DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2014
JUAN 14: 1
al 7
1°
TESALONICENSES 4: 16-17
Introducción
Veremos
en este pasaje el amoroso plan de Dios para con los suyos. Faltaban pocas horas
para que Judas lo entregara, y el Señor quiere tranquilizar y dar paz y
esperanza a sus discípulos. Al cabo de muy poco, se les iba a hundir la vida a los
discípulos de Jesús. Su mundo se les iba a colapsar, y el caos los iba a
cercar. Entonces no les quedaría más que aferrarse desesperadamente a Dios con
entera confianza. Como había dicho el salmista: «¡Si no creyese que tengo de
ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes!» (Salmo 27:13. R- V.09
añadía en cursiva para aclarar el sentido: hubiera yo desmayado). «Pero mis
ojos miran hacia Ti, oh Señor Dios; en Ti busco refugio, ¡no me dejes indefenso!»
(Salmo 14:1-8). Hay
momentos en que tenemos que creer y aceptar aunque no podamos entender nada.
Si, en la hora más oscura, creemos que, de alguna manera, hay un propósito en
la vida, y que es un propósito de amor, hasta lo insoportable se hace soportable,
y hasta en lo más denso de las tinieblas hay un rayo de luz.
DESARROLLO
14:1- 3 Hay grandes verdades en
estos pasajes.
(i) Nos habla de la honestidad de Jesús. « Si
no fuera así, ¿os habría dicho Yo que voy a prepararos un sitio?» Nadie podrá
jamás reclamar que le proselitizaron fraudulentamente con promesas fantásticas
para que se hiciera cristiano. Jesús les dijo claramente a sus posibles
seguidores que los cristianos tenemos que despedirnos para siempre de la
comodidad (Lucas 9:57-58). Les advirtió acerca de la persecución, el odio, los
oprobios que tendrían que soportar (Mateo 10:16-22). Les habló de la cruz que
tendrían que sufrir (Mateo 16:24), aunque también les habló de la gloria que hay
al final del camino cristiano. Sincera y honradamente dijo a todos lo que
podían esperar, tanto de dolor como de gloria, si se apuntaban como seguidores
suyos. Jesús no era uno de esos políticos que tratan de sobornar a la gente con
promesas de un camino fácil; lo que quería era desafiarlos a alcanzar la
grandeza.
(ii)
Nos habla de la misión de Jesús. Él les dijo: «Voy a
prepararos un sitio.» Uno de los grandes pensamientos del Nuevo Testamento es
que Jesús va delante de nosotros, y nos abre el camino para que sigamos sus
huellas. Una de las grandes palabras que se usan para describir a Jesús es la
palabra prodromos (Hebreos 6:20), que Reina-Valera traduce por precursor. Hay
dos usos de esta palabra que iluminan el cuadro que contiene. En el ejército
romano, los prodromoi eran las tropas de reconocimiento. Se adelantaban al cuerpo
del ejército para trazar el camino y asegurarse de que el resto de la tropa
podía seguir adelante. El puerto de Alejandría tenía un acceso muy peligroso.
Cuando llegaban los grandes navíos que transportaban grano, se les mandaba una
barcaza piloto para que los guiara por el canal hasta las aguas seguras.
Aquella barcaza piloto se llamaba prodromos. Pasaba primero para que los demás
pudieran pasar sin peligro. Eso es lo que ha hecho Jesús. Ha abierto el camino
que conduce al Cielo y a Dios para que le sigamos a salvo.
(iii)
Nos habla del triunfo final de Jesús. Él dijo: «Volveré.» La
Segunda Venida de Jesús es una esperanza sobre la que no se suele predicar
mucho; y lo curioso es que los cristianos, o la pasan por alto, o no piensan en
otra cosa. Es verdad que no podemos decir ni el día ni la hora cuando sucederá,
ni cómo sucederá; pero una cosa es segura: la Historia se dirige a una meta.
Sin un clímax quedaría incompleta. La consumación de la Historia será el
triunfo de Jesucristo. Y Él ha prometido que el día de Su triunfo recibirá en
Su Reino a sus amigos.
(iv)
Jesús dijo: «Donde Yo esté, allí estaréis también vosotros.» Aquí
tenemos una gran verdad dicha de la manera más sencilla. Para el cristiano, el
Cielo es donde está Jesús. No tenemos por qué especular acerca de cómo es el
Cielo. Nos basta con saber que estaremos ya siempre con Jesús. Cuando amamos a
alguien con todo el corazón, sólo estamos vivos cuando estamos en su compañía.
Eso nos pasa con Cristo. En este mundo, nuestro contacto con Él es impreciso,
porque vemos la realidad como a través de un espejo imperfecto y espasmódico,
porque somos pobres criaturas y no podemos vivir siempre en las alturas. Pero
la mejor definición del Cielo es el estado en que estaremos siempre con Jesús.
14:4- 7 Una y
otra vez Jesús les había dicho a Sus discípulos adónde se iba; pero, por lo que
se ve, no le habían entendido. «Estaré con vosotros un poco más de tiempo, y
luego volveré al que me envió» (Juan 7:33). Jesús les había dicho claramente
que iba al Padre que le había enviado, con el que era una misma cosa; pero
ellos todavía no sabían de qué viaje se trataba. Y menos todavía se habían
enterado de cuál sería el camino, que Jesús les había dicho que pasaba por la Cruz.
Para entonces, los discípulos ya estaban totalmente confusos. Había uno entre
ellos que nunca podía decir que entendía lo que no entendía, que era Tomás. Era
demasiado honrado y tomaba las cosas demasiado en serio para darse por
satisfecho con piadosas vaguedades. Tenía que estar seguro; así es que expresó
sus dudas, y lo maravilloso es que fue su confesión de no haber entendido lo
que dio origen a una de las revelaciones más gloriosas que Jesús hizo nunca a
sus discípulos. Jesús le dijo a Tomás: « Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida.»
Eso nos parece una gran afirmación; pero aún lo sería más para un judío que la
oyera por primera vez. En ella, Jesús tomó tres de las grandes concepciones
básicas de la religión judía, e hizo la tremenda declaración de que en Él se
habían hecho realidad.
Primero Los
judíos hablaban mucho del camino por el que había que andar, y de los caminos
de Dios. Moisés le dijo al pueblo de parte de Dios: « No os apartéis a diestra
ni a siniestra. Andad en todo el camino que el Señor vuestro Dios os ha
mandado» (Deute 5:32- 33). Y Moisés le dijo al pueblo: «Porque yo sé que
después de mi muerte ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que
os he mandado» (Deut 31:29). También había dicho Isaías: «Entonces tus oídos oirán
a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él» (Isaías
30:21). En el glorioso nuevo mundo habría una calzada y camino que se llamaría
Camino de Santidad, por la que no irían los inmundos, y el mismo Señor estaría
con ellos; y los viandantes, aunque fueran sencillos, no se perderían, ni los
atacarían las fieras (Isaías 35:8). La oración del salmista era: «Enséñame, oh
Señor, Tu camino» (Salmo 27:11). Los judíos hablaban del camino de Dios por el
que hay que ir. Jesús dijo: «Yo soy el Camino.»
Segundo
Jesús
dijo también: « Yo soy la Verdad.» El salmista había dicho: «Enséñame, oh
Señor, Tu camino; caminaré yo en Tu verdad» (Salmo 86:11). «Porque Tu
misericordia está delante de mis ojos, y ando en Tu verdad» (Salmo 26:3).
«Escogí el camino de la verdad» (Salmo 119:30). Muchos nos habían dicho la
verdad, pero ninguno llegó a encarnarla.
Hay
una cosa de suprema importancia acerca de la verdad moral. El carácter de un
profesor no afecta a su enseñanza de geometría o de gramática latina. Pero si
se trata de un profesor de ética, su carácter influye decisivamente. Un
adúltero que enseñara la necesidad de la fidelidad conyugal, un avaro que
tratara del valor de la generosidad, un orgulloso que hablara de la belleza de
la humildad, un violento que defendiera la calma, un sádico que exhortara al
amor... no tendría mucho éxito. La verdad moral no se transmite sólo con palabras;
tiene que mostrarse en el ejemplo. Y es ahí donde el mejor maestro humano se
quedará corto. Ningún maestro ha sido la personificación de la verdad que
enseñaba más que Jesús. Muchos podrán decir: «Yo os enseño la verdad;» pero
sólo Jesús pudo decir: «Yo soy la verdad.» Lo más tremendo de Jesús es que la verdad
moral no encuentra en Él simplemente su mejor expositor, sino su mejor
realizador.
Tercero Jesús
dijo también: « Yo soy la vida.» El autor de Proverbios había dicho: «Porque el
mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz; y camino de vida las
reprensiones que te instruyen» (Proverbios 6:23).
«Camino
a la vida es guardar la instrucción» (Proverbios 10:17). «Me mostrarás la senda
de la vida» (Salmo 16:11). En último análisis, lo que la humanidad está siempre
buscando es la vida. No busca tanto el conocimiento en sí, sino lo que hace que
la vida valga la pena. Hay una manera de decir todo esto que incluye todas
estas verdades. Jesús dijo: « No se puede llegar al Padre nada más que pasando
por Mí.» Él es el único Camino que conduce al Padre. Solamente en Jesús podemos
ver cómo es Dios; y Él es el único que puede conducirnos a la presencia de Dios
sin vergüenza ni temor.