jueves, 27 de noviembre de 2014

YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA

DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DE 2014

JUAN 14: 1 al 7
1° TESALONICENSES 4: 16-17



Introducción
     Veremos en este pasaje el amoroso plan de Dios para con los suyos. Faltaban pocas horas para que Judas lo entregara, y el Señor quiere tranquilizar y dar paz y esperanza a sus discípulos. Al cabo de muy poco, se les iba a hundir la vida a los discípulos de Jesús. Su mundo se les iba a colapsar, y el caos los iba a cercar. Entonces no les quedaría más que aferrarse desesperadamente a Dios con entera confianza. Como había dicho el salmista: «¡Si no creyese que tengo de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes!» (Salmo 27:13. R- V.09 añadía en cursiva para aclarar el sentido: hubiera yo desmayado). «Pero mis ojos miran hacia Ti, oh Señor Dios; en Ti busco refugio, ¡no me dejes indefenso!» (Salmo 14:1-8).      Hay momentos en que tenemos que creer y aceptar aunque no podamos entender nada. Si, en la hora más oscura, creemos que, de alguna manera, hay un propósito en la vida, y que es un propósito de amor, hasta lo insoportable se hace soportable, y hasta en lo más denso de las tinieblas hay un rayo de luz.


DESARROLLO   

14:1- 3 Hay grandes verdades en estos pasajes.

 (i) Nos habla de la honestidad de Jesús. « Si no fuera así, ¿os habría dicho Yo que voy a prepararos un sitio?» Nadie podrá jamás reclamar que le proselitizaron fraudulentamente con promesas fantásticas para que se hiciera cristiano. Jesús les dijo claramente a sus posibles seguidores que los cristianos tenemos que despedirnos para siempre de la comodidad (Lucas 9:57-58). Les advirtió acerca de la persecución, el odio, los oprobios que tendrían que soportar (Mateo 10:16-22). Les habló de la cruz que tendrían que sufrir (Mateo 16:24), aunque también les habló de la gloria que hay al final del camino cristiano. Sincera y honradamente dijo a todos lo que podían esperar, tanto de dolor como de gloria, si se apuntaban como seguidores suyos. Jesús no era uno de esos políticos que tratan de sobornar a la gente con promesas de un camino fácil; lo que quería era desafiarlos a alcanzar la grandeza.

(ii) Nos habla de la misión de Jesús. Él les dijo: «Voy a prepararos un sitio.» Uno de los grandes pensamientos del Nuevo Testamento es que Jesús va delante de nosotros, y nos abre el camino para que sigamos sus huellas. Una de las grandes palabras que se usan para describir a Jesús es la palabra prodromos (Hebreos 6:20), que Reina-Valera traduce por precursor. Hay dos usos de esta palabra que iluminan el cuadro que contiene. En el ejército romano, los prodromoi eran las tropas de reconocimiento. Se adelantaban al cuerpo del ejército para trazar el camino y asegurarse de que el resto de la tropa podía seguir adelante. El puerto de Alejandría tenía un acceso muy peligroso. Cuando llegaban los grandes navíos que transportaban grano, se les mandaba una barcaza piloto para que los guiara por el canal hasta las aguas seguras. Aquella barcaza piloto se llamaba prodromos. Pasaba primero para que los demás pudieran pasar sin peligro. Eso es lo que ha hecho Jesús. Ha abierto el camino que conduce al Cielo y a Dios para que le sigamos a salvo.

(iii) Nos habla del triunfo final de Jesús. Él dijo: «Volveré.» La Segunda Venida de Jesús es una esperanza sobre la que no se suele predicar mucho; y lo curioso es que los cristianos, o la pasan por alto, o no piensan en otra cosa. Es verdad que no podemos decir ni el día ni la hora cuando sucederá, ni cómo sucederá; pero una cosa es segura: la Historia se dirige a una meta. Sin un clímax quedaría incompleta. La consumación de la Historia será el triunfo de Jesucristo. Y Él ha prometido que el día de Su triunfo recibirá en Su Reino a sus amigos.

(iv) Jesús dijo: «Donde Yo esté, allí estaréis también vosotros.» Aquí tenemos una gran verdad dicha de la manera más sencilla. Para el cristiano, el Cielo es donde está Jesús. No tenemos por qué especular acerca de cómo es el Cielo. Nos basta con saber que estaremos ya siempre con Jesús. Cuando amamos a alguien con todo el corazón, sólo estamos vivos cuando estamos en su compañía. Eso nos pasa con Cristo. En este mundo, nuestro contacto con Él es impreciso, porque vemos la realidad como a través de un espejo imperfecto y espasmódico, porque somos pobres criaturas y no podemos vivir siempre en las alturas. Pero la mejor definición del Cielo es el estado en que estaremos siempre con Jesús.

   14:4- 7 Una y otra vez Jesús les había dicho a Sus discípulos adónde se iba; pero, por lo que se ve, no le habían entendido. «Estaré con vosotros un poco más de tiempo, y luego volveré al que me envió» (Juan 7:33). Jesús les había dicho claramente que iba al Padre que le había enviado, con el que era una misma cosa; pero ellos todavía no sabían de qué viaje se trataba. Y menos todavía se habían enterado de cuál sería el camino, que Jesús les había dicho que pasaba por la Cruz. Para entonces, los discípulos ya estaban totalmente confusos. Había uno entre ellos que nunca podía decir que entendía lo que no entendía, que era Tomás. Era demasiado honrado y tomaba las cosas demasiado en serio para darse por satisfecho con piadosas vaguedades. Tenía que estar seguro; así es que expresó sus dudas, y lo maravilloso es que fue su confesión de no haber entendido lo que dio origen a una de las revelaciones más gloriosas que Jesús hizo nunca a sus discípulos. Jesús le dijo a Tomás: « Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida.» Eso nos parece una gran afirmación; pero aún lo sería más para un judío que la oyera por primera vez. En ella, Jesús tomó tres de las grandes concepciones básicas de la religión judía, e hizo la tremenda declaración de que en Él se habían hecho realidad.

Primero Los judíos hablaban mucho del camino por el que había que andar, y de los caminos de Dios. Moisés le dijo al pueblo de parte de Dios: « No os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que el Señor vuestro Dios os ha mandado» (Deute 5:32- 33). Y Moisés le dijo al pueblo: «Porque yo sé que después de mi muerte ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado» (Deut 31:29). También había dicho Isaías: «Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él» (Isaías 30:21). En el glorioso nuevo mundo habría una calzada y camino que se llamaría Camino de Santidad, por la que no irían los inmundos, y el mismo Señor estaría con ellos; y los viandantes, aunque fueran sencillos, no se perderían, ni los atacarían las fieras (Isaías 35:8). La oración del salmista era: «Enséñame, oh Señor, Tu camino» (Salmo 27:11). Los judíos hablaban del camino de Dios por el que hay que ir. Jesús dijo: «Yo soy el Camino.»

Segundo Jesús dijo también: « Yo soy la Verdad.» El salmista había dicho: «Enséñame, oh Señor, Tu camino; caminaré yo en Tu verdad» (Salmo 86:11). «Porque Tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en Tu verdad» (Salmo 26:3). «Escogí el camino de la verdad» (Salmo 119:30). Muchos nos habían dicho la verdad, pero ninguno llegó a encarnarla.

Hay una cosa de suprema importancia acerca de la verdad moral. El carácter de un profesor no afecta a su enseñanza de geometría o de gramática latina. Pero si se trata de un profesor de ética, su carácter influye decisivamente. Un adúltero que enseñara la necesidad de la fidelidad conyugal, un avaro que tratara del valor de la generosidad, un orgulloso que hablara de la belleza de la humildad, un violento que defendiera la calma, un sádico que exhortara al amor... no tendría mucho éxito. La verdad moral no se transmite sólo con palabras; tiene que mostrarse en el ejemplo. Y es ahí donde el mejor maestro humano se quedará corto. Ningún maestro ha sido la personificación de la verdad que enseñaba más que Jesús. Muchos podrán decir: «Yo os enseño la verdad;» pero sólo Jesús pudo decir: «Yo soy la verdad.» Lo más tremendo de Jesús es que la verdad moral no encuentra en Él simplemente su mejor expositor, sino su mejor realizador.

Tercero Jesús dijo también: « Yo soy la vida.» El autor de Proverbios había dicho: «Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz; y camino de vida las reprensiones que te instruyen» (Proverbios 6:23).


«Camino a la vida es guardar la instrucción» (Proverbios 10:17). «Me mostrarás la senda de la vida» (Salmo 16:11). En último análisis, lo que la humanidad está siempre buscando es la vida. No busca tanto el conocimiento en sí, sino lo que hace que la vida valga la pena. Hay una manera de decir todo esto que incluye todas estas verdades. Jesús dijo: « No se puede llegar al Padre nada más que pasando por Mí.» Él es el único Camino que conduce al Padre. Solamente en Jesús podemos ver cómo es Dios; y Él es el único que puede conducirnos a la presencia de Dios sin vergüenza ni temor.

viernes, 7 de noviembre de 2014

JESÚS LAVA LOS PIES DE SUS DISCÍPULOS

LECCIÓN DOMINGO 09 DE NOVIEMBRE DE 2014

JUAN 13: 1 al 15
FILIPENSES 2:3 y 4


INTRODUCCIÓN

   El capítulo 13 comienza una nueva sección dentro del evangelio de Juan.   Los capítulos del trece al diecisiete son comúnmente llamados los
discursos de despedida” de Jesús. En contraste con la enseñanza en público, que era el enfoque central de su anterior ministerio, esta sección describe conversaciones en privado, íntimas, sostenidas entre Jesús y los doce apóstoles. Una diferencia que se muestra en esta sección es que la palabra “amor” aparece más frecuentemente que en las secciones anteriores. Los capítulos del uno al doce contienen sólo seis referencias al amor, mientras que los capítulos del trece al diecisiete ¡mencionan el amor treinta y una veces! Dos de estas ocurrencias se dan en el primer versículo del capítulo trece.

DESARROLLO

    Si hemos de llegar a entender por qué Jesús les lavó los pies a los discípulos, o por qué él murió en la cruz, debemos comenzar por entender su amor: “… sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (13.1). Para que las acciones de Jesús puedan ser entendidas, debemos primero apreciar el corazón del cual manaron tales acciones.
     El corazón de Jesús estaba lleno de amor cuando les lavó los pies a los discípulos. No estaba lleno de enojo, ni de desilusión, ni de frustración, ni de disgusto; estaba lleno de amor. Si queremos servir como Jesús sirvió, es importante que nosotros también comencemos a hacerlo con amor. Muchos que insisten en que debemos servir como Jesús sirvió, no están dispuestos a comenzar como Jesús comenzó, con un corazón lleno de amor.
    Más adelante en este mismo capítulo, Jesús describió cómo el amor es el valor central del reino de Dios;
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también
os améis unos a otros. En esto conocerán todos
que sois mis discípulos, si tuviereis amor los
unos con los otros (13.34–35).
   El servicio, si ha de ser servicio cristiano genuino, debe comenzar con el amor. No hay límite a lo que el amor puede impulsarnos a hacer. Si servimos movidos por la culpa, o el orgullo, nuestro servicio se quedará corto en comparación con lo puede ser si servimos movidos por corazones amorosos. Un hombre que estuvo como paciente en un hospital cristiano misionero observaba cómo las mujeres trabajaban arduamente todo el día, haciendo los trabajos más difíciles y más sucios que podía haber visto. Un día le comentó a una enfermera: “¡Yo no haría su trabajo ni por un millón de dólares!”. La enfermera cristiana hizo una pausa en su trabajo, le sonrió al hombre y le dijo: “¡Yo tampoco!”. El amor nos mueve a entregarnos nosotros mismos en el servicio como ninguna otra cosa puede hacerlo. 
   “Servir”, “siervo”, “servicio” —son palabras que le suenan al mundo como términos “débiles”. Sugieren tareas que sólo llevan a cabo los analfabetos, los pobres, los débiles. El servicio, comúnmente se cree, es para los que no pueden subir por encima de ese nivel. Uno sirve sólo porque se ve obligado a hacerlo. Jesús, no obstante, le dio un significado contrario a todo eso. La noche que les lavó los pies a los discípulos, él no era débil, ni inferior, ni fue en modo alguno intimidado por los doce. Esto es lo que Juan escribió:
… sabiendo Jesús que el Padre le había dado
todas las cosas en las manos, y que había salido
de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se
quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó (13.3–4).

    Lo que Jesús hizo, lo hizo estando en una posición de confianza y poder. El servicio, demostró él, no se arraiga en la debilidad, sino que se fundamenta en la fortaleza. Cuando un cristiano entiende verdaderamente cuán amado y apreciado él es ante los ojos de Dios, entonces tiene confianza para servir. Jesús modeló lo anterior cuando les lavó los pies a los discípulos.
    Los dos discípulos que más destacan en el capítulo 13 son Judas (vv. 2, 18–30) y Pedro (vv. 31– 38). A los dos hombres les lavó los pies Jesús, y los dos le causaron gran desilusión menos de dos horas después: Judas lo traicionó y Pedro lo negó. Esta “pequeñez” es en realidad una maravillosa verdad liberadora acerca de la naturaleza del servicio. El modo como los demás respondan a nuestro servicio no es lo que convierte a éste en algo bueno. Debemos servir, y dejar que sea Dios el que juzgue los resultados.
Cuando Jesús se acercó a Pedro y comenzó a lavarle los pies a éste, Pedro se opuso, diciendo: “Señor, ¿tú me lavas los pies?”. Jesús le dijo a Pedro que él estaba haciendo algo que Pedro no podía entender en ese momento, pero que eventualmente lo entendería. Pedro continuó oponiéndose e insistió en que Jesús jamás le lavaría los pies. Debió haberle causado estupor a Pedro el que Jesús le dijera: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (13.8). Aunque él no entendía por qué esto era importante para Jesús, sí entendió que era importante. Pedro, el impulsivo de siempre, entonces ¡le pidió a Jesús que le bañara todo su cuerpo!
    Las palabras que Jesús le dijo a Pedro revelan cuán destructiva puede ser la autosuficiencia espiritual en nuestra relación con Dios. Siempre y cuando sigamos creyendo que hemos ganado nuestra salvación, no seremos llenos de gratitud ni de humildad hacia Dios. En consecuencia, no tendremos deseo ni motivación para servirles a los demás. ¡En tal caso nos estaríamos haciendo nosotros mismos nuestro propio dios! Por otro lado, cuando nos damos cuenta de que hemos sido salvos solamente por la maravillosa gracia de Dios, entonces llegaremos a ser agradecidos, humildes, y estaremos dispuestos a seguir el ejemplo de nuestro Salvador.
   Después de que Jesús hubo terminado de lavarles los pies a sus abochornados discípulos, él tomó su lugar a la mesa. Es probable que un incómodo silencio siguiera cuando los doce esperaban que Jesús dijera algo. Por fin, les preguntó: “¿Sabéis lo que os he hecho?” (13.12). Las palabras que dijo después no sólo abordaron la situación que tuvo lugar durante la cena, sino que también nos hablan a nosotros hoy día. ¡Jesús sirvió! Él es nuestro maestro. Por lo tanto, ¡debemos servirles a los demás si hemos de ser como él!

CONCLUSIÓN

   Cuando Jesús hubo terminado de lavarles los pies a los discípulos, él se quitó la toalla, pero continuó sirviendo. Al día siguiente tomó una recia cruz romana y voluntariamente murió por nosotros. Tanto la toalla como la cruz son símbolos apropiados de la vida de Jesús. Ambos son símbolos de sacrificio, ambos nos recuerdan de que lo sucio puede limpiarse, ambos fueron utilizados por Jesús para mostrarnos su amor por nosotros, y ambos nos invitan a imitar el ejemplo de Jesús, nuestro Señor. ¿Tomará usted su toalla y su cruz (Marcos 8.43) y seguirá a Jesús hoy día?

domingo, 2 de noviembre de 2014

JUZGADOS POR LA PALABRA

Domingo 02 de Noviembre del 2014
LECCIÓN: Juan 12:44-50
TEXTO: Romanos 2:13

INTRODUCCIÓN
En este pasaje Jesús, resume su mensaje dando a conocer que él no había venido como juez a juzgar a los hombres sino que su labor era salvar al mundo y que sería su palabra predicada; es decir, el evangelio del reino el que los juzgaría en el día postrero.

DESARROLLO
Observamos al inicio de este pasaje que Jesús clamó o alzó la voz como también en otras ocasiones, para, ser escuchado claramente por los que estaban a su alrededor, pues lo que deseaba expresar era importante. Hemos visto que muchos de los que creyeron en él, guardaban silencio por temor y miedo,  más esta valiente expresión de Jesús contrastaba nítidamente con ellos. El Señor a los temores de estos creyentes les manifiesta que al creer en él,  creían también en el que le envío, el cual era Dios, pues Jesús es uno con el Padre (Juan 10:30; 17:21) y el que ve a Jesús ve a Dios mismo, por ello el profeta Isaías declara que la virgen concebirá y dará a luz un hijo  y llamará su nombre Emmanuel,  que significa “Dios con nosotros” (Isaías 7:14; Mateo 1:23), Dios mismo manifestado en carne (1Timoteo 3:16).
Jesús, vuelve a manifestar que él que era la luz (Juan 8:12; 9:5), vino al mundo para que el que cree en él  no permanezca en tinieblas (Colosenses 1:13), pues vino a establecer el reino de la luz en un mundo dominado por las tinieblas y proveer luz a los que habitaban en tinieblas y en sombra de muerte (Lucas 1:79). Pablo el apóstol de los gentiles dice que satanás “Cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Cor 4:4). Por lo tanto dice Jesús, el que oye sus enseñanzas y no las guarda  o recibe, él no le juzga pues en su primera venida no vino a juzgar, sino que, vino para que el mundo sea salvo por él. Los que oyen la palabra de Cristo y no la guardan, son los que rechazan a Cristo y no poseen la Palabra de Dios (Juan 5:38). La Palabra de Cristo se refiere principalmente al mensaje de salvación y vida eterna que Jesús trajo desde el cielo, y esta palabra es la que  efectúa la salvación (Juan 5:39-40)  El mensaje de Jesús, es la Palabra de Dios, no olvidemos que él no habló por su propia cuenta  (Lucas 5:1),  por lo tanto, esa palabra y mensaje entregado es la que juzgará  y testificará contra los que rehúsan creer en Jesús, pues su palabra está en perfecta unidad con el Padre.  En el día del juicio quienes aceptaron a Cristo y vivieron de acuerdo a su palabra serán levantados para vivir eternamente y los que no guardaron su palabra rechazando a Cristo deberán enfrentarse al castigo eterno (Apocalipsis 20:11-15)

CONCLUSIÓN
Cuan importante es que la Palabra de Dios habite o permanezca en nosotros pues ella nos da la fuerza y los argumentos para vencer al enemigo de nuestras almas (1 Juan 2:14) sólo así se puede vencer a satanás con la palabra, como Jesús al ser tentado en el desierto, de esa manera podemos vencer sus asechanzas. Por lo tanto debemos esforzarnos  y pedir la asistencia del Señor para ser hacedores de la palabra y no tan solo oidores, engañándonos  a nosotros mismo (Santiago 1:22-25).

sábado, 1 de noviembre de 2014

El rechazo de Jesús

LECCIÓN DOMINGO 26 DE OCTUBRE DE 2014

JUAN 12: 37 AL 43
HECHOS 3:12

INTRODUCCIÓN

    La segunda parte del v36 viene a ser un compendio de la actividad que llevo a cabo Jesús durante el tiempo de su ministerio publico; un compendio también del constante rechazo que hallo de parte de los líderes religiosos, y su final retirada de ellos, como se ve por el contexto posterior. Es un final parecido al de Hechos 28:25 al 29. Dice Juan; “Estas cosas hablo Jesús, y se ocultó de ellos”. Se ocultó de ellos, para que quedasen en sus voluntarias tinieblas por su obstinación en rechazar la luz (vv35 y 36), y se marchó con toda probabilidad a Betania para pasar la noche. Puesto que los judíos no quisieron recibir sus enseñanzas, es como les dijera, con esta retirada “Puesto que no queréis escucharme, no tengo más que deciros”.    Cristo retira, con toda justicia, los medios de gracia a los que se obstinan en rechazarle.    


DESARROLLO

    Jesús había obrado delante de ellos muchos y grandes milagros. Al ser tantos, cada uno era confirmación de los anteriores; al ser tan grandes, la evidencia de la misión divina de Jesús era contundente, eran milagros de beneficencia, y el bien que producían aumentaba con cada milagro que llevaba a cabo; al ser tan notorios (delante de ellos), los testigos quedaban sin excusa.
      Con esto se cumplía la escritura v38. Nadie podía imaginarse que, cuando apareciera el Mesías-Rey, procedido por tantas y tan claras profecías, hubiese de hallar tan fiera oposición entre los judíos. Jesús mismo “se asombró de la incredulidad de ellos”(Mr 6:6), pero ya se había asombrado Isaías unos 700 años antes al predecirlo: Señor ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?(v38 comparece con Isaías 53:1) Vemos, pues, que el evangelio es llamado aquí un “informe” que nosotros hemos recibido de Dios, y que otros han oído de nosotros. Muchos son los que lo oyen, pero ¿Quién lo ha creído? Muy pocos, porque la mayoría se hacen los desentendidos. La razón que se da es que “no les fue revelado el brazo de Señor”; es decir no entendieron el poder omnipotente, revelado y hecho manifiesto en los portentos que Jesús llevo a cabo. El motivo por el “que no le fue revelado el poder de Dios” era la dureza del corazón de ellos, impermeable a la luz del mensaje; no se debió  a la falta de claridad en la revelación, sino a la obstinada resistencia de ellos (Ro 1:18).
      <<Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos>> (vv39 y 40), la obstinación lleva al endurecimiento y el endurecimiento voluntario marca el destino de una persona, moldea su carácter de tal manera que cada gracia posteríos rebota en la superficie y añade mayor culpabilidad. La culpa no es de la luz, sino del que cierra la ventana. Es menester reconocer la mano justiciera de Dios en la ceguera de muchos que persisten en su impenitencia e incredulidad, por lo que justamente son castigados por su anterior voluntaria resistencia a la luz divina.  Cuando Dios retira  su gracia por el abuso que el hombre hace de ella, y entrega a los hombres a las pasiones vergonzosas en que ellos se complacen (Ro 1:24 al 32), solo ejecuta sobre ellos sus justos juicios, y a esto llama la escritura<<cegar los ojos>><<endurecer el corazón>>  Obsérvese por contraste, el método de la conversión, al examinar el método de la perversión: Los pecadores que no ponen resistencia a la luz de Dios, son conducidos por el espíritu de Dios a ver con sus propios ojos y discernir la realidad de las cosas de Dios(1 Cor 2:10 al 15) Igualmente son conducidos a entender con el corazón(vv40) es decir, no solo a sentir y aprobar, sino también a consentir y aceptar(Ro 10:9 y 10)De esta forma, son convertidos a Dios, y sanados por Cristo.
    Finalmente, el evangelista Juan, después de citar la profecía, muestra que se refiere principalmente a los días del Mesías: << Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él>>. (v41). La visión que el profeta tubo, en esta ocasión, de la gloria  de Dios, se dice ahora que fue la visión de la gloria de Jesús y <<hablo acerque de El>>. Con ello tenemos una prueba más de que Jesús es Dios, el mismo Jehová cuya gloria contemplo Isaías.
   El poder de la palabra produjo convicción en la mente de algunos, <<muchos creyeron en él>>, como Nicodemo, recibiéndole como <<Maestro enviado de Dios>> (3:2) Hay muchos que no pueden menos de aceptar en su interior verdades que no se atreven a profesar al exterior, ya sea por verguenza cobarde, o ya sea por interés inconfesable. Probablemente, hay muchas más personas buenas que las que parece haber, aun cuando también es probable que muchos de los que parecen cristianos no lo sean de verdad. Lo cierto es que solo Dios conoce a los suyos, y nosotros no hemos de atrevernos a juzgar y usurpar el lugar de Dios.
    Estos que creyeron en él no se atrevían a exteriorizar sus convicciones  vv 42; Aquí vemos donde estaba la debilidad de estos hombres: no confesaban a Cristo. Hay motivo para dudar de una fe que tiene miedo o vergüenza de ser manifestada. ¿ y que temían estos hombres?  Ser expulsados de la sinagoga (9:22), lo cual significaba para ellos la mayor desgracia  posible: ser cortados legalmente de la comunidad del pacto.   Juan nos dice a renglón seguido cual era la raíz profunda de ese miedo a confesar a Jesús  <<Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios>>.         
1...Ponían la alabanza de los hombres en un platillo de la balanza,  y consideraban cuan bueno es alabar a los hombres y ser alabados de ellos. No se atrevían a confesar a Cristo no fuera que esto los enemistara con los fariseos y perdieran la reputación de que gozaban en el seno del sanedrín. Olvidaban lo de Proverbios 29:25 <<El que teme a los hombres caerá en el lazo, más el que confía en jehová será puesto en el lugar seguro>>
2..Ponian la gloria de Dios en el otro platillo de la balanza, se daban cuenta de que, al confesar a Cristo, darían gloria a Dios y recibirían alabanza de parte de Dios, pero daban preferencia a la alabanza de los hombres y, con ello, inclinaban la balanza hacia el lado de menor peso. Cuantos se quedan a medio camino, casi cristianos, cortos de la gloria de Dios, por temor a perder el respeto de los hombres, por no enemistarse con el mundo, por el ¡qué dirán!.   


CONCLUSIÓN


  Jesús no se encontró sólo con oídos sordos; había algunos, incluso entre las autoridades, que creían en lo secreto de su corazón; pero tenían miedo de confesar su fe porque no querían arriesgarse a que los excomulgaran de la sinagoga. Esas personas estaban intentando lo imposible: ser discípulos secretos. El discipulado secreto es una contradicción en términos; porque, «o el secreto acaba con el discipulado, o el discipulado acaba con el secreto.»