Texto: Romanos 14:20
Domingo 30 de Diciembre
Introducción: En el capítulo 8, Pablo se centra en otra consulta realizada por los Corintios. Ahora el tema tiene que ver con la carne sacrificada a los ídolos. Para entender la argumentación, hay que recordar la gran cantidad de ídolos que tenían los griegos y que estaba expresada en su religiosidad a través del Partenón. Corinto era la capital de Acaya, una ciudad griega muy pagana y llena de costumbres idolatras. En la presente lección el apóstol Pablo marca la diferencia entre la idolatría y el Dios verdadero. Miremos estas diferencias a continuación.
Desarrollo: Primero, la idolatría (v.4-5, 7-10) ¿Cuál era el problema? El problema tenía que ver con lo siguiente. En Corinto, las carnicerías vendían carne de animales que habían sido sacrificados en rituales paganos. O sea, ofrecían un animal a uno de sus ídolos, y después vendían la carne en la carnicería. Había algunos cristianos que se escandalizaban con los cristianos que compraban esa carne. Pablo les aconseja lo siguiente: Que el que sabe que el animal fue sacrificado a los ídolos no compre esa carne, pero si no se sabe esto, entonces no hagamos mayor problema, porque un ídolo nada es en el mundo (v.4) “Pues aunque haya algunos que se llamen dioses… para nosotros, sin embargo solo hay un Dios”, pero, no en todos hay este conocimiento; porque algunos habituados a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia siendo débil, se contamina. Lo que les quiere enseñar es que si alguno sabe de qué la carne fue sacrificada a los ídolos, no la coma, para no ofender a los débiles.
Segundo, el Dios verdadero (v.3-7) El tema de la idolatría era fuerte sobretodo en una ciudad griega y pagana. El apóstol en sus consejos incluye la siguiente argumentación. Un ídolo nada es, y si alguno ama a Dios, es conocido por él (v.3) y que no hay más que un Dios (v.4) Pues aunque haya algunos que se llamen dioses… sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él… (v.6) También, les enseña que la vianda no nos hace más aceptos ante Dios. Por comer o dejar de comer no seremos más o menos delante de Dios, entonces la recomendación es que nuestra libertad para escoger que comer, no venga a ser tropezadero para los débiles.
Conclusión: El tema de la carne sacrificada a los ídolos se zanja a través del conocimiento, aunque no todos los creyentes tienen el mismo conocimiento (v.7) de discernir entre que se puede o no comer, entonces el consejo final es: “Si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (v.13)