viernes, 6 de octubre de 2017

La Circuncisión del Corazón

Lección: Romanos 2:25-29
Texto: Gálatas 5:6
Domingo 08 de Octubre 2017

INTRODUCCIÓN:

Como sabemos, la circuncisión era la señal del pacto de Dios con su pueblo y se requería que todos los varones judíos se sometieran a ella, al octavo día de haber nacido (Génesis 17:9-14), como signo del pacto de Dios con Abraham, pero a la vez apuntaba más allá de la realización de esta cirugía a un cambio de sometimiento a Dios.

DESARROLLO:

El apóstol, declara en este pasaje la ineficacia de la profesión de la religión judía con sus rituales, entre ellos el más importante, la circuncisión, el que fue un punto de conflicto importante en la iglesia del primer siglo, principalmente de parte de los cristianos judaizantes, en relación a los cristianos gentiles, ya que ellos orgullosos de sus tradiciones, siempre desearon imponerlas a los gentiles que se convertían. Sin embargo, Pablo señala que ser circuncidado no significa nada, si la persona no obedecía a las leyes de Dios, por lo que se hacían igual a los gentiles, que no tenían la señal física del pacto, ya que Dios estableció la circuncisión, como señal del pacto, que hizo con Abraham, con el propósito de que fuera más que una señal física, y que los judíos tuvieran más bien una señal espiritual en sus corazones, como desde un principio Dios lo señala “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (Deuteronomio 10:16) y esto se demostraría con la obediencia a la ley de Dios (versos 26 y 27).
Cuando llegamos a los versículos 28 y 29, el apóstol describe en que consiste ahora en el nuevo pacto la verdadera circuncisión de la cual los profetas hablaron en el Antiguo Testamento y manifiesta que para ser parte del pueblo de Dios se necesitan cualidades internas del corazón y no externas, y que todos los que tengan corazón recto son judíos en verdad; y miembros de la familia de Dios, además que, para ser verdaderos hijos de Abraham no basta ser descendiente en cuanto a la carne, sino que es necesario la fe sin las obras de ley, pues Dios mira el corazón, no al exterior de la persona, como lo hacen los hombres, por lo tanto el que tiene un corazón circuncidado recibe la alabanza de Dios.

CONCLUSIÓN:

Ante la explicación que entrega Pablo concluimos que los rituales y las tradiciones no salvan a las personas ni aún su ascendencia, sino que realmente la persona es salva y parte de la familia de Dios cuando se produce un cambio en el corazón por el Espíritu porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo ni la incircuncisión sino la fe que obra por el amor.

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