jueves, 14 de julio de 2016

El evangelio de Dios revelado

Lección Domingo 10 de Julio
Hechos 13: 36 al 41
Texto: Romanos 5.1

INTRODUCCIÓN 



Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd: El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa. Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies. Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación. Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase. Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. Mas Dios le levantó de los muertos. Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción. 


DESARROLLO





Pablo presenta esta exposición con tal elocuencia que produce una conmoción reflexiva en todos los presentes. Que lo llevo a tener Tal convicción en su presentación del evangelio de Cristo. La respuesta es o más bien son las circunstancias que ya les habían acontecido, las cuales podemos recordar y que ya hemos estudiado: 


La Persecución 
Herodes 
Herodes mata a Jacobo 
Un ángel rescata a Pedro 
La muerte de Herodes 
Bernabé y Saulo regresan a Antioquía 
El Retorno Desde Jerusalén 
Llamados por el Espíritu 
El Nuevo Trabajo 
Elimás el Mago 
El envío de Bernabé y Saulo 
La evangelización de Chipre 
La predicación en Antioquía de Pisidia y finalmente, 
Se vuelven a los gentiles. 


Pasaron momentos y experiencias difíciles pero continúan con más fuerzas con mayor convicción y el número de los redimidos crecía más y más de día en día. Cada circunstancia cada experiencia en cada lugar que llegaron les comunicaba el cumplimiento de las escrituras y el asombro de los que hoy que ya habían escuchado por los que antes les habían hablado, ratificaba las verdadera identidad de este Cristo como el hijo de Dios enviado a dar salvación a la humanidad que estaba extraviada y perdida. 


En el libro de hebreos cap.4:14 dice: Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspaso los cielos, Jesús el hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado .Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. 


"Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes habiéndoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia". 
A medida que iban saliendo de la sinagoga, los que allí estaban pedían que les hablasen de estas cosas en el siguiente día de reposo. 

Después, un buen número de ellos, compuesto tanto por judíos como por prosélitos (convertidos al judaísmo) piadosos (temerosos de Dios), siguió a Pablo y Bernabé. Ellos les hablaron durante algún tiempo, y los persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. Esto quiere decir que habían creído en la gracia de Dios que trae salvación y la habían aceptado, y los estaban animando a continuar en ella. 


CONCLUSIÓN 

La verdad fue desatada, el salvador había sido declarado y los hombres creyeron y recibieron salvación. El espíritu santo confirmo esta verdad en los corazones que creyeron. Es hoy nuestra convicción o a veces desafiamos con nuestros comentarios al creer de muchos. Y lamentablemente El Santo Espíritu no puede respaldar lo que decimos porque nos falta convicción. (Experiencias de fe).

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