LECCIÓN DOMINGO 26 DE OCTUBRE DE 2014
JUAN 12: 37 AL 43
HECHOS 3:12
INTRODUCCIÓN

DESARROLLO
Jesús había obrado delante de ellos muchos y grandes milagros. Al ser
tantos, cada uno era confirmación de los anteriores; al ser tan grandes, la
evidencia de la misión divina de Jesús era contundente, eran milagros de
beneficencia, y el bien que producían aumentaba con cada milagro que llevaba a
cabo; al ser tan notorios (delante de
ellos), los testigos quedaban sin excusa.
Con
esto se cumplía la escritura v38. Nadie podía imaginarse que, cuando apareciera
el Mesías-Rey, procedido por tantas y tan claras profecías, hubiese de hallar
tan fiera oposición entre los judíos. Jesús mismo “se asombró de la incredulidad de ellos”(Mr 6:6), pero ya se había
asombrado Isaías unos 700 años antes al predecirlo: Señor ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?(v38 comparece con Isaías 53:1) Vemos, pues, que el evangelio es
llamado aquí un “informe” que nosotros
hemos recibido de Dios, y que otros han oído de nosotros. Muchos son los que lo
oyen, pero ¿Quién lo ha creído? Muy
pocos, porque la mayoría se hacen los desentendidos. La razón que se da es que
“no les fue revelado el brazo de Señor”; es
decir no entendieron el poder omnipotente, revelado y hecho manifiesto en los
portentos que Jesús llevo a cabo. El motivo por el “que no le fue revelado el poder de Dios” era la dureza del corazón
de ellos, impermeable a la luz del mensaje; no se debió a la falta de claridad en la revelación, sino
a la obstinada resistencia de ellos (Ro 1:18).
<<Por esto no podían creer, porque también
dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos>> (vv39 y 40), la obstinación lleva al endurecimiento
y el endurecimiento voluntario marca el destino de una persona, moldea su
carácter de tal manera que cada gracia posteríos rebota en la superficie y
añade mayor culpabilidad. La culpa no es de la luz, sino del que cierra la
ventana. Es menester reconocer la mano justiciera de Dios en la ceguera de
muchos que persisten en su impenitencia e incredulidad, por lo que justamente
son castigados por su anterior voluntaria resistencia a la luz divina. Cuando Dios retira su gracia por el abuso que el hombre hace de
ella, y entrega a los hombres a las pasiones vergonzosas en que ellos se
complacen (Ro 1:24 al 32), solo ejecuta sobre ellos sus justos juicios, y a
esto llama la escritura<<cegar
los ojos>><<endurecer
el corazón>> Obsérvese
por contraste, el método de la conversión, al examinar el método de la
perversión: Los pecadores que no ponen resistencia a la luz de Dios, son
conducidos por el espíritu de Dios a ver
con sus propios ojos y discernir la realidad de las cosas de Dios(1 Cor 2:10 al
15) Igualmente son conducidos a entender
con el corazón(vv40) es decir, no solo a sentir y aprobar, sino también a
consentir y aceptar(Ro 10:9 y 10)De esta forma, son convertidos a Dios, y sanados por Cristo.
Finalmente, el evangelista
Juan, después de citar la profecía, muestra que se refiere principalmente a los
días del Mesías: << Isaías
dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él>>. (v41). La visión que el profeta tubo, en esta ocasión, de la
gloria de Dios, se dice ahora que fue la
visión de la gloria de Jesús y <<hablo acerque de El>>. Con ello tenemos una prueba más de que Jesús es Dios, el mismo Jehová
cuya gloria contemplo Isaías.
El poder de la palabra
produjo convicción en la mente de algunos, <<muchos
creyeron en él>>, como Nicodemo, recibiéndole como <<Maestro
enviado de Dios>>
(3:2) Hay muchos que no pueden menos de
aceptar en su interior verdades que no se atreven a profesar al exterior, ya
sea por verguenza cobarde, o ya sea por interés inconfesable. Probablemente,
hay muchas más personas buenas que las que parece haber, aun cuando también es
probable que muchos de los que parecen cristianos no lo sean de verdad. Lo
cierto es que solo Dios conoce a los suyos, y nosotros no hemos de atrevernos a
juzgar y usurpar el lugar de Dios.
Estos que creyeron en él no se
atrevían a exteriorizar sus convicciones
vv 42; Aquí vemos donde estaba la debilidad de estos hombres: no confesaban a Cristo. Hay motivo para
dudar de una fe que tiene miedo o vergüenza de ser manifestada. ¿ y que temían
estos hombres? Ser expulsados de la
sinagoga (9:22), lo cual significaba para ellos la mayor desgracia posible: ser cortados legalmente de la
comunidad del pacto. Juan nos dice a
renglón seguido cual era la raíz profunda de ese miedo a confesar a Jesús <<Porque
amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios>>.
1...Ponían la alabanza de los hombres en un platillo de la
balanza, y consideraban cuan bueno es
alabar a los hombres y ser alabados de ellos. No se atrevían a confesar a
Cristo no fuera que esto los enemistara con los fariseos y perdieran la
reputación de que gozaban en el seno del sanedrín. Olvidaban lo de Proverbios
29:25 <<El que teme a los
hombres caerá en el lazo, más el que confía en jehová será puesto en el lugar seguro>>
2..Ponian la gloria de Dios en el otro
platillo de la balanza, se daban cuenta de que, al confesar a Cristo, darían
gloria a Dios y recibirían alabanza de parte de Dios, pero daban preferencia a
la alabanza de los hombres y, con ello, inclinaban la balanza hacia el lado de
menor peso. Cuantos se quedan a medio camino, casi cristianos, cortos de la gloria de Dios, por temor a perder el
respeto de los hombres, por no enemistarse con el mundo, por el ¡qué
dirán!.
CONCLUSIÓN
Jesús no se encontró sólo con oídos
sordos; había algunos, incluso entre las autoridades, que creían en lo secreto
de su corazón; pero tenían miedo de confesar su fe porque no querían
arriesgarse a que los excomulgaran de la sinagoga. Esas personas estaban
intentando lo imposible: ser discípulos secretos. El discipulado secreto es una
contradicción en términos; porque, «o el secreto acaba con el discipulado, o el
discipulado acaba con el secreto.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario