LECCION ESCUELA DOMINCAL DOMINGO 01-08-22013
JUAN 1: 19-28
ISAIAS 40: 3
INTRODUCCION:
Juan
empieza la parte narrativa de su evangelio con este pasaje. Ya nos ha
presentado en el prólogo lo que se propone hacer: está escribiendo su evangelio
para demostrar que Jesús es la Mente, la Razón, la Palabra de Dios Que ha
venido a este mundo como una Persona humana. Una vez que ha expuesto su idea
central, ahora empieza la historia de la vida de Jesús.
Juan es el evangelista que más cuidado pone en los detalles del tiempo.
Empezando en este pasaje y prosiguiendo hasta 2:11 nos cuenta paso a paso la
historia de la primera semana clave de la vida pública de Jesús. Los sucesos
del primer día se encuentran en 1:19-28; la historia del segundo día, en 1:29-34;
el tercer día se desarrolla en 1:35-39; los tres versículos 1:40-42 nos cuentan
la historia del cuarto día; los acontecimientos del quinto día se relatan en
1:43-51; el sexto día queda en blanco, y los acontecimientos del último día de
la semana se encuentran en 2:1-11.
En esta misma sección de 1:19 a 2:11, el Cuarto Evangelio nos da tres
clases diferentes de testimonio de la grandeza y unicidad de Jesús.
1.- Está el testimonio de Juan el Bautista (1:19-34).
2.- Está el testimonio de los que aceptaron a Jesús como Maestro y se
enrolaron como Sus discípulos (1:41-51):
3.- Está el testimonio de los poderes maravillosos de Jesús (2:1-11).
Juan nos está presentando a Jesús en tres contextos diferentes, y en
cada uno de ellos nos muestra la suprema maravilla de Su Persona.
DESARROLLO:
No
cabe duda alguna, Juan el Bautista fue único. Vistió en forma rara, se alimentó
con cosas extrañas y presentó un mensaje poco usual a los habitantes de Judea
que salieron a su encuentro en regiones desoladas.
Sin embargo, Juan no intentaba buscar provecho personal con su
peculiaridad. En cambio, se propuso obedecer. Sabía que tenía un papel
específico que cumplir en el mundo: anunciar la venida del Salvador, y puso
todas sus energías para cumplir esta tarea. Lucas nos dice que Juan estuvo en el
desierto cuando recibió la palabra de Dios. Juan estaba listo y esperaba. El
ángel que anunció su nacimiento a Zacarías dejó en claro que este niño sería
nazareo, uno apartado para el servicio de Dios. Juan se mantuvo fiel a esa
descripción.
Este hombre de aspecto salvaje no tenía poder ni posición en el
sistema político judío, pero habló con una autoridad casi irresistible. La
gente se conmovía con sus palabras porque decía la verdad, los desafiaba a
dejar el pecado y a bautizarse en señal de arrepentimiento. Respondieron por
cientos. Aunque las multitudes lo rodeaban, no buscó ser el centro, nunca
olvidó que su papel principal fue anunciar la venida del Salvador.
Las palabras de verdad que movieron a muchos al arrepentimiento
aguijoneó a otros, motivando resistencia y enojo. Juan aun desafió al rey
Herodes a que admitiera su pecado. Herodías, la mujer con la que Herodes se
unió ilegalmente, decidió librarse de este predicador solitario. A pesar de que
lo mató, no le fue posible detener su mensaje. Aquel al que Juan anunció ya
estaba en acción. Juan cumplió con su misión.
Dios nos ha dado un propósito para vivir y podemos confiar que Él nos
guiará. Juan no tenía la Biblia completa, como la tenemos hoy, sin embargo,
centró su vida a la luz de lo que sabía de las Escrituras del Antiguo
Testamento. Asimismo, nosotros podemos descubrir en la Palabra de Dios las
verdades que Dios quiere que sepamos. Y a medida que estas verdades obren en
nosotros, otros irán a Él. Dios puede usarlo a usted como a ningún otro. Dígale
su disposición a seguirle hoy.
La representación que vino a entrevistar a Juan estaba formada por dos
clases de personas. (a)
Primeramente, había sacerdotes y levitas; su interés era muy natural, porque
Juan era hijo de Zacarías, que era sacerdote (Lucas 1:5). En el
judaísmo, la única cualificación necesaria para ser sacerdote era la
ascendencia. Si uno no era descendiente de Aarón, no tenía posibilidad de ser sacerdote;
pero, si lo era, nada se lo podía impedir, salvo ciertos defectos físicos que
la Ley especificaba. Por tanto, para las autoridades Juan el Bautista era de
hecho sacerdote, y era muy natural que los sacerdotes quisieran descubrir por
qué se estaba comportando de una manera tan extraña. (b) En segundo lugar, había emisarios de los fariseos.
Es muy posible que detrás de todo esto estuviera el Sanedrín. Juan era un
predicador que atraía a las multitudes. Una de las funciones del Sanedrín era encargarse
de cualquiera que fuera sospechoso de ser un falso profeta. El Sanedrín puede
que se considerara obligado a comprobar si ese era el caso de Juan.
Juan no se ajustaba a la idea generalmente aceptada de un sacerdote.
Ni tampoco de la de un predicador. Por tanto, las autoridades eclesiásticas del
día miraban con sospecha. La Iglesia siempre corre peligro de
condenar cualquier cosa nueva simplemente por serlo. En cierto sentido, puede
que no haya otra institución en el mundo que se, dé por ofendida con los
cambios tanto como la Iglesia. A menudo rechaza a grandes predicadores y se
niega a emprender muchas grandes aventuras sencillamente porque sospecha de
todo lo nuevo.
CONCLUSION:
Le
preguntaron a Juan quién era, y su
respuesta fue que no era nada más que una voz que llamaba al pueblo a preparar
el camino para la venida del Rey.. La cita es de Isaías 40:3. Los cuatro
evangelios la citan (Marcas 1:3; Mateo 3: 3; y Lucas 3:4).
La idea que encierra es la siguiente: Las carreteras del Oriente en
aquellos tiempos no estaban pavimentadas; eran meros caminos. Cuando un rey
tenía intención de visitar una provincia, o un conquistador quería recorrer sus
dominios, las carreteras se allanaban y enderezaban y acondicionaban. Lo que
Juan estaba diciendo era: « No importa quién sea yo, que no soy nadie; soy sólo
una, voz que os dice que os preparéis para recibir al Rey, que viene de
camino.» Juan era lo que debiera ser todo verdadero predicador y maestro: sólo
una voz, un indicador que señala al Rey. Lo que menos le interesaba era que le
miraran a él; quería que le olvidaran y que no vieran nada más que al Rey. La
misión de Juan era solamente preparar el camino. La grandeza que le
correspondiera procedía de la suprema grandeza de
Aquel Cuya venida anunciaba. Es el gran ejemplo de todos los que están
dispuestos a pasar desapercibidos para que se vea a Jesucristo.
Juan no era más que un dedo señalando a Cristo. Que Dios nos dé gracia
para olvidarnos de nosotros mismos y acordarnos sólo de Cristo.