martes, 25 de diciembre de 2012

SI AMA A DIOS, AMARÁ A SU PROJIMO


LECCION PARA EL DOMINGO 23 DE DICIEMBRE

MATEO 22: 34 – 40
MARCOS 12: 29-30
INTRODUCCION:
                               Uno podría pensar que los fariseos se alegraron al ver silenciados a los saduceos. La pregunta con la que los saduceos siempre los atrapaban había sido al fin contestada por Jesús. Pero los fariseos eran demasiado orgullosos para mostrarse impresionados. La respuesta de Jesús les daba una victoria teológica sobre los saduceos, pero estaban más interesados en acaban con Jesús que en aprender una verdad.
Los fariseos, que habían logrado clasificar unas seiscientas leyes, con frecuencia trataban de distinguir entre lo más importante y lo menos importante. Jesús citó Deuteronomio 6.5 y Levítico 19.18. Al cumplir estos dos mandamientos, una persona cumplía las restantes, ya que resumen los Diez Mandamientos y las otras leyes morales del Antiguo Testamento.

DESARROLLO:
                               En Mateo, esta pregunta parece más bien la vuelta de los fariseos al ataque; pero en Marcos; la atmósfera es diferente. Según nos cuenta Marcos la historia, Marcos 12:28- 34, el escriba no Le hizo esta pregunta a Jesús para hacerle caer. Se la dirigió en señal de aprobación por lo que había dicho, y para ofrecerle a Jesús la oportunidad de contestar correctamente otra vez. Y al final del pasaje el escriba y Jesús están muy cerca.
1.       La religión consiste en amar a Dios. El versículo que Jesús cita es Deuteronomio 6: 5. Ese versículo era parte  de la semá, el credo básico y esencial del judaísmo; la frase con la que empiezan todos los cultos judíos, y el primer texto que todos los niños judíos aprenden de memoria. Esto quiere decir que hay que darle a Dios un amor total, un amor que domine nuestras emociones, que deja nuestros pensamientos y que sea la dinámica de nuestras acciones. La religión empieza con el amor que es la entrega tal de la vida a Dios.
2.       El segundo mandamiento que cita Jesús procede de Levítico 19:18. Nuestro amor a Dios debe desembocar en el amor a nuestros semejantes. Pero debe notarse el orden en que aparecen estos mandamientos. El amor a Dios es primero, y el amor a los hombres, segundo. Solo cuando amamos a Dios podemos amar a nuestros semejantes. La enseñanza bíblica acerca del hombre no es que el hombre es una colección de elementos químicos, ni parte de la creación animal, sino una criatura que está hecha a la imagen de Dios (Génesis 1:26s). Es por esta razón por la que debe amarse a los semejantes. La verdadera base de toda democracia, es de hecho el amor de Dios. Suprimid el amor de Dios, y podemos airarnos con el hombre por su torpeza para aprender; podemos volvemos pesimistas  por  su   dificultad,  para  mejorar;  podernos  insensibilizarnos  ante  la  mecánica  de  su pensamiento, el amor al ser humano está profundamente enraizado en el amor de Dios.
Ser verdaderamente religioso es amar a Dios y amar a los seres humanos que Dios ha hecho a Su imagen; y  amar a Dios y a la humanidad, no con un sentimentalismo nebuloso, sino con esa entrega total que conduce a la devoción a Dios y al servicio práctico a los seres humanos.
Nunca podemos separar el amor a Dios del amor al prójimo; y al revés, el amor al prójimo del amor a Dios.

CONCLUSION:
                               Quien dice amar a Dios, amará a su prójimo. Los fariseos pensaban que con su religiosidad estaban demostrando un genuino amor por Dios. Para ellos era totalmente razonable separar el amor a Dios, de una relación con el prójimo. Esto es lo que a la larga produce la religiosidad; podemos ser engañados creyendo que lo único que necesitamos es amar a Dios, pasando por alto las relaciones con nuestros semejantes. Mas hacer esto es contradecir la ley de Dios -como hacían los fariseos al odiar a Jesús- pues nuestro amor por Dios es falso si no amamos a nuestro hermano. El hombre que ama a Dios, reflejará ese amor a los que le rodean; de no ser así, todo es nada más que hipocresía, vana religiosidad.

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