de salvación.
Jesús no sufrirá derrota alguna, sino que alcanzará el triunfo final y total. El camino del sufrimiento no es un camino incierto y desconocido para Jesús. Él conoce su final en esta tierra, pero no en sentido fatalista o tragedia inevitable, sino como realización del plan de Dios. Jesús no sólo vislumbra el sufrimiento, sino también a los que lo infringirán. Nada le acontecerá inesperadamente. Todo esto es necesario, pues al final del camino se halla la victoria. Sólo Jesús ve el sufrimiento como senda a la gloria, sólo Él ve a la muerte como enemigo para ser vencido, ¿dónde?, en su resurrección. Alabemos a nuestro Señor Jesucristo, quien a pesar del peso emocional que significó saber los pormenores de su muerte (incluyendo la ira de Dios), no se amedrentó, pues vio mucho más allá: nuestra libertad y salvación eterna.
El orgullo no nos permite mirar nuestras culpas y lo tan necesario que fue la muerte de Jesús.  Aunque bíblicamente conozcamos todos los detalles del sufrimiento de nuestro Señor, nunca actuemos con indiferencia ante ello; renovemos cada día nuestro agradecimiento por aquella preciosa sangre que por nosotros fue derramada.
Jesús nunca sucumbió ante la tentación del elogio de la multitud. Siempre quiso mostrar su misericordia. Para esto vino. Le da más alegría el que dos ciegos sanados le sigan y le honren que una multitud que está deseosa de sensacionalismo. ¡Qué contraria es la actitud de algunos que sólo buscan lo extraordinario! El Señor nos dé humildad para no buscar la admiración de los hombres, sino el honor y la gloria de Dios, siendo fieles a nuestro llamamiento.

miércoles, 3 de octubre de 2012

QUIEN SIRVE, ES MAYOR


Lección para el domingo 07 de octubre de 2012

MATEO 20: 17 – 28
LUCAS 22: 25-26
INTRODUCCION:
                        Jesús predijo su muerte y resurrección por tercera vez (véanse 16.11 y 17.22, 23 donde aparecen las otras dos veces). Pero los discípulos no lo entendieron. Siguieron discutiendo acerca de la posición que ocuparían en el reino de Cristo (20.20–28).
La madre de Santiago y Juan fue a Jesús y «postrándose» le pidió un favor. Adoró a Dios, pero su verdadero motivo era pedirle algo a Él. Esto sucede muy a menudo en nuestras iglesias y en nuestras vidas. Jugamos juegos religiosos, esperando a cambio que Dios nos dé algo. La verdadera adoración, sin embargo, viene como consecuencia de lo que Él es y ha hecho.

DESARROLLO:
                        Había una extraña totalidad en el sufrimiento que Jesús  anticipaba; era un sufrimiento en el que no faltaría ningún dolor de corazón o mente o cuerpo.
1.-Había de ser entregado traidoramente a manos de los principales sacerdotes y los escribas; ahí vemos  el  sufrimiento  del  corazón  quebrantado  por  la  deslealtad  de  los  amigos.
2.- Había  de  ser condenado a muerte; ahí vemos el sufrimiento de la injusticia, que es tan difícil de soportar.
3.-Había de ser objeto de burlas para los romanos; ahí vemos el sufrimiento de la humillación y de los insultos deliberados.
4.-Había de ser azotado; pocas torturas ha habido en el mundo que se pudieran comparar con  el  látigo  romano,  y  aquí  vemos  el  sufrimiento  del  dolor  físico.
5.- Por  último,  había  de  ser crucificado; allí vemos el sufrimiento supremo de la muerte. Es como si Jesús hubiera de reunir en Sí mismo toda clase de sufrimiento físico, emocional y mental, que el mundo pudiera infligir.
Vv 20-28
Este es uno de los pasajes más reveladores del Nuevo Testamento. Arroja luz en tres direcciones.
Primero, ilumina a  los discípulos. 
Nos habla de su ambición. Todavía estaban pensando en términos de recompensas y de distinciones personales; y en el éxito personal sin el sacrificio personal. Todos tenemos que aprender que la verdadera grandeza reside, no en el dominio, sino en el servicio; y que en cualquier esfera, el precio de la grandeza ha de ser pagado. Debemos considerar, que,  no hay  incidente que muestre mejor que este, la invencible fe en Jesús de Sus discípulos. Consideremos cuándo se hizo esta petición. Se hizo después que Jesús anunciara repetidas veces que lo que tenía por delante era la inescapable Cruz; se hizo en un momento en que el aire estaba sobrecargado con la atmósfera de la tragedia y el sentido del presagio. Sin embargo; a pesar de eso, los discípulos estaban pensando en un Reino.
Todavía más: Aquí se demuestra la inquebrantable lealtad de los discípulos. Hasta cuando se les había dicho con toda claridad que lo que esperaba al final del camino era una copa amarga, nunca se les ocurrió volver la espalda; estaban decididos a beberla. Si conquistar con Cristo quiere decir sufrir con Cristo, estaban totalmente dispuestos a aguantar ese sufrimiento.
Es fácil condenar a los discípulos, pero la fe y la lealtad en que se apoyaba su ambición no deben olvidarse nunca.
Segundo, este pasaje arroja luz sobre la vida cristiana. Jesús dijo que los que quisieran compartir Su triunfo debían  beber Su copa. Sería equivocado pensar que para el cristiano la copa siempre quiere decir la lucha breve, aguda, amarga, agonizante del martirio; la copa puede muy bien ser la larga rutina de la vida cristiana, con todos sus sacrificios cotidianos, su lucha diaria y sus quebrantos y desilusiones y lágrimas. Una vez se encontró una moneda romana con la efigie de un buey; el buey estaba entre dos cosas: un altar y un arado; y la inscripción decía:  Dispuesto para cualquiera de los dos. El buey tenía que estar listo, ya fuera para el momento supremo del sacrificio en el altar, o para la larga labor del arado en la granja.
Tercero, este pasaje arroja luz sobre Jesús. Nos muestra Su amabilidad. Lo maravilloso de Jesús es que Él nunca perdió la paciencia ni Se alteró. A pesar de todo lo que había dicho, aquí estaban estos dos hombres y su madre todavía hablando de puestos de honor en un gobierno y un reino terrenal. Pero Jesús no Se indignó ante su ceguera, ni Se puso furioso con su necedad, ni desesperó por su incomprensión. Con amabilidad, con simpatía, con amor, nunca con una palabra impaciente, Él trata de conducirlos a la verdad.
Uno de los grandes hechos fundamentales a los que nos podemos aferrar es que, aunque nos aborrezcamos y despreciemos a nosotros mismos, Jesús siempre cree en nosotros. El cristiano es una persona en quien Cristo ha puesto Su confianza.
CONCLUSION:
                        Lo que Jesús requiere de Sus seguidores lo cumplió Él mismo. Él no vino para ser servido, sino para servir. No vino a ocupar un trono, sino una Cruz. Jesús lo dio todo para traer a la humanidad de vuelta a Dios; y nosotros debemos caminar en Sus pisadas,  siguiendo los pasos del que amó hasta lo último.