viernes, 20 de diciembre de 2013

ESCOGIDO POR GRACIA

LECCION ESC. DOMINICAL DIA 22 DE DICIEMBRE

JUAN 5: 1-9
MATEO 14 14

INTRODUCCION:
                               Este capítulo se divide en tres partes
1.- Curación del paralítico de Betesda. 1-16
2.- Cristo declara Su propia autoridad como hijo de Dios. 17-30
3.- Presenta varios testimonios que le confirman como enviado del Padre. 31-47

DESARROLLO:
                               Esta señal completa los tres milagros que muestran cómo se salva una persona:
·         La primera (el agua hecha vino) muestra que la salvación es por medio de la Palabra de Dios.
·         La segunda (la curación del hijo del noble), muestra que la salvación es por fe.
·         Este tercer milagro demuestra que la salvación es por gracia.
Este hombre estaba en una condición deplorable. Debido a su pecado pasado (véase v. 14) llevó su aflicción por treinta y ocho años. Estaba rodeado de personas atribuladas, las cuales ilustran la triste condición del inconverso; impotentes (sin poder, Ro 5.6), ciegos, cojos (incapaces de caminar correctamente, Ef 2.1–3), paralíticos y esperando que algo les ocurra (sin esperanza, Ef 2.12). Si estas personas pudieran meterse en el agua cuando el ángel viene, podrían sanar; pero ¡no tienen el poder para lograrlo! Como el pecador hoy; si pudiera guardar la perfecta ley de Dios, podría ser salvo; pero es incapaz de hacerlo.
Sin embargo, vemos la gracia de Dios obrando. «Betesda» (v. 2) significa «casa de misericordia, o de gracia», y eso es lo que llegó a ser para este hombre. ¿Qué significa «gracia»? Significa bondad para quienes no se la merecen. Jesús vio una multitud de enfermos, ¡pero escogió solamente a un hombre y lo sanó! Este hombre no era más merecedor que los demás, pero Dios lo escogió. Es un cuadro hermoso de la salvación y de cómo debe humillarnos saber que hemos sido escogidos «en Él» y no debido a nuestros méritos, sino por su gracia (Ef 1.4). Lo que Cristo dice en 5.21 se aplica aquí: «Él da vida» a los que quiere. No podemos explicar la gracia de Dios (Ro 9.14–16), pero si no fuera por ella nadie podría ser salvo (Ro 11.32–36).
Nótese otros puntos: Habían cinco pórticos y en la Biblia cinco es el número de la gracia; y el estanque estaba cerca de la puerta de las ovejas, lo cual habla de sacrificio. El Cordero de Dios tenía que morir antes de que la gracia de Dios se derramara sobre los pecadores. Cristo sanó al hombre en el sabbat, probando así que la ley no tenía nada que ver con la sanidad. No somos salvos por guardar la ley. Él sanó al hombre por sí mismo, porque la salvación es sólo por Cristo. El hombre se quejó: «No tengo quien» (v. 7), pero aun cuando hubiera tenido una docena de hombres que le ayudaran no hubieran podido hacer por él lo que Jesús hizo. El pecador perdido no necesita ayuda; necesita sanidad.
Este milagro es, como todos los suyos, un signo de la naturaleza del Reino de Dios (ver Is. 33,22-24; 35,5-6; Apoc. 21,3-4). Un hombre paralítico de 38 años recibe la atención especial de Jesús, quien le pregunta si quiere ser sanado. ¿Por qué Jesús formula esta pregunta tan obvia y a la vez tan ilógica? Él tiene sus propósitos al realizarla.
En primer lugar para que este hombre recuperara la esperanza perdida. Este paralítico le responde: "No tengo a nadie".
En segundo lugar, para que fijara su atención en Él.
Si a Jesús no le hubiera sido posible sanar a este hombre, habría sido una pregunta muy cruel. Pero ahora hace renacer su esperanza. Sabía muy bien que para ser sanado debía bajar al estanque, pero también estaba consciente de que, por sus propios medios, le era imposible hacerlo. Estaba solo, no tenía a nadie que le ayudara. ¿Acaso no tenía familia?, a lo mejor sus familiares y amigos ya no estaban cerca de él, o bien, ya habían desaparecido con el tiempo. Pero pronto descubriría que tiene un amigo cuya misericordia es infinita; y así es, con una sola palabra de Jesús, este hombre es sanado. Cuando el Señor da una orden provee también los medios para que esa orden sea cumplida. Sin perder un solo momento, el hombre toma su colchoneta y se va. Juan agrega que este milagro fue hecho en día sábado.  Cuando los judíos vieron que este hombre se iba con su lecho al hombro, se enojan con él y se lo prohíben. Pero tan pronto se aclaró que la responsabilidad era de Jesús, el enojo de ellos se dirigió a Él. Jesús no eludió su responsabilidad, ya que deliberadamente había realizado este milagro, y luego se dio a conocer al hombre en el templo.
CONCLUSION:
                               Jesús se preocupa por el hombre que no recibe atención de nadie. La historia del paralítico de Betesda muestra que Jesús no sólo manifiesta amor hacia la multitud en general, sino que además su amor se dirige al individuo que se siente solo y abandonado. Sin embargo, también en este caso no obra sin pedir fe. El hombre, como muchos de nosotros, ya ha perdido la fe, pues nadie se preocupaba de él. No obstante, la fe en Dios no parte de las circunstancias, ni de los hombres, tiene su origen en la buena voluntad de Dios; su obra sobrepasa nuestras aflicciones más profundas.


viernes, 6 de diciembre de 2013

LOS CREYENTES DE SAMARIA

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 08 DE DICIEMBRE
JUAN 4: 39–45
ROMANOS 10:17 

INTRODUCCION:
                               Cuando, en aquel momento providencial, los discípulos regresaron de Sicar, después de haber comprado las provisiones, se sorprendieron enormemente al ver al Señor hablando con una mujer. Así, silenciosamente y sin ostentación, Jesús da a estos hombres una lección sobre la emancipación espiritual verdadera de la mujer. Sin cambiar ninguna ordenanza de la creación referente al lugar adecuado de la mujer, el Señor indica claramente que ante Dios el alma de una mujer no es menos preciosa que la de un hombre.
DESARROLLO:
                               Cuando llegaron los discípulos, y Jesús hubo llegado a la cúspide de su autorrevelación, la mujer marcha corriendo a la ciudad para anunciar a sus vecinos las grandes nuevas. Al irse deja deliberadamente el cántaro en el pozo para que Jesús calme su sed. ¿Acaso no le había dicho claramente el Señor que la verdadera adoración es esencialmente de naturaleza espiritual, y que es igual para toda persona, sea judío o samaritano? ¿Por qué, entonces, iba un judío a vacilar en beber de un recipiente samaritano?
Al llegar a Sicar la mujer cuenta los acontecimientos y despierta la curiosidad de sus vecinos diciéndoles: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Cristo?”
En ausencia de la mujer los discípulos, reunidos junto al pozo con su Maestro, llegan a comprender que la necesidad que el Señor pudiera tener de comida material se ve sobrepasada por la intensa satisfacción [p 190] que experimentó al sacar a esta mujer de las tinieblas a la luz, cumpliendo así la voluntad del que desde los cielos lo había enviado. Al acercarse los samaritanos, Jesús exhorta a sus discípulos a que consideren a este grupo como una cosecha espiritual. La simiente se había sembrado hacía tan sólo unos momentos—primero Jesús en el corazón de la mujer, y luego ella en los corazones de su pueblo—, y ahora el momento de la cosecha ya había llegado. ¡Cuán diferente era en el campo natural donde aún faltaban cuatro meses para la siega! ¡Y qué maravilloso que los discípulos, considerados como segadores, tuvieran el privilegio de recoger lo que no habían sembrado!
Al aceptar a Jesús por la fe, los samaritanos forman un sorprendente y agradable contraste con la mayoría de los judíos. Si se considera todo el relato (4:1–42) en conjunto, se puede apreciar un claro progreso en la fe; de manera que primero se mira a Jesús como judío, luego como profeta, después como Mesías, y finalmente como Salvador del mundo.
La omnisciencia que el Señor revela lo distingue como lo que realmente es, el Cristo, el Hijo de Dios. Por ello, una vez más, el escritor del cuarto Evangelio consigue su propósito (20:30).
Jesús no evangelizó la provincia de Samaria. De acuerdo con la voluntad de su Padre celestial (4:4) se quedó allí dos días solamente y limitó su obra a un pequeño pueblo. Por consiguiente no hay nada en este relato que contradiga a la orden dada a los discípulos en Mt. 10:5. Y aquella orden, téngase en cuenta, era de carácter completamente temporal. Quedó derogada y sustituida por la gran comisión (Mt. 28:18–20). Tiempo más tarde se desarrollaría una fructífera labor tanto en la ciudad como en la provincia de Samaria (Hch. 8).            
41. Y creyeron muchos más por su palabra. La actitud de los samaritanos que acudieron al pozo contrasta profundamente con la de otros aldeanos samaritanos que más tarde se negaron a recibirle porque iba camino a Jerusalén (Lc. 9:51–56). No obstante, no hemos de suponer que la fe de toda esta gente que salió de Sicar para ver a Jesús era fe salvadora. En muchos probablemente se quedó al nivel de 2:23. En otros, podemos creer con seguridad, se elevó al nivel más alto una vez que hubieron oído la palabra de Jesús. Además, el número de los que creyeron en él a causa de su palabra fue mucho mayor que el número de los que creyeron como resultado del testimonio de esta mujer.        
42. Y le decían a la mujer. Todos aquellos creyentes se dirigen a la mujer con estas palabras: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo. Obsérvese:
(1) El dicho de la mujer se contrasta aquí (4:42) con la palabra de Cristo. Sin embargo, en 4:39, al testimonio de la mujer se le llama palabra de ella.

(2) Lo que estos samaritanos dicen supone un principio que tiene validez para todas las edades: el contacto personal con Cristo es necesario para hacer completa la fe.

(3) Los samaritanos llamaron a Jesús “el Salvador del mundo”. El Señor había dicho a la mujer samaritana que la salvación viene de los judíos (4:22). Durante su breve estancia con ellos hizo resaltar, sin embargo, que esta salvación era para el mundo. Este mundo se compone de los elegidos de cada nación: tanto del campo de los paganos (en el presente contexto, del campo de los samaritanos) como del de los judíos.

CONCLUSION:
                               La fe en Jesús nace del encuentro personal con Él. Por muy importante que sea nuestro testificar de Cristo, nada puede reemplazar el encuentro espiritual con Él. La gente necesita a personas que le conduzcan a Él. Pero también es cierto, que sólo el poder de la Palabra y del Espíritu puede efectuar el conocimiento vivo de Cristo.

Jesús, como Salvador del mundo, en base a y por medio de su infinito sacrificio, quita la culpa del pecado, la corrupción y el castigo, y derrama sobre los corazones y las vidas de los que así favorece todos los frutos de la obra del Espíritu Santo.

viernes, 29 de noviembre de 2013

EL TESTIMONIO DE LA SAMARITANA

LECCION ESCUELA DOMINICAL  01 DE DICIEMBRE

JUAN 4: 27-38
SALMO 40: 8
INTRODUCCION:
                               Síntesis de 4:1–26
Para evitar una crisis prematura Jesús salió de Judea y fue a Galilea. Tenía que pasar por Samaria. Cuando llegó a Sicar, en dicha provincia, se sentó, cansado y sediento junto al pozo o fuente de Jacob. Allí entabló conservación con una mujer samaritana que llevaba una vida inmoral. Le pidió de beber, le habló del agua viva que él podía darle, le dijo que esta agua viva no sólo le apagaría la sed sino que se la suprimiría, le reveló los secretos de su vida de pecado, le mostró el carácter de la verdadera adoración, y, por último, se le reveló como Mesías.
El corazón de la mujer se rebeló contra el descubrimiento de su estado pecaminoso e intentó cambiar de tema. Parece que al principio la mujer lleva el control de la conversación y el Señor permite esta desviación. Pero sin darse cuenta, la mujer va siendo conducida a la meta que el mismo Señor ha establecido.
¿Es esta mujer, en su intento de rehuir el verdadero problema, un símbolo del pecador en su estado natural? ¿Es la forma en que Cristo se dirige a ella un ejemplo que debemos seguir al tratar con los perdidos?
Esta sección nos muestra una serie progresiva de sorpresas. Jesús revela poco a poco quién es él: y en perfecta armonía con esta revelación gradual, la confesión de la mujer también avanza, de modo que en este forastero ve primero a un judío, luego a un profeta, y por último al Cristo.
DESARROLLO:
                               4:27 En ese momento vinieron sus discípulos. Obsérvese: ¡En ese momento! Los discípulos habían terminado sus asuntos en Sicar y regresaron por supuesto al pozo. Jesús acaba de hacer su gran declaración alcanzando el punto culminante de una forma natural y sin violencia. Pero la providencia divina es tal, que en aquel preciso momento llegaron los discípulos—no antes, para no interrumpir la conversación con la mujer, y no después, para que los discípulos no dejaran de presenciar este gran acontecimiento (la condescencia del Señor con esta mujer samaritana), con todas sus consecuencias misioneras. Esto es una manifestación e ilustración gloriosa de la operación de la providencia de Dios para la extensión de su reino.
Los discípulos llegaron y se maravillaron de qué hablaba con una mujer. ¿Acaso no era un rabí? ¿Cómo podía, pues, ignorar aquella regla rabínica que decía: “Nadie hable con una mujer en la calle, no, ni siquiera con su propia mujer”. Los discípulos estaban recibiendo una lección sobre la verdadera emancipación de la mujer. Aunque les extrañaba muchísimo lo que veían y oían, su reverencia hacia el Maestro era tan grande que ninguno dijo: ¿Qué deseas (de ella)? La contestación, de haberse dado, hubiera sido: Que me dé agua. Ni tampoco le preguntaron: ¿Por qué hablas con ella? Pues la respuesta hubiera sido: Para darle agua viva.
Entonces la mujer dejó su cántaro, y regresó a la ciudad…Las maravillosas nuevas que la mujer acababa de recibir (y que tenía que decir a otros), y la llegada de los discípulos, determinaron que ella regresara a la ciudad. El cántaro lo dejó en el pozo. Con frecuencia se interpreta esto como si quisiera decir que, nerviosa por extraños sucesos que habían ocurrido, se olvidó del cántaro al marchar precipitadamente a dar las noticias a todos.
La invitación que hace la mujer nos hace recordar las palabras de Jesús (1:39) y de Felipe (1:46). No solamente extendió la invitación con una exclamación imperativa, sino que dio el motivo para despertar su interés y moverlos a responder. Literalmente ella dice que “me dijo todas cuantas cosas que hice”. Es una exageración, pero lo que él había dicho era suficiente para que ella estuviera segura de que no quedaba nada en su vida oculto a sus penetrantes ojos.
El autor interrumpe el resultado del testimonio de la mujer para registrar la conversación entre los discípulos y Jesús, en el ínterin entre la salida de la mujer y la llegada de los hombres de la ciudad. Jesús aprovecha la ocasión para enseñarles dos lecciones:
1.       Cuáles eran sus prioridades y
2.       Cuál la misión urgente que les esperaba.
La conversación con la mujer samaritana le había dado tanta satisfacción interior como si hubiera comido un banquete suculento. Jesús había hablado a la mujer acerca de “agua viva” que salta en el interior del hombre, satisfaciendo su sed espiritual; ahora habla a sus discípulos acerca de una nutrición espiritual (v. 32) que satisface el hambre interior.
Los discípulos, así como otros (ver 2:20; 3:4; 4:11, 15), entendieron mal la respuesta de Jesús, limitados ellos a conceptos literales y materiales. La mujer no entendió lo de “agua viva” y los discípulos no entendieron lo de la “comida”. Informes como este, que dejan mal parados a los discípulos, aumentan nuestra confianza en la autenticidad de las Escrituras.
Jesús les dijo: Mi comida—la que me da satisfacción y en la que se deleita mi alma—es hacer la voluntad del que me envió—es decir, del Padre (5:36) (véase también           3:34)     y terminar su obra; esto es, conducir esta obra a su meta predestinada; cumplirla y concluirla. La noche de la última Cena, pocas horas antes de morir en la cruz, Jesús usando el participio del mismo verbo, dijo: “Yo te he glorificado en la tierra, habiendo terminado (τελειώσας) la obra que me diste que hiciese” (17:4). La naturaleza de esta obra se indica en 17:4, 6. El verbo que se usa en 19:28, 30, cuando Jesús inclinó la cabeza y entregó el espíritu diciendo: “Consumado es”, (τετέλεσται) se deriva de la misma raíz.
CONCLUSION
                                Inmediatamente, después de que Jesús se auto-revela a la samaritana, llegaron sus discípulos; sin que ella siquiera tuviera tiempo para reflexionar. Mas el Espíritu Santo penetró tan profundamente en su alma, que ella creyó. El primer fruto de su fe, fue que al momento ella se  transformó en una evangelista en su ciudad y empezó a predicar diciendo que había un hombre que le había mostrado toda la verdad de su vida, sin omitir un solo detalle. Lo dice sin avergonzarse, pues ha encontrado a aquel Mesías que había perdonado sus pecados. La gente estaba estupefacta: ¡Qué cambió tan grande y repentino había sufrido esa mujer! Al momento la gente le siguió para ver a Cristo.

Nuestra salvación depende de la disponibilidad de Jesús para cumplir la voluntad del Padre. Jesús nunca buscó el bienestar de sí mismo; buscó el bienestar de la gente. Así cumplió la misión que el Padre le había encomendado. Estemos también dispuestos a sembrar la semilla del evangelio, ya que la cosecha es de Dios.

jueves, 21 de noviembre de 2013

LA ADORACION SINCERA

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE

JUAN 4:16-26
TEXTO: SALMO 95: 6 

INTRODUCCION:
                               Cuando esta mujer se dio cuenta de que Jesús conocía su vida privada, en seguida cambió de tema. A menudo la gente se siente molesta cuando se habla de sus pecados o problemas y procura pasar a otro asunto. Si alguien nos hace eso, debiéramos encauzar de nuevo la conversación hacia Cristo. Su presencia saca a la luz el pecado y molesta a la gente, pero solo Dios puede perdonar pecados y dar vida nueva.
La mujer puso en discusión un tópico teológico popular: el mejor lugar para adorar. Pero su pregunta era una cortina de humo para proteger su profunda necesidad. Jesús condujo la conversación hacia un punto más importante: la ubicación del adorador no es ni remotamente más importante que la actitud del adorador.
DESARROLLO:
                               Después que manifestó su interés en el agua viva (a pesar de su confusión), la mujer se vio enfrentando sus pecados. La orden de Cristo: «Ve, llama a tu marido», tenía el propósito de despertar su conciencia y obligarla a que afrontara sus pecados. Nadie que esconda sus pecados se puede salvar jamás (véase Pr 28.13). Nótese cómo la mujer trató de cambiar el tema de la conversación. ¡Como los pecadores de hoy que se sienten culpables, empezó a argüir respecto a las diferencias religiosas! «¿Dónde debemos adorar?» « ¿Cuál es la verdadera religión?» Jesús destacó que lo importante es conocer al Padre y esto únicamente se puede hacer mediante la salvación, y la salvación viene de los judíos. Ahora Jesús la llevó frente a frente a sus pecados, su deseo de satisfacción y al vacío de su propia vida religiosa.
17, 18. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido.
La respuesta de la mujer es muy abrupta. Ella, que había estado hablando tanto (4:11, 12, 15), se calla de repente. Es algo interesante contar el número de palabras de cada respuesta: según el texto griego, en el versículo nueve usa 11 palabras (en siríaco, muy semejante al samaritano, 11 palabras también); en el versículo quince, 13 palabras (siríaco, 15); en los versículos once y doce 42 palabras (siríaco, 29); pero en el versículo diecisiete, sólo 3 palabras: “no tengo marido” (οὐκ ἔχω ἄνδρα; siríaco, 3 palabras también). ¿Es, entonces, soltera? ¿Tal vez viuda? Sabe muy bien que su seca respuesta no hace honor a la verdad. La mujer se ha puesto en guardia. No quiere ser desenmascarada ni expuesta a la luz. No está dispuesta  a hacer una confesión total de su pecado. Casi sería justo decir que por un momento hizo todo lo posible para no ser salvada.
Pero el Señor no la abandona. Termina lo que ha empezado. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido.
La mujer vive con un hombre. Tiene un amante; no un marido, ni siquiera en un débil sentido legal. Jesús prosigue “… porque has tenido cinco maridos, pero el que ahora tienes no es tu marido; esto lo has dicho con verdad.
¡En qué forma el Señor pone al desnudo, con pocas palabras, toda su vida pasada y presente! (Cf. 4:29) Si aun entre los judíos había mucha gente que seguía la escuela más relajada de Hillel para la interpretación de las reglas del divorcio de Dt. 24:1, según la cual el marido podía divorciarse de su mujer si ésta no le complacía en todo, es fácil darse cuenta que entre los samaritanos la situación no era mejor. Esta mujer había tenido cinco maridos. (Desde luego es posible que uno o dos hubieran muerto.)
19. Le dijo la mujer: Señor, percibo que tú eres profeta.
La mujer no niega las observaciones de Jesús acerca de su vida inmoral. En realidad, al llamarlo profeta (que para ella quería decir uno que adivina secretos) admite su culpabilidad. Se puede deducir de 4:29 que el resumen que este extranjero había hecho de su turbia conducta la había conmocionado indescriptiblemente. Aunque no veía que él era el Mesías, este conocimiento tan penetrante (“me dijo todo lo que he hecho”) la hace pensar en el Mesías que ha de venir, que todo lo sabrá y declarará.
20. La mujer continúa: Nuestros padres adoraron sobre este  monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Aquí vemos a una mujer que en su ansiedad por concluir un doloroso tema, hace una pregunta sobre algo que ha oído con frecuencia y sobre lo cual ha llegado a interesarse hasta cierto punto. Además, el forastero del pozo ha despertado este interés, llegando a impresionarla hasta lo más profundo de su ser. Jesús contesta que lo que importa no es dónde se debe adorar, sino la actitud del corazón y la mente, y la obediencia a la verdad de [p 179] Dios en cuanto al objeto y el método de adoración. No es el dónde, sino el cómo y el qué lo que realmente importa.

CONCLUSION:

                               La única manera aceptable para adorar a Dios es a través de Jesucristo, pero siendo impulsados por el Espíritu Santo. Después de haber dado el sacrificio de su vida, el velo del templo se rompió de arriba a abajo; indicando con esto que ahora hay entrada y libre acceso a la presencia de Dios (Hebreos 10,19). Dios, sólo puede ser conocido a través de Jesucristo. Aunque la salvación viene de los judíos, siendo el único pueblo del pacto, se ha cambiado por completo la forma de adorar. Judíos y gentiles no necesitan un lugar adecuado para adorar, sino la fe en Jesús. La verdadera adoración es entonces honrar a Dios a través de Jesucristo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

AGUA PARA EL ALMA

LECCION PARA EL DOMINGO 17 DE NOVIEMBRE

JUAN 4: 10 – 15
JUAN 7: 38-39


INTRUDUCCION:
                               En la sección anterior, La mujer expresa (v. 9) su total sorpresa ante la solicitud de Jesús. Ella reconoció las barreras que Jesús estaba ignorando y derrumbando con su pedido. En primer lugar, estaba prohibido que un rabí hablara en público con una mujer a solas, sobre todo siendo ella desconocida. Más extraño aún es que un judío hablara  así con samaritanos desconocidos, fueran hombres o mujeres. También, la consideración de la contaminación ceremonial estaba de por medio si Jesús bebiera de un utensilio usado por un samaritano. El comentarista Vincent agrega que ella probablemente era pobre, pues una mujer de posición no saldría así a sacar agua. Porque los judíos no se tratan con los samaritanos, pero había excepciones, pues para comprar comida los discípulos tuvieron que tener un trato con ellos. La referencia sería a tratos sociales o aun comerciales, excepto en caso de extrema necesidad. La  iniciativa del antagonismo entre los dos pueblos partía de los judíos que se consideraban superiores a los samaritanos en todo sentido y, sin embargo, aquí hay un judío quien toma la iniciativa para el trato con la mujer samaritana.
DESARROLLO:
                               ¿Qué quiso decir Jesús con «agua viva»? En el Antiguo Testamento muchos versículos se refieren a la sed de Dios como sed de agua (Salmo 42.1; Isaías 55.1; Jeremías 2.13; Zacarías 13.1). A Dios se le llama manantial de la vida (Salmo 36.9) y manantial de aguas vivas (Jeremías 17.13). Al decir que podía dar agua viva que saciaría para siempre la sed, Jesús declaraba ser el Mesías. Solo el Mesías podría dar este regalo que satisface la necesidad del alma.
Muchas cosas espirituales tienen su paralelo en las físicas. Así como nuestro cuerpo padece de hambre y sed, también nuestras almas. Pero nuestras almas necesitan agua y alimento espirituales. La mujer confundió las dos clases de agua porque es muy posible que nadie le hubiera hablado antes del hambre y la sed espirituales. No privamos a nuestros cuerpos de comida y agua cuando los requieren. ¿Por qué lo hacemos con nuestras almas? La Palabra viviente, Jesucristo, y la Palabra escrita, la Biblia, pueden satisfacer el hambre y la sed del alma.
¿Ha tenido verdadera sed en alguna ocasión? No hay nada que pueda saciar la sed como el agua. A todos nos hace falta agua para vivir, y sabemos que sin el agua no podríamos vivir por mucho tiempo. Jesús nos ofrece el agua de vida, el agua que satisface la sed del alma. Él es el único que puede hacerlo.

Obsérvese el contraste que Jesús presenta aquí:

El agua del pozo de Jacob:                         El agua viva que Jesús concede:
(1) no puede evitar que se tenga sed otra vez… y otra vez… y otra vez.




(2) queda fuera del alma, y no es capaz de llenar sus necesidades.


(3) es de cantidad limitada, disminuye, desaparece al beberla.





1) hace perder la sed para siempre; es decir, da satisfacción duradera. Una vez creyente, siempre nacido de nuevo. Véase 6:35; Is. 49:10; Ap. 7:16, 17; 21:6; 22:1, 17

(2) entra en el alma y permanece dentro, como fuente de frescura y satisfacción espiritual.

(3) es un manantial perpetuo. Aquí en la tierra sostiene a la persona espiritualmente con vistas a la vida eterna en los cielos (“para vida eterna”).
Como en el caso de su conversación con Nicodemo, al principio esta mujer no comprendía lo que Jesús trataba de enseñarle. Ella miraba las manos vacías de Jesús y no lograba entender cómo podía éste ofrecerle agua viva, como la que brotaba del manantial. Desde luego, Jesús le proveería para una sed más profunda, la de su alma. Sed de vida satisfecha únicamente por Dios. Él podría hacer brotar fuente de agua para vida eterna en su corazón. Jesús restaura la comunión con Dios, la cual durará para siempre. Pero todavía la mujer no sabe cómo tomar lo que Jesús le dice. Esta oferta es insólita: ¡Agua de vida sin tener sed jamás! ¡Eso es mucho! Sin pensarlo dos veces, le dice: "Señor, dame esa agua". Estaba fascinada por lo que este judío le decía, pero aún así, no estaba tomando en serio sus palabras.
CONCLUSION:
                               El corazón de la mujer se rebeló contra el descubrimiento de su estado pecaminoso e intentó cambiar de tema. Parece que al principio la mujer lleva el control de la conversación y el Señor permite esta desviación. Pero sin darse cuenta, la mujer va siendo conducida a la meta que el mismo Señor ha establecido.
¿Es esta mujer, en su intento de rehuir el verdadero problema, un símbolo del pecador en su estado natural? ¿Es la forma en que Cristo se dirige a ella un ejemplo que debemos seguir al tratar con los perdidos?

Esta sección nos muestra una serie progresiva de sorpresas. Jesús revela poco a poco quién es él: y en perfecta armonía con esta revelación gradual, la confesión de la mujer también avanza, de modo que en este forastero ve primero a un judío, luego a un profeta, y por último al Cristo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Jesús, el agua de vida

JUAN 4. 1 – 9
HECHOS 10: 34

INTRODUCCION:
                               Toda esta sección es particular a Juan, dando también evidencia de un testigo ocular. Además, Juan presenta una nueva dimensión de la amplitud del reino; no se excluye absolutamente a nadie, excepto por su propio rechazo de la oferta de Dios en Jesús. Sólo Lucas (9:52; 17:16) de entre los Sinópticos, el autor del “evangelio universal”, menciona un intercambio de Jesús con los samaritanos.
DESARROLLO.
                               Juan fue encarcelado hacia diciembre del año 27 (cf. Mr. 6:17–20). Los líderes religiosos de Jerusalén que, en los días de la gran popularidad de Juan, habían estado llenos de celos, ahora se regocijaban. ¿Cuáles fueron las causas de su enemistad con él? (Véase 1:19.) Pero su alegría duró poco, pues otras noticias llegaron hasta los fariseos: a saber, que las multitudes que rodeaban a Jesús—los discípulos que ganaba y bautizaba—eran más numerosas que las que habían seguido al heraldo. En realidad, ya antes del encarcelamiento de Juan, Jesús le había aventajado con respecto al favor de la opinión pública (3:22–26). En consecuencia, desde el punto de vista de los miembros del Sanedrín, las cosas estaban empeorando en lugar de mejorar.
Aparentemente, los fariseos no sintieron gran alarma por lo que Juan hacía, pues él había negado ser el Mesías y no realizaba milagros. Sin embargo, se supone que ellos tomaron ofensa por el ministerio de Jesús porque ya daba evidencias de ser el Mesías. Su autoridad, su desafío a las instituciones religiosas establecidas y los milagros que realizaba corroboraron esa sospecha. Con razón los fariseos comenzaban a mirarle con sospecha y alguien informó a Jesús de esta situación.
4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), Se han sugerido tres conjeturas para explicar el hecho de que Jesús mismo no bautizaba:
1.-Porque bautizar en agua era un acto propio de un ministro y no del Señor;
2.-Porque Jesús quería evitar las consecuencias violentas que podrían recaer sobre personas tan íntimamente identificadas con él;
3.-porque quería dejar en claro que el bautismo no salva y que el valor del bautismo no depende del agente que lo administra

Vv 4ss.
                Esta sección introduce el segundo discurso de Jesús realizado en un territorio hostil al judaísmo, con una sola persona y en una situación inesperada, con resultados dramáticos. El encuentro de Jesús con la mujer samaritana constituye el modelo por excelencia de cómo realizar la obra personal o la evangelización, y es la ocasión de la enseñanza más explícita en el NT, de parte de Jesús, sobre la adoración que agrada a Dios. Nótese el agudo contraste entre Nicodemo, con el cual Jesús tuvo el primer discurso, un líder respetado de los fariseos, la secta más estricta en su práctica del judaísmo ortodoxo; y la mujer samaritana, el polo opuesto en todo sentido, excepto que ambos tenían inquietudes espirituales.
Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado (es decir, estaba cansado, polvoriento y sediento) junto al pozo. El cuarto Evangelio no hace resaltar sólo la naturaleza divina de Jesús, sino también la humana; cf. sobre 1:14.
La mujer ve a un forastero junto al pozo de Jacob. Es Jesús, que, en obediencia a la voluntad del Padre, y en perfecta armonía con sus propios deseos internos (4:34), va a dirigir todos sus esfuerzos para manifestar su gloria en el país de los samaritanos, recogiendo fruto para vida eterna. (4:36). El Señor se propone alcanzar a los vecinos por medio de esta mujer. Demostrará que es el Salvador no sólo de sus elegidos en Judea sino también de los de Samaria.
El contraste entre el capítulo tres de Juan (la obra de Cristo en Judea) y el capítulo cuatro (su obra en Samaria) es muy sorprendente. En el primero vemos a Jesús frente a un hombre (Nicodemo); aquí frente a una mujer; allí con un judío, aquí con una samaritana; allí con una persona de elevada moralidad, aquí con una de baja reputación. Sin embargo el Señor demuestra que es capaz de salvar a ambos.
La mujer era de la provincia de Samaria, pero no de la ciudad de ese nombre. Normalmente, las mujeres salían de los pueblos para cargar agua temprano en la mañana o al atardecer, evitando así el calor del mediodía.
Por lo tanto, el venir al mediodía era una práctica muy poco común. Quizás la explicación es que esta mujer haya querido más evitar los insultos de los conciudadanos por su malvivir que evitar el calor del mediodía.
Pocos son los que sugieren que Juan seguía aquí la hora romana, la cual se marcaba a la medianoche y al mediodía, quizá estableciendo este evento a la salida o a la puesta del sol. Y Jesús le dijo: “Dame de beber”.
Detrás de esta solicitud hay dos consideraciones: Jesús realmente tenía sed y aparentemente no tenía un utensilio para sacar el agua. A la vez, “él no ignoraba el hecho de que la manera para ganar a una persona es, a menudo, el pedirle un servicio”.            
CONCLUSION:
                                Sólo Jesús satisface la sed espiritual que tiene todo ser humano. La única satisfacción es el don del Espíritu Santo, quien derrama el amor de Dios en nuestro corazón (Romanos 5,5) y nos da gozo y alegría (Hechos 13,52). Si hemos recibido este don, entonces la paz se encuentra en nuestro interior. No es necesario buscarla en lo exterior, en cualquier otra cosa. Sepamos que el Espíritu de Dios puede recuperar para nosotros el gozo de la salvación.Muy a menudo, no estamos conscientes de nuestras necesidades espirituales. Por ende, Jesús también a través de su Espíritu debe detectar esta necesidad convenciéndonos de nuestros pecados. Lo hace de una manera profunda, pero a la vez muy tierna; Él tocó con pocas palabras el pecado de la mujer samaritana, sin el ánimo de moralizar ni avergonzar. Él, pues, es el sumo sacerdote quien quitará en la cruz la culpa de todos sus hijos.

viernes, 1 de noviembre de 2013

EL QUE VIENE DEL CIELO

LECCIÓN ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 03 DE NOVIEMBRE

JUAN 3: 31 – 36
JUAN 17: 3

INTRODUCCION:
                               En la lección anterior, Juan expresa su satisfacción por el auge que experimenta el prestigio de Cristo. Y lo hace por medio de un símil bello y elegante, al comparar a Jesús con el novio de unas bodas. (V 29).
Entre los judíos, el padrino no era solamente un phílos numphíou = amigo del esposo, sino un numphagógos = el encargado de conducir al esposo a la cámara nupcial y quedarse a la puerta para escuchar el grito jubiloso del esposo al percatarse que le habían presentado una novia virgen. Así pues, para Juan, el colmo de su gozo era ver que las gentes le dejaban a él y se iban tras Jesús, pues eso demostraba  que Juan ofrecía a Cristo una novia virgen, en el sentido de que él no se había atribuido a sí mismo el papel ni la gloria de salvador del pueblo de Dios, privilegio que competía exclusivamente al Mesías.
Si cada uno de nosotros imitásemos este ejemplo del bautista, no se hallarían facciones ni partidos en las iglesias de Dios. (Leer 1 Corintios 1: 13-17).
DESARROLLO:
                               Ahora, en esta sección viene  un razonamiento para mostrar porque es menester que Cristo sobresalga sobre todos.

Primero, por la distintiva dignidad de la persona de Cristo. (V 31).- Jesús es el Verbo de Dios y habla desde arriba, porque nos declara lo que ha visto en el seno del padre, (1: 18). Juan es el eco, la voz que habla en el desierto, desde abajo. Está incluso sujeto a defectos como las dudas y perplejidades acerca de la identidad del Mesías. (Mateo 11: 2-3), en cambio Jesús, nunca fue vencido por la duda ni la tentación. Por lo tanto, solo el que viene de arriba estaba cualificado para mostrarnos la voluntad del cielo y el camino a al cielo. Siempre que hablemos del Señor Jesús, hemos de decir; EL ESTA POR ENCIMA DE TODOS. ¡Aleluya!

Segundo, por la singular excelencia y seguridad se Su doctrina. Juan, por ser de la tierra, hablaba cosas terrenales. Los profetas eran meros hombres; de si mismos no podían hablar sino de la tierra. Los pensamientos y palabras de Cristo, superaban a los de los profetas, tanto como sobrepasa el cielo a la tierra.
En esta sección se nos recomienda la doctrina de Cristo:
1.       Como infaliblemente segura y cierta; y así hay que recibirla. V 32. Cristo nos descubre de Dios, lo que ha visto y nos revela de la mente del Padre lo que El ha oído directamente, (Juan 15:15). El mensaje de Cristo, conforme lo tenemos en el evangelio, no es una opinión, sino una revelación de la mente Divina. El predicar de Cristo, se le llama aquí, testificar, para dar a entender:
a) Su evidencia contundente, no era un informe de oídas, sino como un informe de primera mano, dado ante un tribunal.
b) el afán amoroso que tenía de darlo a conocer.
2.       De la certeza evidente de la doctrina de Cristo, toma Juan ocasión para lamentarse de la obstinada incredulidad de la mayoría de los hombres, esto lo dice, no solo en tono de asombro, sino también de pena, V 32.
3.       También se nos recomienda la doctrina de Cristo como divina.- V 34. Es Jesús quien es señalado como el enviado del padre. Por eso, Él, mejor que ningún otro, habla las palabras de Dios.
Tercero, por el poder y la autoridad singulares de que fue investido. V 35.- los profetas eran fieles siervos de Dios pero Jesús es el Hijo. Este amor del Padre al Hijo, no solo no disminuyó en el estado de humillación del Hijo de Dios, sino que podemos decir, que, de alguna manera, se aumentó, sino en calidad, si en extensión por cobijar en el mismo amor a la naturaleza humana del Hijo de Dios, le amó todavía mas por su entera obediencia.
Cuarto, por ser objeto directo de aquella fe, que nos es demandada como condición indispensable para alcanzar la salvación. V 36.- En este versículo se halla el resumen y compendio de todo este asunto del presente capítulo y por tanto, del evangelio que debe ser predicado  a toda criatura, así el método de recibir se ajusta perfectamente al método de dar. Podemos repetir, al parodiar a Hamlet: CREER O NO CREER: ESA ES LA CUESTION.

CONCLUSION:
                               La frase final del v. 36 se inicia con una conjunción adversativa muy fuerte, estableciendo un agudo contraste con el que tiene vida eterna. El que se rebela contra el Hijo de Dios sufrirá dos consecuencias de incalculables dimensiones: se privará de la vida abundante y eterna, y tendrá una existencia miserable bajo la ira de Dios. La expresión ira de Dios no aparece otra vez en los Evangelios, pero, como alguien observa, es un complemento necesario del amor de Dios. Si Dios ama a los que creen en su Hijo, también debe haber ira para los que desobedecen (ver Mat. 3:7; Luc. 3:7; Rom. 1:18; 9:22; 12:19; 1 Jn. 3:14). Permanece es otro verbo del tiempo presente y connota continuidad. Como el que cree en el Hijo tiene vida eterna que permanece, así el que desobedece vive bajo la ira de Dios que permanece.
Los términos tales como “pecado”, “ira de Dios”, “condenación” e “infierno” chocan con los conceptos modernos de un Dios de amor, incapaz de enojarse y, mucho menos, de condenar a una persona, por más vil que sea, a un castigo eterno. Algunos teólogos y predicadores sencillamente hacen caso omiso de tales términos, otros procuran suavizarlos. Es cierto que algunos han pervertido estos conceptos con descripciones crudas de un Dios vengativo, lo cual rechazamos, pero son términos bíblicos y si los rechazamos, mutilamos la Biblia, distorsionamos el evangelio y creamos a un dios amoral.    

miércoles, 16 de octubre de 2013

EL REGALO MAS GRANDE

LECCION DOMINGO 20 DE OCTUBRE 

JUAN 3: 14 – 21
ROMANOS 5: 8

INTRODUCCION:
                               Para tener información de primera mano sobre las cosas celestiales se tiene que haber estado presente en el salón del trono de Dios cuando se tomaron las decisiones. Pero, nadie ha subido al cielo. Por esta razón, el decreto de Dios referente a la redención de su pueblo está totalmente fuera del alcance del conocimiento del hombre a menos que le sea revelado.
¿No había realmente nadie con el Padre cuando se trazó el plan que se centra en el decreto de enviar  al Hijo al mundo para sobrellevar la maldición y libertar a los hombres? Sí, había uno, el que descendió del cielo, a saber el Hijo del Hombre.
El corazón y centro de este maravilloso plan de la redención aparece en los versículos 14–18. Se presenta, no como algo completamente nuevo, sino como algo que ya había sido parcialmente revelado en los tipos de la antigua dispensación; y en particular el tipo que constituye la serpiente que Moisés puso en alto para que todos pudieran verla. (Números 21).
DESARROLLO:
                        Israel se había rebelado otra vez. El pueblo había hablado contra Dios y contra Moisés, diciendo: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” (Nm. 21:5). Por eso
Jehová había enviado serpientes ardientes entre el pueblo, las cuales mataron a muchos. Cuando el pueblo confesó sus pecados, Moisés oró por ellos. (Nm. 21:8,9).
Ahora bien, en Juan 3:14 las palabras “… como Moisés… así es necesario que el Hijo del Hombre”, indican claramente que el acontecimiento  narrado en Números 21 es un tipo del levantamiento del Hijo del Hombre.
En Jn. 3:14, 15, también el versículo 16, están claramente implícitos, los siguientes puntos de comparación:
a. En ambos casos (Nm. 21 y Jn. 3) la muerte amenaza como castigo del pecado.
b. En ambos casos es Dios mismo el que, en su gracia soberana, provee un remedio.
c. En ambos casos el remedio consiste en algo (o alguien) que debe ser levantado a la vista de todos.
d. En ambos casos todos los que, con corazón creyente, miran a lo que (o, a aquel que) es levantado, son curados.
Aquí, como siempre ocurre, el Antitipo trasciende enormemente al tipo. En Números el pueblo se enfrenta con una muerte física; en Juan la humanidad se ve bajo la pena de muerte eterna a causa del pecado. En Números lo que es levantado es el tipo; pero este tipo—la serpiente de bronce—no tiene poder para curar. Apunta hacia el Antitipo, Cristo, que es el que posee ese poder. En Números se subraya la curación física: cuando un hombre fijaba los ojos en la serpiente de bronce, se le devolvía la salud. Pero en Juan lo que se concede al que deposita su confianza en aquel que fue levantado es vida espiritual, vida eterna.
El “levantamiento” del Hijo del Hombre se presenta como una necesidad (cf. Mr. 8:31; Lc.24:7). No es un remedio más; es el único remedio posible para el pecado, pues sólo de esta forma se pueden satisfacer las exigencias de la justicia y la santidad— ¡y el amor!—de Dios. Aunque Cristo es levantado a la vista de todos, no salva, sin embargo, a todos. Leemos que es para que todo aquel que cree tenga en Él vida eterna.
Dado que los principales conceptos del versículo 15 vuelven a aparecer en el versículo siguiente, pasaremos inmediatamente al más precioso de todos los pasajes de la Biblia:
V 16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo, el unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
El infinito amor de Dios se manifestó de una forma infinitamente gloriosa. Este es el tema del texto de oro que se ha hecho tan querido a los hijos de Dios. Este versículo arroja luz sobre los siguientes aspectos de dicho amor: 
1. Su carácter (de tal manera amó), 2. Su autor (Dios), 3. Su objeto (el mundo), 4. Su don (el Hijo, el unigénito), y 5. Su propósito (que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna).
    Dios no ha dejado a la humanidad abandonada. Amó al mundo de tal forma que dio a su Hijo, al unigénito, con este propósito: que los que lo reciben con confianza y fe permanentes tengan vida eterna. Aunque el evangelio es anunciado a hombres de toda tribu y nación, no todo el que lo oye cree en el Hijo. Pero todo aquel que cree—sea judío o gentil—tiene vida eterna.
Para recibir esa vida eterna se debe creer en el unigénito Hijo de Dios. Pero es importante darse cuenta de que Jesús menciona la necesidad de la regeneración antes de hablar acerca de la fe (cf. 3:3, 5 con 3:12, 14–16). La obra de Dios dentro del alma siempre precede a la obra de Dios en que el alma coopera. Y puesto que la fe es, por consiguiente, el don de Dios , su fruto, la vida eterna, es también el don de Dios (10:28). Dios dio a su Hijo; Dios nos da la fe para aceptar al Hijo; y él nos da la vida eterna como recompensa por el ejercicio de esa fe. ¡A él sea la gloria por siempre jamás!

CONCLUSION:
El propósito de la venida de Cristo al mundo es primeramente un propósito salvador. El amor de Dios es único, pues resulta incomprensible para nuestra mentalidad cómo Él pudo enviar a su Hijo a un mundo sumido en el pecado, justamente para liberarlo del pecado y la condenación eterna. Es claro que la salvación entonces sólo se logra por medio de Jesucristo. Él es el único que ha satisfecho la justicia de Dios que nosotros con nuestros pecados habíamos ofendido, es por eso que hemos de recibirle con todo nuestro corazón.
La condenación es el destino que el hombre escoge libremente al rechazar a Jesús. Dios no es el autor del pecado, ni el culpable de la condenación de los hombres. El amor de Dios es, a la vez, un ultimátum: el hombre debe decidirse ante Cristo. En este sentido la fe es tremendamente necesaria para la salvación, pero el persistir en la incredulidad es una actitud pecaminosa que el hombre ha determinado escoger sin ninguna imposición externa.

El que ha nacido de nuevo  no debe temer el ser examinado por la luz de Cristo. El nuevo nacimiento implica tanto una comprensión del sacrificio expiatorio de Cristo, como nuestra propia miseria espiritual ante el Dios santo. El que ha experimentado este milagro de Dios en su vida se reconoce como pecador e indigno de la misericordia del Señor; además, el Espíritu comienza a obrar de tal manera en su vida que sabe que toda su conducta está ahora siendo hecha en presencia de Dios, por eso procura vivir una vida en santidad como fruto de la obra del Espíritu Santo en él. En cambio, el que persiste en la incredulidad ante Jesús no está interesado en venir a sus pies, ya que sabe que al hacerlo quedará al descubierto su pecado. Prefiere vivir con su pecado que lo llevará a la condenación, que verse reprendido en esta tierra por lo que está haciendo.

jueves, 10 de octubre de 2013

EL QUE VINO A JESÚS DE NOCHE

LECCION DOMINGO 12 DE OCTUBRE DE 2013
JUAN 3: 1-13
JUAN 1: 13

INTRODUCCION:
                               Este extenso párrafo se puede dividir en tres secciones:
a. versículo 1, en el cual hace su aparición Nicodemo; b. versículos 2–10, en los que él hace tres preguntas y recibe tres respuestas; y c. versículos 11–21, en los que el diálogo se transforma en un discurso— Nicodemo escucha en silencio las palabras de Jesús—, y se sustituye la información de las “cosas terrenales” por la enseñanza acerca de las “cosas celestiales”.
DESARROLLO:
                               El Hijo de Dios se revela a círculos cada vez más amplios. En 2:23–3:21 (véase especialmente 2:23 y 3:21) se manifiesta al pueblo que se encontraba en Jerusalén durante y después de la Pascua. En 3:22–36 se da a conocer a los habitantes de la región de Judea.
La sección 3:1–21 es una ilustración del profundo discernimiento que tiene Cristo de los secretos del alma humana; ya se ha hecho referencia a tal discernimiento en 2:24, 25.
Una noche, mientras que desarrollaba su obra en Jerusalén, el Señor recibió una visita. Sabemos el nombre de aquel visitante, así como su afiliación religiosa y su posición. Su situación económica parece hallarse implicada en 19:39. Algunos comentaristas creen que en 3:4 se dice algo acerca de su edad, pero posiblemente esto no es más que un ejemplo de querer sacar demasiado de un versículo. Su nombre era Nicodemo (que significa: vencedor del pueblo). Es un nombre griego, pero esto no quiere decir que el hombre fuera griego.
Nicodemo pertenecía al partido de los fariseos. Parece que este partido tuvo su origen durante el período anterior a las guerras macabeas.
Aun cuando los fariseos interpretaban correctamente muchos puntos doctrinales el decreto divino, la responsabilidad moral y la inmortalidad del hombre, la existencia de espíritus, recompensa y castigo en la vida futura, y habían producido hombres de mucha fama, Gamaliel, Pablo, Josefo, cometían, sin embargo, un trágico error fundamental: hacían de la religión algo externo. Pues bien, Nicodemo pertenecía a este partido de salvación por obras. Su posición era prominente. Era un principal entre los judíos. Cf. lo cual indica que era miembro del Sanedrín, y también escriba: es decir que su profesión era estudiar, interpretar y enseñar la ley.
Cuando Nicodemo se encontró a solas con Jesús Le dijo que nadie podía por menos de sentirse impresionado con las señales y milagros que realizaba Jesús. Jesús le contestó que lo realmente importante no eran las señales y los milagros, sino el cambio radical en la vida de una persona, que sólo se podría describir como un nuevo nacimiento.
¿Qué quiere decir con nacer de nuevo? Nacer de nuevo es experimentar un cambio tan radical que es como un nuevo nacimiento; es que le pase a uno en el alma algo que sólo se puede describir como nacer totalmente de nuevas otra vez; y ese proceso no es el resultado del esfuerzo humano, sino de la gracia y el poder de Dios.
Esta frase nacer de nuevo o renacer recorre todo el Nuevo Testamento. Pedro habla de renacer por la gran misericordia de Dios (1 Pedro 1:3); y también de renacer, no de simiente corruptible, sino incorruptible (1 Pedro 1:23). Santiago nos dice que Dios nos hizo renacer por la Palabra de verdad (Santiago 1:18). En la Carta a Tito se nos habla del lavamiento de la regeneración (3: S). Algunas veces se expresa esta misma idea como una muerte seguida de una resurrección o recreación. Pablo dice que los cristianos hemos muerto con Cristo y resucitado a una nueva vida (Romanos 6:1-11). Y habla de los que se han convertido hace poco como bebés en Cristo (1 Corintios 3:1-2). El que una persona esté en Cristo -es decir, sea cristiana- es como si hubiera sido creada totalmente de nuevo (2 Corintios 5:17).
Ahora bien: esta idea no les sonaría extraña en absoluto a los primeros lectores del Nuevo Testamento. Los judíos la usaban al hablar de los que procedían del paganismo y aceptaban el judaísmo mediante la oración, el sacrificio, el bautismo y la circuncisión: eran nacidos de nuevo. « El prosélito que abraza el judaísmo, decían los rabinos,  es como un niño, recién nacido.» Tan radical era el cambio que todos los peca dos que hubiera cometido antes se le habían perdonado, porque ahora era una persona diferente.
¿Qué quiere decir para nosotros el nuevo nacimiento? En el Nuevo Testamento, y especialmente en el Cuarto Evangelio, hay cuatro ideas íntimamente relacionadas: el nuevo nacimiento; el Reino del Cielo, en el que nadie puede entrar a menos que nazca de nuevo; llegar a ser hijos de Dios, y la vida eterna. La idea del nuevo nacimiento no es exclusiva del pensamiento del Cuarto Evangelio. En Mateo encontramos la misma gran verdad expresada aún más sencilla y gráficamente: «Si no os volvéis y os hacéis como niños no entraréis en el Reino del Cielo» (18:3). Estas ideas encierran la misma verdad.
Una persona no puede hacer nada en cuanto a su propio nacimiento. Y sin embargo Jesús había dicho: “Os es necesario nacer de nuevo”. Con frecuencia, en la predicación de nuestros días, se interpreta mal la expresión es necesario. Se debe entender claramente que, en concordancia con todo el contexto, no se refiere a la esfera de la obligación moral sino a la del decreto divino. Cuando Jesús dice: “Os es necesario nacer de nuevo”, no significa, “Haced todo lo posible para nacer de nuevo”. Por el contrario, lo que quiere decir es: “Algo tiene que suceder: el Espíritu Santo debe poner en vuestro corazón la vida de lo alto”.
CONCLUSION:

                               La vida cristiana no es simplemente poner en práctica ciertas reglas éticas o morales, es primeramente haber "nacido de nuevo". Es probable que mucha gente quiera mejorar su vida por medio de una buena conducta, y algunos lo lograrán. Pero este tipo de mejoras es sólo delante de los hombres, ya que ante Dios nuestro mayor despliegue de bondad no cambiaría nuestra situación eterna de condenación si Dios antes no ha obrado el nuevo nacimiento en nuestras vidas. Se puede llevar una vida estrictamente religiosa, como Nicodemo, pero aún no pertenecer al reino de Dios. El nuevo nacimiento no es un esfuerzo de nosotros para mejorarnos, sino el obrar del Espíritu Santo en nuestras vidas. Él nos hace ver el quiebre de nuestra existencia; la gran necesidad que tenemos del total perdón de Dios por medio de Jesucristo; y la obra renovadora que efectúa el mismo Espíritu. Para poder comprender estas cosas es necesario inclinarse ante Jesús, aceptándolo como el único medio de salvación.

miércoles, 2 de octubre de 2013

LA INDIGNACIÓN DE JESÚS

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 06 DE OCTUBRE


JUAN 2: 13 – 25
ISAIAS 56: 7

INTRODUCCION:
                               Entramos ahora en el segundo evento del ministerio público de Jesús, cuando él desafió por primera vez a las autoridades del judaísmo. Las fiestas religiosas de los judíos eran importantes para Juan y sirven como puntos clave en el desarrollo del Evangelio: Pascua, 2:13; Pascua o Purim, 5:1; Pascua, 6:4; Tabernáculos, 7:2; Dedicación, 10:22; Pascua, 11:55. El número de las Pascuas celebradas durante el ministerio público de Jesús sirve también para determinar su duración. Fueron tres o cuatro Pascuas, dependiendo de la clasificación de la fiesta mencionada en 5:1.
DESARROLLO:
                               El templo era un lugar muy concurrido durante la Pascua con miles de visitantes de todas partes. Los líderes religiosos permitían que se congestionara mucho más al dejar entrar a los cambistas y mercaderes para establecer sus puestos en el atrio de los gentiles. Aceptaron esta práctica como una manera de ayudar a los adoradores y una forma de obtener dinero para el mantenimiento del templo. Pero los líderes religiosos parecían no dar importancia al hecho de que el atrio de los gentiles estaba lleno de mercaderes y los extranjeros tenían dificultad para adorar. Y el motivo principal de visitar el templo era la adoración. ¡Con razón Jesús se puso molesto!
Los impuestos del templo tenían que pagarse con moneda local, de manera que los extranjeros tenían que cambiar su dinero con los cambistas, los que a menudo eran deshonestos e imponían tarifas altas. A la gente también se le demandaba ofrecer sacrificios por el pecado. Debido a los viajes tan largos, muchos no llevaban sus animales. Muchas veces, los animales que llevaban se los rechazaban por imperfectos. Los vendedores de animales tenían un negocio floreciente en el patio del templo. El precio de los animales para el sacrificio en el templo era más alto que en cualquier otro lugar. Jesús se molestó por la deshonestidad y voracidad practicada por cambistas y mercaderes. No debían trabajar en el templo mismo. Su presencia denigraba el templo, el lugar de adoración a Dios.
SINTESIS: Hacia fines de febrero o principios de marzo del año 27 de nuestra era, Jesús, en compañía de su madre, hermanos y discípulos, descendió a Capernaúm, la ciudad de Juan y Santiago. Tras una breve estadía allí, subió a Jerusalén para asistir a la Pascua, una fiesta religiosa y a la vez de la cosecha, que duraba siete días. Al entrar en la casa de su Padre observó el terrible comercio que se llevaba a cabo en el patio de afuera, los abusos en la venta de animales y en el cambio del dinero, y haciendo un azote expulsó del templo a todos aquellos ladrones con sus animales. A continuación volcó las mesitas de los cambistas esparciendo por el suelo las monedas. A los que vendían palomas dijo: “¡Sacad todo esto de aquí! Dejad de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercado”. Los discípulos vieron en esto un cumplimiento del Sal. 69:9. Los judíos no comprendieron en absoluto que lo que Jesús acababa de hacer era el cumplimiento de Mal. 3:1–3 y por tanto una prueba de su autoridad mesiánica; ellos pidieron entonces que vindicara su acción por medio de una señal. Jesús, en respuesta,  pronunció el profundo mashal: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”. Los judíos que tenían la mente oscurecida por la incredulidad, se asombraron de que Jesús sugiriera que levantaría tan sólo en tres días un edificio que hacía cuarenta y seis años que estaba en construcción y aún no se había terminado. Pero el Señor se refería en realidad al santuario de su cuerpo, que tenía su tipo en el templo terrenal. El hecho de que Jesús resucitara al tercer día sirvió para abrir las mentes de los discípulos de modo que entonces comprendieron aquellas palabras veladas sobre la reedificación del santuario en tres días.
Por medio de la purificación del templo Jesús:
(1) atacó el espíritu mundano de los judíos. Las cosas santas no se deben corromper; (2) denunció el robo y la codicia; (3) condenó el espíritu antimisionero: el patio de los gentiles se había construido como una invitación para que éstos adoraran al Dios de Israel (cf. Mr. 11:17); pero Anás y sus hijos estaban usando para sus ambiciosos propósitos, lo que se había diseñado para bendición de las naciones; y (4) cumplió la profecía mesiánica (Sal. 69 y Mal. 3).
CONCLUSION:
En cualquier milagro hay tres cosas: la maravilla que deja a las personas alucinadas, sorprendidas y atemorizadas; el poder efectivo que puede remediar un cuerpo quebrantado, una mente desquiciada, un corazón herido, y la señal que nos habla del amor que hay en el corazón del Dios Que hace esas cosas.

(2:13-17)
El énfasis de la divinidad de Jesús que hace Juan en su Evangelio, no anula su humanidad. Es céntrico al propósito de Dios. Jesús es “verdaderamente hombre y verdaderamente Dios”, como afirmaron los primeros concilios de la iglesia.
Jesús es presentado por Juan como un hombre en acción que revela su carácter como hijo obediente a su Padre. Jesús se relaciona con las personas, y las señales/milagros que él hace, con la excepción de andar sobre el agua, resultan de su compasión por las personas.
Aunque en el Evangelio de Juan encontramos el conflicto creciente entre
Jesús y sus oponentes, hallamos también muchas actividades que demuestran y afirman su humanidad. Un dato interesante son dos comidas muy familiares y gozosas que Juan ha puesto al principio y al final de su
Evangelio. En la boda en Caná encontramos una actividad muy humana y familiar; podemos ver a Jesús y sus discípulos gozándose de la fiesta donde toda una comunidad celebraba y festejaba al nuevo matrimonio.
En el desayuno que Jesús prepara para sus discípulos, podemos imaginar la alegría de éstos al estar con su Maestro de nuevo. Habían perdido la esperanza pero ahora podían renovar su relación con Jesús, quien hizo una cosa muy humana al prepararles y compartir la comida para ellos.
En adición, vemos ejemplos de la humanidad de Jesús en lo siguiente:
El enojo de Jesús contra las actividades comerciales e injustas en el templo
(2:13–17); su cansancio mencionado en 4:6; su sensibilidad hacia la mujer sorprendida en adulterio frente a la voracidad de sus acusadores (8:1–11); sus lágrimas frente al dolor de María y Marta ante la muerte de su hermano Lázaro (11:1–44); su comprensión del amor de María que  ungió sus pies (12:1–8); el sufrimiento de su pasión (caps. 18 y 19).
El autor de Hebreos afirma la humanidad de Jesús cuando dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, pues él fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro”

(Heb. 4:15, 16).