LECCIÓN, DOMINGO 24 DE MAYO DE 2015
JUAN 20:19 AL 23
MATEO 18:18
DESARROLLO

DESARROLLO
1. SU APARICIÓN SOBRENATURAL (19–20)
a. Eventos sobrenaturales (19a). Los discípulos estaban escondidos y atemorizados por miedo a la persecución. Notemos que dice que las puertas (en plural) estaban cerradas, o sea que había al menos dos, posiblemente la puerta de calle y luego la del aposento alto. Estando éstas bien cerradas por temor a los líderes judíos, aparece Jesús y se pone en medio de los discípulos. ¡Qué sorpresa se habrán llevado estos hombres, quienes estaban allí reunidos por temor de los judíos! María Magdalena había manifestado que el cuerpo del Señor había desaparecido. Dos de ellos, Pedro y Juan, se atrevieron a dejar el aposento alto, fueron corriendo al sepulcro y volvieron afirmando que verdaderamente el cuerpo del Señor no estaba en la tumba. María Magdalena luego declara que lo había visto y había hablado con él. Entonces el mismo Señor Jesús, de manera sobrenatural, se presenta ante sus amigos en el aposento alto.
Fue una aparición milagrosa del Cristo resucitado. (No “aparición” en el sentido de que no era real puesto que sí lo fue.) Cristo se plantó en medio de ellos con su propio cuerpo, evidenciando así que estaba vivo y resucitado. Les dejó ver que tenía un cuerpo en cierta manera igual porque reconocieron su rostro, su voz, su mirada, pero a la vez distinto pues se trataba de un cuerpo resucitado.
La Biblia enseña que cuando resucitemos nuestro cuerpo será similar al cuerpo resucitado del Señor Jesús (1 Co. 15). Así como Jesús pudo atravesar paredes y puertas, cuando resucitemos tendremos esa capacidad y sin embargo, será un cuerpo que podremos reconocer.
Lucas relata que Jesús comió pescado asado y un panal de miel (24:42–43). Da gusto ver cómo Dios nos permite un vistazo de lo que será el futuro.
b. Palabras especiales (19b). Jesús calma el temor de sus amigos presentándose ante ellos y diciéndoles: “Paz a vosotros”. En hebreo es una sola palabra repetida: SHALOM, SHALOM, y es un saludo típico que quiere decir: PAZ, PAZ. Fueron palabras muy apropiadas para los pobres discípulos atemorizados.
c. Evidencias incontrovertibles (20a). Aunque ellos no pidieron evidencias, de inmediato Jesús les mostró las manos y el costado. El Señor seguramente sabía que, siendo humanos, quizás tendrían sus dudas.
Allí estaban las evidencias palpables: las heridas de los clavos que habían traspasado sus manos, y la cicatriz del costado abierto por la lanza romana. Jesús no era una aparición sino que tenía un cuerpo resucitado.
d. Efecto innegable (20b). El efecto en los discípulos fue regocijo y una emoción que seguramente debió de haber sido explosiva. Este es el deseo de Dios para nosotros en el siglo XX. Quien cree que Jesucristo ha resucitado, tendrá paz con Dios y gozo en el corazón (ver 16:20–22).
2. SU COMISIÓN A LOS DISCÍPULOS (21–23).
Seguidamente Jesús comisiona a sus amigos y con energía y autoridad los envía en una gran misión.
a. El envío (21). Jesús repite a los discípulos: “Paz a vosotros”, pues seguramente aún estaban alarmados. Ven al Señor resucitado, pero en su mente él todavía estaba muerto. “Paz a vosotros”, dice, y seguidamente les ofrece un enorme consuelo, comisionándolos con la misma tarea con que el Padre lo había enviado a él. Es asombroso que seamos enviados a nuestros vecinos, amigos, seres queridos y a todo el mundo con la misma autoridad y misión con que el Padre envió a Jesucristo.
b. La energía (22). Cuando el Señor les habla de su tarea, es posible que los discípulos respondieran: “Pero Señor, somos cobardes. ¿No ves que estamos en este aposento con las puertas cerradas porque tenemos temor? Ahora nos envías al mundo, Señor, pero no tenemos fuerza ni energía”. Luego de decir: “Yo os envío…”, Jesús sopló y dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. No cabe duda que, cuando Juan se expresaba así, estaba recordando la antigua historia de la creación de Adán. Allí leíamos: «Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en una persona viva» (Génesis 2:7). Es la misma alegoría que vio Ezequiel en el valle de los huesos secos y muertos, cuando oyó a Dios decirle al viento -espíritu: « ¡Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos para que vivan!» (Ezequiel 37:9). La venida del Espíritu Santo es como el despertar de la vida donde reinaba la muerte.
Nuestra objeción al mandato del Señor quizás también sea que somos cobardes o no sabemos qué decir, pero debemos recordar que hay poder en el Espíritu Santo de Dios. El Señor nos ha enviado a evangelizar a todo el mundo y para ello nos ha dado la energía más poderosa: el Espíritu Santo de Dios. Es el Espíritu por cuyo poder Cristo resucitó de los muertos; el mismo Espíritu Santo que mora en nosotros. Esta energía divina es el sello y la promesa de Dios.
c. La autoridad (23). He aquí una frase que produce temor por sus implicaciones, pero es la poderosa autoridad que Jesucristo nos ha dado. En un tiempo fuimos pecadores rebeldes; ahora gozamos de una gran autoridad que no podemos tomar a la ligera. Seríamos necios si pretendiéramos usar esta autoridad en forma carnal, pero podemos ejercerla tal como el Señor la ha dado. Cuando, por ejemplo, un alma ha sido guiada a Cristo y con sinceridad ha entregado su corazón a él, uno tiene derecho de decirle: “Sus pecados han sido perdonados por Dios”. No es que uno tenga autoridad personal para perdonar pecados sino que por los méritos de Cristo en la cruz uno declara el perdón para el inconverso arrepentido. Por otra parte, también tenemos la autoridad de declarar juicio de Dios sobre aquellos que rechazan a Jesucristo (2 Co. 5:15–16).
Esta autoridad no puede tomarse livianamente ya que está repetida tres veces en el Nuevo Testamento (Mt. 16:19; 18:18). Que Dios nos dé gracia, autoridad y sabiduría para ejercerla en su nombre.
CONCLUSIÓN
Jesús les dijo que, como Dios le había enviado a Él, así ahora Él los enviaba a ellos. Aquí tenemos lo que llamamos « La Constitución de la Iglesia.» Quiere decir tres cosas.
(a) Quiere decir que Jesucristo cuenta con la Iglesia, que es exactamente lo que Pablo quería decir cuando llamaba a la Iglesia « El Cuerpo de Cristo» (Efesios 1:23; 1 Corintios 12:12). Jesús había traído un mensaje para toda la humanidad, y ahora se volvía con su Padre. Su mensaje no podría alcanzar a toda la humanidad a menos que la Iglesia se encargara de transmitirlo. La Iglesia tenía que ser una boca que hablara de Jesús, unos pies que fueran a cumplir sus recados y unas manos para hacer su obra. Por tanto, lo primero que quiere decir esto es que Jesús depende de su Iglesia.
(b) Quiere decir que la Iglesia necesita a Jesús. El que ha de ser enviado necesita a alguien que le envíe; necesita un mensaje que llevar; necesita un poder y una autoridad que respalden ese mensaje; necesita alguien a quien poder dirigirse cuando tenga dudas o dificultades. Sin Jesús, la Iglesia no tiene mensaje; sin Él, no tiene poder; sin Él, no tiene a nadie a quien apelar cuando se encuentra en dificultades; sin Él no tiene a nadie que le ilumine el entendimiento, ni que le fortalezca los brazos, ni que le anime el corazón. Esto quiere decir que la Iglesia depende de Jesús.
(c) Y aún queda otra cosa. Jesús envía a la Iglesia de una manera paralela a como Dios envió a Jesús. Pero no podemos leer la historia del Cuarto Evangelio sin darnos cuenta de que la relación entre Jesús y Dios dependía continuamente de la perfecta obediencia y el perfecto amor de Jesús. Jesús podía ser el perfecto Mensajero de Dios porque ofrecía a Dios la obediencia perfecta y el perfecto amor. De ahí se sigue que la Iglesia es apta como mensajera e instrumento de Cristo sólo cuando Le ama y obedece de una manera perfecta. La Iglesia no se dirige al mundo para propagar su propio mensaje, sino el mensaje de Cristo. No sigue políticas hechas por hombres, sino la voluntad de Cristo. La Iglesia fracasa cuando trata de resolver algún problema dependiendo de su propia sabiduría y fuerza, prescindiendo de la voluntad y dirección de Cristo.