jueves, 16 de noviembre de 2017

La promesa dada por la fe

Lección: Romanos 4:16-25
Texto: Hechos 13:38-39
Domingo 19 de Noviembre 2017


INTRODUCCIÓN:


Muchas situaciones de la experiencia humana en el peregrinaje de los hombres en esta vida, pueden ser consideradas como el resultado de sus acciones o esfuerzo personal. El alcanzar una meta trazada, lograr un título, aun la paciencia o el autocontrol, pueden ser considerados como frutos del esfuerzo humano, pero, en cambio la fe, surge cuando el hombre deja de lograr algo por sus propios medios, capacidades o autosuficiencia y confiamos en que alguien (DIOS), lo logre en nuestro lugar, por lo tanto, la fe, es todo lo opuesto a la autosuficiencia del hombre.


DESARROLLO:


EL apóstol, manifiesta que la promesa de Dios para su pueblo fue dada a Abraham por la justicia de la fe que había en él. Por lo tanto, enfatiza que el medio o conducto para esto es sólo por la fe, para que de esa manera sea por gracia, como un verdadero don gratuito de la soberanía del creador, y sea firme esta promesa para toda su descendencia (judíos y gentiles), el cual es padre de los de la fe. Debemos establecer que las promesas de Dios son fieles, como dice la escritura; “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (Hebreos 6:13-15).
Hemos ratificado que las promesas o pactos de Dios son fieles, y en este pasaje vemos como se recuerda la promesa de Dios a Abraham, que le pondría por padre de muchas gentes, y es por la fe, reconociéndonos Dios mismo como hijos de Abraham por la fe, y herederos de sus promesas, como parte de su soberanía y omnipotencia, llamando a las cosas que no son como si fuesen, pues llegaría el día en que esto se cumpliría y lo podemos confirmar en Juan 1:12-13 “Más a todos los que le recibieron, a los que creen (fe) en su nombre, les dio potestad (autoridad) de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
¿Cómo le creyó Abraham a Dios?, “En esperanza contra esperanza”; es decir, contrario a cualquier expectativa humana común. Con la esperanza, confianza y seguridad que Dios cumpliría sus promesas, no importando que todos los elementos humanos estaban en contra, como su edad y la esterilidad de su mujer Sara, con todo eso no titubeo, ni dio lugar en su mente a la duda, para que la incredulidad tomara control de su corazón, sino que fortaleció en su fe y confianza en la promesa de Dios, dando gloria a Dios, por lo que su fe le fue contada por justicia, imputando o atribuyendo Dios esta justicia a todos los creyentes; Esto es, a los que creemos en que Dios levantó a Jesús de los muertos, el que a su vez fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.


CONCLUSIÓN:


Éste pasaje bíblico, nos explica claramente que las promesas que Dios entregó a Abraham y a toda su descendencia (Judíos y Gentiles), es a través de la justicia de la fe solamente, dándonos el apóstol a conocer asimismo que la fe es la única condición que se nos exige para ser salvos, pues es la única gracia que despoja al hombre de toda su jactancia y que hace que dé a Dios la gloria, por esto Pablo dice “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues don de Dios (Efesios 2:8).

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