LECCION PARA EL DOMINGO 19 DE MAYO DE 2013
MATEO 26: 57-68
MATEO
16: 16-17
INTRODUCCION:
Pedro
no debería haberle seguido, mucho menos «de lejos» (v. 58). Zacarías 13.7 (Mt
26.31) profetizó que las ovejas serían esparcidas, y en Juan 18.8 Jesús
claramente les dijo a los discípulos que se fueran. Él le advirtió a Pedro que
Satanás estaba tras ellos (Lc 22.31–34) y que negaría a su Señor esa noche.
Cuando los creyentes no escuchan la Palabra de Dios, siempre se meten en
problemas.
Era ilegal que el concilio judío (el sanedrín) se
reuniera y dictara sentencia por la noche, de modo que se reunieron de nuevo a
la mañana siguiente (27.1) para hacer «legal» su decisión. El silencio de
Cristo ante sus acusadores dio cumplimiento a Isaías 53.7. Su declaración en el
versículo 64 retrocede hasta Daniel 7.13 y a las palabras que Él mismo les dijo
a los fariseos respecto a sentarse a la diestra del Señor (22.41–46). Afirmaba
ser Dios, y esto hizo que el sumo sacerdote dictaminara que era culpable de
blasfemia (Lv 24.16).
Para
entender Mt. 26:57–68 y lo que sigue en el cap. 27 es necesario recordar que
Jesús tuvo que pasar por dos juicios. El primero se llama frecuentemente el
juicio eclesiástico; el segundo, el civil. El primero consistió de tres etapas,
y lo mismo ocurrió con el segundo. Las tres etapas del así llamado juicio
eclesiástico fueron:
a. la
audiencia preliminar ante Anás(Jn. 18:12–14,
19–23);
b. el
juicio ante el Sanedrín, esto es, ante Caifás y
los escribas y ancianos (Mt. 26:57); y
c. el
juicio ante este mismo cuerpo un poco después de amanecer (Mt. 27:1).
La audiencia ante Anás, descrita solamente por Juan,
no se debe confundir con el juicio ante Caifás.
Las
tres etapas en el juicio ante las autoridades civiles fueron:
a. el juico
ante Pilato;
b. el
juicio ante Herodes, y
c.
continuación del juicio ante Pilato. Así como
la audiencia preliminar ante Anás se encuentra solamente en el Evangelio según
Juan, también la comparecencia de Cristo ante Herodes la relata solamente Lucas
(23:6–12).
En
este párrafo (Mt. 26:57–68), por lo tanto, se supone que ya se ha celebrado la
audiencia preliminar ante Anás.
Aunque
todos los discípulos habían huido, dos—Pedro y “otro discípulo”—pronto se
juntaron y comenzaron a seguir a la banda que conducía a Jesús hacia el palacio
del sumo sacerdote. En el caso de Pedro, “seguir a Jesús” probablemente fue un
impulso provocado en parte por las jactanciosas palabras que pronunció, según
se relatan en los vv. 33 y 35; en parte también por pura curiosidad, como lo
establece el texto.
Leer Vv 59-60.
¿Por
qué tener un juicio ya que el Sanedrín había decidido hace mucho tiempo que Jesús
debía morir (Jn. 11:49, 50), cual acuerdo se había vuelto a confirmar
muy recientemente (Mt. 26:4)?” Respuesta: Había que oficializar el veredicto y
formular las razones para que la sentencia que posteriormente se basara en ellas
pudiera ser justificada ante los judíos para poder obtener la cooperación
indispensable de los gentiles, especialmente Pilato.
Era una profunda humillación para el que era absolutamente
sin pecado ser sometido aun juicio dirigido por hombres pecadores. Ser juzgado
por tales hombres y bajo tales circunstancias hacía que esto fuera
infinitamente peor. El codicioso, venenoso, y vengativo Anás (véase sobre Jn.
18:13), el rudo, astuto e hipócrita Caifás (véase sobre Jn. 11:49–50),
el artero, supersticioso y egoísta Pilato (véase sobre Jn. 18:29); y el inmoral,
ambicioso y superficial Herodes Antipas, ¡tales personas eran sus jueces!
En
realidad, todo el juicio fue una farsa. Fue un “juicio nulo”. No había la menor
intención de dar a Jesús una audiencia justa con el objeto de descubrir en
estricta conformidad con las leyes de la evidencia si los cargos en su contra
eran justos o infundados. En los anales de la jurisprudencia no hay parodia de
juicio celebrado que sea más vergonzoso que éste. Diversos autores han
enfatizado que el juicio de Jesús fue ilegal en base a varios puntos técnicos,
como las siguientes:
a. No se permitía celebrar de noche juicios en que se comprometía la
vida del acusado. Sin embargo, Jesús fue juzgado y condenado entre la 1 y las 3
de la mañana del día viernes y fue ejecutado durante la Fiesta, lo que estaba
prohibido. Según la ley farisea, no se podían iniciar audiencias sobre un caso
que comprendiera la pena capital en la víspera de una fiesta mayor como la
pascua. No se podía declarar reo a una persona durante la noche. Ejecutar la
sentencia en el día de una de las grandes fiestas era contrario a las reglas
establecidas.
b. El arresto se efectuó como resultado de un soborno, a saber, el
dinero de sangre que Judas había recibido,
c. Se pidió a Jesús que se incriminara a sí mismo.
d. En casos de pena
capital, la ley judaica no permitía que la sentencia fuese pronunciada hasta el
día siguiente al día en que el acusado era declarado reo.
Por eso, en realidad este no es un juicio en ninguna
forma. Es un asesinato. La historia eclesiástica ofrece otros casos muy
tristes de líderes que fueron condenados por jueces que estaban llenos de
envidia. ¡El día del juicio revelará algunos casos sorprendentes! Pero de entre
todas las parodias de justicia, ninguna siquiera comienza a compararse con
aquella en que el Sumo Sacerdote celestial, Jesucristo, estuvo de pie ante los
sumos sacerdotes terrenales, Anás y Caifás. Que el Santísimo sin imperfección
fuese llevado ante estos perversos bribones, ¡eso era sufrimiento!
CONCLUSION:
Cuando a Jesucristo se le preguntó si era el Mesías,
contestó que sí (26:64). Fue acusado, entonces, de atribuirse cualidades que no
le correspondían y que pertenecían a Dios. Pero nosotros sabemos que el Señor
no podía eludir una respuesta como ésta, porque no hacía otra cosa que decir la
verdad. Se ve que las verdades de Cristo hacen reaccionar a los hombres, ya sea
para que acepten lo que él dice o para que se dediquen a combatirlas.
Hasta el día de hoy, cuando una persona se encuentra
cara a cara con Jesucristo, tiene que odiarle o amarle; no puede hacer más que
someterse a El o desear destruirle. Ninguna persona que se dé cuenta de lo que
Jesucristo exige puede ser neutral. Tiene que ser, o Su aliado, o Su enemigo.
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