lunes, 25 de agosto de 2014

"Yo soy la resurrección y la vida"


Lección Domingo 31 de Agosto de 2014

JUAN 11:17 AL 27
1° TESALONICENSES 4:16


INTRODUCCIÓN 

      Para visualizar esta escena tenemos que ver primero cómo era un duelo judío. Por lo general en Palestina, debido al clima, se enterraban los muertos lo antes posible. Hubo un tiempo cuando un entierro era sumamente caro: se usaban para ungir el cuerpo los mejores perfumes y especias; el cadáver se vestía con ropas de lujo, y se le enterraba con toda clase de objetos de valor. A mediados del siglo I, todo esto se había convertido en un gasto insoportable. Naturalmente, en esos casos nadie quería ser menos que los vecinos; y eso hacía que los envoltorios y ropas y tesoros que se dejaban en la tumba costaran cada vez más.

     Desde su tiempo, el cadáver se envolvía en una mortaja de hilo, que a veces recibía el bonito nombre de «traje de viaje».

   Todos los que podían asistían al funeral. Los más posibles se suponían que, por cortesía o por respeto, se sumaban a la comitiva hasta el cementerio. Una curiosa costumbre era que las mujeres iban delante; se decía que, como había sido una mujer la que con su primer pecado había traído la muerte al mundo, debían ser ellas las que dirigieran el cortejo fúnebre hasta la tumba. Al pie de la tumba se hacían a veces discursos en memoria de la persona difunta. Se esperaba de todos que expresaran su profunda condolencia y, al retirarse de la tumba, se formaban dos filas largas por entre las que pasaban los familiares más próximos. Pero había esta norma tan prudente: no había que fastidiar a los que estaban de duelo con conversaciones vanas e intempestivas. Se los dejaba en paz, en su trance, con su dolor.

   En la casa del duelo se observaban ciertas costumbres. Mientras estaba el cadáver allí, estaba prohibido comer carne o beber vino, ponerse las filacterias o dedicarse a ninguna clase de estudio. No se preparaba comida en la casa; y no se podía comer nada en presencia del cadáver. Tan pronto como este se sacaba, se ponían al revés todos los muebles, y los que estaban de duelo se sentaban en el suelo o en taburetes.

      Al volver de la tumba se servía una comida que habían preparado los amigos de la familia. Consistía en pan, lentejas y huevos duros, que, por su forma, simbolizaban la vida que va rodando hacia la muerte. El duelo duraba siete días, de los que los tres primeros se pasaban llorando. Durante los siete días estaba prohibido ungirse, ponerse zapatos, dedicarse a ninguna clase de estudio o de negocios y ni siquiera lavarse. A la semana del duelo seguían treinta días de luto riguroso. Así es que, cuando Jesús se sumó a los que habían en la casa de Betania, encontró lo que se esperaría en una casa en duelo.

DESARROLLO

 (17-19).Betania se encontraba a unos tres kilómetros (15 estadios) de la ciudad de Jerusalén. Muchos judíos habían ido a la casa de Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. Durante los siete días que duraba el duelo, era común que los amigos visitaran a la familia para ofrecer sus condolencias y llorar junto a ella.

    Cuando Jesús llega a Betania, Lázaro había estado muerto cuatro días. Una creencia judía sostenía que cuando alguien moría, el alma del muerto permanecía cerca del cuerpo durante tres días, pero que al cuarto se iba definitivamente y ya no había posibilidad de que volviera al cuerpo. La muerte, entonces, era irreversible. Era con ese trasfondo en mente que los judíos serían testigos del milagro que Jesús llevaría a cabo. Para ellos ya no había esperanza de vida para Lázaro.

(20-27) En esta historia, también, Marta es todo un personaje. Cuando Lucas nos habla de Marta y María (Lucas 10:38- 42), nos presenta a Marta como la mujer de acción, y a María como la que más bien se sentaba tranquila. Así aparecen aquí. Tan pronto como les anunciaron que Jesús venía de camino, Marta salió a su encuentro, porque no podía estarse quieta; pero María se quedó esperándole. Cuando Marta llegó a donde estaba Jesús, el corazón se le salía por los labios. Aquí tenemos una de las expresiones más humanas de toda la Biblia; porque Marta habló, en parte con un reproche que no se podía guardar para sí, y en parte con una fe que nada podía hacer vacilar. « ¡Señor -Le dijo-, si hubieras estado aquí no se habría muerto mi hermano!» En sus mismas palabras podemos leer su pensamiento. Marta habría querido decir: «Cuando recibiste nuestro recado, ¿por qué no viniste en seguida? Lo has dejado para demasiado tarde.»

    Pero tan pronto como se le escaparon esas primeras palabras, las siguieron otras que eran las de la fe, una fe que desafiaba los hechos y la experiencia. «Aun a pesar de todo dijo movida por una esperanza desesperada, aun a pesar de todo, yo sé que Dios te dará lo que le pidas.»   Cuando Marta declaró su fe ortodoxa judía sobre la vida por venir, Jesús dijo de pronto algo que le daba a esa fe una nueva realidad y un nuevo significado. «Yo soy la Resurrección y la Vida le dijo Jesús. El que crea en Mí, vivirá aunque haya muerto; y todos los que estén vivos y crean en Mí, no morirán nunca.» ¿Qué quería decir exactamente? El pensamiento de toda una vida no bastaría para revelar todo su contenido; pero debemos intentar captar todo lo que podamos.

    Una cosa está clara, y es que Jesús no estaba pensando en términos de la vida física; porque, hablando humanamente, no es verdad que los que creen en Jesús no se mueren nunca. Los cristianos experimentan la muerte física tanto como los que no lo son.

Debemos buscar un significado más que físico.

1..Jesús estaba pensando en la muerte del pecado. Estaba diciendo: «Aunque una persona esté muerta en el pecado; aunque, por sus pecados, haya perdido todo lo que hace que la vida merezca llamarse vida, Yo puedo
hacer que vuelva a estar viva otra vez.»

2..Jesús estaba pensando también en la vida venidera. Él trajo la certeza de que la muerte no es el final. Las últimas palabras de Eduardo III el Confesor fueron: « No lloréis. Yo no me voy a morir. Al dejar la tierra de los que mueren, confío en ver las bendiciones del Señor en la tierra de los que viven.» Llamamos a este mundo la tierra de los vivientes; pero sería más correcto llamarlo la tierra de los murientes. Por Jesucristo sabemos que vamos de camino, no hacia el ocaso, sino hacia el amanecer; sabemos que la muerte es una puerta en el firmamento. En el sentido más auténtico, no vamos de camino hacia la muerte, sino hacia la vida.
¿Cómo sucede esto? Sucede cuando creemos en Jesucristo. ¿Y qué quiere decir eso? Creer en Jesús quiere decir aceptar todo lo que ha dicho Jesús como la verdad absoluta; y jugarnos la vida con entera confianza en que es así. Cuando hacemos eso, entramos en dos nuevas relaciones.

(a) Entramos en una nueva relación con Dios. Cuando creemos que Dios es como nos ha dicho Jesús, llegamos a estar absolutamente seguros de Su amor, y de que es, por encima de todo, un Dios redentor. El miedo a la muerte se desvanece, porque morir es ir con el gran amador de las almas humanas.

(b) Entramos en una nueva relación con la vida. Cuando aceptamos el camino de Jesús; cuando tomamos sus mandamientos como nuestra ley, y cuando nos damos cuenta de que Él está siempre dispuesto a ayudarnos a vivir como Él nos manda, la vida se convierte en algo totalmente nuevo. Está revestida de un nuevo encanto, una nueva delicia, una nueva fuerza. Y cuando hacemos nuestro el camino de Jesús, la vida se convierte en una cosa tan preciosa que no podemos concebir que se acabe quedando incompleta.

   Cuando creemos en Jesús, cuando aceptamos lo que Él nos dice acerca de Dios y acerca de la vida y nos jugamos el todo por el todo a que es verdad, resucitamos de veras, porque somos liberados del miedo que caracteriza a la vida sin Dios; somos liberados de la frustración que caracteriza a la vida sometida al pecado; somos liberados de la vacuidad de la vida sin Cristo. La vida se eleva de la muerte del pecado para llegar a ser algo tan auténtico que no puede morir, y que no encuentra en la muerte más que la transición a una vida superior.

viernes, 22 de agosto de 2014

Estudio Domingo 24 de Agosto

JUAN 11: 1 AL 16
MARCOS 5:39

INTRODUCCIÓN
        Una de las cosas más preciosas del mundo es tener una casa y un hogar al que uno puede ir en cualquier momento, y encontrar descanso y comprensión  paz y amor. Eso era doblemente cierto en el caso de Jesús, porque Él no tenía un hogar suyo propio; no tenía donde reclinar la cabeza (Lucas 9:58). En el hogar de Betania encontró algo de todo eso. Había allí tres personas que le amaban; y allí podía encontrar descanso de las tensiones de la vida.
      El mayor regalo que se puede hacer es dar comprensión y paz. El tener alguien al que uno puede acudir en cualquier momento sabiendo que no se reirá de nuestros sueños ni malentenderá nuestras confidencias es lo más maravilloso del mundo. Es una posibilidad para todos nosotros el tener un hogar así. No hace falta mucho dinero, ni requiere una hospitalidad exquisita. Sólo se necesita un corazón comprensivo. Nadie puede tener nada mejor que ofrecer a sus semejantes que el don del reposo para unos pies cansados, como ha dicho alguien; y eso era lo que Jesús encontraba en la casa de Betania en la que vivían Marta y María y Lázaro.
DESARROLLO
      (vv 1-5) Cuando Jesús llegó a Samaria sabía que, le pasara lo que le pasara a Lázaro, Él tenía poder para resolverlo. Pero, en un principio, se limitó a decir que aquella enfermedad se había presentado para la gloria de Dios y suya. Ahora bien: eso era cierto en dos sentidos, y Jesús lo sabía.
1..La curación permitiría sin duda a la gente ver la gloria de Dios en acción.
2..Pero había algo más. Una y otra vez en el Cuarto Evangelio, Jesús habla de su gloria en relación con la Cruz. Juan nos dice en 7:39 que el Espíritu no había venido todavía porque Jesús todavía no había sido glorificado, es decir, porque aún no había muerto en la Cruz. Cuando acudieron a Él los griegos, Jesús dijo: < Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado» (Juan 12:23). Y era de la Cruz de lo que estaba hablando, porque inmediatamente dijo que el grano de trigo tiene que caer en la tierra y morir para llevar fruto. En Juan 12:16, Juan dice que los discípulos se acordaron de estas cosas después que Jesús fue glorificado, es decir, después de su muerte y resurrección. Está claro en el Cuarto Evangelio que Jesús veía la Cruz como su suprema gloria y como su camino a la gloria. Así que, cuando dijo que la curación de Lázaro le glorificaría, estaba dando muestras de que sabía perfectamente bien que el ir a Betania y devolverle la salud, y la vida, a Lázaro, era dar un paso que le conduciría a la Cruz. Y así fue. Con los ojos abiertos Jesús aceptó la Cruz para ayudar a su amigo. Sabía el precio, y estaba dispuesto a pagarlo.
    (vv 6-10) Puede que encontremos extraño que Jesús se quedara otros dos días enteros donde estaba después de recibir la noticia de la enfermedad de Lázaro. Los comentaristas han sugerido diversas razones para explicar este retraso.
1...Se ha sugerido que Jesús esperó para que, cuando llegara a Betania, Lázaro ya estuviera muerto sin lugar a duda.
2...Se ha sugerido que Jesús esperó porque el retraso haría mucho más impresionante el milagro que se proponía realizar. La maravilla de resucitar a un hombre que llevaba cuatro días muerto sería mucho mayor.     La verdadera razón por la que Juan nos cuenta la historia de esta manera es que él nos presenta siempre a Jesús tomando la iniciativa por su cuenta, no por imposición de nadie ni de las circunstancias.
       Cuando convirtió el agua en vino en Caná de Galilea (Juan 2:1- 11), Juan nos presenta a María acudiendo a Jesús y contándole el problema; y la primera respuesta de Jesús fue: < No te preocupes por eso. Déjame resolverlo a mi manera.» Entra en acción, no porque le convencen u obligan otros, sino siempre por propia iniciativa. Cuando Juan nos relata que los hermanos de Jesús trataron de desafiarle para que fuera a Jerusalén (Juan 7:1- 10), nos presenta a Jesús, primero, rehusando ir a Jerusalén; y luego, yendo cuando Él lo decidió por Sí. Juan se propone siempre hacernos ver que Jesús hacía las cosas, no obligado por nada, sino porque lo decidía por sí mismo y en su momento. Eso es lo que vemos aquí también. Es una advertencia para nosotros. Muchas veces quisiéramos que Jesús interviniera de cierta manera y cuando nosotros decimos; hemos de aprender a dejarle intervenir como y cuando Él decida.
    Por último, cuando Jesús anunció la vuelta a Judea, sus discípulos se sorprendieron y espantaron. Se acordaban de que, la última vez que había estado allí, los judíos habían estado buscando la manera de matarle.
    El volver a Judea entonces les parecía, como se puede comprender, la manera más segura de cometer suicidio. Entonces Jesús dijo algo que encierra una gran verdad de valor permanente: «¿No tiene el día doce  horas?»
    Esta pregunta implica tres grandes verdades.
(i) Un día no puede terminar antes de tiempo. Tiene doce horas que transcurren no importa lo que suceda. La duración del día es fija, y nada lo acortará o alargará. En la economía de Dios del tiempo, cada persona tiene
su día, corto o largo.
(ii) Si el día tiene doce horas, hay tiempo suficiente para lo que una persona tiene que hacer, sin andarse con prisas.

(iii) Pero, aunque haya doce horas en el día, hay sólo doce horas. No se pueden prolongar; y, por tanto, no hay que perder el tiempo. Hay bastante tiempo, pero no demasiado. Hay que «redimir el tiempo» (Efesios 4:16)

martes, 12 de agosto de 2014

Uno con el Padre


Lección Domingo 17 de Agosto de 2014

JUAN 10:31 AL 42
JUAN 5:36

INTRODUCCIÓN
      La afirmación de Jesús, en el sentido de que él y el Padre eran uno, fue más de lo que los judíos podían soportar.

Ellos comenzaron a tomar piedras (10.31), pues, ¡estaban lo suficientemente furiosos como para apedrearlo allí mismo en el templo! Convencidos de que las palabras de Jesús constituían una blasfemia, ellos se creían justificados en lo que hacían. A pesar de las piedras que sus acusadores tenían en sus manos, Jesús continuó proclamando la verdad de sus afirmaciones en el sentido de ser el Hijo de Dios.

DESARROLLO
     (vv31 al 38)Otra vez trataron de apoderarse de Él por la violencia, pero Él se les escapó de las manos. Para los judíos, la afirmación de Jesús de que Él y el Padre eran una misma cosa era blasfemia. Era invadir una persona humana el lugar que sólo correspondía a Dios. La ley judía establecía la pena de lapidación por el pecado de blasfemia. « El que blasfemare el nombre del Señor, ha de ser muerto; toda la congregación le apedreará» (Levítico 24:16). Así es que empezaron a prepararse para apedrear a Jesús. El texto original quiere decir que se pusieron a recoger piedras para lanzárselas.

Jesús arrostró su hostilidad con tres razones:

(1) Les dijo que había estado haciendo obras maravillosas todo el tiempo: sanando a los enfermos, alimentando a los hambrientos y consolando a los afligidos; obras tan llenas de benevolencia, poder y belleza que no podían venir sino de Dios.
¿Por cuál de todas ellas le querían apedrear? Y ellos respondieron que no era por nada de lo que había hecho, sino por lo que pretendía ser.

(2) Pretendía ser el Hijo de Dios. Para resistir su ataque, Jesús usó dos razonamientos. El primero era típicamente judío, por lo que nos cuesta entenderlo. Jesús citó el Salmo 82:6, que es una advertencia a los jueces injustos para que abandonen los malos procedimientos y defiendan a los pobres y a los inocentes. La exhortación acaba: «Yo digo: Sois dioses, hijos del Altísimo todos vosotros.» El juez es un delegado de Dios para ser un dios para el pueblo. Esta idea se descubre claramente en algunas de las disposiciones del Éxodo 21:1- 6. Dice que el siervo hebreo es libre al séptimo año, a menos que quiera seguir como siervo el resto de su vida. La versión Reina-Valera pone en el versículo 6: «Entonces su amo le llevará ante los jueces.»  Pero, en hebreo, la palabra que se traduce por jueces es realmente elóhim, que quiere decir Dios o dioses. La misma forma de expresión se usa en Éxodo 22:9, 28. Hasta la Escritura llamaba dioses a las personas especialmente comisionadas por Dios para ciertas tareas. Entonces Jesús dice: « Si la Sagrada Escritura puede hablar así acerca de ciertos hombres, ¿por qué no puedo hablar Yo así acerca de Mí?»

Jesús afirmaba dos cosas acerca de sí mismo:

(a) Que Dios le había consagrado para una tarea especial.
     La palabra para consagrar es haguiazein, el verbo correspondiente al adjetivo haguios, que quiere decir Santo. (Reina-Valera, santificar). Esta palabra contiene la idea de que la persona, lugar o cosa a los que se aplica, son diferentes de los demás, precisamente porque Dios los ha apartado para un uso o propósito distinto y, por tanto, le pertenecen de una manera especial. Así, por ejemplo, el sábado es santo (Éxodo 20:11), el altar es santo (Levítico 16:19), los sacerdotes son santos (2 Crónicas 26:18), el profeta es santo (Jeremías 1:5). Cuando Jesús dijo que Dios le había consagrado, le había hecho santo, quería decir que le había apartado de los
demás seres humanos, porque Le había asignado una tarea especial, y Él lo sabía.

(b) Que Dios le había comisionado y enviado al mundo. La palabra que se usa es la que se usaría para enviar un mensajero o un embajador o un ejército. Jesús no pensaba simplemente que había venido al mundo, sino que había sido enviado al mundo. Su venida había sido una acción de Dios; y Él había venido para hacer la tarea que Dios le había encargado.
   Así es que Jesús quería decir: En el pasado, la Escritura podía llamar dioses a los jueces, porque eran comisionados por Dios para traer su verdad y justicia al mundo. Ahora, Yo he sido separado para una tarea especial, y he sido comisionado por Dios para venir al mundo. ¿Cómo podéis objetar a que me llame Hijo de Dios? No digo nada más que lo que dice la escritura.  Este es uno de esos razonamientos bíblicos cuya fuerza nos resulta difícil de captar, pero que sería absoluta mente irrefutable para los rabinos judíos.

(3) Jesús prosiguió proponiendo la prueba del fuego. < No os pido les dijo realmente  que aceptéis mi palabra. Os pido que aceptéis mis obras.» Se pueden discutir las palabras, pero no las obras. Jesús es el Maestro perfecto porque no basa su autoridad en lo que dice, sino en lo que hace. Lo que proponía a los judíos era que basaran su veredicto sobre Él, no en lo que decía, sino en lo que hacía; y esa es la prueba del fuego que sus seguidores deben estar dispuestos a aceptar y proponer. La pena es que sean tan pocos los que la resistan, y aún menos los que la propongan.
(vv39) Los oponentes de Jesús trataron de prenderle, pero él se les escapó y terminó siendo el “ganador” de otra disputa con los líderes judíos. Jesús continuó demostrando que él pondría su vida en el momento que él lo decidiera, no cuando sus oponentes pensaban que podían arrebatársela (10.17–18). No se nos dice cómo fue que Jesús lo logró, pero de alguna manera él “se escapó de sus manos” (10.39).

(vv40 al 42) A Jesús se le iba acabando el tiempo; pero Él conocía su hora. No desafiaba el peligro ni se jugaba la vida temerariamente; ni evitaba cobardemente el peligro para conservar la vida. Pero anhelaba la tranquilidad antes del combate definitivo. Siempre se preparaba para enfrentarse con los hombres encontrándose antes a solas con Dios. Para eso se retiró al otro lado del Jordán. No era una evasión. Estaba sólo preparándose para la contienda final.  El lugar al que se dirigió es sumamente significativo. Se fue al lugar en que Juan había bautizado a los que venían a él y recibían su mensaje, donde Jesús mismo había sido bautizado. Allí había sido donde había escuchado la voz de Dios, que le aseguraba que había hecho la debida decisión y escogido el camino correcto. Es absolutamente recomendable y loable el volver de cuando en cuando al punto en el que se han experimentado las realidades más significativas y se han hecho las decisiones más definitivas de la vida.

    Jesús, antes de llegar al final de Su misión terrenal, volvió al lugar que había sido su punto de partida. Pero también allí, al otro lado del Jordán, los judíos vinieron a Él, y también ellos se acordaron de Juan. Recordaban que les había hablado con palabras de profeta, pero no había hecho ninguna obra maravillosa. Se dieron cuenta de que había una gran diferencia entre Juan y Jesús. A la proclama poderosa de Juan, Jesús había añadido la manifestación del poder de Dios. Juan había diagnosticado correctamente la situación, pero Jesús había aportado el poder para remediarla. Aquellos judíos habían reconocido que Juan era un profeta; ahora se daban cuenta de que todo lo que Juan había anunciado acerca de Jesús se había confirmado; y, en consecuencia, muchos de ellos creyeron.

CONCLUSIÓN
    La totalidad del episodio anterior tuvo lugar durante la fiesta de dedicación. Es irónico que, precisamente cuando Jesús se hizo presente para celebrar el que Dios liberara a su pueblo, ese mismo pueblo lo tratara de inicuo blasfemador. Los líderes judíos lo consideraban un hombre peligroso y un vil hereje. No se daban cuenta de que Jesús pronto iría a la cruz para proporcionarles verdadera liberación. No se daban cuenta de que él pronto derramaría su propia sangre —no la sangre de animales— para la purificación de su pueblo. No apreciaban el hecho de que era al Cordero de Dios sin pecado y sin mancha, al cual trataban de matar ese día. ¡Hoy día podemos considerar esos mismos hechos desde la perspectiva en que nos encontramos, y sabemos que ellos constituyen la
esencia del evangelio!

domingo, 10 de agosto de 2014




1.    ¿Cuáles eran los 3 peligros que enfrentaba la iglesia en el tiempo que Juan escribió este libro?

1.     Persecución abierta hacia los cristianos
2.     Negarse a adorar al emperador, que era un rito sagrado romano
3.     Gnosticismo

2.    ¿Qué era el gnosticismo?

(Del griego “Gnosis”=Conocimiento)
Era un conjunto de corrientes sincréticas, es decir, que mezclaban pensamientos filosóficos y religiosos, que en los primeros tres siglos de nuestra era se mimetizaba con el cristianismo.

Se trata de una doctrina, según la cual el hombre no se salva por la fe en el sacrificio de Cristo, sino mediante la gnosis, o conocimiento que consideran superior a la fe.

3.    Explique: 

ü  Jesús es perfecto Dios                   
ü  Jesús es perfecto Hombre
Jesús reúne en si mismo la deidad perfecta, pues la escritura señala  su condición divina desde la creación hasta los sucesos que acontecerán en la eternidad; “En el principio era el Verbo (Cristo), y el verbo era con Dios y el Verbo era Dios.” (Jn. 1.1)

Jesús es perfecto hombre desde su nacimiento virginal, pues asume nuestra condición física pero en perfección (no conoció pecado). Se constituye como el punto de comparación de cada creyente (ser como él) y desarrolla un ministerio sin violar la ley ni ofender al Padre.



4.    ¿Cuál es el milagro más grande hecho en Jesús?

Su encarnación. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…” (Jn. 1.14) Siendo Dios se hizo hombre por amor.

5.    ¿Cuál es la más grande humillación de Jesús?

Siendo justo y santo tuvo que guardar silencio; teniendo la verdad y la justicia debió soportar la injusticia y la mentira por amor a nosotros… “¡En el silencio de ese justo mi pobre alma se salvó!”. Sin duda el mayor símbolo de su humillación fue la cruz.

6.    ¿Qué manifestación nos muestra Juan en el capítulo 1 que hace de Jesús el creador?

Nos presenta a Jesús como el centro de toda la creación: “Todas las cosas por él fueron hechas…” Partícipe, gestor y centro de la creación. Nos señala la pre-existencia de Jesús, y cómo desde la eternidad se revela a este mundo como la luz en medio de las tinieblas.

7.    ¿Qué era la fiesta de la purificación?

En el judaísmo, la ablución es una purificación ritual que puede ser una inmersión de todo el cuerpo o una sencilla aspersión de agua sobre las manos (Mr. 7.2-5). La Torá prescribía una inmersión total en una fuente natural, un río, o un baño ritual para purificar las personas o los objetos que volvieron impuros por un contacto directo o indirecto con unas fuentes de impureza, de las cuales las principales son la sangre y los cadáveres. Existen reglas precisas para las abluciones.

Todos los trabajadores de los servicios del Templo, que necesitaban un estado de pureza ritual, debían lavarse manos y pies con agua.

8.    ¿Qué significa la conversión del agua en vino?

Su significado es mostrar el contraste que existe entre el ritualismo religioso, simbolizado en las tinajas llenas de agua y dispuestas para lavar externamente el cuerpo según el rito de la purificación, y el “gozo del espíritu” que es representado por el vino,  que transforma la vida de quienes creen y reciben a la persona de Jesucristo y su obra redentora.

9.    ¿A qué grupo importante pertenecía Nicodemo?

Nicodemo era un rico e importante fariseo integrante del Sanedrín, que en el Antiguo Israel era una asamblea o consejo de sabios compuesta por el sumo Sacerdote y 70 hombres prominentes de la nación (total 71 miembros) que ejercía la función de corte suprema del pueblo de Israel.

10. ¿Quiénes eran los samaritanos?

           Eran un grupo étnico y religioso que se consideraban descendientes de las doce tribus de Israel, pero que los mismos judíos rechazaban, por no ser descendientes puros, sino mezclados con pueblos foráneos.

En el año 740 a. C. los asirios conquistaron a las diez tribus de Israel. La Biblia cuenta que el pueblo original marchó al exilio(en realidad sólo la elite intelectual) y fue reemplazado por gente foránea a quien se le dio cierta instrucción religiosa similar a la judía. Aunque el pueblo samaritano, originado con esta mezcla, reconocía la Torá, fue despreciado por el pueblo judío.
11. ¿Quién era la mujer Samaritana?

Era una mujer emocionalmente rechazada; Jesús revela que ha estado casada en 5 oportunidades.  Además, su presencia en el pozo en el horario señalado es un antecedente  de su desprotección.

Una mujer con un presente dudoso; Jesús le señala “el que ahora tienes no es tu marido”.

Sin duda, un tipo de la iglesia gentil amada por Cristo.

12. Nombre los 7 “yo soy” de Jesús

1.     “Yo soy el Pan de Vida” (Jn. 6.35)
2.     “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8.12)
3.     “Yo soy la Puerta” (Jn. 10.9)
4.     “Yo soy el Buen Pastor” (Jn. 10.11)
5.     “Yo soy la Resurrección y la Vida” (Jn. 11.25)
6.     “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14.6)
7.     “Yo soy la Vid Verdadera” (Jn. 15.1-3)

13. Nombre los milagros de Jesús realizados el día sábado desde el capítulo 1 al 10
1.     La curación del paralítico junto al estanque de Betesda (Jn. 5.1-9)
2.     Jesús sana al ciego con lodo junto al estanque de Siloé (Jn. 9.1-7)

14. ¿Qué siente Jesús por la multitud según el capítulo 6?

Jesús sintió “compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían Pastor” (Mt.14.14/Mr. 6.33)

15. Nombre 4 cosas comunes con lo que Jesús hizo grandes milagros
1.     El agua contenida en seis tinajas en las bodas de Caná
2.     Cinco panes
3.     Dos peces
4.     Barro formado por su propia saliva

16. ¿Qué es el maná?

Es un alimento de origen divino dado a Israel en su peregrinar por el desierto.

Era el pan enviado por Dios a los israelitas todos los días durante los cuarenta años que estos deambularon por el desierto. Los israelitas lo llamaron así al expresar: «¿Qué es esto?». Lo recibían todos los días, menos el séptimo, sábado, por lo cual debían recolectar doble ración el sexto día, es decir dos gomeres por cabeza (Éxodo 16:22).

En el libro bíblico del Éxodo se relata que el maná aparecía cada noche y mañana después de que el rocío hubiera desaparecido y que este debía ser recogido antes de que el calor del sol lo derritiera. Según Números, llegaba con el rocío, por la noche. Se describe el maná como una especie de semilla similar a la del coriandro (de la familia del cilantro), de color blanco, que tras ser molida y horneada se parecía a las hojuelas con miel.

17. Con que tipos de ramas (de Arboles) se armaba el tabernáculo en el desierto.

4 tipos diferentes:

1. La palmera (Salmo 92.12-15)
2. Arboles frondosos, el arrayan
3. El sauce (Isaias 44.4)
4. El cetron, arbol hermoso

18. En qué fecha se celebraba esta fiesta judía “los tabernáculos”

La fiesta de los tabernáculos llamada “Sucot”  era una de las principales solemnidades de los israelitas y se celebraba entre el 15 y el 22 de Tishrei (9 al 17 octubre). Duraba siete días durante los cuales habitaban bajo tiendas y enramadas en memoria del tiempo en que sus padres habían vivido bajo ellas antes de entrar a la Tierra Prometida.

19. ¿Qué manifestaciones de Dios se confrontan en la aceptación de la mujer adúltera?

El legalismo del judaísmo versus la gracia divina.

20. Quienes eran los

ü  Los fariseos
(De una palabra hebrea que significa “separados”) Corresponde a una secta de la comunidad judía que aparece en el período de la cautividad babilónica 587 c. de C. y que existen hasta el siglo II d. de C.  después de la caída del Templo, logran que el pueblo acepte sus doctrinas tomando el control del judaísmo oficial y transformado el culto. De ellos se desprende la rama ortodoxa que redactó el Talmud.

Cristo se enfrenta con ellos confrontándolos a una verdad: agregan a la escritura doctrinas de hombres colocando dificultad para que el hombre se acerque a Dios. Les caracterizaba un apego estricto a la letra que sofocaba la ley con interpretaciones  que se volvieron tradición y que Jehová supuestamente había comunicado a Moisés por medio de comunicaciones orales a las que se les asignaba idéntica autoridad que la ley en sí.

ü  Los saduceos
Era una secta del pueblo judío, opositores a los fariseos, cuyos seguidores eran ricos y poderosos (Caifás era uno de ellos). eran los colaboracionistas que se sometían al poder extranjero, ya fueran griegos o romanos, y adoptaban sus modas y cultura, por esta razón a menudo eran considerados un partido político.

Negaban la inmortalidad del alma y la resurrección. También negaban la existencia de espíritus o cualquier otro tipo de seres espirituales y negaban todos los milagros especialmente la resurrección del cuerpo. Eran  los racionalistas religiosos de su época y eran parte importante en el sanedrín y en el sacerdocio.

Jesús les confronta por su falta de conocimiento.

ü  Los escribas
Para los hebreos era el copista de las Sagradas Escrituras; además clasificaban y enseñaban los preceptos de la Ley oral y cuidaban que no se perdiera ninguna letra de los escritos del Antiguo Testamento.