sábado, 1 de noviembre de 2014

El rechazo de Jesús

LECCIÓN DOMINGO 26 DE OCTUBRE DE 2014

JUAN 12: 37 AL 43
HECHOS 3:12

INTRODUCCIÓN

    La segunda parte del v36 viene a ser un compendio de la actividad que llevo a cabo Jesús durante el tiempo de su ministerio publico; un compendio también del constante rechazo que hallo de parte de los líderes religiosos, y su final retirada de ellos, como se ve por el contexto posterior. Es un final parecido al de Hechos 28:25 al 29. Dice Juan; “Estas cosas hablo Jesús, y se ocultó de ellos”. Se ocultó de ellos, para que quedasen en sus voluntarias tinieblas por su obstinación en rechazar la luz (vv35 y 36), y se marchó con toda probabilidad a Betania para pasar la noche. Puesto que los judíos no quisieron recibir sus enseñanzas, es como les dijera, con esta retirada “Puesto que no queréis escucharme, no tengo más que deciros”.    Cristo retira, con toda justicia, los medios de gracia a los que se obstinan en rechazarle.    


DESARROLLO

    Jesús había obrado delante de ellos muchos y grandes milagros. Al ser tantos, cada uno era confirmación de los anteriores; al ser tan grandes, la evidencia de la misión divina de Jesús era contundente, eran milagros de beneficencia, y el bien que producían aumentaba con cada milagro que llevaba a cabo; al ser tan notorios (delante de ellos), los testigos quedaban sin excusa.
      Con esto se cumplía la escritura v38. Nadie podía imaginarse que, cuando apareciera el Mesías-Rey, procedido por tantas y tan claras profecías, hubiese de hallar tan fiera oposición entre los judíos. Jesús mismo “se asombró de la incredulidad de ellos”(Mr 6:6), pero ya se había asombrado Isaías unos 700 años antes al predecirlo: Señor ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?(v38 comparece con Isaías 53:1) Vemos, pues, que el evangelio es llamado aquí un “informe” que nosotros hemos recibido de Dios, y que otros han oído de nosotros. Muchos son los que lo oyen, pero ¿Quién lo ha creído? Muy pocos, porque la mayoría se hacen los desentendidos. La razón que se da es que “no les fue revelado el brazo de Señor”; es decir no entendieron el poder omnipotente, revelado y hecho manifiesto en los portentos que Jesús llevo a cabo. El motivo por el “que no le fue revelado el poder de Dios” era la dureza del corazón de ellos, impermeable a la luz del mensaje; no se debió  a la falta de claridad en la revelación, sino a la obstinada resistencia de ellos (Ro 1:18).
      <<Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos>> (vv39 y 40), la obstinación lleva al endurecimiento y el endurecimiento voluntario marca el destino de una persona, moldea su carácter de tal manera que cada gracia posteríos rebota en la superficie y añade mayor culpabilidad. La culpa no es de la luz, sino del que cierra la ventana. Es menester reconocer la mano justiciera de Dios en la ceguera de muchos que persisten en su impenitencia e incredulidad, por lo que justamente son castigados por su anterior voluntaria resistencia a la luz divina.  Cuando Dios retira  su gracia por el abuso que el hombre hace de ella, y entrega a los hombres a las pasiones vergonzosas en que ellos se complacen (Ro 1:24 al 32), solo ejecuta sobre ellos sus justos juicios, y a esto llama la escritura<<cegar los ojos>><<endurecer el corazón>>  Obsérvese por contraste, el método de la conversión, al examinar el método de la perversión: Los pecadores que no ponen resistencia a la luz de Dios, son conducidos por el espíritu de Dios a ver con sus propios ojos y discernir la realidad de las cosas de Dios(1 Cor 2:10 al 15) Igualmente son conducidos a entender con el corazón(vv40) es decir, no solo a sentir y aprobar, sino también a consentir y aceptar(Ro 10:9 y 10)De esta forma, son convertidos a Dios, y sanados por Cristo.
    Finalmente, el evangelista Juan, después de citar la profecía, muestra que se refiere principalmente a los días del Mesías: << Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él>>. (v41). La visión que el profeta tubo, en esta ocasión, de la gloria  de Dios, se dice ahora que fue la visión de la gloria de Jesús y <<hablo acerque de El>>. Con ello tenemos una prueba más de que Jesús es Dios, el mismo Jehová cuya gloria contemplo Isaías.
   El poder de la palabra produjo convicción en la mente de algunos, <<muchos creyeron en él>>, como Nicodemo, recibiéndole como <<Maestro enviado de Dios>> (3:2) Hay muchos que no pueden menos de aceptar en su interior verdades que no se atreven a profesar al exterior, ya sea por verguenza cobarde, o ya sea por interés inconfesable. Probablemente, hay muchas más personas buenas que las que parece haber, aun cuando también es probable que muchos de los que parecen cristianos no lo sean de verdad. Lo cierto es que solo Dios conoce a los suyos, y nosotros no hemos de atrevernos a juzgar y usurpar el lugar de Dios.
    Estos que creyeron en él no se atrevían a exteriorizar sus convicciones  vv 42; Aquí vemos donde estaba la debilidad de estos hombres: no confesaban a Cristo. Hay motivo para dudar de una fe que tiene miedo o vergüenza de ser manifestada. ¿ y que temían estos hombres?  Ser expulsados de la sinagoga (9:22), lo cual significaba para ellos la mayor desgracia  posible: ser cortados legalmente de la comunidad del pacto.   Juan nos dice a renglón seguido cual era la raíz profunda de ese miedo a confesar a Jesús  <<Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios>>.         
1...Ponían la alabanza de los hombres en un platillo de la balanza,  y consideraban cuan bueno es alabar a los hombres y ser alabados de ellos. No se atrevían a confesar a Cristo no fuera que esto los enemistara con los fariseos y perdieran la reputación de que gozaban en el seno del sanedrín. Olvidaban lo de Proverbios 29:25 <<El que teme a los hombres caerá en el lazo, más el que confía en jehová será puesto en el lugar seguro>>
2..Ponian la gloria de Dios en el otro platillo de la balanza, se daban cuenta de que, al confesar a Cristo, darían gloria a Dios y recibirían alabanza de parte de Dios, pero daban preferencia a la alabanza de los hombres y, con ello, inclinaban la balanza hacia el lado de menor peso. Cuantos se quedan a medio camino, casi cristianos, cortos de la gloria de Dios, por temor a perder el respeto de los hombres, por no enemistarse con el mundo, por el ¡qué dirán!.   


CONCLUSIÓN


  Jesús no se encontró sólo con oídos sordos; había algunos, incluso entre las autoridades, que creían en lo secreto de su corazón; pero tenían miedo de confesar su fe porque no querían arriesgarse a que los excomulgaran de la sinagoga. Esas personas estaban intentando lo imposible: ser discípulos secretos. El discipulado secreto es una contradicción en términos; porque, «o el secreto acaba con el discipulado, o el discipulado acaba con el secreto.»

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