jueves, 6 de diciembre de 2012

DOBLE CIUDADANIA


LECCION PARA EL DOMINGO 09 DE DICIEMBRE

MATEO 22: 15 – 22
ROMANOS 13: 6-7
INTRODUCCION:
                               Los fariseos, un grupo religioso, se oponían a la ocupación romana en Palestina. Los herodianos eran un partido político judío que apoyaba a Herodes Antipas y la política instituida por Roma. Normalmente, estos dos grupos eran enemigos enconados, pero se unieron contra Jesús. Juntos, varios representantes de estos dos grupos preguntaron a Jesús en cuanto al pago de impuestos a Roma, pensando que podrían arrinconarlo. Si Jesús manifestaba estar de acuerdo con que se pagara impuestos al César, los fariseos dirían que se oponía a Dios, el único Rey que reconocían. Si Jesús decía que no debían pagar impuestos, los herodianos lo entregarían a Herodes por rebelión. A los fariseos no los impulsaba el amor a las leyes de Dios, y los herodianos no estaban motivados por el amor a la justicia romana. La respuesta de Jesús puso al descubierto sus motivos malvados y los avergonzó.
DESARROLLO:
                               Había, tres impuestos regulares que cobraba el gobierno romano. Estaba el impuesto de la tierra, que  tenían  que pagar  los labradores al gobierno, y que era un décimo del grano y un quinto del vino y del aceite que  produjeran; este impuesto se pagaba parcialmente en especie, y parcialmente en  el dinero equivalente. Estaba el impuesto sobre la renta,  que era el 1 por  ciento de los ingresos de cada persona. Estaba el impuesto de capitación, este, lo tenían que pagar todos, los varones desde la edad de 14 años hasta la de 65 años, y todas las mujeres desde los 12 hasta los 65 años; era de 1 denarius  eso era lo que Jesús llamó la moneda del tributo, y era el equivalente de unas 15 pesetas, cantidad que hay que evaluar recordando que 10 pesetas era  el jornal medio de un obrero. El impuesto que se menciona aquí era el de capitación.
La seriedad de este. ataque se muestra en el hecho de que los fariseos y los herodianos se pusieron de acuerdo para presentarlo, porque normalmente estos dos partidos eran diametralmente opuestos. Los fariseos eran los supremamente ortodoxos, que resentían el pago del impuesto a un rey extranjero como una ofensa al derecho de Dios. Los herodianos eran el partido de Herodes, rey de Galilea, que les debía su poder a los romanos, y que funcionaba mano a mano con ellos. Los fariseos  y  los  herodianos  eran  unos  cómplices  de  lo  más  extraños;  olvidaron  .sus  diferencias movidos por un odio común a Jesús y el deseo común de eliminarle. Cualquiera que insista en su manera de ver las cosas, sea cual sea., odiará a Jesús.
Después de la destrucción del templo, el gobierno romano demandó que ese impuesto se pagará al templo de Júpiter Capitolino en Roma. Está claro que esa disposición les  revolvía el estómago a todos los judíos. El asunto de los impuestos era un problema real durante el ministerio de  Jesús, y seguía siéndolo en los días de la Iglesia Primitiva.
Pero Jesús fue sabio. Pidió que le enseñaran un denarius, que estaba estampado con la efigie del emperador. El acuñar moneda era una señal de soberanía. Tan pronto como un rey subía al trono acuñaba su propia moneda. Hasta un pretendiente producía moneda para mostrar la realidad de su realeza; y esa moneda se consideraba propiedad del rey cuya imagen llevaba. Jesús preguntó de quién era la imagen de la moneda. La respuesta fue que  de César. < Bien; pues entonces dijo Jesús, devolvédsela a César; es suya. Dadle a César lo que le pertenece, y dadle a Dios lo que Le pertenece.»
En Su sabiduría incomparable, Jesús nunca estableció reglas ni normas; por eso Su enseñanza es atemporal, y nunca pierde su actualidad. Jesús siempre establecía principios. Aquí establece uno sumamente grande e importante.
Todo cristiano tiene una doble nacionalidad. Es ciudadano de un país, en el que está viviendo. A ese país le debe muchas cosas. Le debe la seguridad frente a personas sin ley que solamente puede proveer un gobierno organizado; le debe todos los servicios públicos. Para poner un ejemplo, pocas personas son lo suficientemente ricas como para  tener su propio sistema de iluminación, o de limpieza,  o de provisión  de agua.  Estos son  servicios  públicos.  En  el  estado del bienestar, el ciudadano le debe al estado todavía más: enseñanza, servicios médicos, provisión en  caso de desempleo y jubilación. Esto coloca al cristiano en una deuda de obligación. Porque el cristiano es una  persona de honor, debe ser un ciudadano responsable. El fallar como ciudadano es también fallar como cristiano.
El cristiano es también un ciudadano del Cielo. Hay asuntos de religión y dé principio en los que la responsabilidad del cristiano es para con Dios. Bien puede ser que las dos ciudadanías nunca entren en conflicto. No tienen por qué. Pero cuando el cristiano está convencido de que es la voluntad de Dios que haga algo, debe hacerlo; o si está convencido de que algo es contra la voluntad de Dios, debe oponerse a ello, y no participar en ello.
CONCLUSION:
                               Es importante analizar los motivos de nuestras discusiones teológicas. ¿Son sinceros o tienen como objetivo hacer caer a alguien en una trampa? Los líderes quieren atacar a Jesús para que cometa algún error. Pero Jesús no sucumbe ante ningún engaño. En vez de defenderse, como ellos esperaban, les responde con sabiduría divina: Si ellos pretenden una preocupación acerca de los impuestos, deben preocuparse si están sirviendo a Dios.

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