jueves, 14 de enero de 2016

La muerte de Esteban

Lección Domingo 17 de Enero de 2016

Hechos 7: 44 al 53
Isaias 63:10


Introducción 

Esteban involucró la vida y ministerio de Moisés a través de su período tanto en Egipto como en Madián y en el desierto. Pero el énfasis está en su labor en el desierto, levantando el tabernáculo verdadero “como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto” (v. 44; Ex. 25:9). Era un lugar de reunión que se movía. Era tal como su nombre lo insinúa “una casa de pieles”, pero dentro de ella palpitaba el esplendor inefable de la presencia de Dios.


Desarrollo 

   La cuarta parte del discurso de Esteban tiene como introducción el ingreso a la tierra prometida, y como médula un argumento básico para su apología. Se trata del gran lugar que ocupaban los “tabernáculos” (vv. 44, 46) en la vida de Israel y la imposibilidad “de construir una casa” capaz de contener a Dios. Quizás podríamos distinguir los detalles importantes que el predicador trata de enfatizar:

a. La omnipresencia de Dios
  Se trata de una persona singular cuyo trono está en el cielo y “sus pies” en la tierra. Para quien todos los lugares son iguales, porque lo llena todo con su presencia. Está en todas partes como Persona libre, consciente y activa. Todo lo demás está limitado por las leyes del espacio; y aun lo más grande es un puntito insignificante en este espacio inmenso donde Dios habita. Moviéndose en los tiempos, se apareció a Abraham en Ur, a José en Egipto y a Moisés en el desierto. Donde él está es tierra santa, y todo los que andan en humildad de corazón gozan de su presencia y su poder. Esteban se esfuerza en demostrar que el error no está en construir tabernáculos o templos, sino en creer que éstos fueron literalmente la habitación de Dios, como los templos paganos lo eran para sus dioses. No nos extraña que Pablo tuviera que explicarlo posteriormente a los filósofos atenienses (17:24); lo que resulta incomprensible es que Israel no lo hubiera entendido, aunque Salomón lo dijo con claridad (1 R. 8:27).

     En lugar de señalar este pasaje, Esteban citó el de Isaías 66 porque se acomoda mejor a su argumento sobre la habitación peregrina de Dios en la tierra.

b. La creación de Dios

  Si Dios mismo es el Creador, ¿cómo puede confinarse a estructuras hechas por sus mismas criaturas? (vv. 49–50). La respuesta es: de ningún modo. Pero Esteban, que tomó la cita de Isaías 66:1 no da ni siquiera la respuesta que muestra el profeta, sino que abruptamente interrumpe su discurso, viendo los rostros de sus acusadores y convencido de que había concluido el tiempo de historia para comenzar con el reproche del cual nos ocupamos a continuación.

  Vv 51-53 Esteban les enrostra el carácter que ellos manifiestan en su resistencia a Dios. Duros de cerviz es una descripción utilizada por Dios (Ex. 32:9; 33:3, 5), por Moisés (34:9; Dt. 9:6, 13; 31:27) y los profetas o reyes (2 Cr. 30:8; Jer. 17:23) en cuanto al carácter rebelde de la nación en todos los tiempos. Llevaban la circuncisión como señal del pacto de Dios con ellos (Gn. 17:11–12), pero sus corazones violaron ese pacto durante siglos.

   Cuidadosamente Esteban señaló en su discurso el hecho de que Israel repetidamente había demostrado su disposición para rechazar al Espíritu Santo (Espíritu de Dios) y a los profetas. Los sacerdotes, reduciendo la religión a rituales, y los nacionalistas, apelando al orgullo racial y los prejuicios, los cuales siempre arrastran tras de sí a la gente que mata a los profetas. Con frecuencia hubo ceguera premeditada contra la verdad y un espíritu reaccionario en la presencia de una oportunidad para marchar hacia adelante en un movimiento progresivo.

   Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto (v. 9). Los judíos, escuchando el discurso de Esteban, no tuvieron ninguna dificultad en reconocer la inferencia acerca de su propia envidia de Jesús como la verdadera causa por la que ellos lo habían entregado a los romanos. Los hermanos de Moisés fueron extrañamente tardos en entender a su libertador (v. 25), igual como aquellos en el tiempo de Esteban fueron lentos en entender a Jesús, el redentor verdadero (vv. 35–37). La ley de la ira de Dios —por la cual la tenaz ceguera lleva a la gente hacia una oscuridad más y más profunda— había operada en Israel (vv. 38–43), y la misma ley reclamaría su paga en el día de Esteban.

   Finalmente sigue el ataque directo a los acusadores: Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo (v. 51) (es decir a la revelación especial de Dios). Había ocurrido con los profetas, a quienes los padres de ellos habían perseguido y asesinado. Nótese otra vez que sus oyentes eran los que violaban las mismas leyes que pretendían defender (v. 53). Ellos, como sus padres, siempre resistían al profeta que se atrevía a desafiar su estilo tradicional de vida. En Jesús se encuentra la religión del Espíritu siempre desafiando la religión de la letra, del ritual, del nacionalismo perjudicial y del particularismo. En Esteban el mensaje de Jesús se estaba proclamado otra vez.


Conclusión 
Las causas de una muerte

   Para que una persona sea condenada a muerte es necesario que haya cometido una falta que amerite esa condena. Esteban fue asesinado por una turba enardecida porque el predicador los confrontó con la realidad de su pecado.

I. Les hizo ver su rebeldía.
1. En el tiempo de Moisés levantaron un becerro de oro.
2. En los tiempos de Amós adoraron a Moloc y los dioses de las estrellas.
3. Entregaron al Justo, Jesucristo y le arrancaron la vida.

II. Les hizo ver los privilegios que como pueblo escogido tenían.
1. Dios les envió a los profetas.
2. Tenían el tabernáculo donde estaban las tablas de la Ley.
3. Jesucristo vino a ellos en primera instancia.

III. Les hizo notar que estaban limitando a Dios.
1. Adoraban el templo, en lugar de adorar al Señor del templo.
2. Limitaron a Dios a su región geográfica, en lugar de tener un Dios
universal.

IV. Les hizo ver que persiguieron a los profetas.
1. No lo hicieron por ignorancia, sabían lo que estaban haciendo.
2. Persiguieron al Profeta de Dios, el Hijo Jesucristo.
3. Anularon la iniciativa de Dios de comunicarse con ellos.



  Esas fueron las causas de la muerte de un siervo. Allí murió tristemente un hombre que vio a su pueblo cometiendo el más terrible de los crímenes, murió con tristeza por ver que su pueblo rechazó el destino que Dios le había trazado.

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