martes, 4 de julio de 2017

Un consejo desoído

Lección: Hechos 27:1-12
Texto: Jeremías 7:24
Domingo 02 de julio 2017.
INTRODUCCIÓN: 
Siempre estamos tomando decisiones, y vemos los resultados de estas, unas con buenos aciertos, otras con reveses. Muchas veces ponemos atención a gente experimentada o profesionales que parecen competentes en ciertas materias, pero no siempre los resultados son los esperados; que diferente es buscar u oír el consejo sabio de Dios o sus instrumentos, pues en ellos hay sabiduría y luz que nos traerá bendición en lo que esperamos.
DESARROLLO: 
Cuando se decidió que habíamos de navegar a Italia (v. 1); la referencia a “nosotros” marca el regreso de Lucas el médico y amigo más cercano a Pablo, quien había estado ausente desde 21:18. Es probable que hubiera vivido durante ese tiempo cerca de Cesarea para prestar ayuda al apóstol durante su detención allí. Ahora se reunía con él para viajar a Roma. Pablo y otros presos fueron entregados a un centurión llamado Julio de la compañía Augusta (una cohorte o regimiento del mismo nombre que se había estacionado en Palestina). Es probable que este centurión haya sido enviado para cumplir deberes específicos, como escoltar algunos prisioneros importantes. Se embarcaron en una nave Adramitena (de Adramicio actualmente Edremit una ciudad de Misia) en la punta noroccidental de Asia menor (actualmente Turquía). Les acompaña también, Aristarco de Tesalónica (v. 2), que ya había sido compañero de Pablo (19:29; 20:4) y lo seria en la prisión en Roma (Colosenses 4:10). Para Pablo sería un consuelo tenerles ante un viaje tan largo.
Al otro día, relata Lucas (v. 3), llegaron a Sidón a unos 112 Kilómetros de Cesarea. El centurión fue benevolente con el apóstol (es probable que fuese uno de aquellos centuriones que habrían escuchado su defensa ante Agripa (25:23) y estaría convencido de su inocencia, de allí lo amigable pues “le permitió que fuese a los amigos para que fuese atendido por ellos” (v. 3).
Haciéndose a la vela desde Sidón navegaron a sotavento de Chipre (v. 4), (Sotavento: costado de la nave opuesto al viento), como medida preventiva se mantuvieron al lado de la isla donde soplaba menos el viento, entre el continente y la isla de Chipre, frente a Cilicia y Panfilia hasta arribar a Mira, ciudad portuaria de Licia (v. 5). En este puerto, Julio embarcó a los presos a otra nave por cuanto la primera no los acercaría ya más a Italia. Esta segunda embarcación, venía desde Alejandría con un cargamento de trigo ya que Egipto abastecía de granos a Roma. Este navío era mucho más grande pues totalizaron 276 personas (v. 37-38) más la carga del cereal. Por muchos días, la navegación fue lenta debido a vientos contrarios “llegando a duras penas frente a Gnido” (v. 7), ubicado en un una península al extremo sudoeste de Asia menor. Este puerto también atendía embarcaciones de la flota de grano imperial, sin embargo, este barco no pudo seguir hacia el oeste debido a los fuertes vientos y tuvo que dirigirse a la isla de Creta, al sur costeando a sotavento de la isla, hasta llegar a Buenos Puertos cerca de la ciudad de Lasea (v. 8).
“Habiendo pasado mucho tiempo y siendo ya peligrosa la navegación”. El viaje por mar abierto era peligroso entre mediados de Septiembre y mediados de Noviembre, después de lo cual cesaba por completo hasta Febrero. Como ya había “pasado el día del ayuno”. (El día de la Expiación, conocido hoy como Yon Kipur, se observaba el día 10 de Tishri, es decir entre Septiembre y Octubre) (Levítico 23:26-32) Seguir viajando era demasiado riesgoso, por lo que Pablo les amonestaba diciendo que continuar navegando era peligroso, ya que se podía perder el cargamento y la nave, incluso la vida de las personas (v. 10).
El punto de vista de los que guiaban la embarcación y de algunos otros prevaleció; fuera del riesgo vieron la incomodidad del puerto para invernar y “la mayoría acordó zarpar” (v. 12) buscando en Fenice, puerto con mejores condiciones de resguardo (a 64 Kilómetros de distancia de Buenos Puertos) lugar al que nunca arribaron.
CONCLUSION: 

Hay veces que la cordura y el buen juicio son determinantes frente a ciertas situaciones que ponen en peligro la vida de las personas y su entorno. Si se hubiese puesto más atención a los argumentos dichos por Pablo, de quedarse a invernar en Buenos Puertos y no a la osadía del patrón de la nave y su piloto, otro quizás hubiese sido el destino de aquella nave; ya que la decisión tomada por el centurión de seguir la travesía trajo nefastas consecuencias al navío y su cargamento, y a no ser por la intervención de Dios, muchas personas hubiesen perecido (v. 22-24) como veremos más adelante.
Pedro, era un experimentado pescador, pero cuando escucho el sabio consejo de Jesús de bogar mar adentro y lanzar las redes su situación cambio. Es bueno agudizar el oído “El que tiene oído para oír oiga” y escuchar la voz de Dios.

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