jueves, 28 de septiembre de 2017

Los Judíos y la Ley

Lección: Romanos 2:17-24
Texto: Santiago 2:10
Domingo 01 Octubre de 2017
INTRODUCCIÓN:
 Una de las cosas con las que más tuvo que lidiar el Señor Jesucristo fue el orgullo espiritual de los líderes religiosos de su tiempo que ponían altos estándares de santidad a los demás, pero la realidad de sus propios actos no era acorde de lo que exigían a los demás, y este problema también lo aclara Pablo diciéndolos que no se justifican los que oyen la ley, sino los que la cumplen.
DESARROLLO: 
Continuando Pablo con la exposición de la culpabilidad de todos los hombres delante de Dios, se preocupa en esta sección de reconocer los privilegios de Israel como un pueblo escogido, puesto que Dios había realizado en ellos una elección maravillosa, que no la comprendieron a cabalidad pues esa elección era para que a través de ellos bendecir a todos los pueblos de la tierra (Génesis 12:3).
El apóstol, les manifiesta además que tienen un nombre lleno de honor, y en el capítulo 9 de esta carta da a conocer las credenciales de este pueblo “Que son los israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos, amén”, pero, todo esto produjo en ellos un orgullo espiritual que se transformó en un gran mal para ellos, y Pablo lo confronta ya en el verso 1 de este capítulo, cuando menciona a los que juzgan equivocadamente en contraste con el justo juicio de Dios (2:2). Aquí él enfrenta a estos judíos, que se gloriaban de ser judíos con un sentimiento de superioridad, o santidad frente a los demás, y además, para ello se apoyaban en la ley, lo que les daba autoridad, pues ella era una institución divina, ya que Dios la reveló al pueblo. Lo que no se daban cuenta, era que al apoyarse en la ley, los hacía más responsables ante el creador, y además, ellos se gloriaban en Dios, lo que no es malo, si se hace con humildad, gratitud, fe y sometimiento a las ordenanzas del Señor, pero no era así. Les manifiesta que ellos son un pueblo que conoce la voluntad de Dios, al tener la ley para distinguir entre lo bueno y lo malo, además, se consideraban guía de ciegos y luz de los que estaban en tinieblas, instructor de los indoctos (neófitos o ignorantes), creyendo que podían dar lecciones a los paganos, pero, ni ellos cumplían y hacían lo que prohibían a los otros hacer, confirmando lo que Jesús manifestó “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:2-3), deshonrando con esto a Dios. No debemos olvidar que Dios y su ley (o sus palabras) son santas.
CONCLUSIÓN: 
Esta es una enseñanza para toda época, en el sentido que así como los judíos se sentían orgullosos de su origen, y de lo que Dios les había entregado en sus manos (la Ley), de la misma manera, hoy nosotros los cristianos no debemos caer en ese orgullo espiritual y menospreciar a los que no les ha alumbrado la luz de Cristo, sino que, muy por el contrario, debemos a diferencia de los judíos, a los que se refiere Pablo en este pasaje, no infringir la ley de Dios, sino por el contrario, practicar y vivir lo que predicamos o enseñamos, cumpliendo la enseñanza que dice “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañando a vosotros mismos”.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

La imparcialidad de Dios

Lección: Romanos 2:12-16
Texto: Eclesiastés 12:14
Domingo 24 de Septiembre 2017
INTRODUCCIÓN: 
Que importante es poder entender las características de los atributos de Dios, entre los que se destacan su justicia y su imparcialidad al impartir un juicio completamente justo, a diferencia de como muchas veces la justicia que ejerce el hombre a través de su sistema judicial, podemos ver que la ley es debilitada, el juicio no sale según la verdad y sale torcida la justicia (Habacuc 1:4). Más en esta lección podremos observar la imparcialidad del juicio de Dios conforme a la condición en que se halle cada ser humano ya sea judío o gentil.
DESARROLLO: 
Ya hemos determinado o concluido que tanto judíos como gentiles están bajo el juicio de Dios, ahora la pregunta que podemos realizar es ¿Qué diferencia hay entre unos y otros? La diferencia radica en que los judíos poseen la Ley de Dios, y por lo tanto, por ella serán juzgados, ya que Pablo manifiesta; “Y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados” debido a que la gente se condena no por lo que desconoce sino por lo que hace con el conocimiento que tiene y ha recibido a través de la palabra de Dios.
A diferencia de los judíos, los gentiles no poseían la ley de Dios, ni se les había revelado, aunque ellos por naturaleza propia y por la contextura propia de la creación del hombre cumplen con algunas cosas estipuladas por la ley, ya que como hemos dicho, desde la creación, Dios puso el instinto moral en los seres humanos, como manifiesta el verso 15 “Dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”, aunque ellos no tengan o estén bajo la ley escrita, ellos serán juzgados por lo tanto por la conciencia y la naturaleza, pero ¿Qué es la conciencia? “La Conciencia es un conocimiento restringido a la esfera moral, por lo tanto es un conocimiento moral. Esta palabra no aparece en el Antiguo Testamento, pero si la idea es bien conocida y se expresa en el término “corazón” y aparece en el comienzo de la historia humana con el sentimiento de culpa de Adán y Eva después de la caída, o cuando leemos que, a David le peso el pecado en su corazón (2 Samuel 24:10). Como definición, la consciencia es “la facultad en el hombre mediante la cual él distingue entre lo moralmente bueno y lo malo, lo que le lleva a hacer lo que él reconoce que está bien y que a su vez lo estorba para hacer aquello que él entiende está mal, que emite un juicio sobre sus actos y que ejecuta ese juicio dentro de su alma”.
Esta perfección del justo juicio de Dios, se puede observar en que, aún en los lugares más recónditos que puede haber en este planeta, se pueden encontrar evidencias de la ley moral de Dios, donde se prohíbe y castiga el homicidio, el robo y otros males de la ley escrita.
CONCLUSIÓN:

Podemos concluir de nadie quedara exento del juicio de Dios, todos serán juzgados por lo hicieron en esta vida, pero mayor responsabilidad hay para aquellos que se les ha revelado la palabra y la gracia del amor de Jesús, puesto que Dios juzgará por o través de Jesucristo, los secretos de los hombres, conforme al evangelio que hemos recibido.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El Justo Juicio de Dios


Lección: Romanos 2:1-11
Texto: Hebreos 10:26-27
Domingo 17 de Septiembre 2017
INTRODUCCIÓN: 
Considerando los planteamientos de Pablo en estos dos primeros capítulos podremos observar que tanto judíos como gentiles están bajo pecado y que las personas que se justifican así mismas, serán juzgadas a través del justo juicio de Dios.
DESARROLLO: 
Si pensamos que el capítulo primero fue dirigido principalmente a los gentiles muchos comentaristas han deducido que este capítulo 2, se refiere a los judíos y esto lo podemos corroborar de acuerdo a lo que se manifiesta en el verso 17. Si consideramos que al término del capítulo anterior se manifiesta que a los hombres que no tuvieron en cuenta a Dios, éste los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, y al comenzar este nuevo capítulo expone a los que se justifican así mismos con la intención de declarar a la otra persona culpable o ya condenado, debido a que los judíos veían a los paganos como personas que no tenían oportunidad de salvación, siendo que muchas veces ellos eran tan inmorales como los mismos paganos, no siendo idólatras (aunque hasta antes de deportación a babilonia muchas veces cayeron en este pecado). Por tanto, ellos eran inexcusables porque caían y cometían los mismos errores u ofensas a Dios o sus semejantes, declarándoles tajantemente que el justo juicio de Dios es igual para todos los que practican tales acciones, y que nadie podrá escapar del invariable juicio de Dios, puesto que muchos de ellos pensaban que por ser observantes de la Ley , estaban sin pecado y por eso no caerían bajo la ira de Dios, no percibiendo que la benignidad de Dios guía al arrepentimiento, y que por la dureza de ese corazón no arrepentido están atesorando o acumulando ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, siendo este uno de los principales problemas de los judíos que menospreciaban a los gentiles, creyeron que no tenían posibilidades de alcanzar la misericordia de Dios, esto lo expresa con claridad Pablo en su carta a Los Filipenses comparando su vida pasada y la presente, cuando les escribe y dice: “Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley fariseo, en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible... y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 2:4-6, 9).
Ante esta situación, es que se les pregunta si ellos menospreciaban las riquezas o abundancia de la benignidad y bondad de Dios; su gran paciencia ante el mal y la maldad del hombre y su longanimidad, ignorando que ella les lleva al arrepentimiento, que es el elemento vital para hallar la gracia de Dios, el cual pagara a cada uno de acuerdo a sus obras, honra e
inmortalidad a los que se arrepienten, pero ira, enojo tribulación y angustia al que no se arrepiente, no importando su origen, al judío y al griego o gentil, porque para Dios definitivamente no hay acepción de personas.
CONCLUSIÓN: 

Como una clara advertencia debemos entender que el juicio de Dios es primeramente justo, pero también inapelable, por ello cada uno de nosotros que ya tenemos o disfrutamos de la gracia de Dios debemos guardar lo que hemos recibido para tener como pago gloria, honra e inmortalidad, no olvidando que para el día de la ira y de la revelación del Justo juicio de Dios el pagará a cada uno conforme a sus obras, ya que él no hace acepción de personas.