viernes, 28 de febrero de 2014

JESUS EL PAN DE VIDA

LECCION ESCUELA DOMINICAL 02 DE MARZO
 
JUAN 6: 28-35
JUAN 6: 51
 
INTRODUCCION:
                        El relato continua sin interrupción, pero en esta sección se inicia otro discurso extenso, tomando como base el milagro de la alimentación de los cinco mil el día anterior. Tasker comenta que Jesús, habiendo insistido con Nicodemo que tendría que nacer otra vez y con la mujer samaritana que sólo él ofrecía agua que satisface plenamente la sed del alma, ahora hace ver a los galileos insensibles la verdad del alimento espiritual que sólo él es y puede proveer.
 
DESARROLLO
                        Literalmente la pregunta del v. 28 es: “¿Qué podamos hacer para que obremos las obras de Dios?”.
 Los términos “hacer” y “obrar” podrían indicar que ellos estaban pensando en un esfuerzo personal necesario para merecer lo que Jesús ofrecía, un concepto equivocado, pero muy popular en toda generación. Al decir las obras de Dios, es probable que estaban pensando en las demandas de la ley: diezmos, sacrificios, etc. Sin duda, estaban comenzando a entender que Jesús se refería a algo más allá de lo material, quizás algo moral y espiritual, y manifiestan interés.
            La obra que Dios demanda no requiere un esfuerzo físico, ni ofrendas materiales. Tampoco son “las obras de Dios” (v. 28), sino la obra de Dios, es decir, lo que Dios quería que hicieran. La demanda básica de Dios para que uno alcance la vida eterna no es plural, sino singular, es creer en su Hijo. Creáis es un verbo en el modo subjuntivo y el tiempo presente, lo cual enfatiza dos cosas: acción potencial y continua. El creer que salva es una disposición de confianza personal para con Jesús, como Hijo de Dios, y un compromiso con él que perdura. Aquél se refiere al Padre y el enviado es uno de los títulos más comunes que identifica a Jesús como el Hijo de Dios. Enviado traduce el verbo del cual se deriva el término “apóstol”. Jesús es literalmente y absolutamente “El Apóstol”, el enviado del Padre como su representante personal y con una misión específica.
Parece que ellos ahora entienden que Jesús está reclamando ser “el enviado de Dios”, el Mesías, y demandan pruebas para convencerles que es así como él dice. Nos sorprende que, los que habían visto y comprobado el milagro de la alimentación de los cinco mil el día anterior, ahora están pidiendo todavía otra señal. Quizá lo que tenían en mente era algo todavía más espectacular.
Los Sinópticos relatan que “para probarle le pidieron que les mostrara una señal del cielo” (Mat. 16:1; ver Mar. 8:11; Luc. 11:16) y esto luego de la alimentación de los cuatro mil.
Los galileos relacionan la multiplicación de los panes y los peces con el maná que comieron los israelitas durante 40 años en el desierto, entre Egipto y la Tierra Prometida. Parece que lo que estaba en sus mentes era la posibilidad de que Jesús sería otro profeta como Moisés, quien les daría ya no el pan de cebada que habían comido el día anterior, sino el maná que cae del cielo, ¡y eso todos los días! Tal expectativa se encuentra en varios de los escritos judíos extrabíblicos. En comparación, según ellos, Jesús habría hecho menos que Moisés: Jesús les alimentó una vez, Moisés 40 años; Jesús les dio pan común, Moisés dio pan del cielo; Jesús alimento a unos cinco mil, Moisés a una nación entera. Si Jesús cumpliera con esta expectativa, entonces ellos serían sus seguidores. Si esa fue su intención, Jesús no accede a sus demandas.
Jesús comienza a identificar lo que es “el verdadero pan”: es de Dios, es personal, desciende del cielo invisible y provee vida para todo el mundo, no sólo al pueblo judío. Este solo versículo, 32,  encierra todo un curso de teología.
 
CONCLUSION:
                                   La gente formula dos preguntas. En primer lugar: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?" La respuesta inesperada es: deben creer en Jesús, pues el Padre lo ha enviado. La segunda pregunta, es si Jesús puede acreditar su identidad, de tal forma que logre crear fe en ellos. Si Él es más que Moisés, debe hacer cosas mayores que las que él hizo, por ejemplo cuando les dio el maná. Para corregir este concepto que tienen acerca de Moisés, Jesús les dice que él no les pudo dar pan del cielo, sino que Dios el Padre lo hizo. El maná era un símbolo del verdadero pan; es símbolo de Jesús que descendió del cielo para dar vida al mundo. Aparentemente la gente aún no entiende que Jesús mismo es este pan de Dios. Ellos le piden este pan a Jesús. Ahora, enfáticamente, Jesús les dice que Él es este Pan. Lo que Jesús está ofreciendo es tan bueno, que aquella persona que cree en Él nunca tendrá hambre ni sed. Pero la fe es precisamente la condición que necesita una persona para recibir de este pan celestial llamado Jesús. Pero por otro lado, lo que justamente les falta es esta fe. A causa de la incredulidad no han recibido la vida eterna, y esto, porque no han recibido al que es el Pan de Vida, Jesús. El Señor no es culpable de esta carencia de fe; al contrario, el deseo de Él es salvar, pues nadie que viene a Él es echado. La gente que le ha sido dada por el Padre, vendrá a Él; aquellos recibirán la salvación eterna a través de la resurrección; esta no es sólo la voluntad de Jesús, sino también la de su Padre.
 

 


 

 

 

 

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