LECCION PARA EL DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE
MATEO 21: 28-32
1 SAMUEL 15: 22
INTRODUCCION:
Aquí vemos a Israel como un hijo
desobediente a su Padre. La viña habla de Israel (Is 5.1–7; Sal 80.8–16). Al
rechazar a Juan el Bautista los judíos desobedecieron al Padre que le envió.
Los pecadores, sin embargo, ¡oyeron a Juan y entraron en el reino de Dios!
El sentido de esta parábola está claro como el agua. Los dirigentes
judíos eran los que decían que obedecerían a
Dios, pero no lo hicieron; los publicanos y las rameras eran los que
decían que vivirían su vida, pero siguieron el camino de Dios.
DESARROLLO:
La
clave de la interpretación correcta de esta parábola está en que no alaba
realmente a ninguno de los dos hijos. Nos presenta el retrato de dos clases de
personas muy imperfectas, de las que una clase es sin embargo mejor que la
otra. Ninguno de los dos hijos de la parábola era la clase de hijo que le
produce una gran satisfacción y alegría a su padre. Los dos dejaban mucho que
desear; pero el que al final obedeció era incalculablemente mejor que el otro.
El hijo ideal habría sido el que
aceptara las órdenes del padre con obediencia y respeto, y que las cumpliera
sin discusión ni demora. Pero hay
verdades en esta parábola que van más allá de la situación en que se pronunció
por primera vez.
Nos dice que hay dos clases de personas muy corrientes en este mundo.
La primera son las personas cuya profesión es mucho mejor que su práctica.
Prometen y se comprometen a cualquier cosa; hacen grandes alardes de piedad y
de fidelidad; pero se quedan muy atrás en la práctica y el cumplimiento. La
segunda son aquellos cuya práctica es mucho mejor que su profesión. Pretenden
ser inflexibles materialistas hasta la médula, pero a veces los descubrimos
haciendo cosas amables y generosas casi en secreto, como si les diera
vergüenza. Profesan no tener ningún interés en la iglesia ni en la religión, y
sin embargo, cuando se llega al grano, viven vidas más cristianas que muchos
que se confiesan cristianos.
La verdadera lección de la parábola es que, aunque la segunda clase es
con mucho preferible a la primera, ninguna de las dos es perfecta. La persona
realmente buena es aquella en que se dan en armonía la profesión y la práctica.
Además, esta parábola nos enseña que las promesas no pueden nunca ocupar el
lugar de las obras, y que las palabras
bonitas nunca pueden sustituir a las buenas obras. El hijo que dijo que iría, y
no fue, tenía todos los síntomas de la cortesía y del respeto. Al contestar a
su padre le llamó << señor» con todo respeto; pero la cortesía que no
pasa de palabras es totalmente ilusoria. La verdadera cortesía es la obediencia
voluntaria y agradablemente otorgada. Por otra parte, la parábola nos enseña
que uno puede echar a perder muy fácilmente lo bueno que haga por la manera
como lo haga. Puede hacer una cosa que esté bien con una falta de gracia y de
agrado que echa a perder toda la obra. Aquí aprendemos que la manera cristiana
está en la promesa y en su cumplimiento, y que la señal del cristiano es la obediencia cortés y amablemente cumplida.
Ahora, si hay algo que la humanidad ha buscado es
hacer lo que cada quien quiere, sin embargo esto no es posible dado que la
creación misma nos declara que existe un orden en todas las cosas, podemos ver
que los cuerpos celestiales y aún lo más pequeños están sujetos a leyes que los
rigen y mantienen el orden en la creación.
CONCLUSION:
Para
hacer una correcta interpretación debemos identificar el motivo para decir la
parábola y la enseñanza que contiene.
1.
Motivo.
El encuentro del Señor Jesucristo con los sacerdotes y ancianos del pueblo (Mt
21:23 Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del
pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad
haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad?) . El objetivo de estos
sacerdotes era quitarle la autoridad para así justificar la desobediencia a sus
palabras y demandas. Estos hombres menospreciaban la autoridad de Jesús y no se
sentían comprometidos a obedecerle. Por tanto, Jesús utiliza una parábola para
demostrarles su actitud.
2.
Enseñanza.
El reconocimiento de la autoridad es haciendo en la práctica lo solicitado.
Jesús enfrenta a estos religiosos a que no solamente las palabras son
suficientes para mostrar la obediencia a la autoridad, sino que los hechos
determinarán si se ha obedecido o no. Ellos sabían las demandas de Dios y
públicamente asentían a las mismas, pero en la práctica no era cierto y Jesús
se los demuestra enfrentándolos ya que no habían obedecido a Dios por medio de
su siervo Juan, quien preparo el camino para el Mesías.
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