jueves, 16 de mayo de 2013

EL JUICIO ANTE EL SANEDRIN

LECCION PARA EL DOMINGO 19 DE MAYO DE 2013


MATEO 26: 57-68
MATEO 16: 16-17

INTRODUCCION:
                               Pedro no debería haberle seguido, mucho menos «de lejos» (v. 58). Zacarías 13.7 (Mt 26.31) profetizó que las ovejas serían esparcidas, y en Juan 18.8 Jesús claramente les dijo a los discípulos que se fueran. Él le advirtió a Pedro que Satanás estaba tras ellos (Lc 22.31–34) y que negaría a su Señor esa noche. Cuando los creyentes no escuchan la Palabra de Dios, siempre se meten en problemas.
Era ilegal que el concilio judío (el sanedrín) se reuniera y dictara sentencia por la noche, de modo que se reunieron de nuevo a la mañana siguiente (27.1) para hacer «legal» su decisión. El silencio de Cristo ante sus acusadores dio cumplimiento a Isaías 53.7. Su declaración en el versículo 64 retrocede hasta Daniel 7.13 y a las palabras que Él mismo les dijo a los fariseos respecto a sentarse a la diestra del Señor (22.41–46). Afirmaba ser Dios, y esto hizo que el sumo sacerdote dictaminara que era culpable de blasfemia (Lv 24.16).

DESARROLLO:
                               Para entender Mt. 26:57–68 y lo que sigue en el cap. 27 es necesario recordar que Jesús tuvo que pasar por dos juicios. El primero se llama frecuentemente el juicio eclesiástico; el segundo, el civil. El primero consistió de tres etapas, y lo mismo ocurrió con el segundo. Las tres etapas del así llamado juicio eclesiástico fueron:
a. la audiencia preliminar ante Anás(Jn. 18:12–14, 19–23);
b. el juicio ante el Sanedrín, esto es, ante Caifás y los escribas y ancianos (Mt. 26:57); y
c. el juicio ante este mismo cuerpo un poco después de amanecer (Mt. 27:1).
La audiencia ante Anás, descrita solamente por Juan, no se debe confundir con el juicio ante Caifás.
                Las tres etapas en el juicio ante las autoridades civiles fueron:
a. el juico ante Pilato;
b. el juicio ante Herodes, y
c. continuación del juicio ante Pilato. Así como la audiencia preliminar ante Anás se encuentra solamente en el Evangelio según Juan, también la comparecencia de Cristo ante Herodes la relata solamente Lucas (23:6–12).
                En este párrafo (Mt. 26:57–68), por lo tanto, se supone que ya se ha celebrado la audiencia preliminar ante Anás.
                Aunque todos los discípulos habían huido, dos—Pedro y “otro discípulo”—pronto se juntaron y comenzaron a seguir a la banda que conducía a Jesús hacia el palacio del sumo sacerdote. En el caso de Pedro, “seguir a Jesús” probablemente fue un impulso provocado en parte por las jactanciosas palabras que pronunció, según se relatan en los vv. 33 y 35; en parte también por pura curiosidad, como lo establece el texto.

Leer Vv  59-60.
                               ¿Por qué tener un juicio ya que el Sanedrín había decidido hace mucho tiempo que Jesús debía morir (Jn. 11:49, 50), cual acuerdo se había vuelto a confirmar muy recientemente (Mt. 26:4)?” Respuesta: Había que oficializar el veredicto y formular las razones para que la sentencia que posteriormente se basara en ellas pudiera ser justificada ante los judíos para poder obtener la cooperación indispensable de los gentiles, especialmente Pilato.
Era una profunda humillación para el que era absolutamente sin pecado ser sometido aun juicio dirigido por hombres pecadores. Ser juzgado por tales hombres y bajo tales circunstancias hacía que esto fuera infinitamente peor. El codicioso, venenoso, y vengativo Anás (véase sobre Jn. 18:13), el rudo, astuto e hipócrita Caifás (véase sobre Jn. 11:49–50), el artero, supersticioso y egoísta Pilato (véase sobre Jn. 18:29); y el inmoral, ambicioso y superficial Herodes Antipas, ¡tales personas eran sus jueces!
                En realidad, todo el juicio fue una farsa. Fue un “juicio nulo”. No había la menor intención de dar a Jesús una audiencia justa con el objeto de descubrir en estricta conformidad con las leyes de la evidencia si los cargos en su contra eran justos o infundados. En los anales de la jurisprudencia no hay parodia de juicio celebrado que sea más vergonzoso que éste. Diversos autores han enfatizado que el juicio de Jesús fue ilegal en base a varios puntos técnicos, como las siguientes:
a. No se permitía celebrar de noche juicios en que se comprometía la vida del acusado. Sin embargo, Jesús fue juzgado y condenado entre la 1 y las 3 de la mañana del día viernes y fue ejecutado durante la Fiesta, lo que estaba prohibido. Según la ley farisea, no se podían iniciar audiencias sobre un caso que comprendiera la pena capital en la víspera de una fiesta mayor como la pascua. No se podía declarar reo a una persona durante la noche. Ejecutar la sentencia en el día de una de las grandes fiestas era contrario a las reglas establecidas.
b. El arresto se efectuó como resultado de un soborno, a saber, el dinero de sangre que Judas había recibido,
c. Se pidió a Jesús que se incriminara a sí mismo. 
d. En casos de pena capital, la ley judaica no permitía que la sentencia fuese pronunciada hasta el día siguiente al día en que el acusado era declarado reo.
Por eso, en realidad este no es un juicio en ninguna forma. Es un asesinato. La historia eclesiástica ofrece otros casos muy tristes de líderes que fueron condenados por jueces que estaban llenos de envidia. ¡El día del juicio revelará algunos casos sorprendentes! Pero de entre todas las parodias de justicia, ninguna siquiera comienza a compararse con aquella en que el Sumo Sacerdote celestial, Jesucristo, estuvo de pie ante los sumos sacerdotes terrenales, Anás y Caifás. Que el Santísimo sin imperfección fuese llevado ante estos perversos bribones, ¡eso era sufrimiento!

CONCLUSION:
Cuando a Jesucristo se le preguntó si era el Mesías, contestó que sí (26:64). Fue acusado, entonces, de atribuirse cualidades que no le correspondían y que pertenecían a Dios. Pero nosotros sabemos que el Señor no podía eludir una respuesta como ésta, porque no hacía otra cosa que decir la verdad. Se ve que las verdades de Cristo hacen reaccionar a los hombres, ya sea para que acepten lo que él dice o para que se dediquen a combatirlas.
Hasta el día de hoy, cuando una persona se encuentra cara a cara con Jesucristo, tiene que odiarle o amarle; no puede hacer más que someterse a El o desear destruirle. Ninguna persona que se dé cuenta de lo que Jesucristo exige puede ser neutral. Tiene que ser, o Su aliado, o Su enemigo.

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