LECCION PARA EL DOMINGO 09 DE DICIEMBRE
MATEO 22: 15 – 22
ROMANOS 13: 6-7
INTRODUCCION:
Los
fariseos, un grupo religioso, se oponían a la ocupación romana en Palestina.
Los herodianos eran un partido político judío que apoyaba a Herodes Antipas y
la política instituida por Roma. Normalmente, estos dos grupos eran enemigos
enconados, pero se unieron contra Jesús. Juntos, varios representantes de
estos dos grupos preguntaron a Jesús en cuanto al pago de impuestos a Roma,
pensando que podrían arrinconarlo. Si Jesús manifestaba estar de acuerdo con
que se pagara impuestos al César, los fariseos dirían que se oponía a Dios, el
único Rey que reconocían. Si Jesús decía que no debían pagar impuestos, los
herodianos lo entregarían a Herodes por rebelión. A los fariseos no los
impulsaba el amor a las leyes de Dios, y los herodianos no estaban motivados
por el amor a la justicia romana. La respuesta de Jesús puso al descubierto sus
motivos malvados y los avergonzó.
DESARROLLO:
Había,
tres impuestos regulares que cobraba el gobierno romano. Estaba el impuesto de
la tierra, que tenían que pagar los labradores al gobierno, y que era un
décimo del grano y un quinto del vino y del aceite que produjeran; este impuesto se pagaba
parcialmente en especie, y parcialmente en
el dinero equivalente. Estaba el impuesto sobre la renta, que era el 1 por ciento de los ingresos de cada persona. Estaba
el impuesto de capitación, este, lo tenían que pagar todos, los varones desde
la edad de 14 años hasta la de 65 años, y todas las mujeres desde los 12 hasta
los 65 años; era de 1 denarius eso
era lo que Jesús llamó la moneda del tributo, y era el equivalente de
unas 15 pesetas, cantidad que hay que evaluar recordando que 10 pesetas era el jornal medio de un obrero. El impuesto que
se menciona aquí era el de capitación.
La seriedad de este. ataque se muestra en el hecho de que los
fariseos y los herodianos se pusieron de acuerdo para presentarlo, porque
normalmente estos dos partidos eran diametralmente opuestos. Los fariseos eran
los supremamente ortodoxos, que resentían el pago del impuesto a un rey
extranjero como una ofensa al derecho de Dios. Los herodianos eran el partido
de Herodes, rey de Galilea, que les debía su poder a los romanos, y que
funcionaba mano a mano con ellos. Los fariseos
y los herodianos
eran unos cómplices
de lo más
extraños; olvidaron .sus
diferencias movidos por un odio común a Jesús y el deseo común de
eliminarle. Cualquiera que insista en su manera de ver las cosas, sea cual
sea., odiará a Jesús.
Después de la destrucción del templo, el gobierno romano demandó que
ese impuesto se pagará al templo de Júpiter Capitolino en Roma. Está claro que
esa disposición les revolvía el estómago
a todos los judíos. El asunto de los impuestos era un problema real durante el
ministerio de Jesús, y seguía siéndolo
en los días de la Iglesia Primitiva.
Pero Jesús fue sabio. Pidió que le enseñaran un denarius, que
estaba estampado con la efigie del emperador. El acuñar moneda era una señal de
soberanía. Tan pronto como un rey subía al trono acuñaba su propia moneda.
Hasta un pretendiente producía moneda para mostrar la realidad de su realeza; y
esa moneda se consideraba propiedad del rey cuya imagen llevaba. Jesús preguntó
de quién era la imagen de la moneda. La respuesta fue que de César. < Bien; pues entonces dijo Jesús,
devolvédsela a César; es suya. Dadle a César lo que le pertenece, y dadle a
Dios lo que Le pertenece.»
En Su sabiduría incomparable, Jesús nunca estableció reglas ni normas;
por eso Su enseñanza es atemporal, y nunca pierde su actualidad. Jesús siempre
establecía principios. Aquí establece uno sumamente grande e importante.
Todo cristiano tiene una doble nacionalidad. Es ciudadano de un país,
en el que está viviendo. A ese país le debe muchas cosas. Le debe la seguridad
frente a personas sin ley que solamente puede proveer un gobierno organizado;
le debe todos los servicios públicos. Para poner un ejemplo, pocas personas son
lo suficientemente ricas como para tener
su propio sistema de iluminación, o de limpieza, o de provisión de agua.
Estos son servicios públicos.
En el estado del bienestar, el ciudadano le debe al
estado todavía más: enseñanza, servicios médicos, provisión en caso de desempleo y jubilación. Esto coloca
al cristiano en una deuda de obligación. Porque el cristiano es una persona de honor, debe ser un ciudadano
responsable. El fallar como ciudadano es también fallar como cristiano.
El cristiano es también un ciudadano del Cielo. Hay asuntos de
religión y dé principio en los que la responsabilidad del cristiano es para con
Dios. Bien puede ser que las dos ciudadanías nunca entren en conflicto. No
tienen por qué. Pero cuando el cristiano está convencido de que es la voluntad
de Dios que haga algo, debe hacerlo; o si está convencido de que algo es contra
la voluntad de Dios, debe oponerse a ello, y no participar en ello.
CONCLUSION:
Es
importante analizar los motivos de nuestras discusiones teológicas. ¿Son
sinceros o tienen como objetivo hacer caer a alguien en una trampa? Los
líderes quieren atacar a Jesús para que cometa algún error. Pero Jesús no
sucumbe ante ningún engaño. En vez de defenderse, como ellos esperaban, les
responde con sabiduría divina: Si ellos pretenden una preocupación acerca de
los impuestos, deben preocuparse si están sirviendo a Dios.
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