jueves, 6 de junio de 2013

JESUS JUZGADO POR PILATO

LECCION PARA EL DOMINGO 09 DE JUNIO DE 2013

MATEO 27: 11-14
ISAIAS 53: 7

INTRODUCCION:
                               La pregunta de Pilato (v. 11) indica que la táctica de los líderes religiosos era la de acusar a Jesús por pretender ser rey de los judíos. Lucas menciona específicamente tres acusaciones: Agita a nuestra nación, prohíbe dar tributo al César y dice que él es el Cristo, un rey (Luc. 23:2). Las tres acusaciones eran falsas, mentiras deliberadas. Por ejemplo, Jesús había mandado explícitamente dar tributo a César (22:21). La tercera también era falsa, pues implica que pretendía ser un rey político. En una palabra, los líderes religiosos astutamente habían fabricado tres acusaciones que tenían sabor a traición contra Roma. César no permitiría actos de insurrección en sus dominios, mucho menos que alguien pretendiera ser rey. Los líderes religiosos sabían esto y buscaban una acusación que justificara ante la ley romana la sentencia de muerte.
DESARROLLO:
                               Tú lo dices (v. 11) significa que Jesús aceptó el título, sin repetirlo. Sin embargo, el título no significaba para él lo que significaba para Pilato, ni para el César. Aparentemente Pilato entendía que Jesús no pretendía el poder político, pues no insistió sobre el punto.
Había otras acusaciones que los líderes religiosos lanzaron contra Jesús (v. 13), pero éste guardó silencio. Aun Pilato se sorprendió de esta actitud no usual. Normalmente los acusados procuraban defenderse. Pilato sabía que Jesús era inocente, pero su silencio podría señalar su culpabilidad. Probablemente Pilato hasta se molestó con la actitud de Jesús, porque quería librarlo y Jesús no cooperaba. Con todo, el silencio en este caso era elocuente. Indicaba que Jesús tenía control de sus emociones; sabía que era inútil defenderse ante personas cuyas mentes estaban cerradas. Además, ya había aceptado la voluntad del Padre de entregarse a la muerte.
Combinando los relatos de los Evangelios uno recibe la impresión que desde el principio hasta casi el final Pilato hizo todo lo posible para librarse del caso. No amaba a los judíos. Le disgustaba agradarlos y concederles sus peticiones con respecto a Jesús. Sin embargo, por otra parte, en lo profundo de su corazón les tenía miedo, especialmente de la posibilidad de que pudieran usar la influencia que tenían para causarle daño. Hasta cierto punto está dispuesto a hacer lo que la justicia exige, pero sólo hasta cierto punto. Cuando ve amenazada su posición, se rinde.
Como se ha indicado, desde el principio mismo quiso evitar la necesidad de hacer una decisión definida acerca de Jesús. Por esto, al principio trata de devolver al prisionero al Sanedrín: “Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley”, dice (Jn. 18:29–31). Cuando los miembros de ese cuerpo dejan en claro a Pilato que no desean nada menos que la muerte del prisionero y cuando se les da a entender que para lograr su objetivo tienen que presentar cargos definidos en contra de Jesús, idean estas tres acusaciones falsas. (Ver introducción).
Todo este pasaje nos da la impresión de que Pilato estaba peleando una batalla perdida. Está claro que  no quería condenar a Jesús.
 A Pilato le impresionó vivamente Jesús. Está claro que no tomó muy en serio que pretendiera ser el Rey de los judíos. Reconocía a un revolucionario a primera vista, y Jesús no lo era. Su silencio digno hizo que el gobernador sintiera que no era Jesús el que estaba en tela de juicio, sino él mismo. Pilato fue un hombre que sintió el poder de  Jesús y tuvo miedo de someterse a El. Hay todavía personas que tienen miedo de ser tan cristianos como saben que deben serlo.

CONCLUSION:
                               Hay algo de lo que una persona no puede librarse nunca y es la responsabilidad. No es nunca posible  ni  para  Pilato  ni  para  ninguna  otra  persona  el  decir:  «  Me  lavo  las  manos  de  toda responsabilidad.» Porque eso es algo que nadie ni nada puede borrar.
Esta imagen de Pilato inspira en nuestras mentes más bien piedad que condenación; porque aquí tenemos a un  hombre tan inmerso en su pasado y tan incapacitado por él que fue incapaz de mantenerse firme en su debida posición. Pilato es una figura de tragedia más que de villanía.

Usted debe leer todos los relatos de los Evangelios para ver la intranquilidad e indecisión del gobernante romano. Una vez tras otra salió a la multitud, luego entró para interrogar a Jesús, todo esto mientras buscaba alguna manera de evitar tener que tomar una decisión. Pero ¡ningún hombre puede evitar tomar una decisión respecto a Cristo! A Pilato le advirtió su esposa y su propia conciencia y, sin embargo, con toda intención entregó a Cristo para que lo crucificaran. Es cierto que este era el plan de Dios (Hch 2.23), pero Pilato no puede ser considerado exento de culpa. Hechos 3.13 pone mucha de la culpa sobre los judíos mismos. El eterno plan de Dios nunca le niega al hombre la libertad de elección ni de la culpa subsecuente.

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