LECCIÓN DOMINGO 14 DE SEPTIEMBRE DE 2014
JUAN 11:38 AL 44
MARCOS 9:23
INTRODUCCIÓN
Aquí
llegamos a la última escena del drama. Una vez más se nos muestra la figura de
Jesús conmocionado de angustia al compartir la angustia del corazón humano.
Para los lectores griegos, esa breve frase, «Jesús lloró», sería lo
más alucinante de toda la alucinante historia. Que el Hijo de Dios pudiera
llorar les parecería increíble.
DESARROLLO
Aquí repite Jesús sus gemidos v38. La expresión es similar a la del v 33 con la diferencia de que, en el v
33, el texto dice literalmente: <<se
estremeció en el espíritu>>
mientras que el v38 dice;<<se
estremeció en sí mismo>>. El evangelio añade que el sepulcro<<era una cueva, y tenía
una piedra puesta encima>>,
es decir, tenía la entrada cubierta con una piedra. Cuando la gran piedra
era rodada para cubrir la tumba, se daba por terminado el funeral. En seguida, Jesús da orden que retire la
piedra. Con esta orden, quería Jesús que todos los asistentes pudiesen ver el
cadáver puesto en la tumba, al mismo tiempo que se le abría la puerta al que
había de resucitar y aparecer a la vista de todos con un verdadero cuerpo, no
como un fantasma o un producto de la alucinación colectiva. En sentido
espiritual, es un buen paso hacia la resurrección de una persona a la vida eterna cuando, por medio de la
predicación del evangelio los ministros de Dios, fieles al llamamiento de
Cristo lanzan la palabra al fondo de la tumba del corazón y preparan camino
para que el espíritu Santo remueva los prejuicios quebrantando la piedra
(Jer 23:29) y haga surgir a la vida
(3:5) al que estaba muerto en sus delitos y pecados (Ef 2:1).
Aun entonces, Marta, fijándose más en el
cadáver de su hermano que el poder del salvador, parece objetar que el cadáver está
ya en proceso de descomposición, pues<<hiede ya>>.
a)
Era opinión corriente entre los orientales que el alma del
difunto se quedaba junto al cadáver durante tres días, pero que se marchaba
definitivamente de él al cuarto día, con lo que el proceso era de todo punto
irreversible. Esto nos hace pensar que, precisamente por eso, Jesús espero
hasta el cuarto día después de la muerte de Lázaro, a fin de que no quedase
duda alguna de que la resurrección del difunto era de todo punto imposible, a
no ser por el poder divino.
b)
Aunque los judíos embalsamaban o <<ungían>>
los cadáveres de sus difuntos su método difería mucho de la perfección con que
los egipcios llevaban a cabo dicha operación; por ello, no ha de extrañarnos
que el cadáver de Lázaro, ya de cuatro días, exhalase el hedor que evidencia el
proceso de descomposición. También en esto, Cristo venció a la muerte, puesto que su propio cadáver no experimento
la ordinaria corrupción del sepulcro (Hch 2:24,31), así como su espíritu no
había experimentado la corrupción del pecado.
Cristo, a quien el hedor del cadáver no
había repugnado como le repugna el hedor del pecado, reprende benignamente a
Marta por la dosis de incredulidad que todavía le queda a ella. Más aun, le da
a entender que el hecho mismo de que el cadáver hiede ya, va a servir para
incrementar la gloria del milagro que el poder dIvino va a obrar: <<Jesús
le dijo; ¿no te he dicho que si crees, veras la gloria de Dios?>>. Nuestro señor nos ha dado todas las
garantías imaginables de que una fe sincera será coronada, a la larga, con una
bienaventurada visión. Si tomamos la palabra de Cristo y nos apoyamos
enteramente en su poder y en su fidelidad, veremos la gloria de Dios y seremos
inmensamente felices con esa visión. Tenemos necesidad de que se nos refresque
la memoria con mucha frecuencia a fin de que las seguras dadivas que el Señor
nos ha prometido nos sirvan de ánimo en medio de las dificultades de la vida
presente. Estamos inclinados a olvidar las palabras de Cristo, y es preciso que
él nos repita una y otra vez, mediante su palabra y su espíritu ¿no te he dicho? ¿O piensas que voy a declinar?.
A continuación vemos que, sin atender a
las palabras de Marta, los hombres obedecen la orden de Jesús v 41. Lo único
que podían hacer estos hombres era <<quitar la piedra>>. Sólo Jesús podía devolver la vida a su
amigo.
Después de dirigirse al Padre, Jesús se
dirige ahora al propio amigo difunto: v 43. Cristo pudo haber devuelto la vida a
Lázaro mediante el ejercicio silencioso de su poder divino, pero quiso hacerlo
mediante un llamamiento hecho en voz alta. ¿Por qué?
a) Para
dar a entender el poder empleado en el milagro. El alma de Lázaro se hallaba
ya, no junto al cadáver, como habrían pensado los judíos si el milagro se hubiese llevado a
cabo antes, sino ya en el hades o en manos del Padre de los espíritus (Ec.12:7),
puesto que la presciencia divina sabía que la vida de Lázaro no iba a terminar
ahora en el sepulcro (v.4). en todo caso, el alma de Lázaro estaba ya lejos del
cuerpo, por lo que Jesús grito a gran voz, como se hace para llamar a alguien
que está a gran distancia.
b) Como
tipo de otras obras portentosas que el poder de Cristo lleva a cabo. Esta gran
voz es figura, primero, de la voz del evangelio
mediante la cual son levantados a la vida quienes yacen <<muertos por sus delitos y
pecados>> (Ef 2:1); segundo, de otra voz suya, cuando el
señor mismo descienda con<<voz de
mando (1 Ts
4:16 Y 1° Cor 15:52). Ningún obstáculo
prevalecerá contra el poder de Dios.
Este llamamiento en voz alta fue sumamente
conciso y, al mismo tiempo, extremadamente poderoso. Llama al muerto por su
propio nombre, para que, como dice Agustín de Hipona, sea él quien vuelva a la
vida y no otro, pues la voz de Jesús es tan poderosa—dice él—que si no le
hubiese llamado personalmente, todos los muertos se habrían levantado de sus sepulcros.
Le dice <<¡Sal
Fuera!>> no le
dice:<<¡Resucita!>>, porque,
porque demostraba así que podían oírle los muertos al igual que los vivos.
Con
la mayor rapidez <<y el
que había muerto salió>>v .44. Con una velocidad superior a la de la luz la orden fue
transmitida al alma y al cuerpo de Lázaro, de forma que se reunieron y, así,
vivo de nuevo, pudiese obedecer la orden de salir del sepulcro. El milagro nos
es descrito, no por los ocultos y misteriosos cambios efectuados en el muerto,
ya que Jesús no intentaba satisfacer la curiosidad, sino por sus efectos
visibles con lo que se robustecía la fe y se derrotara la incredulidad. Con la mayor perfección Lázaro, pudo
salir del sepulcro con la misma fuerza, con las mismas energías, con que se
levantaba de la cama por las mañanas cuando se hallaba en la plenitud de su
salud juvenil; no solo volvió a la vida, si no a la plena salud. Volvió a la
vida y salió vestido con el mismo traje con que había sido sepultado, para
mayor evidencia de que era la misma persona, sin truco alguno por parte de
alguien que hubiera intentado suplantarlo.
A continuación, <<Jesús
les dijo: Desatadle y Dejadle ir>>. Como
si dijera; Soltadle las ataduras que le impiden caminar, a fin de que pueda
marcharse a casa con lo que lleva puesto. Los encargados de ejecutar esta orden
de Jesús tuvieron la ocasión, no solo de ver, sino de palpar y ver que era el
mismo (Lc 24:39), al ser testigos de excepción del milagro.
CONCLUSIÓN
Todo lo que hacía Jesús era debido al poder
de Dios y diseñado para la gloria de Dios. ¡Qué diferente de nosotros! Hacemos
las cosas en nuestro propio poder, y para nuestro prestigio. Posiblemente
habría más maravillas en nuestras vidas también si dejáramos de actuar por
nosotros mismos y le diéramos a Dios el lugar central que le corresponde.
Muchas gracias por tan hermoso estudio biblico.
ResponderEliminarSolo lo insto con mucha humildad, a repasar el estado de los muertos. El alma muere. No sé va a ninguna parte una vez fallecida la persona. No poseemos un alma inmortal porque cada persona es un alma y el alma que pecare, esa alma morira dice la Escritura.