LECCION PARA EL DOMINGO 06 DE ENERO 2013
MATEO 23: 1-12
MATEO 6: 1
INTRODUCCION:
Las
tradiciones de los fariseos y sus interpretaciones y aplicaciones de la ley
llegaron a ser tan importantes como la ley misma. Sus leyes no eran tan malas.
Algunas eran buenas. El problema surgió cuando los líderes religiosos (1)
tomaron las normas hechas por el hombre con tanta seriedad como las leyes de
Dios, (2) al decir a la gente que debían obedecerlas, sin incluirse ellos
mismos, (3) al obedecer las reglas no para honrar a Dios sino para sobresalir.
Jesús no condenó lo que enseñaban, sino lo que eran: hipócritas.
DESARROLLO
Este
discurso consiste claramente de tres partes. Tras unas breves palabras introductorias
(23:1–3a) en las cuales Jesús declara que hasta donde interpreta la enseñanza de
Moisés en forma verdadera hay que obedecer a los escribas, él advierte a la
gente y a sus discípulos que no imiten la conducta de estos líderes, ya que en
diversas formas ellos dejan de hacer lo que predican. Las tres partes son: a.
una descripción de los pecados de los escribas y los fariseos (vv. 3b–12); b.
los siete ayes pronunciados sobre ellos (vv. 13–36); y c. el conmovedor
lamento de Cristo sobre la Jerusalén no arrepentida (vv. 37–39).
En el primer párrafo Jesús dice a su auditorio que estos expertos en
la ley y sus partidarios fallan en tres sentidos: carecen de sinceridad,
compasión y humildad. No son sinceros, pues amontonan pesadas cargas sobre las
espaldas de los hombres, preceptos sobre preceptos, pero cuando se trata de
ellos mismos son renuentes a mover estas cargas siquiera con un dedo. Son sin
compasión, pues no tratan de aligerar las cargas de los hombres. Contrástese
con 11:28–30. Finalmente, son presumidos, como es evidente por la forma en que
tratan de impresionar a los hombres con su devoción. Los artículos de su
atavío—estuches con oraciones y flecos en los mantos—que el Señor había
prescrito como recordatorio de la ley, se los ponen de un modo que se hagan muy
visibles. Al ensanchar las bandas a las que están atados los estuches y alargar
los flecos que cuelgan de las cuatro esquinas de su vestido exterior, ellos dan
a estos objetos más prominencia. Aman los lugares de honor en las fiestas y en
las sinagogas y anhelan ser llamados “Rabí”. Jesús exhorta a sus seguidores a
manifestar una actitud opuesta, recordándoles que la vanidad es castigada y la humildad
es recompensada.
No debemos pensar ni por un momento que Jesús está aquí alabando a los
escribas y fariseos por todas sus reglas y normas. Lo que está diciendo es
esto: < En tanto, en cuanto estos escribas y fariseos os han enseñado los grandes principios de la Ley que Moisés
recibió de Dios, debéis obedecerlos.»
Pero su actitud general acerca de la religión tenía un efecto
fundamental. La convertía en una cosa de miles y miles de reglas y normas; y
por tanto, la convertía en una carga insoportable.
Aquí tenemos la prueba de cualquier presentación de la religión. ¿Es como unas
alas que les hacen remontarse a las personas, o como un peso muerto que las hunde cada vez más? ¿Estimula o
deprime? ¿Es algo que ayuda a las personas o que las acecha? ¿Es algo que le
lleva a uno, o es algo que uno tiene que llevar? Siempre que la religión se
convierte en un asunto deprimente de
cargas y prohibiciones, deja de ser verdadera religión.
La religión de los fariseos se convertía casi inevitablemente en una
religión de ostentación. Si la religión consiste en obedecer innumerables
reglas y normas, llega a ser fácil para una persona el cuidarse de que todo el
mundo se dé cuenta de lo bien que las cumple, y de lo perfecta que es su
religiosidad.
Todo el interés de los fariseos era vestirse y actuar de manera que
llamara la atención e hiciera que todo el mundo se fijara en ellos.
Todo el propósito del cristiano debe ser pasar inadvertido, para
que; si .los demás ven sus buenas obras, no le glorifiquen a él, sino a su
Padre del Cielo. Cualquier religión que produce ostentación en las obras y
orgullo en el corazón es una religión falsa.
CONCLUSION:
Nuestra
relación con Jesús determinará cómo Dios nos verá a nosotros.
Hay distintas formas de hipocresía:
- Hipocresía puede ser una discrepancia entre las palabras de uno y
sus actos (muchas veces la gente está consciente de esto).
- Hipocresía también puede significar que uno pretende servir a Dios,
pero no lo hace, ya que no acepta a Jesús. Es sobre todo esta forma de
hipocresía que Jesús destaca en el discurso a los fariseos y escribas.
Cada persona que tiene la misma pretensión (servir a Dios), sin una
relación viva con Jesús, sufre entonces de esta forma de hipocresía. ¡Empeño y
celo religiosos no garantizan una buena relación con Dios!
Es posible predicar sobre la comunión que debemos tener con Dios, y
no estar practicándola en nuestras vidas. La enseñanza de los escribas
y fariseos estaba basada en lo que nosotros llamamos el A.T. Jesús no atacó la
predicación de estos hombres, pues manda incluso que debe ser guardada. El
Señor muestra que estos predicadores en realidad no están dándole la honra a
Dios, pues no honran a su Hijo, Jesús. Todo aquel que enseña la Palabra tiene
una gran responsabilidad ante Dios, ya que sólo una verdadera comunión con
Jesucristo nos transforma en maestros y hacedores de lo que predicamos.
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