miércoles, 3 de julio de 2013

TRES HORAS DE TINIEBLAS

LECCION PARA EL DOMINGO 07 DE JULIO DE 2013

MATEO 27: 45-50
SALMO 69: 21

INTRODUCCION:
                        Las tres últimas horas de la vida terrenal de Jesús fueron dramáticas en grado máximo. Mateo describe cuatro cosas que sucedieron en este período:
1.- Una oscuridad sobrenatural,
2.- El clamor de desolación de Jesús,
3.- Las actitudes de los soldados y
4.- La muerte de Jesús.
La oscuridad que se extendió sobre toda la tierra (v. 45) fue una manifestación sobrenatural. Toda la tierra se referiría probablemente a Judea, o a Palestina.
Fue un evento concreto, objetivo y a la vez simbólico de la hora solemne cuando las fuerzas de “tinieblas espirituales” reinaban aparentemente sin límites. Mateo dice con precisión que la oscuridad se extendió desde la sexta hora... hasta la hora novena (v. 45), desde las 12 a las tres de la tarde. Es la primera referencia en Mateo a la hora del día, lo cual da aun mayor garantía de historicidad al evento.
DESARROLLO:
                        Desde las nueve de la mañana hasta el mediodía el Calvario había sido un lugar de mucha actividad. Los soldados habían realizado sus diversas tareas, como se mostró en los vv. 33–38. Los transeúntes habían blasfemado. Los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos se habían mofado. Los ladrones lo habían insultado, aunque uno de ellos se había arrepentido, Jesús ya había pronunciado sus primeras tres palabras. Entonces a las doce ocurre algo de un carácter muy dramático. Repentinamente la tierra se oscurece. Cf. Amos  8:9. El solo hecho de que se mencione esta oscuridad muestra que ella debe haber sido intensa e inolvidable. Además, ocurrió cuando menos se esperaba, al mediodía, y duró tres horas.
¿Tenía algún significado? Sí, tuvo un significado muy importante. La oscuridad significaba juicio, el juicio de Dios sobre nuestros pecados, su ira como si estuviera ardiendo en el corazón mismo de Jesús, de tal modo que él como nuestro Substituto sufrió la más intensa agonía, un dolor indescriptible, un aislamiento y abandono terrible. Aquel día el infierno vino al Calvario y el Salvador descendió a él y llevó sus horrores en nuestro lugar, por nosotros. ¿Cómo sabemos que esta respuesta es la correcta? Nótese lo siguiente:
a. En las Escrituras la oscuridad muchas veces es un símbolo de juicio. Véase Is. 5:30; 60:2; Jl. 2:30, 31; Am. 5:18–20; Sof. 1:14–18; Mt. 24:29, 30; Hch. 2:20; 2 P. 2:17; Ap. 6:12– 17.
b. Con miras a su muerte inminente el Salvador había declarado que daría y estaba por dar su vida en “rescate por muchos” (Mt. 20:28; 26:28; Mr. 10:45).
c. La agonía sufrida por nuestro Señor durante estas tres horas era tal que finalmente pronunció las palabras explicativas del v. 46, las cuales entramos a considerar ahora:
Poco antes de las tres de la tarde, o sea, la hora novena (v. 46), Jesús emitió un clamor de desolación que llega a nosotros con tremendo impacto después de dos mil años. Sólo Marcos y Mateo registran esta cuarta palabra que Jesús pronunció desde la cruz. Estaba citando otra vez el salmo mesiánico (22:1). El salmo describe a uno que sufre en soledad, pero mantiene su fe en Dios y termina en una nota de victoria. Describe con alta precisión lo que Jesús experimentó en el rechazo, juicio, crucifixión y resurrección. Es un modelo y ejemplo para todos los creyentes que sufren soledad y aflicción.
Por un lado, Jesús era plenamente hombre, agudamente sensible a los dolores físicos, pero su sufrimiento principal fue la soledad total en el momento de llevar los pecados de la humanidad sobre su cuerpo en la cruz. El clamor no expresa duda en la mente de Jesús, sino más bien plena confianza en su Padre Celestial. Su fe en Dios fue afirmada en el mismo clamor de soledad. El hecho de repetir Dios mío, Dios mío... (v. 46) revela su confianza en el Padre. ¡Que bendito Salvador!
El único gesto de misericordia hacia Jesús durante su agonía en la cruz fue de un soldado romano. Reconociendo que tenía sed, preparó una esponja empapada de vinagre (v. 48), o vino agrio, la bebida que tomaban los soldados romanos, y se lo daba de beber. Según el relato de Juan, parece ser que lo que motivó al soldado a darle de beber el vino agrio fue la quinta palabra: Sed tengo (Juan 19:28). Unos, probablemente judíos, objetaron esta manifestación de misericordia. Su único interés era el de satisfacer una curiosidad morbosa y pensaban que la bebida demoraría la supuesta aparición y socorro de parte de Elías. En sucesión rápida, Jesús pronunció la sexta y séptima palabras: ¡Consumado es! (Juan 19:30) y ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Luc. 23:46; comp. Sal. 31:5; Hech. 7:59).
CONCLUSION:
                        Entregó el espíritu (v. 50) es una expresión que indica una acción voluntaria de parte de Jesús. Fue Agustín quien dijo: Jesús “entregó su vida porque lo quiso, cuando lo quiso, y como lo quiso”. El texto de Mateo dice literalmente que Jesús despidió su espíritu, como si dijera “adiós”. Marcos emplea otro verbo en griego que significa que “exhaló su vida”, o expiró (Mar. 15:37). Juan, en cambio, dice sencillamente que entregó el espíritu (Juan 19:30), término que se usaba cuando uno ofrecía un sacrificio.

LAS SIETE PALABRAS DE CRISTO EN LA CRUZ

1.- Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:34) Nosotros también debemos perdonar como Cristo perdonó.
2.- De cierto te digo; hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:43) Las palabras del Señor dan esperanza a aquel crucificado arrepentido.
3.- Mujer he aquí tu hijo… he aquí tu madre. (Juan 19:26-27). La responsabilidad de hijo a madre continua latente en el corazón de Jesús.
4.- Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? (Mateo 27:47). Su sufrimiento fue sin la ayuda de su naturaleza divina o la intervención del Padre. Jesús quedó solo literalmente.
5.- Tengo sed. (Juan 19:28) Jesús tuvo sed por nosotros, para que tú y yo pudiéramos beber del agua de la vida. (Juan 4:10, Apo. 7:17; 21:6; 22:1, 17).
6.- Consumado es. (Juan 19:30).  En el calvario caducó el antiguo pacto de la ley, y un nuevo pacto entra en vigor. (Pacto de La gracia).

7.- Padre en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46). Sin su muerte la expiación jamás se hubiera llevado a cabo.

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