miércoles, 22 de enero de 2014

JESUS ES VERDADERO MESIAS

LECCION ESC. DOM. DOMINGO 27 DE ENERO

JUAN  5: 39-47
DEUTERONOMIO 18: 15

INTRODUCCION:
                         En la lección anterior Jesús presentó sus credenciales como hijo de Dios, a través de los testimonios que daban de el: Juan el bautista, sus propias obras y el testimonio del padre. En la lección de hoy, Jesús presenta el testimonio de las escrituras y un gran testigo, Moisés, autor inspirado del pentateuco, ellos dan testimonio del verdadero mesías.
Los líderes religiosos sabían lo que decía la Biblia, pero no aplicaban sus palabras a la vida. Conocían las enseñanzas de las Escrituras, pero no reconocieron al Mesías que las Escrituras señalaban. Conocían las leyes, pero no vieron al Salvador. Atrincherados en su sistema religioso, se negaron a permitir que el Hijo de Dios cambiase sus vidas. No se enrede tanto en la «religión» que se pierda a Cristo.
DEARROLLO:
                        Por los versículos ,38–40, se ve con claridad que en el versículo 37 se hace referencia específica a los judíos. Jesús no niega que, en un sentido, los judíos tengan la palabra de Dios. Lo que  dice es que no la tienen en sus corazones de una forma permanente, y la causa de esto es que no habían puesto su confianza en aquél que el Padre había encomendado para la obra mesiánica: Y no tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. No podían ver porque el velo de la incredulidad les cubría los ojos del corazón (2 Co. 3:15). Lo que sigue en el versículo 39 está estrechamente relacionado con esto.
Jesús dice: Estáis escudriñando las Escrituras porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas con precisamente las que dan testimonio de mí.
Jesús se ubica en la posición del maestro quien manda a los alumnos a volver al texto para encontrar la lección céntrica que ninguno había captado en la preparación para la clase. El verbo escudriñad, interpretado aquí como un imperativo, tiene dos opciones: o imperativo (escudriñad) o indicativo (escudriñáis). En el griego, las dos formas se escriben igual y el contexto normalmente determina cuál corresponde, pero aquí se admite cualquiera de los dos. No estaban equivocados en pensar que el camino para la vida eterna se encontraba en las Escrituras; su error fatal era el de pensar que la lectura y aprendizaje de ellas, de por sí, aseguraba la vida eterna. Alguien  comenta que los escribas hacían un estudio meticuloso de la palabra escrita, pero dejaron de ver la “Palabra viviente” revelada en ella. El mandato no es leerlas, ni aprenderlas de memoria, ni aún estudiarlas, sino escudriñarlas. Duele pensar en el enorme tiempo que los escribas dedicaban a la lectura, sin captar la verdad. Ese peligro también existe hoy en día.           
Encontramos en el Evangelio de Juan lo que se llama “tonos trágicos”, como aquí (v. 40) y en 1:11. El gran Médico presenta su diagnosis del grave mal que afectaba al pueblo judío en general, comenzando con los mismos líderes religiosos. No era falta de revelación, ni falta de oportunidad, sino de su “no querer”. En el fondo  de toda persona que rechaza a Jesús y su mensaje, habiendo tenido la clara presentación del evangelio y la oportunidad de responder, está el eterno “no querer”, la voluntad contraria. La tragedia consiste en que Dios ha provisto todo lo necesario para que toda persona tenga vida eterna y abundante en su Hijo y, sin embargo, la mayoría la rechaza, resultando en su propia condenación. La situación se compara con el caso de un médico que ofrece a un moribundo una medicina para una cura instantánea, y el moribundo la rechaza.
Aquí se muestra la voluntad del hombre como libre para aceptar o rechazar la oferta de Dios. El hombre tiene sólo dos opciones: creer en y obedecer a Cristo; o no creer en Cristo y desobedecerlo.
41, 42. ¿Cuál fue la razón del choque entre Jesús y los judíos? Probablemente los judíos hubieran respondido a esta pregunta así: “Se ha molestado porque lo hemos criticado por traspasar el sábado y por hacerse igual a Dios; si le hubiéramos alabado por lo que hizo con el hombre del estanque estaría satisfecho”.
Jesús, que los conocía muy bien y podía leer en sus corazones, contesta: Yo no recibo alabanza de los hombres. Ni la busca, ni quiere dar por válida la alabanza de los incrédulos. A continuación Jesús da su explicación sobre la causa de su controversia con los judíos. La verdadera razón no es que él ansíe su alabanza, sino que ellos no aman a Dios. El Señor dice: Mas yo os conozco (véase 5:6) que no tenéis el amor de Dios en vosotros. Si ese amor hubiera existido en sus corazones, habrían aceptado, por supuesto, el testimonio del Padre acerca del Hijo.
El Señor pronuncia el reto final a su hostil auditorio, con palabras de terrible significado: No penséis  que yo voy a acusaros delante del Padre; vuestro acusador es Moisés, en quien tenéis puesta vuestra esperanza. Los judíos apelaban una y otra vez a Moisés, y se jactaban, diciendo: “… discípulos de Moisés somos”, (9:28). Pero Jesús les dice ahora que Moisés, el objeto de su esperanza, a cuyos escritos apelaban constantemente y cuyas instrucciones debatían y analizaban con suma meticulosidad, sería en realidad quien los acusaría; y esto porque, a pesar de jactarse de ser sus seguidores, en verdad, no le creían: Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. “Moisés escribió acerca de mí”, dijo Jesús.
Todo el Pentateuco—y no sólo el Pentateuco, sino todo el Antiguo Testamento—apuntan a la venida de Cristo y prepara claramente su llegada.

CONCLUSION
Hay cuatro caminos que, atravesando todo el Antiguo Testamento, convergen en Belén y en el Calvario; a saber: el histórico, el tipológico, el psicológico, y el profético.
Por preparación histórica queremos decir que las fuerzas del mal dirigen su ataque contra el pueblo de Dios, esforzándose en hacer imposible el cumplimiento de la promesa de Dios con respecto al Cristo que había de venir: y también queremos decir que cuanto mayor fue la necesidad, más cercana estuvo la ayuda: la gran necesidad del hombre es la oportunidad de Dios. El Pentateuco y los restantes libros del Antiguo Testamento están llenos de ejemplos.
Por preparación tipológica queremos decir que el carácter del Mesías venidero y de la salvación que hay en El están representados en tipos materiales o personales. Pensemos, por ejemplo, en el agua que brotó de la roca, en el maná, en la pascua, en la columna de fuego, en el tabernáculo con sus aparejos, en todo el ritual de los sacrificios, en la serpiente alzada en alto; y por otra parte, en personas como Adán, Melquisedec, Josué, David,
Salomón, etc. Los libros de Moisés están llenos de símbolos centrados en Cristo.
La preparación psícológica señala al hecho de que durante toda la antigua dispensación—y desde luego también en los libros de Moisés—hay una verdad que se va haciendo cada vez más patente: el hombre nunca puede alcanzar la verdadera felicidad y la salvación por sus propias fuerzas. Uno de los principales objetivos de la promulgación de la ley en el Sinaí fue el crear esta convicción. Si algún hombre ha de salvarse, ha de ser salvo por otro. Este otro es Cristo.

Y, por último, la preparación profética indica que la venida de Cristo, su obra, su sufrimiento y la gloria subsiguiente habían sido anunciados por medio de profecías directas. Ciertamente, pues, se podía decir: “Moisés escribió de mí”. Bien entendido, todo lo que escribió Moisés concernía a Cristo.

viernes, 3 de enero de 2014

EL HIJO DE DIOS

LECCION ESCUELA DOMINICAL DIA 05 DE ENERO DE 2014

JUAN  5: 19-23
JUAN 14: 10–11

INTRODUCCION:
                               En lugar de buscar la forma de atenuar la afirmación anterior (versículo 17), que había despertado el furor de los judíos, Jesús la refuerza más aun con:
a.- la majestuosa fórmula introductoria, De cierto, de cierto os digo (véase 1:5) y
b.- el resto del contenido delos versículos 19–23.
El pasaje que ahora nos ocupa se puede parafrasear del siguiente modo“
¿Me acusáis, judíos, de traspasar el mandamiento del Padre sobre el sábado y de blasfemar su nombre por decir que soy igual a El? La acusación es absurda, pues en ese caso la voluntad del Hijo estaría desligada (y no simplemente diferenciada) de la voluntad del Padre e, incluso, se le opondría. Pero en realidad no puede el Hijo hacer nada  por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque aquí  verdaderamente está la norma perfecta de lo que tan frecuentemente se ve en la tierra; a saber, que todo lo que el  Padre hace, lo hace el Hijo igualmente.
DESARROLLO:
                               Jesús inicia su “defensa” con la fuerte afirmación de cierto, de cierto, que traduce el gr. amén, amén (ver vv. 24, 25; 1:51), una expresión que llama la atención a algo de suma importancia que estaba por pronunciar.
Nótese el empleo absoluto del título Hijo. Jesús era el Hijo del Padre en una relación sin igual; esta relación personal, íntima y única se expresa repetidas veces a través de esta sección. Jesús emplea cuatro veces en esta sección la conjunción causal “porque” (ver vv. 19, 20, 21, 22) para explicar la dependencia del Hijo ante el Padre. El propósito de Jesús es convencer a los judíos, si estuviesen [página 143] dispuestos a oírlo, de que sus obras estaban en perfecto acuerdo con las de Dios y de su voluntad eterna. Como Dodd observa, “aquí tenemos una parábola genuina. Es la descripción perfecta y realista de un hijo, como aprendiz de su padre, aprendiendo el oficio”. No actúa independientemente, ni por iniciativa propia. Se limita a observar la operación del Padre y repite tal cual lo que el Padre hace. Esta relación íntima con el Padre y su subordinación a la voluntad de él, establece la autoridad de Jesús para sus enseñanzas y obras.
La razón por la revelación al Hijo de todas cosas que él mismo hace es que el Padre ama al Hijo con el amor que no retiene nada para sí mismo.
Jesús anticipaba realizar mayores obras que las que ya había hecho precisamente porque el Padre, por su amor al Hijo, le mostraría la gama total de sus propias obras. El resultado de mayores obras es que ellos quedarían asombrados. Vosotros es enfático y se refiere a los que cuestionaban la autoridad de Jesús. Él no tenía el propósito de asombrarlos por el hecho en sí, sino para llevarlos a creer en él; sin embargo, a veces sus obras asombrosas fueron el medio para despertar la fe (ver 14:11). En el resto del Evangelio Juan describe las mayores obras, a partir de los versículos siguientes donde se menciona el resucitar muertos y juzgar a los incrédulos.
Los judíos no tendrían problema con la primera parte de la afirmación del v.21, porque así se enseñaba en el AT (ver Deut. 32:39; 1 Sam. 2:6; 2 Rey. 5:7). Esta obra del Padre incluye la resurrección de alma y cuerpo y el tiempo presente de ambos verbos indica tanto el poder para hacerlo como también la continuación de tal operación. Resucita y da vida son dos aspectos de la misma operación, la primera se refiere al cuerpo y la segunda al espíritu o al ánimo de vida. Así también el Hijo da vida a los que quiere. La segunda parte de la afirmación es lo que enfurecía a los judíos, porque entendían que sólo Dios puede realizar esta clase de obra. Da vida en este contexto seguramente se refiere a la vivificación espiritual. Es obvio que da vida a los que quiere sería casi ininteligible si se refiriera a la resurrección de la tumba. El Hijo ciertamente quiere dar vida espiritual a todos los que creen en él; por otro lado, su voluntad es negársela a los que rechazan su oferta y se niegan a creer en el como el Hijo de Dios y Salvador del mundo.
El argumento prosigue a la consideración del juicio, un oficio más elevado aún que el dar vida; los judíos consideraban que estaba reservado sólo al Padre. Esta es una idea nueva y radical, por cierto chocante para los judíos, más aún que la idea de que el Hijo da vida a los que él quiere.
CONCLUSION:
                               La unidad entre el Padre y el Hijo (Jesús) tiene muchas implicancias importantes:
a.    Si Jesús está `trabajando' en sábado, es porque el Padre está haciendo lo mismo.
b.    Si el Padre hace maravillas (resucitar a los muertos), el Hijo igual las hará.
c.    Si Dios tiene el derecho para juzgar al mundo, el Hijo también lo tiene.
d.    Si el Padre merece la honra de parte nuestra, el Hijo la merece igual.
e.    El que piensa creer en Dios, entonces debe creer también en Jesucristo.
d.    La vida eterna depende de nuestra relación con el Hijo.
e.    Si la vida viene de Dios, el Hijo puede también ahora dar vida (en sentido espiritual) a aquellos que no la tienen.
f.     En el juicio, el Hijo actuará como el Juez supremo: Él decide sobre la salvación y la condenación.

  En un sermón sobre este pasaje podemos recalcar la importancia de nuestra fe en Jesús y la plena dependencia en Él. Él puede ya darnos vida, aunque estemos muertos para Dios. Esta vida es la más íntima comunión con el Señor.

jueves, 2 de enero de 2014

LA CONTROVERSIA SOBRE EL SÁBADO

LECCION DOMINGO 29 DE DICIEMBRE 2013

JUAN 5: 10 – 18
LUCAS 6: 5

INTRODUCCION:
                                   Jesús se había declarado el “Señor” del templo y ahora el “Señor” del sábado. El rito debe ceder al amor compasivo. “Acuérdate del día del sábado para santificarlo” (Éxo. 20:8) era el mandamiento que los fariseos agitaban como la bandera de religiosidad. Lo que Dios dio para el bien de la humanidad, ellos lo habían convertido en una carga penosa e imposible para la persona común. Jesús no vino para abrogar la ley, sino para dar la interpretación correcta y volverla a su propósito original, como “nuestro tutor para llevarnos a Cristo” (Gál. 3:24). Él sabía muy bien el celo de los fariseos por la estricta observancia del sábado, con la infinidad de prohibiciones meticulosas que ellos habían inventado.
DESARROLLO:
                                   Jesús curó a aquel hombre en día de reposo. Por esta causa se desarrolla una controversia entre Jesús y los judíos
Los fariseos habían añadido a la Ley de Dios sus ridículas distinciones y restricciones rabínicas. Esto se había agudizado en todo lo referente al día de reposo, como ya hemos indicado en 3:1. En lugar de considerarlo como un día consagrado especialmente para obras de gratitud por la salvación que Dios había concedido, lo miraban como día de descanso de todo trabajo común con vistas a una salvación que el hombre debía merecer.
Para ellos el día de reposo significaba holganza; para Cristo trabajo. Y, sin embargo, para ellos constituía una pesada carga; mas para él un descanso. Según el parecer de ellos, el hombre había sido hecho para el día de reposo; tal como Cristo lo entendía, el día de reposo había sido hecho para el hombre.
En consecuencia, los judíos dijeron al hombre que había sido curado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu camilla. Sin lugar a dudas se referían a Ex. 20:10, y más aun a Jer. 17:19–27 (“Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén. Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de reposo…”) y a Neh. 13:15 (“En aquellos días vi en Judá a algunas que pisaban en lagares en el día de reposo, y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo; y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones”). Estos pasajes, sin embargo se refieren claramente a esa clase de transporte de carga que produce ganancia y que supone comercio y especulación. Al prohibir a este hombre sanado que recogiera su lecho—como si fuera algo comparable a una carga que llevara al mercado para venderla con beneficio—hacían de la Ley de Dios una caricatura.
            La respuesta del hombre sanado fue adecuada: Pero él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu camilla, y anda. Su razonamiento era así: uno que realiza una obra tan gloriosa—concediendo instantáneamente curación completa a un cuerpo que ha estado treinta y ocho años atrofiado—tiene derecho, incluso en día de reposo, de decirle al que ha curado lo que debe hacer.
            Le preguntaron: ¿Quién es el hombre (es decir, el tipo, en tono de mofa) que te dijo: Toma tu camilla y anda? No le preguntan: “¿Quién te curó?” La curación gloriosa de este hombre no les interesaba en absoluto. Lo único que les interesaba eran los nimios reglamentos humanos. A su modo de ver, el pecado que este hombre estaba cometiendo era éste:
a. que había levantado una cosa del suelo; lo que fuera, no importaba, y
 b. que estaba caminando con ella. No obstante se comportan con lógica al atribuir la terrible acción al que había ordenado que lo hiciera.
El hombre curado no se había enterado de la identidad de su Benefactor, pues Jesús, inmediatamente después de obrar su milagro, había desaparecido de entre la multitud de visitantes enfermos que acudían los días de reposo.
            Después de estas cosas Jesús le halló en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no continúes pecando, o algo peor te puede suceder.
Nuestra interpretación de este pasaje no nos permite estar de acuerdo con aquellos comentaristas que sacan la conclusión de que el Señor quiso decir: “Hace más de treinta y ocho años cometiste un pecado. La consecuencia fue que quedaste físicamente deformado y paralítico. Ahora te amonesto para que no peques más; de otro modo te puede suceder algo peor”. Por el contrario, puesto que el verbo (μηκέτι _μάρτανε) se halla en presente, lo traducimos por “no continúes pecando”, el significado es más bien referente a la situación presente de este hombre y no a lo que pudiera haber sucedido treinta y ocho años antes. En aquel momento estaba sin reconciliarse con Dios. Jesús sabía esto. Por ello le advierte que no continúe en esta condición pues de otra forma le aguarda algo peor que la enfermedad física de que acaba de ser librado. ¿No es posible que al decir “algo peor” Jesús se refiera al castigo eterno? De ahí se ve claramente que el relato no contiene una sola palabra que haga referencia a la causa de la enfermedad física de este hombre. Esta explicación concuerda también con las palabras de Cristo en 9:3.
CONCLUSION:

                        Trabajar el sábado, para Jesús no era romper la ley sino hacer lo mismo que el Padre hace: dar vida a los hombres. Se nos hace ver que el propósito de Jesús al trabajar el día de reposo, era más que curar simplemente a un enfermo o preocuparse de una persona; era dar vida en el sentido más amplio: restaurar al hombre de tal modo que sea capaz de servir a Dios.