viernes, 29 de noviembre de 2013

EL TESTIMONIO DE LA SAMARITANA

LECCION ESCUELA DOMINICAL  01 DE DICIEMBRE

JUAN 4: 27-38
SALMO 40: 8
INTRODUCCION:
                               Síntesis de 4:1–26
Para evitar una crisis prematura Jesús salió de Judea y fue a Galilea. Tenía que pasar por Samaria. Cuando llegó a Sicar, en dicha provincia, se sentó, cansado y sediento junto al pozo o fuente de Jacob. Allí entabló conservación con una mujer samaritana que llevaba una vida inmoral. Le pidió de beber, le habló del agua viva que él podía darle, le dijo que esta agua viva no sólo le apagaría la sed sino que se la suprimiría, le reveló los secretos de su vida de pecado, le mostró el carácter de la verdadera adoración, y, por último, se le reveló como Mesías.
El corazón de la mujer se rebeló contra el descubrimiento de su estado pecaminoso e intentó cambiar de tema. Parece que al principio la mujer lleva el control de la conversación y el Señor permite esta desviación. Pero sin darse cuenta, la mujer va siendo conducida a la meta que el mismo Señor ha establecido.
¿Es esta mujer, en su intento de rehuir el verdadero problema, un símbolo del pecador en su estado natural? ¿Es la forma en que Cristo se dirige a ella un ejemplo que debemos seguir al tratar con los perdidos?
Esta sección nos muestra una serie progresiva de sorpresas. Jesús revela poco a poco quién es él: y en perfecta armonía con esta revelación gradual, la confesión de la mujer también avanza, de modo que en este forastero ve primero a un judío, luego a un profeta, y por último al Cristo.
DESARROLLO:
                               4:27 En ese momento vinieron sus discípulos. Obsérvese: ¡En ese momento! Los discípulos habían terminado sus asuntos en Sicar y regresaron por supuesto al pozo. Jesús acaba de hacer su gran declaración alcanzando el punto culminante de una forma natural y sin violencia. Pero la providencia divina es tal, que en aquel preciso momento llegaron los discípulos—no antes, para no interrumpir la conversación con la mujer, y no después, para que los discípulos no dejaran de presenciar este gran acontecimiento (la condescencia del Señor con esta mujer samaritana), con todas sus consecuencias misioneras. Esto es una manifestación e ilustración gloriosa de la operación de la providencia de Dios para la extensión de su reino.
Los discípulos llegaron y se maravillaron de qué hablaba con una mujer. ¿Acaso no era un rabí? ¿Cómo podía, pues, ignorar aquella regla rabínica que decía: “Nadie hable con una mujer en la calle, no, ni siquiera con su propia mujer”. Los discípulos estaban recibiendo una lección sobre la verdadera emancipación de la mujer. Aunque les extrañaba muchísimo lo que veían y oían, su reverencia hacia el Maestro era tan grande que ninguno dijo: ¿Qué deseas (de ella)? La contestación, de haberse dado, hubiera sido: Que me dé agua. Ni tampoco le preguntaron: ¿Por qué hablas con ella? Pues la respuesta hubiera sido: Para darle agua viva.
Entonces la mujer dejó su cántaro, y regresó a la ciudad…Las maravillosas nuevas que la mujer acababa de recibir (y que tenía que decir a otros), y la llegada de los discípulos, determinaron que ella regresara a la ciudad. El cántaro lo dejó en el pozo. Con frecuencia se interpreta esto como si quisiera decir que, nerviosa por extraños sucesos que habían ocurrido, se olvidó del cántaro al marchar precipitadamente a dar las noticias a todos.
La invitación que hace la mujer nos hace recordar las palabras de Jesús (1:39) y de Felipe (1:46). No solamente extendió la invitación con una exclamación imperativa, sino que dio el motivo para despertar su interés y moverlos a responder. Literalmente ella dice que “me dijo todas cuantas cosas que hice”. Es una exageración, pero lo que él había dicho era suficiente para que ella estuviera segura de que no quedaba nada en su vida oculto a sus penetrantes ojos.
El autor interrumpe el resultado del testimonio de la mujer para registrar la conversación entre los discípulos y Jesús, en el ínterin entre la salida de la mujer y la llegada de los hombres de la ciudad. Jesús aprovecha la ocasión para enseñarles dos lecciones:
1.       Cuáles eran sus prioridades y
2.       Cuál la misión urgente que les esperaba.
La conversación con la mujer samaritana le había dado tanta satisfacción interior como si hubiera comido un banquete suculento. Jesús había hablado a la mujer acerca de “agua viva” que salta en el interior del hombre, satisfaciendo su sed espiritual; ahora habla a sus discípulos acerca de una nutrición espiritual (v. 32) que satisface el hambre interior.
Los discípulos, así como otros (ver 2:20; 3:4; 4:11, 15), entendieron mal la respuesta de Jesús, limitados ellos a conceptos literales y materiales. La mujer no entendió lo de “agua viva” y los discípulos no entendieron lo de la “comida”. Informes como este, que dejan mal parados a los discípulos, aumentan nuestra confianza en la autenticidad de las Escrituras.
Jesús les dijo: Mi comida—la que me da satisfacción y en la que se deleita mi alma—es hacer la voluntad del que me envió—es decir, del Padre (5:36) (véase también           3:34)     y terminar su obra; esto es, conducir esta obra a su meta predestinada; cumplirla y concluirla. La noche de la última Cena, pocas horas antes de morir en la cruz, Jesús usando el participio del mismo verbo, dijo: “Yo te he glorificado en la tierra, habiendo terminado (τελειώσας) la obra que me diste que hiciese” (17:4). La naturaleza de esta obra se indica en 17:4, 6. El verbo que se usa en 19:28, 30, cuando Jesús inclinó la cabeza y entregó el espíritu diciendo: “Consumado es”, (τετέλεσται) se deriva de la misma raíz.
CONCLUSION
                                Inmediatamente, después de que Jesús se auto-revela a la samaritana, llegaron sus discípulos; sin que ella siquiera tuviera tiempo para reflexionar. Mas el Espíritu Santo penetró tan profundamente en su alma, que ella creyó. El primer fruto de su fe, fue que al momento ella se  transformó en una evangelista en su ciudad y empezó a predicar diciendo que había un hombre que le había mostrado toda la verdad de su vida, sin omitir un solo detalle. Lo dice sin avergonzarse, pues ha encontrado a aquel Mesías que había perdonado sus pecados. La gente estaba estupefacta: ¡Qué cambió tan grande y repentino había sufrido esa mujer! Al momento la gente le siguió para ver a Cristo.

Nuestra salvación depende de la disponibilidad de Jesús para cumplir la voluntad del Padre. Jesús nunca buscó el bienestar de sí mismo; buscó el bienestar de la gente. Así cumplió la misión que el Padre le había encomendado. Estemos también dispuestos a sembrar la semilla del evangelio, ya que la cosecha es de Dios.

jueves, 21 de noviembre de 2013

LA ADORACION SINCERA

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE

JUAN 4:16-26
TEXTO: SALMO 95: 6 

INTRODUCCION:
                               Cuando esta mujer se dio cuenta de que Jesús conocía su vida privada, en seguida cambió de tema. A menudo la gente se siente molesta cuando se habla de sus pecados o problemas y procura pasar a otro asunto. Si alguien nos hace eso, debiéramos encauzar de nuevo la conversación hacia Cristo. Su presencia saca a la luz el pecado y molesta a la gente, pero solo Dios puede perdonar pecados y dar vida nueva.
La mujer puso en discusión un tópico teológico popular: el mejor lugar para adorar. Pero su pregunta era una cortina de humo para proteger su profunda necesidad. Jesús condujo la conversación hacia un punto más importante: la ubicación del adorador no es ni remotamente más importante que la actitud del adorador.
DESARROLLO:
                               Después que manifestó su interés en el agua viva (a pesar de su confusión), la mujer se vio enfrentando sus pecados. La orden de Cristo: «Ve, llama a tu marido», tenía el propósito de despertar su conciencia y obligarla a que afrontara sus pecados. Nadie que esconda sus pecados se puede salvar jamás (véase Pr 28.13). Nótese cómo la mujer trató de cambiar el tema de la conversación. ¡Como los pecadores de hoy que se sienten culpables, empezó a argüir respecto a las diferencias religiosas! «¿Dónde debemos adorar?» « ¿Cuál es la verdadera religión?» Jesús destacó que lo importante es conocer al Padre y esto únicamente se puede hacer mediante la salvación, y la salvación viene de los judíos. Ahora Jesús la llevó frente a frente a sus pecados, su deseo de satisfacción y al vacío de su propia vida religiosa.
17, 18. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido.
La respuesta de la mujer es muy abrupta. Ella, que había estado hablando tanto (4:11, 12, 15), se calla de repente. Es algo interesante contar el número de palabras de cada respuesta: según el texto griego, en el versículo nueve usa 11 palabras (en siríaco, muy semejante al samaritano, 11 palabras también); en el versículo quince, 13 palabras (siríaco, 15); en los versículos once y doce 42 palabras (siríaco, 29); pero en el versículo diecisiete, sólo 3 palabras: “no tengo marido” (οὐκ ἔχω ἄνδρα; siríaco, 3 palabras también). ¿Es, entonces, soltera? ¿Tal vez viuda? Sabe muy bien que su seca respuesta no hace honor a la verdad. La mujer se ha puesto en guardia. No quiere ser desenmascarada ni expuesta a la luz. No está dispuesta  a hacer una confesión total de su pecado. Casi sería justo decir que por un momento hizo todo lo posible para no ser salvada.
Pero el Señor no la abandona. Termina lo que ha empezado. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido.
La mujer vive con un hombre. Tiene un amante; no un marido, ni siquiera en un débil sentido legal. Jesús prosigue “… porque has tenido cinco maridos, pero el que ahora tienes no es tu marido; esto lo has dicho con verdad.
¡En qué forma el Señor pone al desnudo, con pocas palabras, toda su vida pasada y presente! (Cf. 4:29) Si aun entre los judíos había mucha gente que seguía la escuela más relajada de Hillel para la interpretación de las reglas del divorcio de Dt. 24:1, según la cual el marido podía divorciarse de su mujer si ésta no le complacía en todo, es fácil darse cuenta que entre los samaritanos la situación no era mejor. Esta mujer había tenido cinco maridos. (Desde luego es posible que uno o dos hubieran muerto.)
19. Le dijo la mujer: Señor, percibo que tú eres profeta.
La mujer no niega las observaciones de Jesús acerca de su vida inmoral. En realidad, al llamarlo profeta (que para ella quería decir uno que adivina secretos) admite su culpabilidad. Se puede deducir de 4:29 que el resumen que este extranjero había hecho de su turbia conducta la había conmocionado indescriptiblemente. Aunque no veía que él era el Mesías, este conocimiento tan penetrante (“me dijo todo lo que he hecho”) la hace pensar en el Mesías que ha de venir, que todo lo sabrá y declarará.
20. La mujer continúa: Nuestros padres adoraron sobre este  monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Aquí vemos a una mujer que en su ansiedad por concluir un doloroso tema, hace una pregunta sobre algo que ha oído con frecuencia y sobre lo cual ha llegado a interesarse hasta cierto punto. Además, el forastero del pozo ha despertado este interés, llegando a impresionarla hasta lo más profundo de su ser. Jesús contesta que lo que importa no es dónde se debe adorar, sino la actitud del corazón y la mente, y la obediencia a la verdad de [p 179] Dios en cuanto al objeto y el método de adoración. No es el dónde, sino el cómo y el qué lo que realmente importa.

CONCLUSION:

                               La única manera aceptable para adorar a Dios es a través de Jesucristo, pero siendo impulsados por el Espíritu Santo. Después de haber dado el sacrificio de su vida, el velo del templo se rompió de arriba a abajo; indicando con esto que ahora hay entrada y libre acceso a la presencia de Dios (Hebreos 10,19). Dios, sólo puede ser conocido a través de Jesucristo. Aunque la salvación viene de los judíos, siendo el único pueblo del pacto, se ha cambiado por completo la forma de adorar. Judíos y gentiles no necesitan un lugar adecuado para adorar, sino la fe en Jesús. La verdadera adoración es entonces honrar a Dios a través de Jesucristo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

AGUA PARA EL ALMA

LECCION PARA EL DOMINGO 17 DE NOVIEMBRE

JUAN 4: 10 – 15
JUAN 7: 38-39


INTRUDUCCION:
                               En la sección anterior, La mujer expresa (v. 9) su total sorpresa ante la solicitud de Jesús. Ella reconoció las barreras que Jesús estaba ignorando y derrumbando con su pedido. En primer lugar, estaba prohibido que un rabí hablara en público con una mujer a solas, sobre todo siendo ella desconocida. Más extraño aún es que un judío hablara  así con samaritanos desconocidos, fueran hombres o mujeres. También, la consideración de la contaminación ceremonial estaba de por medio si Jesús bebiera de un utensilio usado por un samaritano. El comentarista Vincent agrega que ella probablemente era pobre, pues una mujer de posición no saldría así a sacar agua. Porque los judíos no se tratan con los samaritanos, pero había excepciones, pues para comprar comida los discípulos tuvieron que tener un trato con ellos. La referencia sería a tratos sociales o aun comerciales, excepto en caso de extrema necesidad. La  iniciativa del antagonismo entre los dos pueblos partía de los judíos que se consideraban superiores a los samaritanos en todo sentido y, sin embargo, aquí hay un judío quien toma la iniciativa para el trato con la mujer samaritana.
DESARROLLO:
                               ¿Qué quiso decir Jesús con «agua viva»? En el Antiguo Testamento muchos versículos se refieren a la sed de Dios como sed de agua (Salmo 42.1; Isaías 55.1; Jeremías 2.13; Zacarías 13.1). A Dios se le llama manantial de la vida (Salmo 36.9) y manantial de aguas vivas (Jeremías 17.13). Al decir que podía dar agua viva que saciaría para siempre la sed, Jesús declaraba ser el Mesías. Solo el Mesías podría dar este regalo que satisface la necesidad del alma.
Muchas cosas espirituales tienen su paralelo en las físicas. Así como nuestro cuerpo padece de hambre y sed, también nuestras almas. Pero nuestras almas necesitan agua y alimento espirituales. La mujer confundió las dos clases de agua porque es muy posible que nadie le hubiera hablado antes del hambre y la sed espirituales. No privamos a nuestros cuerpos de comida y agua cuando los requieren. ¿Por qué lo hacemos con nuestras almas? La Palabra viviente, Jesucristo, y la Palabra escrita, la Biblia, pueden satisfacer el hambre y la sed del alma.
¿Ha tenido verdadera sed en alguna ocasión? No hay nada que pueda saciar la sed como el agua. A todos nos hace falta agua para vivir, y sabemos que sin el agua no podríamos vivir por mucho tiempo. Jesús nos ofrece el agua de vida, el agua que satisface la sed del alma. Él es el único que puede hacerlo.

Obsérvese el contraste que Jesús presenta aquí:

El agua del pozo de Jacob:                         El agua viva que Jesús concede:
(1) no puede evitar que se tenga sed otra vez… y otra vez… y otra vez.




(2) queda fuera del alma, y no es capaz de llenar sus necesidades.


(3) es de cantidad limitada, disminuye, desaparece al beberla.





1) hace perder la sed para siempre; es decir, da satisfacción duradera. Una vez creyente, siempre nacido de nuevo. Véase 6:35; Is. 49:10; Ap. 7:16, 17; 21:6; 22:1, 17

(2) entra en el alma y permanece dentro, como fuente de frescura y satisfacción espiritual.

(3) es un manantial perpetuo. Aquí en la tierra sostiene a la persona espiritualmente con vistas a la vida eterna en los cielos (“para vida eterna”).
Como en el caso de su conversación con Nicodemo, al principio esta mujer no comprendía lo que Jesús trataba de enseñarle. Ella miraba las manos vacías de Jesús y no lograba entender cómo podía éste ofrecerle agua viva, como la que brotaba del manantial. Desde luego, Jesús le proveería para una sed más profunda, la de su alma. Sed de vida satisfecha únicamente por Dios. Él podría hacer brotar fuente de agua para vida eterna en su corazón. Jesús restaura la comunión con Dios, la cual durará para siempre. Pero todavía la mujer no sabe cómo tomar lo que Jesús le dice. Esta oferta es insólita: ¡Agua de vida sin tener sed jamás! ¡Eso es mucho! Sin pensarlo dos veces, le dice: "Señor, dame esa agua". Estaba fascinada por lo que este judío le decía, pero aún así, no estaba tomando en serio sus palabras.
CONCLUSION:
                               El corazón de la mujer se rebeló contra el descubrimiento de su estado pecaminoso e intentó cambiar de tema. Parece que al principio la mujer lleva el control de la conversación y el Señor permite esta desviación. Pero sin darse cuenta, la mujer va siendo conducida a la meta que el mismo Señor ha establecido.
¿Es esta mujer, en su intento de rehuir el verdadero problema, un símbolo del pecador en su estado natural? ¿Es la forma en que Cristo se dirige a ella un ejemplo que debemos seguir al tratar con los perdidos?

Esta sección nos muestra una serie progresiva de sorpresas. Jesús revela poco a poco quién es él: y en perfecta armonía con esta revelación gradual, la confesión de la mujer también avanza, de modo que en este forastero ve primero a un judío, luego a un profeta, y por último al Cristo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Jesús, el agua de vida

JUAN 4. 1 – 9
HECHOS 10: 34

INTRODUCCION:
                               Toda esta sección es particular a Juan, dando también evidencia de un testigo ocular. Además, Juan presenta una nueva dimensión de la amplitud del reino; no se excluye absolutamente a nadie, excepto por su propio rechazo de la oferta de Dios en Jesús. Sólo Lucas (9:52; 17:16) de entre los Sinópticos, el autor del “evangelio universal”, menciona un intercambio de Jesús con los samaritanos.
DESARROLLO.
                               Juan fue encarcelado hacia diciembre del año 27 (cf. Mr. 6:17–20). Los líderes religiosos de Jerusalén que, en los días de la gran popularidad de Juan, habían estado llenos de celos, ahora se regocijaban. ¿Cuáles fueron las causas de su enemistad con él? (Véase 1:19.) Pero su alegría duró poco, pues otras noticias llegaron hasta los fariseos: a saber, que las multitudes que rodeaban a Jesús—los discípulos que ganaba y bautizaba—eran más numerosas que las que habían seguido al heraldo. En realidad, ya antes del encarcelamiento de Juan, Jesús le había aventajado con respecto al favor de la opinión pública (3:22–26). En consecuencia, desde el punto de vista de los miembros del Sanedrín, las cosas estaban empeorando en lugar de mejorar.
Aparentemente, los fariseos no sintieron gran alarma por lo que Juan hacía, pues él había negado ser el Mesías y no realizaba milagros. Sin embargo, se supone que ellos tomaron ofensa por el ministerio de Jesús porque ya daba evidencias de ser el Mesías. Su autoridad, su desafío a las instituciones religiosas establecidas y los milagros que realizaba corroboraron esa sospecha. Con razón los fariseos comenzaban a mirarle con sospecha y alguien informó a Jesús de esta situación.
4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), Se han sugerido tres conjeturas para explicar el hecho de que Jesús mismo no bautizaba:
1.-Porque bautizar en agua era un acto propio de un ministro y no del Señor;
2.-Porque Jesús quería evitar las consecuencias violentas que podrían recaer sobre personas tan íntimamente identificadas con él;
3.-porque quería dejar en claro que el bautismo no salva y que el valor del bautismo no depende del agente que lo administra

Vv 4ss.
                Esta sección introduce el segundo discurso de Jesús realizado en un territorio hostil al judaísmo, con una sola persona y en una situación inesperada, con resultados dramáticos. El encuentro de Jesús con la mujer samaritana constituye el modelo por excelencia de cómo realizar la obra personal o la evangelización, y es la ocasión de la enseñanza más explícita en el NT, de parte de Jesús, sobre la adoración que agrada a Dios. Nótese el agudo contraste entre Nicodemo, con el cual Jesús tuvo el primer discurso, un líder respetado de los fariseos, la secta más estricta en su práctica del judaísmo ortodoxo; y la mujer samaritana, el polo opuesto en todo sentido, excepto que ambos tenían inquietudes espirituales.
Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado (es decir, estaba cansado, polvoriento y sediento) junto al pozo. El cuarto Evangelio no hace resaltar sólo la naturaleza divina de Jesús, sino también la humana; cf. sobre 1:14.
La mujer ve a un forastero junto al pozo de Jacob. Es Jesús, que, en obediencia a la voluntad del Padre, y en perfecta armonía con sus propios deseos internos (4:34), va a dirigir todos sus esfuerzos para manifestar su gloria en el país de los samaritanos, recogiendo fruto para vida eterna. (4:36). El Señor se propone alcanzar a los vecinos por medio de esta mujer. Demostrará que es el Salvador no sólo de sus elegidos en Judea sino también de los de Samaria.
El contraste entre el capítulo tres de Juan (la obra de Cristo en Judea) y el capítulo cuatro (su obra en Samaria) es muy sorprendente. En el primero vemos a Jesús frente a un hombre (Nicodemo); aquí frente a una mujer; allí con un judío, aquí con una samaritana; allí con una persona de elevada moralidad, aquí con una de baja reputación. Sin embargo el Señor demuestra que es capaz de salvar a ambos.
La mujer era de la provincia de Samaria, pero no de la ciudad de ese nombre. Normalmente, las mujeres salían de los pueblos para cargar agua temprano en la mañana o al atardecer, evitando así el calor del mediodía.
Por lo tanto, el venir al mediodía era una práctica muy poco común. Quizás la explicación es que esta mujer haya querido más evitar los insultos de los conciudadanos por su malvivir que evitar el calor del mediodía.
Pocos son los que sugieren que Juan seguía aquí la hora romana, la cual se marcaba a la medianoche y al mediodía, quizá estableciendo este evento a la salida o a la puesta del sol. Y Jesús le dijo: “Dame de beber”.
Detrás de esta solicitud hay dos consideraciones: Jesús realmente tenía sed y aparentemente no tenía un utensilio para sacar el agua. A la vez, “él no ignoraba el hecho de que la manera para ganar a una persona es, a menudo, el pedirle un servicio”.            
CONCLUSION:
                                Sólo Jesús satisface la sed espiritual que tiene todo ser humano. La única satisfacción es el don del Espíritu Santo, quien derrama el amor de Dios en nuestro corazón (Romanos 5,5) y nos da gozo y alegría (Hechos 13,52). Si hemos recibido este don, entonces la paz se encuentra en nuestro interior. No es necesario buscarla en lo exterior, en cualquier otra cosa. Sepamos que el Espíritu de Dios puede recuperar para nosotros el gozo de la salvación.Muy a menudo, no estamos conscientes de nuestras necesidades espirituales. Por ende, Jesús también a través de su Espíritu debe detectar esta necesidad convenciéndonos de nuestros pecados. Lo hace de una manera profunda, pero a la vez muy tierna; Él tocó con pocas palabras el pecado de la mujer samaritana, sin el ánimo de moralizar ni avergonzar. Él, pues, es el sumo sacerdote quien quitará en la cruz la culpa de todos sus hijos.

viernes, 1 de noviembre de 2013

EL QUE VIENE DEL CIELO

LECCIÓN ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 03 DE NOVIEMBRE

JUAN 3: 31 – 36
JUAN 17: 3

INTRODUCCION:
                               En la lección anterior, Juan expresa su satisfacción por el auge que experimenta el prestigio de Cristo. Y lo hace por medio de un símil bello y elegante, al comparar a Jesús con el novio de unas bodas. (V 29).
Entre los judíos, el padrino no era solamente un phílos numphíou = amigo del esposo, sino un numphagógos = el encargado de conducir al esposo a la cámara nupcial y quedarse a la puerta para escuchar el grito jubiloso del esposo al percatarse que le habían presentado una novia virgen. Así pues, para Juan, el colmo de su gozo era ver que las gentes le dejaban a él y se iban tras Jesús, pues eso demostraba  que Juan ofrecía a Cristo una novia virgen, en el sentido de que él no se había atribuido a sí mismo el papel ni la gloria de salvador del pueblo de Dios, privilegio que competía exclusivamente al Mesías.
Si cada uno de nosotros imitásemos este ejemplo del bautista, no se hallarían facciones ni partidos en las iglesias de Dios. (Leer 1 Corintios 1: 13-17).
DESARROLLO:
                               Ahora, en esta sección viene  un razonamiento para mostrar porque es menester que Cristo sobresalga sobre todos.

Primero, por la distintiva dignidad de la persona de Cristo. (V 31).- Jesús es el Verbo de Dios y habla desde arriba, porque nos declara lo que ha visto en el seno del padre, (1: 18). Juan es el eco, la voz que habla en el desierto, desde abajo. Está incluso sujeto a defectos como las dudas y perplejidades acerca de la identidad del Mesías. (Mateo 11: 2-3), en cambio Jesús, nunca fue vencido por la duda ni la tentación. Por lo tanto, solo el que viene de arriba estaba cualificado para mostrarnos la voluntad del cielo y el camino a al cielo. Siempre que hablemos del Señor Jesús, hemos de decir; EL ESTA POR ENCIMA DE TODOS. ¡Aleluya!

Segundo, por la singular excelencia y seguridad se Su doctrina. Juan, por ser de la tierra, hablaba cosas terrenales. Los profetas eran meros hombres; de si mismos no podían hablar sino de la tierra. Los pensamientos y palabras de Cristo, superaban a los de los profetas, tanto como sobrepasa el cielo a la tierra.
En esta sección se nos recomienda la doctrina de Cristo:
1.       Como infaliblemente segura y cierta; y así hay que recibirla. V 32. Cristo nos descubre de Dios, lo que ha visto y nos revela de la mente del Padre lo que El ha oído directamente, (Juan 15:15). El mensaje de Cristo, conforme lo tenemos en el evangelio, no es una opinión, sino una revelación de la mente Divina. El predicar de Cristo, se le llama aquí, testificar, para dar a entender:
a) Su evidencia contundente, no era un informe de oídas, sino como un informe de primera mano, dado ante un tribunal.
b) el afán amoroso que tenía de darlo a conocer.
2.       De la certeza evidente de la doctrina de Cristo, toma Juan ocasión para lamentarse de la obstinada incredulidad de la mayoría de los hombres, esto lo dice, no solo en tono de asombro, sino también de pena, V 32.
3.       También se nos recomienda la doctrina de Cristo como divina.- V 34. Es Jesús quien es señalado como el enviado del padre. Por eso, Él, mejor que ningún otro, habla las palabras de Dios.
Tercero, por el poder y la autoridad singulares de que fue investido. V 35.- los profetas eran fieles siervos de Dios pero Jesús es el Hijo. Este amor del Padre al Hijo, no solo no disminuyó en el estado de humillación del Hijo de Dios, sino que podemos decir, que, de alguna manera, se aumentó, sino en calidad, si en extensión por cobijar en el mismo amor a la naturaleza humana del Hijo de Dios, le amó todavía mas por su entera obediencia.
Cuarto, por ser objeto directo de aquella fe, que nos es demandada como condición indispensable para alcanzar la salvación. V 36.- En este versículo se halla el resumen y compendio de todo este asunto del presente capítulo y por tanto, del evangelio que debe ser predicado  a toda criatura, así el método de recibir se ajusta perfectamente al método de dar. Podemos repetir, al parodiar a Hamlet: CREER O NO CREER: ESA ES LA CUESTION.

CONCLUSION:
                               La frase final del v. 36 se inicia con una conjunción adversativa muy fuerte, estableciendo un agudo contraste con el que tiene vida eterna. El que se rebela contra el Hijo de Dios sufrirá dos consecuencias de incalculables dimensiones: se privará de la vida abundante y eterna, y tendrá una existencia miserable bajo la ira de Dios. La expresión ira de Dios no aparece otra vez en los Evangelios, pero, como alguien observa, es un complemento necesario del amor de Dios. Si Dios ama a los que creen en su Hijo, también debe haber ira para los que desobedecen (ver Mat. 3:7; Luc. 3:7; Rom. 1:18; 9:22; 12:19; 1 Jn. 3:14). Permanece es otro verbo del tiempo presente y connota continuidad. Como el que cree en el Hijo tiene vida eterna que permanece, así el que desobedece vive bajo la ira de Dios que permanece.
Los términos tales como “pecado”, “ira de Dios”, “condenación” e “infierno” chocan con los conceptos modernos de un Dios de amor, incapaz de enojarse y, mucho menos, de condenar a una persona, por más vil que sea, a un castigo eterno. Algunos teólogos y predicadores sencillamente hacen caso omiso de tales términos, otros procuran suavizarlos. Es cierto que algunos han pervertido estos conceptos con descripciones crudas de un Dios vengativo, lo cual rechazamos, pero son términos bíblicos y si los rechazamos, mutilamos la Biblia, distorsionamos el evangelio y creamos a un dios amoral.