Lección: Romanos 6:12-23
Texto: 1 Pedro 2:15-16
Domingo 24 de Diciembre 2017
Texto: 1 Pedro 2:15-16
Domingo 24 de Diciembre 2017
INTRODUCCIÓN:
La esclavitud ha sido unos de los legados más tristes de la historia. El mundo antiguo vio de manera natural este estilo de vida, dónde hombres y mujeres eran sometidos por la fuerza a “servir” a sus dueños, los que luego de adquirirlos, podían hacer con ellos lo que quisieran, aun quitarles la vida. En la presente lección observaremos la diferencia que hay entre ser un esclavo del pecado o un siervo de justicia.
DESARROLLO:
En primer lugar, observaremos lo que Pablo comparte en cuanto a ser esclavo del pecado. Cuando la persona se hace esclavo del pecado, este se enseñoreará de él (v. 14) “de modo que está obligado a obedecerlo en sus concupiscencias” (v. 12) Si nos sometemos a alguien (nos esclavizamos) estamos obligados a obedecerle, tal como el pecador que obedece al pecado, porque es esclavo del pecado, y peor aún, esto trae como consecuencia la muerte (v. 16) Ahora en nuestra condición de humana debilidad, el hombre sin Cristo presenta sus miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, haciéndose así esclavo del pecado, y el fin de esta conducta es la muerte (v. 21)
En segundo lugar, miraremos lo que significa ser un siervo de Justicia. Sin Dios somos esclavos del pecado. Debido a que ya no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia, debemos presentar a Dios nuestros miembros como instrumentos de Justicia (v. 14) Si nos sometemos a Dios, seremos obedientes a la justicia de Dios. Hemos sido liberados del pecado, por lo tanto hemos venido a ser “siervos de justicia” (v. 18) Esto nos lleva a vivir una vida de santidad. Pablo escribe lo siguiente; “Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (v. 22) ¡Qué hermosa bendición!
En segundo lugar, miraremos lo que significa ser un siervo de Justicia. Sin Dios somos esclavos del pecado. Debido a que ya no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia, debemos presentar a Dios nuestros miembros como instrumentos de Justicia (v. 14) Si nos sometemos a Dios, seremos obedientes a la justicia de Dios. Hemos sido liberados del pecado, por lo tanto hemos venido a ser “siervos de justicia” (v. 18) Esto nos lleva a vivir una vida de santidad. Pablo escribe lo siguiente; “Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (v. 22) ¡Qué hermosa bendición!
CONCLUSIÓN:
Pablo anima a los creyentes a que no reine el pecado en nuestros cuerpos mortales (Romanos 6:12), sino que debemos presentarnos nosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos (v. 13) También, contesta la gran interrogante “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? La respuesta es contundente. “En ninguna manera” (v. 15). El gran contraste entre ser esclavo del pecado o siervo de la justicia queda plasmada en la siguiente sentencia: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 23) Los siervos de la justicia pueden acceder al gran regalo de Dios.
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