domingo, 14 de agosto de 2016

El apóstol Pablo arriesga su vida por cumplir su llamado

Lección Domingo 07 de Agosto de 2016
Hechos 14.19 al 28
Texto: 1ª Pedro 4.12-13

INTRODUCCIÓN 

Pablo apedreado 

"Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe". 

El versículo 20 señala que Pablo y Bernabé se quedaron en Listra el tiempo suficiente para que un cierto número de personas creyeran y se convirtieran en discípulos (y, siempre, fueran bautizados en agua y en el Espíritu Santo, según Hechos 2:4). Pero los judíos de Antioquía de Pisidia (a unos 160 kilómetros de distancia), que lo habían sacado de su ciudad, y algunos de Iconio (a unos 50 kilómetros) que habían querido apedrearlo a morir, tuvieron noticia del éxito de Pablo en Listra. Llegaron a la ciudad, y persuadieron a las multitudes paganas a que los ayudaran, o al menos les permitieran llevar a cabo su plan. (Es posible que algunos paganos se hubieran sentido deshonrados cuando Pablo y Bernabé no les permitieron ofrecerles sacrificios: por eso les prestaron oídos a los enemigos de Pablo.) 

Esta vez sí apedrearon a Pablo y arrastraron su cuerpo fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Está claro en el texto que no estaba muerto realmente, aunque estaba inconsciente y debe haber estado fuertemente magullado por todo el cuerpo. Sin duda alguna, también tenía huesos rotos. 

Tan pronto como se fue la multitud, los creyentes rodearon a Pablo. Sin duda, esperaban ayuda de Dios, y Dios no los defraudó. De pronto, en lo que ha de haber parecido como una resurrección. Pablo se levantó, evidentemente, sanado por completo, y regresó a la ciudad con ellos. Pero, conociendo el estado de ánimo de la multitud, él y Bernabé salieron al día siguiente rumbo a Derbe (identificada actualmente con unas ruinas situadas a unos cien kilómetros de Listra en dirección sudeste, cerca de la frontera de la provincia romana de Galacia). 


DESARROLLO 

Confirmando los ánimos de los creyentes 

"Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ándanos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. "Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia". 



Según parece, en Derbe tampoco había sinagoga. O sea, que Pablo y Bernabé deben haber predicado el Evangelio en forma muy similar a la utilizada en Listra, pero sin la oposición de los judíos, puesto que los enemigos de Pablo creían que estaba muerto. 

Después de haber hecho un número considerable de discípulos, fundando así una iglesia creciente, regresaron valientemente a Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia. Sin embargo, esta vez no agitaron a los judíos. Es evidente que no hicieron trabajo evangelistico, dejándolo a los creyentes del lugar. Esta vez su ministerio iba dirigido a la Iglesia. En cada lugar, confirmaban (fortalecían y solidificaban) los ánimos (las almas) de los discípulos. También los exhortaban y los animaban a permanecer en la fe. En este punto, el griego es muy fuerte. Les decían que debían mantener la fe, permaneciendo en ella, esto es, viviendo según los principios del Evangelio. 

También los exhortaban a compartir el sufrimiento de los apóstoles y a aceptar el hecho de que a través de muchas tribulaciones (persecuciones, aflicciones, sufrimientos) era necesario entrar en el reino (ponerse bajo el gobierno y la autoridad de Dios). 

Puesto que los creyentes necesitaban organización para poder trabajar juntos y realizar la obra del Señor, los apóstoles constituyeron ("ordenaron") entonces ándanos (supervisores, superintendentes, presidentes de la congregación o asamblea) en cada lugar. Sin embargo, no fue aquello una ordenación, en el sentido actual de la palabra. La palabra griega es jeirotonésantes, donde jeir es la palabra griega traducida mano; la palabra entera significa que llevaron a cabo una elección a mano alzada. 

Cuando fueron escogidos los siete del capítulo 6, los apóstoles señalaron las cualidades necesarias y el pueblo hizo la selección de los diáconos. Podemos estar seguros de que lo mismo sucedió ahora. Pablo debe haber señalado las cualidades necesarias, que recogería por escrito más tarde en 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9. Entonces, la asamblea local escogió las personas por medio de una elección (sin duda, después de un tiempo de oración durante el cual buscaron todos la orientación del Espíritu Santo para que los ayudara a decidir quién cumplía mejor con las condiciones propuestas). 

Al principio, los ancianos eran hombres llenos del Espíritu escogidos de entre los miembros de la congregación local. No fue sino muchos años después cuando las iglesias comenzaron a sentir la necesidad de llamar pastores-maestros que pudieran ser también la cabeza ejecutiva de la asamblea, y que combinaran el oficio de anciano (llamado también obispo y presbítero) con el ministerio de pastor-maestro, recibido de Dios. En el siglo primero, se esperaba de los ancianos que fueran "aptos para enseñar", y eran los responsables de que hubiera enseñanza. Pero podían llamar a otros que tuvieran el ministerio de pastor-maestro dado por el Señor, y los dones del Espíritu necesarios como complemento. No tenían que enseñar ellos mismos. El hecho de que Pablo diga: "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor (honorarios), mayormente los que trabajan en predicar y enseñar" (1 Timoteo 5:17), nos demuestra que no todos trabajaban en la Palabra y en la enseñanza. Pero, a medida que fue pasando el tiempo, se fueron dando cuenta cada vez más de que tenían necesidad de un ministerio de enseñanza persistente en la iglesia local, y fue natural que pensaran en hacer dirigentes suyos a estos ancianos. Así se fue desarrollando gradualmente la idea moderna de un pastor que es también el que preside el grupo. 

Antes de que Pablo y Bernabé siguieran a otra ciudad, siempre pasaban un tiempo en oración y ayuno con los creyentes. Después los encomendaban (como algo precioso y de valor) al cuidado y la salvaguardia del Señor (Jesús) en quien habían creído (y seguían creyendo). Por supuesto, habían creído inicialmente en la visita anterior de Pablo. 

Desde Antioquía de Pisidia, siguieron a través de Pisidia, de regreso a Panfilia y Perge, evangelizando en todos los lugares en que les era posible, a medida que avanzaban. En Perge, predicaron la Palabra sin oposición ni maltrato alguno, según se ve. Evidentemente, no habían predicado allí cuando habían desembarcado y Marcos se había apartado de ellos. Después de establecer la Iglesia allí, siguieron a Atalia, el puerto marítimo de Perge. 


CONCLUSIÓN 

El informe satisfactorio en Antioquía de Siria 

Desde Atalia navegaron a Antioquía de Siria. Allí habían sido entregados a la gracia de Dios para hacer la obra que ahora habían terminado. En esta visita. Pablo y Bernabé sintieron que habían realizado el ministerio para el cual el Espíritu los había enviado en Hechos 13:2-4.Por tanto, reunieron a la iglesia y le informaron todo cuanto Dios había hecho con ellos. Es decir, contaron cuan grandes cosas Dios hacía mientras ellos colaboraban con El. También, cómo les había abierto una puerta a la fe a los gentiles. (El griego dice "una puerta" y no "la puerta".) Entonces, los dos apóstoles se quedaron "mucho tiempo" con los discípulos. O sea, que volvieron a asumir su ministerio de enseñanza y ayudar en la asamblea de los creyentes durante varios meses, posiblemente tanto como un año. Nuestro Dios nos ha señalado con un propósito, nos llama para realizar ese propósito; ser salvos y salvar a otros. El precio de esta acción es como dice Pablo “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” Léase, 1ra. Pedro cap. 4 vrs. 12,13.

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