jueves, 29 de agosto de 2013

EL TESTIMONIO DE JUAN EL BAUTISTA

LECCION ESCUELA DOMINCAL DOMINGO 01-08-22013

JUAN 1: 19-28
ISAIAS 40: 3
INTRODUCCION:
                               Juan empieza la parte narrativa de su evangelio con este pasaje. Ya nos ha presentado en el prólogo lo que se propone hacer: está escribiendo su evangelio para demostrar que Jesús es la Mente, la Razón, la Palabra de Dios Que ha venido a este mundo como una Persona humana. Una vez que ha expuesto su idea central, ahora empieza la historia de la vida de Jesús.
Juan es el evangelista que más cuidado pone en los detalles del tiempo. Empezando en este pasaje y prosiguiendo hasta 2:11 nos cuenta paso a paso la historia de la primera semana clave de la vida pública de Jesús. Los sucesos del primer día se encuentran en 1:19-28; la historia del segundo día, en 1:29-34; el tercer día se desarrolla en 1:35-39; los tres versículos 1:40-42 nos cuentan la historia del cuarto día; los acontecimientos del quinto día se relatan en 1:43-51; el sexto día queda en blanco, y los acontecimientos del último día de la semana se encuentran en 2:1-11.
En esta misma sección de 1:19 a 2:11, el Cuarto Evangelio nos da tres clases diferentes de testimonio de la grandeza y unicidad de Jesús.
1.- Está el testimonio de Juan el Bautista (1:19-34).
2.- Está el testimonio de los que aceptaron a Jesús como Maestro y se enrolaron como Sus discípulos (1:41-51):
3.- Está el testimonio de los poderes maravillosos de Jesús (2:1-11).
Juan nos está presentando a Jesús en tres contextos diferentes, y en cada uno de ellos nos muestra la suprema maravilla de Su Persona.
DESARROLLO:
                               No cabe duda alguna, Juan el Bautista fue único. Vistió en forma rara, se alimentó con cosas extrañas y presentó un mensaje poco usual a los habitantes de Judea que salieron a su encuentro en regiones desoladas.
Sin embargo, Juan no intentaba buscar provecho personal con su peculiaridad. En cambio, se propuso obedecer. Sabía que tenía un papel específico que cumplir en el mundo: anunciar la venida del Salvador, y puso todas sus energías para cumplir esta tarea. Lucas nos dice que Juan estuvo en el desierto cuando recibió la palabra de Dios. Juan estaba listo y esperaba. El ángel que anunció su nacimiento a Zacarías dejó en claro que este niño sería nazareo, uno apartado para el servicio de Dios. Juan se mantuvo fiel a esa descripción.
Este hombre de aspecto salvaje no tenía poder ni posición en el sistema político judío, pero habló con una autoridad casi irresistible. La gente se conmovía con sus palabras porque decía la verdad, los desafiaba a dejar el pecado y a bautizarse en señal de arrepentimiento. Respondieron por cientos. Aunque las multitudes lo rodeaban, no buscó ser el centro, nunca olvidó que su papel principal fue anunciar la venida del Salvador.
Las palabras de verdad que movieron a muchos al arrepentimiento aguijoneó a otros, motivando resistencia y enojo. Juan aun desafió al rey Herodes a que admitiera su pecado. Herodías, la mujer con la que Herodes se unió ilegalmente, decidió librarse de este predicador solitario. A pesar de que lo mató, no le fue posible detener su mensaje. Aquel al que Juan anunció ya estaba en acción. Juan cumplió con su misión.
Dios nos ha dado un propósito para vivir y podemos confiar que Él nos guiará. Juan no tenía la Biblia completa, como la tenemos hoy, sin embargo, centró su vida a la luz de lo que sabía de las Escrituras del Antiguo Testamento. Asimismo, nosotros podemos descubrir en la Palabra de Dios las verdades que Dios quiere que sepamos. Y a medida que estas verdades obren en nosotros, otros irán a Él. Dios puede usarlo a usted como a ningún otro. Dígale su disposición a seguirle hoy.
La representación que vino a entrevistar a Juan estaba formada por dos clases de personas. (a) Primeramente, había sacerdotes y levitas; su interés era muy natural, porque Juan era hijo de Zacarías, que era sacerdote (Lucas 1:5). En el judaísmo, la única cualificación necesaria para ser sacerdote era la ascendencia. Si uno no era descendiente de Aarón, no tenía posibilidad de ser sacerdote; pero, si lo era, nada se lo podía impedir, salvo ciertos defectos físicos que la Ley especificaba. Por tanto, para las autoridades Juan el Bautista era de hecho sacerdote, y era muy natural que los sacerdotes quisieran descubrir por qué se estaba comportando de una manera tan extraña. (b) En segundo lugar, había emisarios de los fariseos. Es muy posible que detrás de todo esto estuviera el Sanedrín. Juan era un predicador que atraía a las multitudes. Una de las funciones del Sanedrín era encargarse de cualquiera que fuera sospechoso de ser un falso profeta. El Sanedrín puede que se considerara obligado a comprobar si ese era el caso de Juan.

Juan no se ajustaba a la idea generalmente aceptada de un sacerdote. Ni tampoco de la de un predicador. Por tanto, las autoridades eclesiásticas del día  miraban con sospecha. La Iglesia siempre corre peligro de condenar cualquier cosa nueva simplemente por serlo. En cierto sentido, puede que no haya otra institución en el mundo que se, dé por ofendida con los cambios tanto como la Iglesia. A menudo rechaza a grandes predicadores y se niega a emprender muchas grandes aventuras sencillamente porque sospecha de todo lo nuevo.
CONCLUSION:
                               Le preguntaron a  Juan quién era, y su respuesta fue que no era nada más que una voz que llamaba al pueblo a preparar el camino para la venida del Rey.. La cita es de Isaías 40:3. Los cuatro evangelios la citan (Marcas 1:3; Mateo 3: 3; y Lucas 3:4).
La idea que encierra es la siguiente: Las carreteras del Oriente en aquellos tiempos no estaban pavimentadas; eran meros caminos. Cuando un rey tenía intención de visitar una provincia, o un conquistador quería recorrer sus dominios, las carreteras se allanaban y enderezaban y acondicionaban. Lo que Juan estaba diciendo era: « No importa quién sea yo, que no soy nadie; soy sólo una, voz que os dice que os preparéis para recibir al Rey, que viene de camino.» Juan era lo que debiera ser todo verdadero predicador y maestro: sólo una voz, un indicador que señala al Rey. Lo que menos le interesaba era que le miraran a él; quería que le olvidaran y que no vieran nada más que al Rey. La misión de Juan era solamente preparar el camino. La grandeza que le correspondiera procedía de la suprema grandeza de
Aquel Cuya venida anunciaba. Es el gran ejemplo de todos los que están dispuestos a pasar desapercibidos para que se vea a Jesucristo.

Juan no era más que un dedo señalando a Cristo. Que Dios nos dé gracia para olvidarnos de nosotros mismos y acordarnos sólo de Cristo. 

jueves, 22 de agosto de 2013

EL VERBO Y SU RELACION CON EL MUNDO

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 25-08-2013

JUAN 1: 11-18
1 TIMOTEO 3: 16

INTRODUCCION:
                               Con esta sección, el autor vuelve a la consideración del Verbo y agrega dos hechos asombrosos. El Verbo eterno, siendo verdadero Dios, tomó sobre sí la naturaleza humana y, segundo, cuando lo hizo, la humanidad en general no quiso recibirlo. Morris comenta: “Juan toma cuidado para que no perdamos de vista ni las buenas nuevas de la encarnación de Dios, ni la tragedia del rechazo de parte de la humanidad”.
DESARROLLO:
                               Jesús vino a una tierra que era especialmente la tierra de Dios, y a un pueblo que era especialmente el pueblo de Dios.
Era de esperar que aquella nación le hubiera recibido con los brazos abiertos y con todas las puertas abiertas; que se le hubiera dado la bienvenida como a un viajero que llegara a su propia casa; o, más aún, como a un rey que llegara a su nación... Pero Le rechazaron. Le recibieron con odio en vez de con adoración.
Aquí tenemos la tragedia de un pueblo que había sido elegido y preparado para una tarea, y que se negó a cumplirla.
Puede que unos padres ahorren y se sacrifiquen para darle su hijo o a su hija una oportunidad en la vida, para que tenga una preparación para algún trabajo u oportunidad especial... y, cuando llega el momento, .la persona por la que se sacrificó todo se niega a aprovechar la oportunidad o falla miserablemente al enfrentarse con el desafío. Ahí está la tragedia.
Vv 10 ss
En el mundo estaba introduce tres ideas en cuanto al Verbo de Dios. Primero, el verbo estaba es del tiempo imperfecto, indicando una presencia continua. Segundo, y el mundo fue hecho por medio de él repite el concepto del v. 3, recordando que todo lo que existe en el mundo “llegó a existir” por su intervención personal. Tercero, Juan llega a la culminación de su argumento: pero el mundo no le conoció. Nótese la progresión del argumento. El Verbo de Dios vino personalmente al mundo, creó el mundo y todo lo que en él hay, pero trágicamente el mundo no le conoció. Obsérvese el cambio en el significado del término mundo empleado tres veces en este versículo.
·         Primero, se refiere al mundo habitado;
·         Segundo, se refiere al mundo terrenal y todo lo que en él está;
·         Tercero, se refiere a la humanidad caída y, sin embargo, el objeto del amor de Dios.
No le conoció merece una atención especial.  Se refiere a un conocimiento más que intelectual; Juan tiene en mente un conocimiento íntimo y  personal, que incluye un compromiso. La razón por esta falta de conocimiento, como se aclara luego, no es falta de oportunidad, ni conocimiento intelectual, sino se debe a la voluntad contraria, rebelde, el eterno no querer.
La tragedia del rechazo se presenta en su dimensión más lamentable e inexcusable. A lo suyo vino es lit. “a sus propias cosas vino” o “a sus posesiones vino”. Morris comenta que la expresión se traduce “en su casa” en otros pasajes (p. ej., 19:27). Hay un ligero cambio entre lo suyo y los suyos: el primero, se refiere a todas las cosas, pero el segundo, de género masculino, a seres humanos.
Lo lógico es que los suyos, los judíos, de entre toda la humanidad, tendrían que haberlo recibido primero.
No es que vino a una tierra extraña, a un pueblo extraño, ni al mundo en general, sino que vino a Israel, el pueblo de Dios que había gozado abundantes bendiciones de su mano.
Es terriblemente patético lo que se dice aquí: «Vino a Su propio hogar, y los suyos no le dieron la bienvenida.» Eso Le  sucedió a Jesús hace mucho... y Le sigue sucediendo.
Esta vez Juan no dice “no le conoció” (v. 10), sino que no le recibieron, pero las dos expresiones están íntimamente relacionadas, la primera dando lugar a la segunda. El verbo recibieron implica una bienvenida o una recepción a una relación personal e íntima, tal como la conyugal (ver 14:3; Mat. 1:20, 24).
Pero a todos los que le recibieron indica dos cosas: primero, el rechazo no fue total y, segundo, la decisión de recibirle dependía de la disposición de cada uno.
A los que creen en su nombre Les dio derecho de ser hechos hijos de Dios encierra tres términos importantes en la cristología juanina. El Verbo de Dios les dio, a los que creen en su nombre, la gracia o dádiva de aceptarle. La salvación es una dádiva, o gracia, de Dios de principio a fin. Derecho de ser se entiende como “autoridad” o “privilegio” más bien que “poder”. Además, el verbo ser traduce un término griego que significa “llegar a ser”. Las personas que reciben a Jesús, reciben a la vez la autoridad de ese enorme privilegio de llamarse “niños de Dios”. Que nacen espiritualmente por fe en Jesús.
En Juan 3,16 el apóstol nos muestra el trasfondo de la encarnación: el gran amor de Dios por un mundo perdido. Sin embargo, también aquí muestra el amor de Dios, diciendo que el Verbo habitó (lit. "en una tienda") entre nosotros. Este es el inicio del cumplimiento de la promesa que Dios había entregado a su pueblo Israel (Lev.26,11; Is. 57,15), diciendo que Él moraría en medio de ellos. El tiempo de la salvación de Dios ha llegado. Los apóstoles como testigos oculares vieron su gloria, el resplandor de la majestad de Dios, no como si fuera un resplandor cegador y mortal, sino lleno de gracia y de verdad. Así era la gloria del Unigénito del Padre. No una gloria que brilla para sí mismo, sino una que brilla y comunica verdadera gracia a los suyos.

CONCLUSION
                              
Todo argumento para negar la divinidad de Jesucristo es falso. Existen sectas y pensamientos modernos, algunos provenientes de ciertas tendencias teológicas, que intentan negar la divinidad de Jesús, o tratan de minimizarla (como los Testigos de Jehová que dicen que Jesús era un "dios" y no Dios). Por el contexto del capítulo uno no cabe duda que Jesús es el Verbo que era con Dios y que es Dios. A Él se le atribuyen eternidad, deidad y omnipotencia. Además sólo en Él se halla la vida, es decir, una calidad de vida caracterizada por la comunión con Dios; sólo Él nos da luz para conocer el corazón de Dios; sólo Él triunfó sobre las tinieblas. Es por todo esto que Jesucristo es la única persona que puede satisfacer nuestras necesidades.

jueves, 15 de agosto de 2013

“EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS”

LECCION PARA EL DOMINGO 18 DE AGOSTO
JUAN 1: 1 – 10
COLOSENSES 2: 9

INTRODUCCION AL EVANGELIO DE JUAN:
ÉL DIJO y las galaxias rotaron en su lugar, las estrellas resplandecieron en los cielos y los planetas comenzaron a girar en las órbitas alrededor de sus soles: palabras imponentes, sin límites, poder sin ataduras. Habló otra vez y las aguas y continentes se llenaron de plantas y criaturas que corrían, nadaban, crecían y se multiplicaban: palabras que dan vida, inspiración, que hacen vibrar la vida. Volvió a hablar y se formaron el hombre y la mujer, pensaban, hablaban y amaban: palabras de gloria personal y creativa. Eterno, infinito e ilimitado: Él fue, es y siempre será el Hacedor y Señor de todo lo que existe.
Y luego vino en la carne a un punto del universo llamado planeta tierra. El Creador poderoso vino a formar parte de la creación, limitado por tiempo y espacio, susceptible a la edad, a las enfermedades y a la muerte. Pero el amor lo impulsó y por eso vino a salvar y a rescatar a los que estaban perdidos y darles el don de la eternidad. Él es el Verbo; Él es Jesús, el Cristo.
Esta es la verdad que el apóstol Juan nos revela en su libro. El Evangelio de Juan no es la narración de la vida de Jesús, es un argumento poderoso en cuanto a la encarnación, una demostración concluyente de que Jesús fue y es el Hijo de Dios enviado del cielo y la única fuente de vida eterna.
Juan expone la identidad de Cristo desde sus primeras palabras: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (1.1, 2) y en el resto del libro continúa el tema. Juan, el testigo, escogió ocho de los milagros de Cristo (o señales, como Él las llamó), que revelan la naturaleza divina/humana de Cristo y su misión en la que da su vida. Estas señales son: (1) cambiar el agua en vino (2.1–11), (2) sanar al hijo de un oficial del rey (4.46–54), (3) sanar al paralítico de Betesda (5.1–9), (4) alimentar a más de cinco mil con unos cuantos panes y peces (6.1–14), (5) caminar sobre el mar (6.15–21), (6) sanar la vista a un ciego (9.1–41), (7) resucitar a Lázaro (11.1–44) y, más tarde, la resucitar Él, (8) dar a los discípulos una abrumadora pesca de peces (21.1–14).
En cada capítulo la divinidad de Cristo se revela. Y Juan subraya la verdadera identidad de Jesús mediante los títulos que utiliza: Verbo, Hijo unigénito, Cordero de Dios, Hijo de Dios, Pan de vida, resurrección y vida, vid. Y la fórmula es: «Yo soy». Cuando Jesús usa esta frase, afirma su preexistencia y su deidad eterna. Jesús dice: «Yo soy el pan de vida» (6.35), «Yo soy la luz del mundo» (8.12; 9.5); «Yo soy la puerta» (10.7); «Yo soy el buen pastor» (10.11, 14); «Yo soy la resurrección y la vida» (11.25); «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida» (14.6) y «Yo soy la vid verdadera» (15.1).
Sin dudas, la señal más sobresaliente es la resurrección y Juan nos brinda un conmovedor testimonio del hallazgo de la tumba vacía. Luego narra varias apariciones posteriores a este hecho.
Juan, el fiel seguidor de Cristo, nos ha dado una visión personal y poderosa de Jesús, el Hijo eterno de Dios. A medida que usted lea su historia propóngase creer y seguirle.
DESARROLLO:
                               El propósito de Juan es probar que Jesús es el Hijo de Dios y que todos los que crean en Él tendrán vida eterna.
Sus destinatarios, nuevos creyentes e inconversos que buscan  a Cristo. Tiene como versículo clave, Juan 20: 30-31: «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre»
En sus características partículas encontramos que de los ocho milagros descritos, seis son únicos (en relación con los Evangelios), como es el caso del discurso en el aposento alto (capítulos 14–17). Más del noventa por ciento de Juan es único,. Juan no incluye una genealogía ni referencia alguna al nacimiento de Jesús, su niñez, tentación, transfiguración, elección de sus discípulos, tampoco hay parábolas, ascensión ni la Gran Comisión.
Juan aclara que Jesús no es solo un hombre, es el eterno Hijo de Dios. Es la luz del mundo porque ofrece este regalo de vida eterna a todo el género humano. Qué ceguera y necedad al considerar a Jesús simplemente como un buen hombre poco común o un maestro moral. Y aun algunas veces actuamos como si esto fuera cierto sobre todo cuando nos movemos alrededor de sus palabras y vivimos a nuestra manera. Si Jesús es el eterno Hijo de Dios, debiéramos poner atención a su identidad divina y a su vida que comunica un mensaje.
Durante Su ministerio, Jesús se reúne con individuos, predica a grandes multitudes, prepara a sus discípulos y debate con los líderes religiosos. El mensaje, de que es el Hijo de Dios, recibe una reacción mixta. Algunos lo adoran, otros dudan, otros se retiran y algunos quieren su silencio. Vemos la misma diversidad de reacciones hoy. Los tiempos han cambiado, pero los corazones de las personas siguen duros. Podemos vernos en estos encuentros que Jesús tenía con la gente y nuestra reacción podría ser adorarle y seguirle.
Juan nos muestra que Jesús es único como el Hijo especial de Dios y al mismo tiempo es totalmente Dios. Por eso, está en condiciones de revelarnos a Dios de manera clara y detallada. Debido a que Jesús es el Hijo de Dios, podemos confiar por completo en lo que dice. Al confiar en Él, recibiremos una mente abierta para entender el mensaje de Dios y llevar a cabo su propósito en nuestras vidas.
Jesús enseñó a sus discípulos que el Espíritu Santo vendría después que Él ascendiera de la tierra. El Espíritu Santo luego moraría, guiaría, aconsejaría y consolaría a quienes le siguen. La presencia y el poder de Cristo se multiplican a través del Espíritu Santo en todos los que creen. A través del Espíritu Santo de Dios vamos a Él por la fe. Debemos conocer al Espíritu Santo para comprender todo lo que Jesús enseñó. Podemos experimentar el amor y la dirección de Jesús en la medida que permitamos al Espíritu Santo hacer su trabajo en nosotros.
CONCLUSION:

                ¿Qué quiere decir Juan con el Verbo? El Verbo era una expresión usada por teólogos y filósofos, judíos y griegos por igual, de muchas maneras diferentes. En las Escrituras hebreas, el Verbo era un agente de creación (Salmo 33.6), la fuente del mensaje de Dios a su pueblo por medio de sus profetas (Oseas 1.2) y la ley de Dios, su norma de santidad (Salmo 119.11). En la filosofía griega, el Verbo era el principio de la razón que gobernaba al mundo o el pensamiento que estaba aún en la mente, mientras que en el pensamiento hebreo el Verbo era otra forma de decir Dios. La descripción de Juan muestra claramente que se refiere a Jesús (véase especialmente 1.14); un ser humano que conocía y amaba, pero que era a la vez el Creador del universo, la suprema revelación de Dios, la imagen viviente de la santidad de Dios, y «todas las cosas en Él subsisten» (Colosenses 1.17). Para los lectores judíos, «el Verbo era Dios» era una blasfemia. Para los lectores griegos, «aquel Verbo fue hecho carne» (1.14) era impensable. Para Juan, este nuevo entendimiento del Verbo era el evangelio, las buenas nuevas de Jesucristo.

miércoles, 7 de agosto de 2013

LA MENTIRA DE LOS SACERDOTES Y LA GRAN COMISIÓN

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 11 DE AGOSTO

MATEO 28: 11-20
ROMANOS 10: 14-15


INTRODUCCION:
                               En la lección anterior, vimos la urgencia de las mujeres, en cumplir la misión que se les había entregado: ANUNCIAR LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, NUESTRO BENDITO SALVADOR
La urgencia de la misión de las mujeres se nota en tres expresiones: de prisa (v. 7), a toda prisa y corrieron (v. 8). Salieron del lugar de la tumba, como disparadas por un cañón. Experimentaron dos emociones opuestas: temor y gran gozo (v. 8; comp. Fil. 2:12). El temor se debe a la manifestación del tremendo poder en la resurrección, al aspecto impresionante del ángel y quizá a la gran responsabilidad de llevar el mensaje a los discípulos. A pesar de la prohibición del ángel de no seguir con temor (v. 5), sus corazones estaban palpitando a gran velocidad. Mezclado con la emoción de temor estaba el sentimiento de gran gozo (v. 8). El gozo se debía al hecho de la noticia increíblemente buena de la resurrección de Jesús, de saber que sus esperanzas en él no habían terminado y que lo que había prometido eso había cumplido al pie de la letra.
DESARROLLO:
                               En esta lección tenemos el caso interesante de dos grupos distintos con el mismo anuncio, yendo a informar a dos grupos distintos de personas, los cuales iban a recibirlo en forma muy distinta. Mientras que las mujeres creyentes iban para compartir el anuncio de la resurrección y aparición de Jesús a los discípulos, lo cual para ellos sería muy “buenas nuevas”, algunos de los soldados iban a los sumos sacerdotes para compartir el mismo anuncio, lo cual para ellos sería muy “malas noticias”. Las mujeres iban con gran alegría, pero los soldados probablemente con temor por las posibles consecuencias de haber fallado en su misión. Se nota una relación estrecha entre la verdadera adoración y la obediencia resultante: Ellas adoraron a Jesús, él les dio un mandato (vv. 9, 10), y ellas obedecieron gozosas (v. 11).
El relato de Mateo implica claramente que los soldados estaban convencidos de que Jesús había resucitado. De otro modo, no hubiera sido necesario ofrecerles dinero para mentir. La solución más fácil hubiera sido convencerlos que habían imaginado los eventos. Sin embargo, la certeza de los soldados cerraba esa posibilidad. El testimonio de los soldados produjo sorpresa y alarma entre los líderes religiosos, pero no hay evidencia de una reflexión, ni siquiera una consideración de que quizá se habían equivocado. No hubo ninguna señal de arrepentimiento. Sus peores temores habían llegado a ser realidad, pero no se daban por vencidos. Ellos habían dicho: ¡Qué descienda ahora de la cruz, y creeremos en él! (27:42). La resurrección fue un acto mucho más espectacular que descender de la cruz. A pesar de ello, ellos persistían en su incredulidad.
Es interesante notar los medios que usaron las autoridades judías en su intento desesperado de eliminar a Jesús. Usaron la traición para apoderarse de Él: Usaron la ilegalidad para juzgarle. Usaron la calumnia para acusarle ante Pilato. Y ahora estaban usando el soborno para silenciar la verdad acerca de Él. Y todo les falló. Magna est veritas et praevalebit, decía el proverbio latino: Grande es la verdad, y ella prevalecerá. El dictamen de la Historia es que todas las maquinaciones malvadas de los hombres no pueden acabar por eliminar la verdad. El Evangelio de la bondad es más poderoso que las conjuras de la maldad.
Lunes por la mañana, presumiblemente el día después que el rumor del cuerpo robado había comenzado a divulgarse, supongamos que uno de estos guardias es detenido por un amigo que le dice: “¿Qué hay de esto que estamos oyendo acerca de que la tumba está vacía y el cuerpo desaparecido?”  Respuesta: “Lo que en realidad sucedió fue que sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras estábamos durmiendo”.
Esta persona, después de mirar al guardián con completa incredulidad por un largo rato, le dice, “¿Quisieras repetir eso? No sé si te entendí la primera vez”. Muy lentamente el soldado repite: “Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras estábamos durmiendo”. El hombre responde: “¿De veras quieres hacerme creer eso? Dijiste que tú mismo y todos los otros hombres que debían estar de guardia estaban durmiendo. Bien, si estabas durmiendo, ¿cómo sabéis lo que sucedió? Si estabais durmiendo, no visteis a nadie entrar al jardín y llevarse el cuerpo. Simplemente estáis conjeturando. Además, daré mi solución al problema de la tumba vacía. Es mucho más razonable que la vuestra. Es ésta: LA TUMBA ESTÁ VACÍA PORQUE JESÚS SE LEVANTÓ EN FORMA TRIUNFANTE. EL ES MI SALVADOR Y MI SEÑOR”.

Vv 16-20.
Aquí llegamos al final de la historia evangélica, y escuchamos las últimas palabras que les dijo Jesús a Sus hombres. Y en esta última reunión con ellos, Jesús hizo tres cosas. .
1.- Les dio la seguridad de Su poder.  No había absolutamente nada que estuviera fuera del poder  del  Que  había  muerto  y  conquistado  la  muerte. Ahora  estaban  al servicio  de  un  Señor Cuya autoridad en el Cielo y en la Tierra era indiscutible.
2.- Les dio una comisión. Los envió a hacer al mundo entero Su discípulo. Se ha sugerido, y se puede discutir  hasta la  saciedad,  que la  mención del bautismo puede que se  haya  elaborado posteriormente. El hecho indiscutible es que la comisión de Jesús es ganar a toda la humanidad para Él.
3.- Les prometió una presencia. Tiene que haber sido una cosa alucinante para aquellos once humildes  galileos  el  que  Jesús  los  mandara  a  la  conquista  del  mundo.  Aunque  lo  estaban escuchando, tiene que haberles  fallado el corazón. Pero, tan pronto como se les dio la orden, la promesa se hizo realidad. Fueron enviados  y  nosotros también,   a la más grande tarea de la Historia; pero con ellos estaba la más grande Presencia del universo.
CONCLUSION:

                                El triunfo de Cristo debe ser predicado por todo el mundo. Debido a su gran obra, Jesús ha recibido de su Padre toda la autoridad en el cielo y en la tierra. Todos los poderes deben someterse ante Él. La manera en la cual Jesús vencerá es mediante la predicación del evangelio. Aquella predicación nunca puede ser un anuncio de las buenas nuevas `sin compromiso'. Jesús tiene el derecho sobre la vida de todos; por ende, los apóstoles y después de ellos, la iglesia, tienen la misión de hacer discípulos a todas las naciones. Hacer discípulo significa (mediante el poder del Espíritu Santo) dar vida a un pueblo que cree en Jesús como su Señor y le obedece. En la práctica es un proceso largo. Cuesta tiempo penetrar en las naciones y culturas con el evangelio. Hay muchas barreras. La iglesia, sin embargo, puede apoyarse en la fuerza del Espíritu y en la presencia continua de Jesús, "todos los días, hasta el fin del mundo". Esta promesa, por supuesto, contiene un gran consuelo para la vida personal, pero su primera aplicación es con referencia a la obra misionera y evangelística de la iglesia. Apoyados en esta promesa podemos seguir predicando el evangelio; hacer discípulos y enseñar los principios del reino: el perdón y el amor abundante.