miércoles, 12 de julio de 2017

Animo en medio de la tormenta

Lección: Hechos 27:27-38
Texto: Lucas 12:7
Domingo 16 de Julio 2017
INTRODUCCION:
 Para los fieles son las promesas, y aunque a veces flaqueamos en nuestra fe, Dios interviene en favor de los suyos, para darnos ánimo, fortalecernos y hacernos ver que su llamamiento tiene propósitos. “Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). En la lección anterior, vimos como Dios interviene en medio del naufragio para animar a Pablo, y en la presente lección, veremos como el apóstol ánima a los demás a comer y tener nuevas fuerzas para soportar los embates de la tormenta, pues Dios preservaría la vida de las 276 personas que van a bordo de la embarcación.
DESARROLLO:
 Recordemos que Pablo va como prisionero junto con otros, camino a Roma, por haber apelado a Cesar (usando su privilegio de ciudadano romano) ante las acusaciones de los judíos. La nave que ha abordado se encuentra en alta mar sacudida por una fuerte tempestad y vientos huracanados. En medio de los temores y pérdidas de vidas Dios ha enviado su ángel trayendo buenas noticias que ninguno de los que van en el navío perecerá, pero si la nave con todo su cargamento. Se encuentran en la decimocuarta noche en las mismas condiciones y ahora “siendo llevados a través del mar Adriático” (v. 27) (se denomina así a una parte del mar mediterráneo central entre Italia, Creta y la costa norte de África). Los marineros sospechando que estaban cerca de tierra, (quizás oían las olas rompiendo cerca de la costa) echaron la sonda (una pesa atada a una soga con la cual median la profundidad del mar), primero veinte brazas y luego más adelante quince (una braza es aproximadamente 1.83 metros). Sus sospechas eran ciertas y temiendo dar en escollos trataron de asegurar la nave echando cuatro anclas por la popa, esperando con ansias que llegase el día (v. 29). Las buenas noticias inquietaron a los marineros que procurando huir del navío arrojaron el esquife al mar aparentando largar las anclas de proa. Como Pablo anteriormente les había hablado de su encuentro con el ángel de Dios, ahora era escuchado y cual capitán les advierte, al centurión y los soldados lo peligroso que para sus vidas sería dejar cumplir las intenciones de aquellos que querían huir, lo que determino cortar y dejar perderse el bote salvavidas (esquife). De esta manera, los marineros fueron obligados a tratar de salvar sus vidas arriba de la nave, así como las vida de los demás. Cuando comenzó a amanecer Pablo reuniéndolos “les exhortaba a todos que comiesen” pues llevaban dos semanas en ayunas y en vela (v. 33), como resultado del mareo y la dificultad de preparar y preservar alimentos, los pasajeros y la tripulación habían comido poco o nada en los catorce días desde la salida de Buenos Puertos.
Les insiste y ruega que coman “por su salud” y les agrega, “pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá” (v. 34), (un dicho judío común 1 Samuel 14:45; 2 Samuel 14:11; 1 Reyes 1:52; Lucas 21:18, que aludía a un concepto de protección absoluta), luego “ tomo el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo empezó a comer” (v. 35). Cuántas veces hemos visto que hay quienes se incomodan al pedir “la bendición” delante de los inconversos, pero a menudo una oración así habla más fuerte que nuestra predicación, esta actitud de Pablo animó a los demás, de tal manera “que comieron también” (v. 36). Lucas nos dice a continuación el número de personas que iban en la nave; doscientos setenta y seis. (v. 37)
Aunque parte de la carga ya había sido abandonada (v. 18), parecería que el grano había sido conservado como lastre. Ahora que el objetivo era llevar la nave a la costa, cuanto más ligera fuera en el agua, tanto mejor. La decisión de echar el grano por la borda puede haber sido lo que ocasiono el llamado de Pablo a que la gente comiera primero.
CONCLUSION:

 Pablo, se ganó el respeto de la tripulación del barco, pues cuando salieron de Buenos Puertos, é les advirtió lo peligroso que podía ser salir de ese lugar. Desde luego no fue oído, pero al vivir la experiencia tormentosa, tardíamente le han dado la razón. Ahora prestan atención debido a la seguridad y buen ánimo que ven en el siervo del Señor, y cual capitán, toma la iniciativa, aconsejando que se tomen ciertas medidas, como que coman para enfrentar lo que viene, sabiendo de antemano que ninguno de los que van en la embarcación perecería, pues el ángel de Dios así se lo había dicho (v. 22-24).

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