jueves, 27 de diciembre de 2012

JESUS HIJO DE DIOS


LECCION PARA EL DOMINGO 30 DE DICIEMBRE

MATEO 22: 41-46
SALMO 89: 3-4
INTRODUCCION:
                             Los fariseos, herodianos y saduceos le habían presentado sus preguntas. Ahora Jesús invierte los papeles y les formula una pregunta bien interesante: quién pensaban que era el Mesías. Los fariseos sabían que el Mesías sería un descendiente de David pero no que también sería Dios mismo. Jesús usó el Salmo 110.1 para mostrarles que el Mesías era muy superior a David (Hebreos 1.13 emplea el mismo texto para probar la identidad de Jesús). La pregunta más importante que hemos de responder es qué creemos acerca de Cristo. Las demás preguntas espirituales son irrelevantes hasta que creemos que Jesús es quien dijo que es.
DESARROLLO:
                               El título más corriente del Mesías era Hijo de David. Detrás de él se ocultaba la expectación de que algún día llegaría un gran Príncipe de la dinastía de David que derrotaría a  los enemigos de Israel  y  conduciría  al  pueblo  a  la  conquista  de  todo  el  mundo.  Se  pensaba  en  el  Mesías corrientemente en términos de poder y de gloria nacionalista, política y militar. Este es otro intento que hace Jesús de alterar esa concepción.
Jesús les preguntó a los fariseos de quién entendían ellos que era hijo el Mesías; y contestaron como Él esperaba: < Hijo de David.» Jesús entonces les citó el Salmo 110:1: «El Señor dice a mi Señor: Siéntate a Mi diestra.» Todos estaban de acuerdo en que ese texto se refería al Mesías. En él, el primer Señor es Dios; y el  segundo Señor es el Mesías. Eso supone decir que David llama Señor al Mesías. Pero, si el Mesías es hijo de  David, ¿cómo pudo llamar David a su propio hijo Señor?
                ¿Qué quería decir Jesús? No podía querer decir más que una cosa: qué Su verdadera descripción es Hijo de Dios. Hijo de David no es un título adecuado; Hijo de Dios sí lo es. Y en ese caso, el mesiazgo no se ha de concebir en  términos de conquistas davídicas; sino en términos de amor divino  y  sacríficial.  Aquí,  pues,  Jesús  presenta  Sus  mayores  credenciales.  En  él  vino,  no  un conquistador  terrenal  que  repetiría  los  triunfos  militares  de  David,  sino  el  Hijo  de  Dios  que demostraría el amor de Dios sobre la Cruz.
Como  ya hemos visto, Después de silenciar a los herodianos, saduceos y fariseos, Cristo mismo hizo una pregunta (Mt 22.41–42), ¡y nadie pudo contestarle! Se refirió al Salmo 110.1 donde David le llama «Señor». Nótese que Cristo afirma que David escribió el Salmo, lo escribió inspirado por el Espíritu (v. 43), y lo escribió respecto a Cristo, el Hijo de David. Su pregunta fue: «Pues si David le llama Señor [que significa que es Dios], ¿cómo es su hijo?» (v. 45). La respuesta se la da en Mateo 1–2: el nacimiento virginal de Cristo. Como Dios eterno Cristo es el Señor de David, pero como Dios-Hombre, que vino en carne, es el Hijo de David.
Si los escribas y fariseos hubieran contestado a esta pregunta sincera y correctamente, hubieran tenido que reconocer el mesiazgo de Cristo. Pero en la dureza de su corazón rechazaron la verdad y acudieron a maneras más diabólicas para silenciar al Señor. Eran hijos del diablo (Jn 8.44); habían tratado con mentiras y habían fallado, ahora tratarían de matarlo.
Si usted lee todo el Salmo 110 notará que se refiere tanto al sumo Sacerdocio de Jesucristo, como a su conquista sobre sus enemigos. Pedro lo citó en Pentecostés (Hch 2.32–36) para demostrar la resurrección de Cristo, y también Hebreos 10.13 lo cita. Rechazado como Rey de los judíos, Cristo se volvió a los gentiles y llegó a ser el sumo Sacerdote de todos los que confían en Él. Cuando Él regrese a la tierra, hará de sus enemigos estrado de sus pies. Entretanto, pacientemente está esperando (Heb 10.13) hasta ese día de juicio y triunfo.
CONCLUSION:
                        Jesús mantiene su mesianidad y su ser Hijo de Dios teniendo como base la Escritura. Desde muy antiguo, la iglesia se vio confrontada a grandes ataques doctrinales que atentaban contra la deidad de nuestro Señor Jesucristo. Hoy, sectas como los testigos de Jehová (por nombrar alguna), o la teología moderna son los proponentes de un Jesús solamente humano o en el mejor de los casos un ser inferior al Dios Padre. Es debido a todos estos ataques satánicos por lo que debemos profundizar en nuestro conocimiento de las Escrituras, la cual nos testimonia a viva voz la encarnación del Verbo eterno, Jesucristo.


Siete clases diferentes de fariseos.
  1.- Estaba el fariseo del hombro. Era meticuloso en la observancia de la Ley, pero llevaba sus buenas  obras  siempre  al  hombro.  Buscaba  una  reputación  de  pureza  y  bondad,  verdad  que obedecía la Ley, pero con la finalidad de que lo miraran y admiraran los demás.
 2.- Estaba el fariseo espera- un- poco. Era el fariseo que siempre podía presentar una disculpa legalmente válida paro aplazar una buena obra. Profesaba el credo de los fariseos más rigurosos, pero siempre tenía una disculpa para quedarse atrás en la práctica. Hablaba mucho, pero obraba poco.
 3. Estaba el fariseo acardenalado y sangrante. El Talmud habla de la plaga de fariseos auto fastidiantes. Recibieron estos nombres por la siguiente razón. Las mujeres ocupaban el estrato más bajo en la escala social en Palestina. Ningún rabino que se apreciara sería sorprendido hablando con una mujer en público, aunque fuera su mujer  o su hermana. Estos fariseos llegaban todavía más lejos; no se permitirían ni siquiera mirar a una mujer por la calle.
 4.-Estaba el fariseo que se describía diversamente como el fariseo del mortero con su mano, o el fariseo de la joroba, o el fariseo tambaleante. Los tales andaban con tal apariencia de humildad que iban torcidos como la mano del mortero en el mortero, o como jorobados. Eran tan  humildes que ni siquiera levantaban los pies del suelo, lo que los hacía tropezar en todos los obstáculos que se encontraran.
 5.-Estaba el fariseo siempre contabilizante o contador. Esta clase de fariseo siempre estaba llevando la cuenta de sus buenas obras, haciendo el balance entre sí mismo y Dios, y creía que a cada buena obra suya ponía a Dios un poco más en deuda con él.
 6.-Estaba el fariseo tímido o timorato. Siempre tenía miedo del castigo divino. Por tanto, siempre estaba limpiando  lo  de fuera del vaso y el plato, para parecer siempre bueno. Veía la religión en términos de juicio, y la vida en términos de una evasión aterrada de este juicio.
 7.-Finalmente estaba el fariseo temeroso de Dios. Era el fariseo que real y verdaderamente amaba a Dios y se deleitaba en obedecer la Ley de Dios, por muy difícil que fuera.

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