jueves, 28 de enero de 2016

Estudio Domingo 31 de Enero

Hechos 8: 1 al 4
2 Timoteo 3: 12 y 13

Introduccion:

   Por el Antiguo Testamento sabemos que Jerusalén es una ciudad a la cual todos los judíos querían ir. En realidad, el último versículo en la Biblia hebrea registra el edicto de Ciro permitiendo a los judíos subir a Jerusalén (2 Cr. 36:23). Pero así como en el Antiguo Testamento la gente era atraída a la ciudad santa, en el Nuevo Testamento ellos son enviados a todo el mundo desde Jerusalén. Para decirlo en otra forma, en el Antiguo Testamento Jerusalén se constituye en una fuerza centrípeta para los judíos; en el Nuevo Testamento, en cambio, ejerce una fuerza centrífuga sobre los creyentes.
    Jesús dijo a los apóstoles que fueran por todo el mundo e hicieran discípulos en todas las naciones (Mt. 28:19–20). En Jerusalén fielmente proclamaron el evangelio de Cristo con todo entusiasmo, de manera que el número de creyentes llegara a los miles. Sin embargo, la iglesia no podía quedar limitada a Jerusalén, porque Jesús había instruido a los apóstoles ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines del mundo (1:8).    En la providencia de Dios, la persecución que siguió a la muerte de Esteban forzó a los creyentes a Judea y a Samaria, e incluso hasta Fenicia, Chipre, y Antioquía (11:19). Estos cristianos testificaron a gran cantidad de personas, con el resultado de que la iglesia continuó creciendo (11:20–21).

Desarrollo:

    La muerte de Esteban marca el punto decisivo en la iglesia de Jerusalén. De repente, uno de sus líderes es acusado por los judíos de habla griega y es apresado. Es llevado para comparecer ante la corte suprema de Israel y de ahí es llevado a la muerte sin que se haya dictado un veredicto en su contra. En un tiempo, los habitantes de Jerusalén habían tenido una actitud favorable para con los cristianos, pero ahora se vuelven hostiles al punto de perseguirles.
a. “En aquel día”. Esta frase indica el día durante el cual la persecución se desató en contra de los cristianos.
Esta persecución duró por algún tiempo, porque Saulo fue de casa en casa en busca de los creyentes. La palabra persecución aparece en Hechos sólo dos veces (aquí y en 13:50). Lucas agrega el adjetivo descriptivo gran para distinguir este comienzo de la persecución que habían experimentado los apóstoles y Esteban.
b. “Y todos los creyentes fueron esparcidos, salvo los apóstoles”. ¿Quiénes están incluidos en el término todos? Podemos barajar tres interpretaciones.
       La primera es que, literalmente, todos los creyentes sufrieron la persecución y fueron sacados de Jerusalén.
 
  Pero aun si cada uno experimentó sus efectos, algunos cristianos permanecieron en la ciudad. El texto indica que los apóstoles quedaron allí.   Además, suponemos que María, la madre de Jesús, continuó viviendo con el apóstol Juan. La madre de Juan Marcos, que tenía una casa muy grande, también se quedó allí o muy pronto volvió (12:12).
  Una segunda posibilidad es que dado que los judíos helenistas trajeron a Esteban, un judío de habla griega a juicio, esta gente ahora se volvió contra los cristianos judíos y los forzó a dejar la ciudad.
  Una tercera posibilidad es que aunque los cristianos de habla griega recibieron la persecución más seria, los creyentes de habla aramea no estaban exentos. El sumo sacerdote y sus asociados crucificaron a Jesús, apresaron a Pedro y a Juan, sometieron a azotes a los apóstoles, y mataron a Esteban. Por lo tanto, podemos suponer que los líderes del Sanedrín, tanto religiosos como civiles influyeron tanto en la persecución de los cristianos hebreos como en su expulsión de Jerusalén.
   Además, cuando Saulo (Pablo) iba de casa en casa persiguiendo a los creyentes, probablemente no hacía distinción entre los de habla griega y los de habla aramea. En conclusión, no debemos interpretar el adjetivo todos tan estrictamente. Después de la persecución, la vida en la iglesia de Jerusalén retornó gradualmente a la normalidad, como lo refleja la secuencia histórica de Hechos (véase 9:26).
   Es normal que quienes primero caen presos en una persecución son los dirigentes. No fue este el caso en la persecución contra la iglesia. Los apóstoles permanecieron en Jerusalén para dar ánimo a los creyentes que quedaron allí tanto como a los que fueron esparcidos. La expresión esparcidos es importante para los judíos que vivían en la dispersión, porque el exilio y las subsecuentes persecuciones afectaron en forma directa sus vidas.
  Ahora la iglesia está entrando en una era de dispersión (c.f. Stg. 1:1 y 1 P. 1:1). Los profetas del Antiguo Testamento enseñaron que cuando un judío vivía en la dispersión (por ejemplo, durante el exilio en Babilonia), él estaba recibiendo el justo castigo por su anterior desobediencia. Por el contrario, la iglesia del Nuevo Testamento consideró la dispersión de los judíos como “una decisión divina para que se estableciera un punto de partida a fin de llevar el evangelio a territorios extranjeros”.
  Vv 4. “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. Este proverbio que ha perdurado a través del tiempo probó ser verdad para los cristianos que fueron perseguidos a partir de la muerte de Esteban. Ellos dejaron Jerusalén y fueron de lugar en lugar por los campos de Judea y de Samaria. Dondequiera que llegaban, predicaban las Buenas Nuevas y luego fundaban iglesias. Mientras los judíos estaban acostumbrados a evitar cualquier contacto con los samaritanos, Jesús permaneció con ellos dos días, proclamando el evangelio y ganó numerosos adherentes a la fe (Jn. 4:39–42). Después de la muerte de Esteban, los cristianos judíos de Jerusalén fueron a los samaritanos llevándoles el mensaje de salvación. Uno de estos fue Felipe (no el apóstol), el diácono que también es llamado evangelista (21:8). Los apóstoles se quedaron en Jerusalén mientras Felipe viajaba a una importante ciudad de Samaria. Felipe pudo relacionarse con los samaritanos, quienes adoraban en el Monte Gerizím. A ambos, a él y a los samaritanos, les estaba prohibido adorar en el templo de Jerusalén (Jn. 4:20). Expulsado de Jerusalén, Felipe sabía que Dios no está limitado a un lugar en particular, sino que puede ser adorado dondequiera.

Conclusión:

  El hecho de que Felipe predicara el evangelio de Jesucristo en samaria es una prueba de que la iglesia estaba dando uno de los pasos más importantes de su historia, tal vez inconscientemente, y descubriendo que Jesús es el salvador de todo el mundo. Sabemos muy poco de Felipe; pero él fue uno de los artífices de la iglesia cristiana.
     Debemos fijarnos en lo que el cristianismo aportó a aquella gente:
(i)                le trajo la historia de Jesús, el mensaje del amor de dios revelado en Jesucristo.
(ii)              les trajo sanidad. El cristianismo no ha sido nunca algo exclusivamente de palabras.
(iii)            les trajo, como una consecuencia natural, una alegría que los samaritanos no habían experimentado nunca antes.
Es un cristianismo descafeinado el que produce una atmósfera lúgubre; el evangelio irradia alegría.




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