lunes, 9 de marzo de 2015

LA INTERROGACIÓN DE JESÚS

Lección Escuela Dominical Domingo 15 de marzo de 2015

Juan 18:19 al 24
Juan 7:16-17

INTRODUCCIÓN

   En contraste con Pedro, Jesucristo, el hombre perfecto, confiesa la buena  confesión. De acuerdo a la ley judía era responsabilidad de los sacerdotes presentar testigos en el juicio. Anás debió haberlo hecho. Y más aún, la ley judía señalaba que primero debían llamarse los testigos para la defensa. Sin embargo, en este juicio sólo hubo testigos falsos, cuyos testimonios ni siquiera concordaban (Mr. 14:55–59). Fue otra prueba de que todo el juicio era una farsa. Por otra parte, el hecho de hacer que el acusado se incriminara a sí mismo no estaba de acuerdo con los más aceptados procedimientos legales de Israel. No había por qué hacer todas esas preguntas a Jesús ya que sus enseñanzas habían sido públicas y quienes lo habían escuchado podían presentar testimonio (20–21).

DESARROLLO

   Volviendo ahora a la primera fase del juicio ante los judíos, a la cual asignamos el nombre de Audiencia preliminar ante Anás, no debe eludir nuestra atención el hecho que Juan pasa a propósito del relato de la negación al del juicio, y luego de nuevo al de la negación. Lo hace para mostrar que Jesús sufrió intensamente en conexión con ambos.

    Sufrió al ser negado. Sufrió también al ser juzgado, como si fuera un criminal. Entre los dos (negación y juicio) había este contraste: ¡en tanto que Pedro negó, Jesús confesó la verdad! Para él que es absolutamente sin pecado, el verse sometido a un juicio realizado por hombres pecadores fue en sí mismo una profunda humillación. Ser juzgado por tales hombres, bajo tales circunstancias hizo que la humillación fuera infinitamente peor.   El avaricioso, mañoso, vengativo Anás (véase sobre 18:13), el brusco, astuto, hipócrita Caifás (ver en 11:49, 50), el hábil, supersticioso, egoísta Pilato (véase sobre 18:29); y el inmoral, ambicioso, superficial Herodes Antipas; ¡éstos fueron sus jueces!

    En realidad, todo el juicio fue una farsa. Fue un falso juicio. No hubo intención alguna dar a Jesús una audiencia adecuada, para que se pudiera descubrir, en estrecha conformidad con las leyes de la evidencia, si las acusaciones contra él eran o no justas. En los anales de la jurisprudencia no ha habido nunca una parodia de justicia más escandalosa que ésta. Además, a fin de llegar a esta conclusión no es para nada necesario hacer un estudio minucioso de todos los puntos técnicos respecto a la ley judía de ese tiempo. Varios autores han puesto de relieve que el juicio de Jesús fue ilegal por varias razones técnicas, tales como las siguientes:

1... No se permitía juzgar a nadie con riesgo de la vida durante la noche. Sin embargo, Jesús fue juzgado y condenado entre las horas 1–3 de la madrugada del viernes.
2... El arresto de Jesús se realizó como resultado de un soborno, a saber, el dinero recibido por Judas,
3... Se le pidió a Jesús que se acusara a sí mismo,
4... En casos de castigo capital, la ley judía no permitía que la sentencia se pronunciara sino hasta el día siguiente de haber sido encontrado culpable el acusado.

   Pero para cualquier persona imparcial resulta evidente de inmediato que todos estos puntos técnicos no son sino otros tantos detalles. El punto principal no es sino éste: se había decidido mucho antes que Jesús debería morir (véase sobre 11:49, 50). Y el motivo detrás de esta decisión era la envidia. Los líderes judíos simplemente no podían soportarlo que ellos comenzaban a perder su influencia sobre el pueblo y que Jesús de Nazaret los hubiera acusado y desenmascarado públicamente.

    Estaban llenos de furia porque el nuevo profeta había puesto al descubierto sus motivos ocultos, y había llamado antro de ladrones el patio del templo en el cual ellos obtenían gran parte de sus beneficios. Superficialmente, los dignos sumos sacerdotes, ancianos y escribas podrían fingir una aparente indiferencia en su conducta; por dentro estaban irritados hasta la venganza, agitados hasta la violencia. ¡Estaban sedientos de sangre!

    Por ello, esto no es un juicio sino una trama, y toda la trama es de ellos. Ellos la han ideado, y ellos procuran que se lleve a cabo. Los oficiales de ellos toman parte en el arresto de Jesús. ¡Ellos mismos estuvieron presentes! Ellos buscan los testigos—¡claro que falsos testigos!—contra Jesús, para poder ellos llevarlo a la muerte (Mt. 26:59). Todos ellos lo condenan como merecedor de la muerte (Mr. 14:67). “Ellos (por medio de sus secuaces) llevaron a Jesús atado” (Mr. 15:1). Ellos lo entregan a Pilato (Jn. 18:28). Ante Pilato ellos agitan al pueblo para que libere a Barrabás a fin de que Jesús pueda ser destruido (Mt. 27:20). Ellos intimidan a Pilato, hasta que éste les entrega a Jesús para que lo crucifiquen (Jn. 19:12, 16). Incluso cuando Jesús cuelga en la cruz, ellos se ríen de él, diciendo, “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar” (Mr. 15:31).

En consecuencia, esto no es en realidad un juicio. ¡Es un homicidioVv20-21 Jesús realizaba su ministerio a la luz de todos, pues quería revelar el amor de Dios a todo el mundo. Se piensa que su respuesta se debe al hecho de que legalmente no interrogaban al acusado, sino a los testigos. Se ha afirmado que legalmente el hombre se consideraba absolutamente inocente y más, ni acusado, hasta que la evidencia de los testigos hubiera sido presentada y confirmada. En efecto, Jesús estaba recordándole al sumo sacerdote que no tenía derecho de interrogarle hasta la presentación de la evidencia con testigos y ésta confirmada. Se piensan que el sumo sacerdote pensaba atrapar a Jesús en una confesión, o que este interrogatorio era un examen no oficial.

   La explicación dada en el versículo anterior de la legalidad del procedimiento armoniza con la respuesta (v.21). Jesús invita al sumo sacerdote a traer sus testigos y presentar la evidencia de lo que él sospechaba. Nótese que Jesús no contesta la pregunta en cuanto a sus discípulos. Desea protegerlos hasta donde fuera posible. En la interrogación, Jesús atrae toda la atención sobre sí mismo.

    Mientras Jesús, como prisionero, estaba de pie con las manos atadas ante Anás, un miserable secuaz, parte de la guardia del templo (véase sobre 18:3), trató de aprovechar la situación para su propio mezquino provecho. ¡El hombre quizá había estado pensando en una promoción! Así pues, le dio un golpe en el rostro a Jesús (cf. Mi. 5:1). Al hacerlo dijo en tono de censura burlona, “¿Así respondes al sumo sacerdote?” Si Jesús hubiera sido un hombre ordinario, y si hubiera sido reo de un crimen, no habría merecido tal trato.

   Después de todo, incluso la persona culpable tiene sus derechos. Según la ley judía no tenía obligación de dar testimonio contra sí mismo. Aquí, sin embargo, no se trata de un hombre ordinario, sino del Hijo de Dios, del verdadero Sumo Sacerdote. Y no era culpable, sino completamente inocente. Era más que simplemente inocente; era santo. El secuaz había tenido suficiente oportunidad para descubrirlo. Por ello, su acción fue totalmente despreciable. Era la clase de hombre que, en una controversia, quiere “estar del lado del más fuerte”.

CONCLUSIÓN

     La verdad ofende aun a los de alta posición como Anás. El mundo está tan acostumbrado a mentir cuando se halla bajo presión, que el sumo sacerdote se sintió ofendido cuando el Señor respondió cortés pero verazmente. Anás había pedido a Jesús que dijera la verdad, pero cuando el Señor así lo hace se ofende y no quiere oír. Y ante la verdad Anás se lavó las manos (como luego lo haría Pilato), y lo envió a Caifás.

Jesús sabía que la verdad que predicaba y personificaba era la verdad de las verdades. Es por ello que no había motivo para echarse atrás, avergonzarse, humillarse o pedir disculpas.


   Los cristianos sabemos que el evangelio de Jesucristo es la verdad y no tenemos por qué avergonzarnos de la sana doctrina que creemos. Confesemos la buena confesión como lo hizo Jesús. En estos días modernos debemos tomar la misma posición de Jesús: confesar a Cristo y su doctrina. Dios nos libre de negar nuestra amistad con Jesús (como hizo Pedro). Sigamos el ejemplo del Maestro.

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