Lección para el domingo 21 de octubre de 2012
MATEO
21: 1 – 11
ZACARIAS
9: 9
INTRODUCCION.
Con este pasaje nos introducimos en el último acto de la vida de Jesús; y aquí tenemos un momento dramático en un doble sentido.
Jesús se aproxima a la
última etapa de su vida: voluntariamente se dirige a Jerusalén para morir y
resucitar. Su entrada a Jerusalén es más que una proclamación solemne, o que
una entrada festiva, es la entrada del Rey de paz que viene a reconciliar a su
pueblo con Dios.
DESARROLLO:
Era el tiempo de la Pascua,
y Jerusalén y todo el país de alrededor estaba abarrotado de peregrinos. Treinta
años después, un gobernador tuvo que hacer el censo de los corderos que se mataron
en Jerusalén para la Pascua, y descubrió que su número se aproximaba al cuarto de
millón. La norma de, la Pascua era que tenían que reunirse por lo menos diez: personas
para cada cordero, lo que quiere decir que en esa Pascua hubo en Jerusalén más de
dos millones y medio de personas.
Se dirigió a una ciudad abarrotada
de gente y
cargada de expectaciones religiosas.
Los
cuatro evangelistas refieren este episodio de la entrada de Jesús, montado
sobre un pollino de asna, pero en forma triunfal, en Jerusalén. Esto ocurrió
cinco días antes de Su muerte.
Envió a sus discípulos «a la aldea» para recoger
la
asna y su asnillo.
Mateo
menciona Betfagué solamente; pero
Marcos menciona también a Betania (Marcos 11:1).
Él
ingresa a la ciudad en un pollino, que por ser un burrito fue acompañado por su
madre. ¿Por qué Jesús entra en un pollino? Mateo dice que es para cumplir la
profecía de Zacarías.
El
hecho de que el asno no se había usado nunca antes es especialmente apropiado
para el santo propósito. La becerra roja que se usaba en ceremonias de
purificación debía ser un animal «sobre el cual no se había puesto yugo»
(Números19:2; Deuteronomio 21:3); la carreta en el que se llevaba el arca del
Señor había de ser una que no se hubiera
usado antes para ningún otro propósito
(1 Samuel 3:7). La especial santidad de la ocasión se subrayaba por el hecho de
que en el asna no había cabalgado antes ninguna persona.
La
multitud recibió a Jesús como Rey. Extendieron sus túnicas a Su paso.
Recibieron
a Jesús con el saludo que se daba a los peregrinos que venían a la fiesta: « ¡Bendito
el que viene en el nombre del Señor!» (Salmo 118:26).
Gritaban:
« ¡Hosanna!» Debemos tratar de comprender lo que esto quería decir. Hosanna quiere
decir salva ahora, y era la llamada de auxilio que un pueblo en angustia
dirigía a su rey o a su Dios.
Puede
que la palabra hosanna hubiera perdido algo de su sentido original, y se
hubiera convertido en un grito de bienvenida y aclamación, como « ¡Hola!» Pero
esencialmente es un grito de un pueblo pidiendo liberación y ayuda en el día de
su angustia; es el clamor del pueblo oprimido, a su Salvador y Rey.
CONCLUSION:
En
este episodio, Jesús Nos muestra tres cosas acerca de Él:
1.-
Nos
muestra Su coraje. Jesús sabía perfectamente bien que estaba
entrando en una ciudad hostil. Por muy
entusiasmada que se mostrara la multitud, las autoridades Le odiaban y
habían jurado eliminarle; y eran ellas las que tenían la última palabra.
2.-
Nos
muestra Sus credenciales. Jesús se presentó con toda claridad como
el Mesías de Dios, como el Ungido de Dios. También probablemente mostró Sus
credenciales como el Purificador del templo. Si Jesús Se hubiera conformado con proclamarse profeta, lo más
seguro es que no Le habrían quitado la vida. Pero Él no podía darse por
satisfecho con nada menos que el lugar que Le correspondía. Con Jesús es todo o
nada. Hemos de reconocerle como Rey, o no recibirle de ninguna manera.
3.-
Igualmente
nos muestra Su invitación. No era sentarse en un trono lo que
pretendía, sino ser Rey de los corazones. Vino humildemente y cabalgando sobre
un asnillo. Debemos tener cuidado de entender el verdadero sentido de ese
gesto. En Occidente, el burro es una acémila despreciable; pero en Oriente el
asno se consideraba un animal noble. Era corriente que un rey entrara en una
ciudad cabalgando sobre un asno; pero en ese caso era señal
de que venía en son de paz. El caballo era la montura para la guerra; el
asno era la montura para la paz. Así que cuando Jesús Se presentó como Rey, Se
presentó como Rey de Paz. Mostró que había venido, no para destruir, sino para
amar; no para condenar, sino para salvar; no por la fuerza de las armas, sino
por la del amor.
Así
pues, a la misma vez, vemos el coraje de Cristo, las credenciales de Cristo, la
invitación de Cristo. Era Su última invitación a que Le abrieran, no las
puertas de sus palacios, sino las de sus corazones.
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