LECCION PAR EL DOMINGO 03 DE MARZO DE 2013
MATEO 25: 14-23
1 CORINTIOS 4: 2
INTRODUCCION:
Como
la parábola anterior, esta tenía una lección inmediata para los que la oyeron por
primera vez, y toda una serie de lecciones
para nosotros hoy. Se la conoce como La Parábola de los Talentos.
El principio de la parábola describe a un individuo con propiedades
que está por emprender un viaje. Antes
de hacerlo confía sus bienes a sus siervos. En esta parábola no es una viña lo
que les confía, sino dinero (v. 27), específicamente “talentos”.
DESARROLLO:
Básicamente
un “talento” es una medida de peso. Se usa también para indicar una unidad
monetaria. El valor difería de un lugar a otro y de una época a otra, y también
dependía del metal que se usaba, fuese cobre, plata u oro. Ya se ha señalado
(véase sobre 18:24) que un talento ático valía no menos de seis mil denarios.
Un trabajador ordinario necesitaría casi veinte años para ganarse uno. Por lo
tanto es claro que en esta parábola estamos tratando de un rico hombre de
negocios. Naturalmente, no quiere que su dinero esté ocioso durante su
ausencia. Debe ser usado de modo que obtenga una ganancia. El dueño de toda
esta riqueza no sólo es rico sino también sagaz. Comprende que no todos sus
siervos (o “esclavos”) tienen la misma habilidad en los negocios. Así que,
calculando la habilidad de cada hombre, deja a un siervo cinco talentos, a otro
dos y a otro uno. Luego emprende el viaje.
Impulsado indudablemente por las órdenes que habían recibido de su amo,
por la confianza que él había puesto en ellos, y por el conocimiento de que un
día tendrían que darle cuentas, el primero y el segundo siervos usaron las
sumas que se les confiaron en forma tan efectiva que en cada caso la suma fue
duplicada.
Cuando volvió el
amo se llevó a cabo una rendición de cuentas: V. 19. Largo tiempo después el
amo de estos siervos vino y arregló cuentas con ellos. Esto de arreglar cuentas
entre los siervos y sus amos ha sido mencionado en otras parábolas; véase sobre 18:23; cf. 21:34; Lc. 19:15. Siempre era el deber de los siervos
recordar o tener presente el día del regreso de su amo, cuando se realizaría el
ajuste de las cuentas. ¿Pensó el siervo negligente que su amo no volvería
jamás? ¡Qué acción completamente irresponsable la suya!
¿O diremos “falta de acción”? Bueno, en un sentido ambas cosas. Nótese
especialmente que el regreso del señor ocurrió “mucho tiempo después”, una
expresión que se considerará nuevamente cuando se señale el sentido figurado de
la parábola.
LEER Vv 20-23
El primer siervo, al traer su informe entrega a su amo dos bolsas
llenas de dinero, cada una con cinco talentos.
“Bien hecho”, responde el amo. También se puede traducir: “Excelente”
o “maravilloso”.
Nótese también que el siervo es llamado bueno y fiel.
Ante los ojos de su amo este hombre había demostrado ser completamente digno de
confianza. En consecuencia, iba a tener parte en la fiesta de su amo.
Da gusto notar que cuando el segundo siervo, con su rostro
resplandeciente con un gozo similar, viene, entrega a su amo los dos talentos y
luego los otros dos, con el sólo cambio de “dos” en lugar de “cinco” en ambas
oraciones, pronuncia las mismas palabras y recibe un elogio igual. ¿No ha
duplicado también la suma? ¿No ha añadido 100% a lo que le había sido confiado?
Por lo tanto, él también es bueno y fiel, tan excelente como el
primer siervo.
Lo que importaba era esa integridad moral y lealtad
que había mostrado. Así que él también va a tener parte en la felicidad de su
amo. Podemos imaginar una fiesta en que los tres el amo y estos dos siervos
buenos y fieles se dicen entre sí las cosas que han ocurrido, regocijándose por
las empresas de negocios que han llevado a cabo en forma tan exitosa, pero especialmente participando cada uno en el
gozo del otro.
CONCLUSION:
El
amor nos impulsa de acuerdo a nuestros talentos a hacer cosas para el Señor. En
la parábola de los talentos, Jesús elabora el tema de las últimas palabras del
cap. 24 sobre el siervo fiel y el negligente. Podemos mostrar que esperamos el
retorno de Jesús siendo productivos por propia iniciativa. En el juicio final,
Jesús castiga a aquellos que habían sido malos y negligentes, que no conocían
el amor del Señor y que han pensado que el Señor es duro y exigente. Portarse
mal no consiste necesariamente en hacer cosas malas, sino en fallar
en hacer cosas buenas por falta de amor por el Señor. Al aplicar esto en
nuestras vidas, podemos pensar en la pregunta: ¿Hemos compartido la Palabra del
Señor con los demás? ¿Hemos sido creativos en la forma de expresar nuestro amor
por el Señor o no hemos hecho nada, y esto debido a que nuestra relación con el
Señor ha sido quebrantada?
Entonces lo esencial de la parábola es esto: Cada uno debe ser fiel
en el uso de las oportunidades de servicio que el Señor le ha dado. Estas
oportunidades otorgadas a cada uno en conformidad con su capacidad (dada
por Dios), por gratitud a Dios debieran ser mejoradas de tal modo que se
promueva la gloria del Dios Trino, se extienda su reino y se beneficien sus “pequeños”.
La negligencia se castiga; la diligencia se recompensa.