viernes, 14 de octubre de 2016

La predicación del evangelio. Dios cambia los escenarios

Lección Domingo 16 de octubre de 2016
Hechos 16.25 al 34
Texto: Romanos 10.9-10

INTRODUCCIÓN

Librados de la Cárcel

Quizá por la mañana las autoridades se dieron cuenta de que el juicio del día anterior había sido injusto. Como sea, ellos mandaron decir al carcelero que soltase a los presos y que les dijera que salieran de la ciudad. Mas Pablo no quiso irse así. Hizo saber a los mensajeros que ellos eran ciudadanos romanos y que no saldrían de la cárcel sino hasta que viniesen los magistrados a darles su libertad. ¡Imagínese el temor de los magistrados cuando oyeron esto! Los ciudadanos romanos gozaban de privilegios muy especiales; Pablo hubiese podido causarles grandes problemas. Gustosamente vinieron para sacar personalmente a Pablo y a Silas de la cárcel. 

¿Por qué lo hizo Pablo? ¿Estaba buscando una simple venganza? No. Pablo se interesaba en la justicia. Dios ha ordenado a las autoridades que velen por los hombres inocentes, no que los maltraten. Así que Pablo aprovechó esta oportunidad para recordar a los dirigentes de sus responsabilidades para que en el futuro no maltratasen a otros. 

Después de que los misioneros regresaron a la casa de Lidia, para darle ánimo a ella y a los demás cristianos, salieron de Filipos para continuar la obra evangelista en otras regiones de Macedonia. Más Lucas permaneció en Filipos y no se volvió a unir a Pablo sino hasta el tercer viaje misionero. 


DESARROLLO 

La conversión del carcelero 

"Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios". 

El terremoto despertó al carcelero. Parece que de inmediato se apresuró a ir a la cárcel, vio que todas las puertas estaban abiertas y se precipitó a suponer que todos los prisioneros habían escapado. Conocía la pena que recibiría si era así. Antes de enfrentarse al juicio, la vergüenza y la muerte deshonrosa que le esperaba, sacó la espada con la intención de suicidarse. 

Desde las profundas tinieblas de la celda. Pablo pudo ver lo que el carcelero estaba haciendo, aunque éste a su vez no podía divisar nada dentro de la celda. De inmediato le gritó que no se hiciera daño, porque todos los prisioneros se hallaban allí todavía. 

Después de pedir luz, el carcelero se precipitó dentro de la cárcel. Temblando de miedo, se postró ante Pablo y Silas. O sea, se sintió totalmente dominado por el temor y el pavor por lo que había sucedido. 

Entonces, recobrando su compostura, sacó a Pablo y a Silas de la prisión y les preguntó qué debía hacer para ser salvo. Esta pregunta podría sonar extraña en labios de un romano pagano. Pero debe haber recordado las palabras del espíritu ventrílocuo que había poseído a la esclava. Aquellos hombres le podían dar a conocer el camino de la salvación. 

La respuesta de Pablo fue sencilla: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa." Con esto. Pablo no quiso decir que toda la casa del carcelero sería salva simplemente porque él lo fuera. Sin embargo. Pablo quería que el carcelero supiera que la oferta no se limitaba a él, sino que el mismo tipo de fe le llevaría salvación a todo el que creyera. Indudablemente, pudo ver que el terremoto y sus consecuencias los habían afectado a todos. Quería verlos salvos a todos, y no sólo a uno. 

Entonces Pablo y Silas les hablaron la Palabra del Señor (el Evangelio) a él y a todos los que estaban en su casa. De esta manera les explicaron a todos lo que significaba creer en Jesús y ser salvo. 

Después, el carcelero tomó a los apóstoles y les lavó las heridas (producto de los azotes), y de inmediato, se bautizó con todos los suyos. Es probable que se hiciera esto en una piscina en el patio de su casa. A continuación, volvió a entrar a los apóstoles en la casa y dispuso ante ellos una mesa repleta de comida. En aquellos momentos, toda su casa estaba repleta de gozo, porque habían creído en Dios con una fe que era fuerte y perseverante. 

Algunos escritores tratan de usar este pasaje como argumento a favor del bautismo de infantes, puesto que toda la casa del carcelero fue bautizada en agua. Sin embargo, cuando examinamos más cuidadosamente el pasaje, es fácil ver que todos los miembros de su casa oyeron la Palabra de Dios, todos creyeron y todos estaban llenos de regocijo. 

Se ve claramente que no había infantes en el grupo. Es posible que el carcelero no tuviera hijos pequeños. En realidad, era el "gobernador" de la cárcel y probablemente fuera de bastante edad cuando fue nombrado para el cargo. También es probable que la costumbre romana no considerara a los bebés o a los niños pequeños como parte de la casa hasta que alcanzaran cierta edad. 

El gozo era tan grande, que podríamos traducir diciendo que estaban "saltando de gozo". Lucas no lo dice todo siempre. Podemos estar seguros de que parte del motivo de tan grande gozo era el hecho de que también fueron bautizados en el Espíritu Santo y hablaron en otras lenguas, como lo hicieron los primeros creyentes en el día de Pentecostés (Hechos 2:4) y en la casa de Cornelio. Al fin y al cabo, ¿iba Dios a hacer menos a favor de estos creyentes, que a favor de Cornelio?. 


CONCLUSIÓN


Quizá Pablo y Silas pensaron que su encarcelamiento era un estorbo al evangelio. La verdad es que Dios usó esta circunstancia para que uno de sus escogidos escuchara el evangelio. Dios estaba guiando aún por caminos difíciles. Estando los misioneros en la cárcel, ahora interviene Dios por medio del terremoto que libró a los presos. Esto abrió el corazón del carcelero para recibir el mensaje de salvación de labios de sus presos. Como resultado del encarcelamiento de Pablo y Silas, el carcelero y su familia se convirtieron. Ahora, en vez de tratar a Pablo y a Silas como a los criminales más viles, el carcelero los llevó a su casa y los trató como huéspedes de honor. Dios siempre está examinando nuestra fe, pues por ella caminamos y por ella vivimos. Dice el verso “sin fe es imposible agradar a Dios”( Hebreos 11: 4-6)

martes, 11 de octubre de 2016

El respaldo de Dios al ministerio de Pablo y sus persecuciones

Lección Domingo 09 de Octubre de 2016
Hechos 16.16-24
Texto: Marcos 16.17

INTRODUCCIÓN 

La misión en Macedonia tuvo éxito desde el principio. Pablo y Silas permanecieron ahí por un buen tiempo predicando el evangelio. 

La Muchacha Esclava 

Lucas nos relata de una muchacha trágicamente cautiva. Primero, porque era una esclava. Un esclavo no tenía ningún derecho propio, pues estaba absolutamente sujeto en todo a la voluntad de su dueño. Esta muchacha era propiedad de unos hombres cuyo único interés era el dinero. Segundo, estaba poseída por un demonio, cosa que sucedía con mucha frecuencia en la época de Cristo y de los apóstoles. Este demonio obligaba a la muchacha a adivinar, y sus amos crueles la usaban para ganar dinero. Andando en la ciudad, Pablo y sus compañeros con frecuencia se encontraban con la muchacha. Siempre ella los seguía y con gritos de burla, los llamaba "siervos del Dios Altísimo, quienes anuncian el camino de la salvación" (16:17). Durante el ministerio de Jesús, los demonios habían declarado que él era el Hijo de Dios y él los había callado. Los demonios son testigos nulos para el evangelio. Las burlas de esta muchacha no solamente no ayudaban a los apóstoles, sino les eran un obstáculo. Un día Pablo se dirigió a la muchacha y ordenó que el demonio saliera de ella. El demonio se sometió al poder del nombre de Jesucristo. Inmediatamente, la muchacha quedó transformada. Sus amos, en vez de estar agradecidos porque ella había sido sanada del tormento de su alma, se enfurecieron porque Pablo les había quitado la fuente de sus ganancias. Agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron a las autoridades. 


DESARROLLO 

La expulsión de un demonio 

"Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora". 

Un día, cuando Pablo, Silas, Timoteo y Lucas se dirigían al lugar de oración, una esclava poseída por un demonio les salió al encuentro. El texto griego dice que tenía un espíritu de ventriloquismo. Es decir, que un espíritu demoníaco la usaba sin contar con ella misma, para hablar a través de ella y practicar la adivinación. El griego también la llama "pitonisa". La serpiente pitón era el símbolo del dios griego Apolo. Sus maestros afirmaban que la voz que predecía el futuro a través de ella era la de Apolo. Este tipo de adivinación les producía gran ganancia (mucho dinero) a sus amos. Esto también podría querer decir que la usaban para atraer gente a otros negocios que tenían. 

Esta esclava se mantuvo siguiendo a Pablo y a sus compañeros, dando voces, prácticamente chillando en voz muy aguda una y otra vez: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación." Siguió haciéndolo durante muchos días. Es decir, no lo hacía continuamente, sino que durante un tiempo, todos los días, los seguía, gritando siempre lo mismo. 

Los gritos y los chillidos de la esclava deben haber atraído mucho la atención. Por supuesto que sirvieron para que toda la ciudad se enterara de que Pablo y sus acompañantes se hallaban allí. Pero no era el tipo de testimonio que le da una verdadera gloria a Dios, ni tampoco proclamaba toda la verdad. Pablo sentía un gran desagrado con sus desagradables chillidos. En realidad, aquello se convirtió en una gran molestia para él, y sin duda sintió que estaba obstaculizando la obra del Señor. Finalmente, se volvió y le habló, no a la mujer, sino al espíritu maligno, ordenándole en el nombre (la autoridad) de Jesucristo que saliera de ella. En esto, seguía el ejemplo de Jesús, que también les hablaba directamente a los demonios que poseían a las personas. En aquella misma hora salió de ella, lo cual quiere decir que fue inmediatamente. Los amos de la esclava se sintieron furiosos cuando vieron que se había ido la esperanza de sus ganancias. Por esto, prendieron a Pablo y Silas y los trajeron (empujaron) hasta el foro (la plaza del mercado, en griego, ágora), presentándolos a los magistrados, es decir, a los dos pretores o magistrados principales romanos de la ciudad. 

En su acusación no mencionaron la razón real por la que habían llevado a Pablo y Silas allí. En cambio, los llamaron judíos revoltosos, y dijeron que estaban proclamando cosas que no les era lícito a los romanos aceptar ni practicar. Aunque el judaísmo era una religión legal en el Imperio Romano, sólo había hacia ella una cierta tolerancia por parte de la gente, y el gobierno no la miraba con agrado alguno. 

El pueblo estaba dispuesto para creer que los judíos podían ser revoltosos. Esta acusación agitó a la multitud que se hallaba en el foro, y se fue agolpando hasta casi amotinarse. Entonces los jefes de los magistrados, para satisfacer a las masas, les rasgaron las ropas a Pablo y Silas y ordenaron que fueran azotados con varas, un castigo muy ordinario de los romanos. (Vea 2 Corintios 11:25.) 

Después de muchos golpes, los magistrados hicieron que los echaran en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los guardase con seguridad. Para asegurarse de que no pudieran escapar, el carcelero lo tiró entonces a la prisión más interior y les aseguró los pies en el cepo, con las piernas dolorosamente separadas, para que no pudieran moverlas. 


El Juicio y la Cárcel 

Difícilmente se encontraría algún juicio más injusto que el que tuvieron estos apóstoles. Los cargos presentados fueron falsos. No se les permitió contestar a dichos cargos. La multitud gritó en su contra y las autoridades mandaron azotarles. Quizá esto haya sido un ejemplo del antisemitismo (el odio a los judíos), que era muy común en el imperio romano. Una vez azotados los apóstoles, los magistrados los enviaron a la cárcel donde fueron tratados como los peores criminales. Les pusieron en el calabozo de más adentro, para mayor seguridad, y además sus pies fueron puestos en el cepo. No sería nada extraño leer que Pablo y Silas estuviesen muy desanimados. Pero no fue así. Aún a medianoche estaban cantando himnos mientras que los demás presos los escuchaban asombrados. ¡Qué distintos eran estos presos! 


CONCLUSIÓN 

Después de todo este rudo tratamiento, ser colocados en una posición tan incómoda debe haber sido sumamente doloroso. Es muy probable que la prisión de más adentro fuera húmeda, fría e infestada de insectos. Sin embargo. Pablo y Silas no se quejaron. Podemos estar seguros de que tampoco se sentían con ganas de cantar en estas circunstancias. No obstante, se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios. Sin duda, mientras lo hacían. Dios los iba llenando con un sentimiento de paz y de victoria.. El verdadero hijo de Dios se debe hacer notar, pero no de la misma forma como lo hace un hombre común sino, con la seriedad y gracia (justicia) que Dios nos dio desde el día que nos dijo “la verdad os hará libres” (Juan 8:31- 38) debemos dar testimonio que lo que nos mueve o gobierna nuestra conducta; esto es la verdad y justicia la cual el Padre eterno dejo claramente establecida en la conciencia del ser humano.

El ingreso del evangelio a Europa

Lección Domingo 02 de Octubre de 2016
Hechos 16. 11 al 15
Texto: Romanos 10.17

INTRODUCCIÓN 

El Evangelio en Europa 

El viaje de Troas a Neápolis, rumbo al norte se hizo en dos días. Neápolis era el puerto de Filipos. Filipos era una importante ciudad de Macedonia. Era colonia romana poblada por soldados romanos jubilados, cosa que daba a la ciudad cierto prestigio. 

En Filipos Pablo siguió su costumbre de predicar primero a los judíos. No había sinagoga. Esto indica que no había muchos judíos en Filipos, ya que con sólo diez hombres judíos se podía establecer una sinagoga. Cuando no había suficientes hombres como para formar una sinagoga, era costumbre de los judíos buscar algún otro lugar donde pudieran adorar a Dios. En Fili-pos se reunían en la ribera del río. Pablo, Silas, Timoteo y Lucas encontraron este lugar y predicaron a las mujeres ahí reunidas el mensaje de la salvación de Cristo. Este primer mensaje del evangelio que se predicó en el continente de Europa fue bendecido por Dios. Entre las mujeres presentes estaba Lidia, una mujer que era "temerosa de Dios" (o sea, una persona que, siendo gentil, adoraba al Dios de Israel). 

Ella vendía la tela color púrpura que se usaba mucho en las clases sociales de prestigio. Esta mujer creyó, y ella y los de su casa fueron bautizados. Ella insistió en que los misioneros se hospedaran en su casa mientras estuvieran en Filipos. Así fue establecida en Europa una cabeza de playa para el evangelio. 



DESARROLLO 

Una puerta abierta en Filipos (16:11-15). 

"Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedamos". 

Un barco de vela los llevó en una travesía de dos días con un recorrido de unos 225 kilómetros a Neápolis, el pueblo que era puerto de Filipos, con una parada en la montañosa isla de Samotracia. El viento debe haber sido muy favorable. Más tarde, el viaje en sentido contrario les llevaría cinco días (Hechos 20:6). 

Filipos, ciudad llamada así en honor del padre de Alejandro Magno, era una gran urbe de la primera división de la provincia romana de Macedonia, al norte de Grecia. La ciudad era también una "colonia" romana. Esto es, los romanos habían establecido en ella una guarnición de soldados romanos que eran ciudadanos de Roma y seguían las leyes y las costumbres romanas. Era una ciudad importante también porque estaba situada en el extremo oriental del famoso camino romano llamado Vía Egnatia. 

No había sinagoga judía en la ciudad, lo que quiere decir que no tenía los diez hombres judíos necesarios para que hubiera una. Probablemente, después de preguntar, supieron que había un lugar de oración a kilómetro y medio de la puerta de la ciudad, en la ribera del Gangites. Fueron a sentarse allí y se dedicaron a hablarles al grupo de mujeres que se reunían en aquel lugar. 

Una de ellas. Lidia, era una rica mujer de negocios, vendedora de ropa teñida con púrpura. Era una gentil temerosa de Dios, procedente de Tiatira, en la provincia romana de Asia, ciudad famosa por sus tinturas. Escuchó atentamente a Pablo. Muy pronto, el Señor le abrió el corazón para que les prestara toda su atención a las cosas que Pablo decía. La consecuencia fue que creyó en el Evangelio y fue bautizada en agua, junto con toda su casa, esto es, sus empleados y sirvientes. Gracias a su influencia, ellos también creyeron, y se convirtieron así en el primer cuerpo de creyentes de Europa. 

Esto ocurrió durante un cierto período de tiempo. Al ganar a su casa para el Señor, Lidia demostraba su propia fidelidad a Él. Fundada en esto, les rogó a Pablo y a todos los que lo acompañaban que hicieran de su gran residencia su casa y su centro de actividad. Así se mantuvo rogándoles, hasta que finalmente lo hicieron. 


CONCLUSIÓN 

Es una incógnita precisar si las circunstancias que acontecía a los misioneros en este segundo viaje las hubiera enfrentado Bernabé y Juan Marcos de la misma manera que Pablo, Silas Timoteo y Lucas, este ultimo da su informe de primera mano, aquí en hechos 16 como en 21 y 28, utiliza la palabra “nosotros” al escribir, lo que indica que el acompaño al apóstol Pablo en algunos de sus viajes. Su estrecha asociación con Pablo significa que el tuvo acceso directo al personaje central de hechos 13 al 28. Dios permite que Lucas relate para nosotros hoy lo que un hombre consagrado puede hacer, entregarse por entero a la causa del evangelio del Señor Jesucristo. Un hombre sin delirios de homenaje, sin buscar reconocimiento 

Solo agradar al que lo llamo por esclavo; el mismo dijo “pero lejos este de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo… De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. 

Alguien puede decir que Pablo hizo más que muchos pero la verdad es que cada uno es llamado para cumplir un propósito el cual está en la sola potestad del Dios Altísimo.