miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL CORDERO DE DIOS

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 08-09-2013

JUAN 1: 29 – 34
LUCAS 3: 21 – 22

INTRODUCCION:
                               Con esto llegamos al segundo día de aquella semana clave de la vida de Jesús. Ya entonces habrían tenido lugar el bautismo y las tentaciones de Jesús, Que estaría a punto de iniciar la labor para la que había venido al mundo. De nuevo nos introduce el Cuarto Evangelio a Juan presentando espontáneamente a Jesús al pueblo con el máximo respeto. Le da ese título sublime que se ha entretejido indeleblemente en el lenguaje de la devoción: El Cordero de Dios.

DESARROLLO:
                               ¿Qué tenía Juan en mente cuando pronunció ese título? Hay por lo menos cuatro figuras que han contribuido por lo menos en parte:

1.- Es probable que Juan estuviera pensando en el cordero pascual. La fiesta de la Pascua estaba bastante próxima (Juan 2:13). La antigua historia de la Pascua decía que fue la sangre de un cordero inmolado la que protegió las casas de los israelitas la noche que salieron huyendo de Egipto (Éxodo 12: I 1-13). Aquella noche, cuando el ángel de la muerte iba a pasar matando a los hijos mayores de los egipcios, los israelitas tuvieron que untar los lados de sus puertas con la sangre de un cordero inmolado para que, cuando la viera el ángel, pasara de largo. La sangre del cordero pascual los libró de la destrucción.
Hay una liberación que sólo Jesucristo puede ganar para nosotros.

2.- Juan era hijo de sacerdote, y conocería todo el ritual del templo y de los sacrificios. Todas las mañanas y todas las tardes se sacrificaba en el templo un cordero por los pecados del pueblo (Éxodo 29:38-42). Mientras el templo estuvo en pie se hicieron estos sacrificios. Aun cuando la gente se moría de hambre en la guerra y el asedio, nunca se omitieron esos sacrificios hasta que el templo fue destruido totalmente el año 70 d.C. Puede que Juan quisiera decir: « En el templo se ofrece un cordero todas las tardes y las mañanas por los pecados del pueblo; pero en este Jesús está el único Sacrificio que puede librar al mundo del pecado.»

3.- Hay dos grandes figuras del cordero en los profetas. Jeremías escribió: « Yo era como un cordero inocente que se lleva a degollar» (Jeremías 11:19). E Isaías nos presenta la gran escena profética de Uno «que fue llevado al matadero como un cordero» (Isaías 53:7). Ambos grandes profetas contemplaron proféticamente al Que, con Sus sufrimientos y Sacrificio soportados humilde y amorosamente, redimiría a Su pueblo. Tal vez Juan estaba pensando: «Nuestros profetas hablaron de Uno que había de amar y sufrir y morir por el pueblo; Ése es el Que ha venido.»

4.- Hay una cuarta escena que debía de ser muy familiar a los judíos, aunque a nosotros nos resulta muy extraña. Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento transcurrieron los días de las luchas heroicas de los Macabeos. En aquellos días el cordero, y más especialmente el carnero con cuernos, era el símbolo de un gran conquistador. Así se describe simbólicamente a Judas Macabeo, como sucedió con Samuel, David y Salomón. El cordero, aunque nos parezca extraño, representaba al campeón conquistador de Dios. Esta no era una imagen de debilidad .e inocencia gentil, sino más bien de majestad y poder conquistador. Jesús era el Campeón de Dios que luchó con el pecado y lo venció en combate singular.
                Hay tesoros maravillosos en esta frase El Cordero de Dios. Vuelve a aparecer casi obsesivamente en el Apocalipsis, veintinueve veces. Se ha convertido en uno de los títulos más preciosos de Cristo. En una palabra resume el amor, el sacrificio, el sufrimiento y el triunfo de Cristo.
De nuevo Juan deja bien claro cuál era su única misión: señalar a Cristo. Juan no era nada, y Cristo lo era todo. Juan no pretendía ninguna grandeza ni ningún reconocimiento para él; era sólo el hombre que, como si dijéramos, descornó el telón y dejó a Jesús ocupar en solitario el centro de la escena.
Vv 32-34
Algo había sucedido en el bautismo de Jesús que le había convencido a Juan sin dejarle la menor duda de que Jesús era el Hijo de Dios. Como lo comprendieron los padres de la Iglesia hace muchos siglos, fue algo que sólo podía verse con los ojos del alma y de la mente. Pero Juan lo vio, y estaba convencido.
En Su bautismo, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús de una manera diferente de la que había venido sobre otras personas. Muchos profetas tenían lo que podríamos llamar experiencias aisladas del Espíritu. Algunos tenían momentos deslumbrantes, de poder extraordinario, de valor sobrehumano; pero esos momentos aparecían y desaparecían. Dos veces (versículos 32 y 33) Juan anota específicamente que el Espíritu permaneció sobre Jesús. No se trataba de una inspiración momentánea, sino que el Espíritu residió en Jesús con carácter permanente.
Si recordamos la concepción judía del Espíritu podemos decir que cuando el Espíritu toma posesión de una persona suceden ciertas cosas:
1.- Su vida se ilumina. Viene a ella el conocimiento de Dios y de Su voluntad. Sabe cuál es el propósito de Dios, lo que quiere decir la vida y cuál es su deber. Algo de la sabiduría y de la luz de Dios ha venido a su vida.

2.- Su vida se fortalece. El conocimiento sin poder es algo desazonador y frustrante. Pero el Espíritu nos da, no sólo el conocimiento de lo que es la voluntad de Dios, sino también la fuerza y el poder para obedecerla. El Espíritu nos da una triunfante idoneidad para enfrentarnos con la vida.

3.-  Su vida se purifica. El bautismo de Jesús con el Espíritu había de ser un bautismo de fuego (Mateo 3:11; Lucas 3:16). La escoria de cosas malas, la aleación de cosas inferiores, la mezcla de impurezas se purifican en el crisol del bautismo del Espíritu Santo dejando a la persona limpia y pura.
A menudo nuestras oraciones sobre el Espíritu son una especie de formalidades litúrgicas y teológicas; pero cuando sabemos lo que estamos pidiendo esas oraciones se convierten en un clamor desesperado del corazón.                         
CONCLUSION:

Toda la humanidad comparte el mismo pecado, y es por eso que necesita con urgencia al único que la puede librar de la muerte. Todos los pecados tienen un mismo punto de partida: rechazar la autoridad de Dios sobre nuestras vidas. Es este un aspecto que vale la pena considerar a la hora de compartir nuestra fe, ya que la gente tiene un concepto totalmente errado de lo que es pecado, y sólo lo relaciona con asuntos de la moral, o de la injusticia social. Ahora bien, no decimos que por el simple hecho de dar a conocer el significado de lo que es pecado la gente se convertirá, sin embargo, esto nos ayudará a ser más claros en lo que queremos transmitir y recibir una respuesta más sincera de la gente.

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