miércoles, 7 de agosto de 2013

LA MENTIRA DE LOS SACERDOTES Y LA GRAN COMISIÓN

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 11 DE AGOSTO

MATEO 28: 11-20
ROMANOS 10: 14-15


INTRODUCCION:
                               En la lección anterior, vimos la urgencia de las mujeres, en cumplir la misión que se les había entregado: ANUNCIAR LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, NUESTRO BENDITO SALVADOR
La urgencia de la misión de las mujeres se nota en tres expresiones: de prisa (v. 7), a toda prisa y corrieron (v. 8). Salieron del lugar de la tumba, como disparadas por un cañón. Experimentaron dos emociones opuestas: temor y gran gozo (v. 8; comp. Fil. 2:12). El temor se debe a la manifestación del tremendo poder en la resurrección, al aspecto impresionante del ángel y quizá a la gran responsabilidad de llevar el mensaje a los discípulos. A pesar de la prohibición del ángel de no seguir con temor (v. 5), sus corazones estaban palpitando a gran velocidad. Mezclado con la emoción de temor estaba el sentimiento de gran gozo (v. 8). El gozo se debía al hecho de la noticia increíblemente buena de la resurrección de Jesús, de saber que sus esperanzas en él no habían terminado y que lo que había prometido eso había cumplido al pie de la letra.
DESARROLLO:
                               En esta lección tenemos el caso interesante de dos grupos distintos con el mismo anuncio, yendo a informar a dos grupos distintos de personas, los cuales iban a recibirlo en forma muy distinta. Mientras que las mujeres creyentes iban para compartir el anuncio de la resurrección y aparición de Jesús a los discípulos, lo cual para ellos sería muy “buenas nuevas”, algunos de los soldados iban a los sumos sacerdotes para compartir el mismo anuncio, lo cual para ellos sería muy “malas noticias”. Las mujeres iban con gran alegría, pero los soldados probablemente con temor por las posibles consecuencias de haber fallado en su misión. Se nota una relación estrecha entre la verdadera adoración y la obediencia resultante: Ellas adoraron a Jesús, él les dio un mandato (vv. 9, 10), y ellas obedecieron gozosas (v. 11).
El relato de Mateo implica claramente que los soldados estaban convencidos de que Jesús había resucitado. De otro modo, no hubiera sido necesario ofrecerles dinero para mentir. La solución más fácil hubiera sido convencerlos que habían imaginado los eventos. Sin embargo, la certeza de los soldados cerraba esa posibilidad. El testimonio de los soldados produjo sorpresa y alarma entre los líderes religiosos, pero no hay evidencia de una reflexión, ni siquiera una consideración de que quizá se habían equivocado. No hubo ninguna señal de arrepentimiento. Sus peores temores habían llegado a ser realidad, pero no se daban por vencidos. Ellos habían dicho: ¡Qué descienda ahora de la cruz, y creeremos en él! (27:42). La resurrección fue un acto mucho más espectacular que descender de la cruz. A pesar de ello, ellos persistían en su incredulidad.
Es interesante notar los medios que usaron las autoridades judías en su intento desesperado de eliminar a Jesús. Usaron la traición para apoderarse de Él: Usaron la ilegalidad para juzgarle. Usaron la calumnia para acusarle ante Pilato. Y ahora estaban usando el soborno para silenciar la verdad acerca de Él. Y todo les falló. Magna est veritas et praevalebit, decía el proverbio latino: Grande es la verdad, y ella prevalecerá. El dictamen de la Historia es que todas las maquinaciones malvadas de los hombres no pueden acabar por eliminar la verdad. El Evangelio de la bondad es más poderoso que las conjuras de la maldad.
Lunes por la mañana, presumiblemente el día después que el rumor del cuerpo robado había comenzado a divulgarse, supongamos que uno de estos guardias es detenido por un amigo que le dice: “¿Qué hay de esto que estamos oyendo acerca de que la tumba está vacía y el cuerpo desaparecido?”  Respuesta: “Lo que en realidad sucedió fue que sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras estábamos durmiendo”.
Esta persona, después de mirar al guardián con completa incredulidad por un largo rato, le dice, “¿Quisieras repetir eso? No sé si te entendí la primera vez”. Muy lentamente el soldado repite: “Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras estábamos durmiendo”. El hombre responde: “¿De veras quieres hacerme creer eso? Dijiste que tú mismo y todos los otros hombres que debían estar de guardia estaban durmiendo. Bien, si estabas durmiendo, ¿cómo sabéis lo que sucedió? Si estabais durmiendo, no visteis a nadie entrar al jardín y llevarse el cuerpo. Simplemente estáis conjeturando. Además, daré mi solución al problema de la tumba vacía. Es mucho más razonable que la vuestra. Es ésta: LA TUMBA ESTÁ VACÍA PORQUE JESÚS SE LEVANTÓ EN FORMA TRIUNFANTE. EL ES MI SALVADOR Y MI SEÑOR”.

Vv 16-20.
Aquí llegamos al final de la historia evangélica, y escuchamos las últimas palabras que les dijo Jesús a Sus hombres. Y en esta última reunión con ellos, Jesús hizo tres cosas. .
1.- Les dio la seguridad de Su poder.  No había absolutamente nada que estuviera fuera del poder  del  Que  había  muerto  y  conquistado  la  muerte. Ahora  estaban  al servicio  de  un  Señor Cuya autoridad en el Cielo y en la Tierra era indiscutible.
2.- Les dio una comisión. Los envió a hacer al mundo entero Su discípulo. Se ha sugerido, y se puede discutir  hasta la  saciedad,  que la  mención del bautismo puede que se  haya  elaborado posteriormente. El hecho indiscutible es que la comisión de Jesús es ganar a toda la humanidad para Él.
3.- Les prometió una presencia. Tiene que haber sido una cosa alucinante para aquellos once humildes  galileos  el  que  Jesús  los  mandara  a  la  conquista  del  mundo.  Aunque  lo  estaban escuchando, tiene que haberles  fallado el corazón. Pero, tan pronto como se les dio la orden, la promesa se hizo realidad. Fueron enviados  y  nosotros también,   a la más grande tarea de la Historia; pero con ellos estaba la más grande Presencia del universo.
CONCLUSION:

                                El triunfo de Cristo debe ser predicado por todo el mundo. Debido a su gran obra, Jesús ha recibido de su Padre toda la autoridad en el cielo y en la tierra. Todos los poderes deben someterse ante Él. La manera en la cual Jesús vencerá es mediante la predicación del evangelio. Aquella predicación nunca puede ser un anuncio de las buenas nuevas `sin compromiso'. Jesús tiene el derecho sobre la vida de todos; por ende, los apóstoles y después de ellos, la iglesia, tienen la misión de hacer discípulos a todas las naciones. Hacer discípulo significa (mediante el poder del Espíritu Santo) dar vida a un pueblo que cree en Jesús como su Señor y le obedece. En la práctica es un proceso largo. Cuesta tiempo penetrar en las naciones y culturas con el evangelio. Hay muchas barreras. La iglesia, sin embargo, puede apoyarse en la fuerza del Espíritu y en la presencia continua de Jesús, "todos los días, hasta el fin del mundo". Esta promesa, por supuesto, contiene un gran consuelo para la vida personal, pero su primera aplicación es con referencia a la obra misionera y evangelística de la iglesia. Apoyados en esta promesa podemos seguir predicando el evangelio; hacer discípulos y enseñar los principios del reino: el perdón y el amor abundante.

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