jueves, 21 de noviembre de 2013

LA ADORACION SINCERA

LECCION ESCUELA DOMINICAL DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE

JUAN 4:16-26
TEXTO: SALMO 95: 6 

INTRODUCCION:
                               Cuando esta mujer se dio cuenta de que Jesús conocía su vida privada, en seguida cambió de tema. A menudo la gente se siente molesta cuando se habla de sus pecados o problemas y procura pasar a otro asunto. Si alguien nos hace eso, debiéramos encauzar de nuevo la conversación hacia Cristo. Su presencia saca a la luz el pecado y molesta a la gente, pero solo Dios puede perdonar pecados y dar vida nueva.
La mujer puso en discusión un tópico teológico popular: el mejor lugar para adorar. Pero su pregunta era una cortina de humo para proteger su profunda necesidad. Jesús condujo la conversación hacia un punto más importante: la ubicación del adorador no es ni remotamente más importante que la actitud del adorador.
DESARROLLO:
                               Después que manifestó su interés en el agua viva (a pesar de su confusión), la mujer se vio enfrentando sus pecados. La orden de Cristo: «Ve, llama a tu marido», tenía el propósito de despertar su conciencia y obligarla a que afrontara sus pecados. Nadie que esconda sus pecados se puede salvar jamás (véase Pr 28.13). Nótese cómo la mujer trató de cambiar el tema de la conversación. ¡Como los pecadores de hoy que se sienten culpables, empezó a argüir respecto a las diferencias religiosas! «¿Dónde debemos adorar?» « ¿Cuál es la verdadera religión?» Jesús destacó que lo importante es conocer al Padre y esto únicamente se puede hacer mediante la salvación, y la salvación viene de los judíos. Ahora Jesús la llevó frente a frente a sus pecados, su deseo de satisfacción y al vacío de su propia vida religiosa.
17, 18. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido.
La respuesta de la mujer es muy abrupta. Ella, que había estado hablando tanto (4:11, 12, 15), se calla de repente. Es algo interesante contar el número de palabras de cada respuesta: según el texto griego, en el versículo nueve usa 11 palabras (en siríaco, muy semejante al samaritano, 11 palabras también); en el versículo quince, 13 palabras (siríaco, 15); en los versículos once y doce 42 palabras (siríaco, 29); pero en el versículo diecisiete, sólo 3 palabras: “no tengo marido” (οὐκ ἔχω ἄνδρα; siríaco, 3 palabras también). ¿Es, entonces, soltera? ¿Tal vez viuda? Sabe muy bien que su seca respuesta no hace honor a la verdad. La mujer se ha puesto en guardia. No quiere ser desenmascarada ni expuesta a la luz. No está dispuesta  a hacer una confesión total de su pecado. Casi sería justo decir que por un momento hizo todo lo posible para no ser salvada.
Pero el Señor no la abandona. Termina lo que ha empezado. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido.
La mujer vive con un hombre. Tiene un amante; no un marido, ni siquiera en un débil sentido legal. Jesús prosigue “… porque has tenido cinco maridos, pero el que ahora tienes no es tu marido; esto lo has dicho con verdad.
¡En qué forma el Señor pone al desnudo, con pocas palabras, toda su vida pasada y presente! (Cf. 4:29) Si aun entre los judíos había mucha gente que seguía la escuela más relajada de Hillel para la interpretación de las reglas del divorcio de Dt. 24:1, según la cual el marido podía divorciarse de su mujer si ésta no le complacía en todo, es fácil darse cuenta que entre los samaritanos la situación no era mejor. Esta mujer había tenido cinco maridos. (Desde luego es posible que uno o dos hubieran muerto.)
19. Le dijo la mujer: Señor, percibo que tú eres profeta.
La mujer no niega las observaciones de Jesús acerca de su vida inmoral. En realidad, al llamarlo profeta (que para ella quería decir uno que adivina secretos) admite su culpabilidad. Se puede deducir de 4:29 que el resumen que este extranjero había hecho de su turbia conducta la había conmocionado indescriptiblemente. Aunque no veía que él era el Mesías, este conocimiento tan penetrante (“me dijo todo lo que he hecho”) la hace pensar en el Mesías que ha de venir, que todo lo sabrá y declarará.
20. La mujer continúa: Nuestros padres adoraron sobre este  monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Aquí vemos a una mujer que en su ansiedad por concluir un doloroso tema, hace una pregunta sobre algo que ha oído con frecuencia y sobre lo cual ha llegado a interesarse hasta cierto punto. Además, el forastero del pozo ha despertado este interés, llegando a impresionarla hasta lo más profundo de su ser. Jesús contesta que lo que importa no es dónde se debe adorar, sino la actitud del corazón y la mente, y la obediencia a la verdad de [p 179] Dios en cuanto al objeto y el método de adoración. No es el dónde, sino el cómo y el qué lo que realmente importa.

CONCLUSION:

                               La única manera aceptable para adorar a Dios es a través de Jesucristo, pero siendo impulsados por el Espíritu Santo. Después de haber dado el sacrificio de su vida, el velo del templo se rompió de arriba a abajo; indicando con esto que ahora hay entrada y libre acceso a la presencia de Dios (Hebreos 10,19). Dios, sólo puede ser conocido a través de Jesucristo. Aunque la salvación viene de los judíos, siendo el único pueblo del pacto, se ha cambiado por completo la forma de adorar. Judíos y gentiles no necesitan un lugar adecuado para adorar, sino la fe en Jesús. La verdadera adoración es entonces honrar a Dios a través de Jesucristo.

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