LECCION PARA EL DOMINGO 23 DE DICIEMBRE
MATEO 22: 34 – 40
MARCOS 12: 29-30
INTRODUCCION:
Uno podría pensar
que los fariseos se alegraron al ver silenciados a los saduceos. La pregunta
con la que los saduceos siempre los atrapaban había sido al fin contestada por
Jesús. Pero los fariseos eran demasiado orgullosos para mostrarse
impresionados. La respuesta de Jesús les daba una victoria teológica sobre los
saduceos, pero estaban más interesados en acaban con Jesús que en aprender una
verdad.
Los
fariseos, que habían logrado clasificar unas seiscientas leyes, con frecuencia
trataban de distinguir entre lo más importante y lo menos importante. Jesús
citó Deuteronomio 6.5 y Levítico 19.18. Al cumplir estos dos mandamientos, una
persona cumplía las restantes, ya que resumen los Diez Mandamientos y las otras
leyes morales del Antiguo Testamento.
DESARROLLO:
En Mateo, esta
pregunta parece más bien la vuelta de los fariseos al ataque; pero en Marcos;
la atmósfera es diferente. Según nos cuenta Marcos la historia, Marcos
12:28- 34, el escriba no Le hizo esta pregunta a Jesús para hacerle caer.
Se la dirigió en señal de aprobación por lo que había dicho, y para ofrecerle a
Jesús la oportunidad de contestar correctamente otra vez. Y al final del pasaje
el escriba y Jesús están muy cerca.
1.
La religión consiste en amar a Dios. El
versículo que Jesús cita es Deuteronomio 6: 5. Ese versículo era
parte de la semá, el credo básico
y esencial del judaísmo; la frase con la que empiezan todos los cultos judíos,
y el primer texto que todos los niños judíos aprenden de memoria. Esto quiere
decir que hay que darle a Dios un amor total, un amor que domine nuestras
emociones, que deja nuestros pensamientos y que sea la dinámica de nuestras
acciones. La religión empieza con el amor que es la entrega tal de la vida a
Dios.
2.
El segundo mandamiento que cita Jesús procede de
Levítico 19:18. Nuestro amor a Dios debe desembocar en el amor a nuestros
semejantes. Pero debe notarse el orden en que aparecen estos mandamientos. El amor a Dios es primero, y el amor a los
hombres, segundo. Solo cuando amamos a Dios podemos amar a nuestros semejantes.
La enseñanza bíblica acerca del hombre no es que el hombre es una colección de
elementos químicos, ni parte de la creación animal, sino una criatura que está
hecha a la imagen de Dios (Génesis 1:26s). Es por esta razón por la que debe
amarse a los semejantes. La verdadera base de toda democracia, es de hecho el
amor de Dios. Suprimid el amor de Dios, y podemos airarnos con el hombre por su
torpeza para aprender; podemos volvemos pesimistas por
su dificultad, para
mejorar; podernos insensibilizarnos ante
la mecánica de su
pensamiento, el amor al ser humano está profundamente enraizado en el amor de
Dios.
Ser
verdaderamente religioso es amar a Dios y amar a los seres humanos que Dios ha
hecho a Su imagen; y amar a Dios y a la
humanidad, no con un sentimentalismo nebuloso, sino con esa entrega total que
conduce a la devoción a Dios y al servicio práctico a los seres humanos.
Nunca
podemos separar el amor a Dios del amor al prójimo; y al revés, el amor al
prójimo del amor a Dios.
CONCLUSION:
Quien
dice amar a Dios, amará a su prójimo. Los fariseos pensaban que con su
religiosidad estaban demostrando un genuino amor por Dios. Para ellos era
totalmente razonable separar el amor a Dios, de una relación con el prójimo.
Esto es lo que a la larga produce la religiosidad; podemos ser engañados
creyendo que lo único que necesitamos es amar a Dios, pasando por alto las
relaciones con nuestros semejantes. Mas hacer esto es contradecir la ley de
Dios -como hacían los fariseos al odiar a Jesús- pues nuestro amor por Dios es
falso si no amamos a nuestro hermano. El hombre que ama a Dios, reflejará ese
amor a los que le rodean; de no ser así, todo es nada más que hipocresía, vana
religiosidad.
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