miércoles, 16 de enero de 2013

CORAZONES ENDURECIDOS=RUINA TOTAL



LECCION PARA EL DOMINGO 20 DE ENERO

MATEO 23: 34 – 39
LUCAS 11: 49 – 50
INTRODUCCION:
                        Ahora el discurso prosigue hacia su culminación cuando Jesús pronuncia contra estos hombres endurecidos en el pecado el juicio que ya no se puede evitar. Es como si el Señor estuviera diciéndoles: “Puesto que os habéis endurecido contra todas las advertencias, la responsabilidad ahora es enteramente vuestra. Debido a la bajeza de vuestros corazones, el crimen que han estado planeando ya no puede ser impedido. Así que llevadlo a cabo, y sufrid el castigo”.                                                                                                                          

DESARROLLO:
                        La acusación de Jesús es que la historia de Israel está llena de asesinatos de hombres de Dios. Dice que fueron asesinados hombres justos desde Abel hasta Zacarías. ¿Por qué elige a esos dos precisamente? El asesinato de Abel por Caín es conocido de todos, pero no así el de Zacarías. La historia nos cuenta en un pequeño hecho macabro en 2 Crónicas 24:20-22. Sucedió en los días de Joas. Zacarías reprendió a la nación por su pecado, y Joas incitó a la gente para que le lapidara en el mismo recinto del templo; y Zacarías murió exclamando:  ¡Que el Señor lo vea y lo demande!
¿Por qué se menciona precisamente a Zacarías? En la Biblia hebrea, Génesis es el primer libro, como en la  nuestra; pero 2 Crónicas es el último libro de la Biblia hebrea. Podría decirse que el asesinato de Abel fue el primero de la historia bíblica, y el de Zacarías, el último. De principio a fin, la historia de Israel es el rechazamiento, y aun el asesinato, de los hombres de Dios.
Jesús ve con toda claridad que la mancha del asesinato permanece. Sabe que pronto va a morir, y  que  en  días  por  venir  Sus  mensajeros  serán  perseguidos  y  maltratados  y  rechazados  y asesinados.
Aquí tenemos una tragedia; la nación que Dios escogió en Su amor se volvió contra El; y el día de ajustar cuentas había de llegar.
Esto nos hace pensar. Cuando la Historia nos juzgue, ¿será su veredicto que Le hemos sido una ayuda o un obstáculo a Dios? Esa es una pregunta que cada persona y cada nación debe hacerse.
Vv . 37-39
Aquí está toda la tragedia entrañable del amor rechazada. Aquí habla Jesús, no como el Juez severo de toda la Tierra, sino como el Enamorado de todos los seres humanos.
Este pasaje ilumina curiosamente la vida de Jesús de una manera que no podemos pasar por alto. Según los  Evangelios Sinópticos, Jesús no estuvo nunca en Jerusalén desde que empezó Su ministerio público hasta que llegó para esta última fiesta de la Pascua. Podemos ver aquí cuánto no se incluye en la historia evangélica; porque Jesús no podría haber dicho esto si no hubiera visitado Jerusalén repetidas veces y dirigido a su pueblo insistentes llamadas. En los evangelios no tenemos más que un boceto esquemático de la vida de Jesús.
Este pasaje nos muestra cuatro grandes verdades.
1.- Nos muestra la paciencia de Dios. Jerusalén había matado a los profetas y apedreado a los mensajeros de Dios; sin embargo Dios no la había rechazado; y, por último, le envió a Su Hijo. Hay una paciencia ilimitada en  el  amor de  Dios  que  soporta  el pecado  humano sin  rechazar  a la humanidad.
2.- Nos presenta la invitación de Jesús. Jesús habla como un Enamorado. No entra nunca en ningún sitio por la fuerza; la única arma que puede usar es la invitación del amor. Permanece con los brazos extendidos en invitación, una  invitación que los humanos tenemos la responsabilidad de aceptar o rechazar.
3.- Nos muestra la culpabilidad del pecado humano. Los hombres contemplaron a Cristo en todo el esplendor de Su invitación y Le rechazaron. No hay manija por fuera de la puerta del corazón humano. Tiene que abrirse desde dentro; y el pecado es el consciente rechazamiento a ojos abiertos de la llamada de Dios en Jesucristo.
4.- Nos muestra las consecuencias de rechazar a Cristo. Sólo cuarenta años habían de pasar hasta que el año 70 d.C. Jerusalén quedara convertida en un montón de ruinas.
CONCLUSION:
                               El rechazar persistentemente la misericordia de Dios trae terribles consecuencias. Es el mismo Dios quien lamenta sobre su Jerusalen tan amada. Fueron innumerables las veces que Él le hizo un llamamiento para que se arrepintiera y convirtiera de corazón, pero la respuesta de una gran parte de ella fue negativa. Ahora que tienen al Mesías delante de ellos no le reconocen, al contrario, le menosprecian. Dios, sin duda alguna, es un Dios misericordioso que sin cesar llama al hombre al arrepentimiento, pero su paciencia, en el actual orden del plan de salvación, tiene un límite. Todo aquel que no reciba a Jesús tendrá que atenerse a las consecuencias de su propia incredulidad.

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