martes, 11 de octubre de 2016

El respaldo de Dios al ministerio de Pablo y sus persecuciones

Lección Domingo 09 de Octubre de 2016
Hechos 16.16-24
Texto: Marcos 16.17

INTRODUCCIÓN 

La misión en Macedonia tuvo éxito desde el principio. Pablo y Silas permanecieron ahí por un buen tiempo predicando el evangelio. 

La Muchacha Esclava 

Lucas nos relata de una muchacha trágicamente cautiva. Primero, porque era una esclava. Un esclavo no tenía ningún derecho propio, pues estaba absolutamente sujeto en todo a la voluntad de su dueño. Esta muchacha era propiedad de unos hombres cuyo único interés era el dinero. Segundo, estaba poseída por un demonio, cosa que sucedía con mucha frecuencia en la época de Cristo y de los apóstoles. Este demonio obligaba a la muchacha a adivinar, y sus amos crueles la usaban para ganar dinero. Andando en la ciudad, Pablo y sus compañeros con frecuencia se encontraban con la muchacha. Siempre ella los seguía y con gritos de burla, los llamaba "siervos del Dios Altísimo, quienes anuncian el camino de la salvación" (16:17). Durante el ministerio de Jesús, los demonios habían declarado que él era el Hijo de Dios y él los había callado. Los demonios son testigos nulos para el evangelio. Las burlas de esta muchacha no solamente no ayudaban a los apóstoles, sino les eran un obstáculo. Un día Pablo se dirigió a la muchacha y ordenó que el demonio saliera de ella. El demonio se sometió al poder del nombre de Jesucristo. Inmediatamente, la muchacha quedó transformada. Sus amos, en vez de estar agradecidos porque ella había sido sanada del tormento de su alma, se enfurecieron porque Pablo les había quitado la fuente de sus ganancias. Agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron a las autoridades. 


DESARROLLO 

La expulsión de un demonio 

"Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora". 

Un día, cuando Pablo, Silas, Timoteo y Lucas se dirigían al lugar de oración, una esclava poseída por un demonio les salió al encuentro. El texto griego dice que tenía un espíritu de ventriloquismo. Es decir, que un espíritu demoníaco la usaba sin contar con ella misma, para hablar a través de ella y practicar la adivinación. El griego también la llama "pitonisa". La serpiente pitón era el símbolo del dios griego Apolo. Sus maestros afirmaban que la voz que predecía el futuro a través de ella era la de Apolo. Este tipo de adivinación les producía gran ganancia (mucho dinero) a sus amos. Esto también podría querer decir que la usaban para atraer gente a otros negocios que tenían. 

Esta esclava se mantuvo siguiendo a Pablo y a sus compañeros, dando voces, prácticamente chillando en voz muy aguda una y otra vez: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación." Siguió haciéndolo durante muchos días. Es decir, no lo hacía continuamente, sino que durante un tiempo, todos los días, los seguía, gritando siempre lo mismo. 

Los gritos y los chillidos de la esclava deben haber atraído mucho la atención. Por supuesto que sirvieron para que toda la ciudad se enterara de que Pablo y sus acompañantes se hallaban allí. Pero no era el tipo de testimonio que le da una verdadera gloria a Dios, ni tampoco proclamaba toda la verdad. Pablo sentía un gran desagrado con sus desagradables chillidos. En realidad, aquello se convirtió en una gran molestia para él, y sin duda sintió que estaba obstaculizando la obra del Señor. Finalmente, se volvió y le habló, no a la mujer, sino al espíritu maligno, ordenándole en el nombre (la autoridad) de Jesucristo que saliera de ella. En esto, seguía el ejemplo de Jesús, que también les hablaba directamente a los demonios que poseían a las personas. En aquella misma hora salió de ella, lo cual quiere decir que fue inmediatamente. Los amos de la esclava se sintieron furiosos cuando vieron que se había ido la esperanza de sus ganancias. Por esto, prendieron a Pablo y Silas y los trajeron (empujaron) hasta el foro (la plaza del mercado, en griego, ágora), presentándolos a los magistrados, es decir, a los dos pretores o magistrados principales romanos de la ciudad. 

En su acusación no mencionaron la razón real por la que habían llevado a Pablo y Silas allí. En cambio, los llamaron judíos revoltosos, y dijeron que estaban proclamando cosas que no les era lícito a los romanos aceptar ni practicar. Aunque el judaísmo era una religión legal en el Imperio Romano, sólo había hacia ella una cierta tolerancia por parte de la gente, y el gobierno no la miraba con agrado alguno. 

El pueblo estaba dispuesto para creer que los judíos podían ser revoltosos. Esta acusación agitó a la multitud que se hallaba en el foro, y se fue agolpando hasta casi amotinarse. Entonces los jefes de los magistrados, para satisfacer a las masas, les rasgaron las ropas a Pablo y Silas y ordenaron que fueran azotados con varas, un castigo muy ordinario de los romanos. (Vea 2 Corintios 11:25.) 

Después de muchos golpes, los magistrados hicieron que los echaran en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los guardase con seguridad. Para asegurarse de que no pudieran escapar, el carcelero lo tiró entonces a la prisión más interior y les aseguró los pies en el cepo, con las piernas dolorosamente separadas, para que no pudieran moverlas. 


El Juicio y la Cárcel 

Difícilmente se encontraría algún juicio más injusto que el que tuvieron estos apóstoles. Los cargos presentados fueron falsos. No se les permitió contestar a dichos cargos. La multitud gritó en su contra y las autoridades mandaron azotarles. Quizá esto haya sido un ejemplo del antisemitismo (el odio a los judíos), que era muy común en el imperio romano. Una vez azotados los apóstoles, los magistrados los enviaron a la cárcel donde fueron tratados como los peores criminales. Les pusieron en el calabozo de más adentro, para mayor seguridad, y además sus pies fueron puestos en el cepo. No sería nada extraño leer que Pablo y Silas estuviesen muy desanimados. Pero no fue así. Aún a medianoche estaban cantando himnos mientras que los demás presos los escuchaban asombrados. ¡Qué distintos eran estos presos! 


CONCLUSIÓN 

Después de todo este rudo tratamiento, ser colocados en una posición tan incómoda debe haber sido sumamente doloroso. Es muy probable que la prisión de más adentro fuera húmeda, fría e infestada de insectos. Sin embargo. Pablo y Silas no se quejaron. Podemos estar seguros de que tampoco se sentían con ganas de cantar en estas circunstancias. No obstante, se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios. Sin duda, mientras lo hacían. Dios los iba llenando con un sentimiento de paz y de victoria.. El verdadero hijo de Dios se debe hacer notar, pero no de la misma forma como lo hace un hombre común sino, con la seriedad y gracia (justicia) que Dios nos dio desde el día que nos dijo “la verdad os hará libres” (Juan 8:31- 38) debemos dar testimonio que lo que nos mueve o gobierna nuestra conducta; esto es la verdad y justicia la cual el Padre eterno dejo claramente establecida en la conciencia del ser humano.

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