LECCION PARA EL DOMINGO 02 DE JUNIO DE 2013
MATEO 27: 1 – 10
HECHOS 1: 18-19
INTRODUCCION:
Esta
sección describe el tercer juicio bajo las autoridades judaicas. La importancia
del juicio se ve en el hecho de que aun a esa hora tan temprana —al amanecer
(v. 1) el Sanedrín estaba reunido en pleno. Principales sacerdotes (
v. 1b) se refiere a los sumos sacerdotes. Parece que todos se refiere a
los sumos sacerdotes y ancianos, indicando una reunión en pleno. Este tercer
juicio sirvió para dar cierta apariencia de legalidad a un proceso que fue, de
todos modos, ilegal en muchos aspectos.
El gobierno romano había concedido a los líderes judíos cierta
libertad para gobernar y juzgar a su propio pueblo. Sin embargo, esa autoridad
concedida no les permitía llevar a cabo la sentencia de muerte. Por eso
llevaron a Jesús a Poncio Pilato para lograr su aprobación para crucificarlo
(leer Juan 18:31).
DESARROLLO:
Mateo
no nos dice cuál fue la acusación pero Lucas sí. En el sanedrín, la acusación que
se había aceptado contra Jesús era la de blasfemia (Mateo 26: 65s). Pero
nadie sabía mejor que las autoridades judías que eso no era una acusación válida
ante Pilato. Les diría que se marcharan y zanjaran solos sus desavenencias religiosas.
Así que, como nos dice Lucas, se presentaron delante de Pilato con una triple acusación,
cada una de cuyas partes era una mentira, y una mentira deliberada. Acusaron a Jesús,
en primer lugar, de ser un revolucionario; en segundo, de incitar al pueblo a no
pagar los impuestos, y en tercero, de presentarse como un rey (Lucas 23:2). Prepararon
tres acusaciones políticas, mentiras conscientes, porque sabían que esas
eran las únicas que podían obligar a Pilato a actuar.
27:3–10. Mateo es el único de los cuatro Evangelios que relata
el fin de Judas, aunque Lucas, en base a otra tradición, lo describe en Hechos
(1:18, 19). El relato de Lucas, a pesar de ser más escueto, presenta una descripción
más gráfica del suicidio. Esta sección incluye tres acciones: lo que hizo Judas
(vv. 3–5), lo que hicieron los sumos sacerdotes (vv. 6, 7) y una explicación de
Mateo (vv. 8–10).
1.-Lo que hizo Judas.
Mateo identificó a Judas como el que entregaba (26:25, 48) a Jesús. Su
traición fue un acto que la primitiva iglesia no estaba dispuesta a olvidar. Cuando
Judas, el que lo había traicionado, vio que Jesús fue condenado, se llenó de
remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes
y a los ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. No se
dice exactamente cuando fue que Judas se llenó de remordimiento, pero el
texto deja la impresión de que fue inmediatamente después de saber que
Jesús había sido sentenciado a muerte. Puede ser que haya corrido hacia
los principales sacerdotes y los ancianos en el momento mismo en que se
formaba la procesión para llevar a Jesús al pretorio. Judas se desesperó.
Arrojó las monedas de plata en el templo (naós 3485), o sea, el
lugar santo donde solamente los sacerdotes podían entrar. Quizá llegó hasta la
puerta y las arrojó hacia adentro. No es probable que haya violado el recinto sagrado.
Acto seguido, salió y se ahorcó. Probablemente este acto ocurrió antes del
juicio final de Jesús, o sea, en la madrugada antes del amanecer.
2.-Lo que hicieron los
sacerdotes. Los sacerdotes, que no tuvieron ningún reparo en
condenar a muerte a un hombre inocente y que se mostraron indiferentes ante la
angustia de Judas, ahora tienen sumo cuidado de no violar la ley en cuanto a
echar las piezas de plata —precio de sangre, v. 6 en el tesoro del
templo. Probablemente habían sacado estas piezas de plata del tesoro del templo
para pagar a Judas. Bien había dicho Jesús: Coláis el mosquito pero tragáis
el camello (23:24). Los sacerdotes decidieron usar el dinero “contaminado”
para comprar un campo, conocido como el del Alfarero (v. 7). Se supone
que un alfarero había utilizado la tierra de ese campo para preparar el barro
con que hacía los utensilios. Quizá el campo ya no serviría para otra cosa sino
para cementerio. El cementerio serviría solamente para sepultar a los gentiles que
vivían en la ciudad de Jerusalén, pues ningún judío sería sepultado en un lugar
profano como éste.
3.-La explicación de
Mateo. Este autor explica cómo el terreno llegó a llamarse Campo
de Sangre. Mateo tiene un interés
especial en relacionar los eventos de la vida de Jesús con profecías del AT.
Dieciséis veces usa la expresión para que se cumpliese lo dicho por medio del
profeta... Aquí en cap. 27 hay una relación entre el evento recién descrito y
dos profecías del
AT: Jeremías 32:7–9 y
Zacarías 11:12, 13.
CONCLUSIÓN:
Jesús
nunca fue víctima de los demás; también en su sufrimiento se revela como `Rey'.
Él sufre voluntariamente, con el propósito de librarnos de nuestras culpas.
Jesús morirá como lo había dicho. En su sabiduría Dios permite que la maldad de
los hombres se lance con furia en contra de su Hijo. El Señor encamina todas
las cosas para que ellas ejecuten su voluntad. Esto nos enseña que a pesar de
que el hombre despliegue toda su odio en contra de Dios, Él nunca pierde el
control de la situación; su soberanía y gobierno son absolutos.
Final de traidores
Las Escrituras nos narran que Judas, vencido por
el remordimiento al ver condenado a Jesús, se suicidó. Pero la leyenda acerca
de Pilato cuenta que desde la crucifixión no pudo tener nunca más paz en su
alma. Sabemos históricamente que fue requerido por Roma para informar acerca de
unas irregularidades durante su mandato. Al parecer también se habría suicidado
víctima del desasosiego permanente que sacudía su alma. En cuanto a Anás, la
suerte no fue mejor porque su hogar sucumbió ante un amotinamiento originado en
el pueblo mismo. Había familiares que murieron asesinados y la casa fue
saqueada. Tampoco Caifás pudo seguir en su cargo por la situación embarazosa
creada desde el caso de Jesús. La maldad de los hombres puede no tener límites,
pero tiene su propio fin: el de la tragedia.