martes, 27 de febrero de 2018

La tristeza de Pablo por Israel

Lección: Romanos 9:1-5
Texto: Mateo 1:23
Domingo 04 de marzo 2018
Introducción: 
En estos versículos veremos y conoceremos el tremendo corazón y amor de Pablo para con sus hermanos de nación, que está dispuesto a todo, con tal de que ellos llegaran a conocer a Cristo, como él también le conoce, y que esos privilegios de que gozaba Israel, se tradujeran en aceptar a Cristo como su Salvador.
Desarrollo: 
V.1-3 En estos versículos el apóstol Pablo va a confidenciar una gran “verdad” que había guardado en su corazón, y que era verdadera. Que tanto su conciencia y el Espíritu Santo, daban testimonio de esa verdad que había en su corazón. Esta era la “gran tristeza y continuo dolor”, o sea un dolor de cada día, de ver a su nación Israel, a la que llama “mis parientes según la carne” alejada completamente y dándole la espalda a Jesucristo, quien había venido a ellos para salvación.
Ese dolor y tristeza de Pablo, no era un sentimiento que no quisiera traducirse en acción a favor de su pueblo. Todo lo contrario, dispuesto estaba a hacerse anatema, quedar separado de Cristo, al costo de “perderme a mí mismo, lo haría”, si con ello Israel reconociera a Cristo como su Salvador.
Pero esto, de ser separado de Cristo, era imposible, pues el mismo apóstol señala en los últimos versículo del capítulo 8 que nadie que sea salvo puede ser “separado del amor de Cristo”.
Estas dos expresiones “gran tristeza” y “continuo dolor”, expresan la tremenda angustia mental del apóstol a causa de la condición de sus parientes según la carne, la nación de Israel.
V.4-5 En estos versículos Pablo explica los privilegios que Dios dio a Israel:
a) “que son israelitas”, es decir, descendiente de Abraham a través de Jacob, a quien Dios cambio su nombre por Israel, no a través de Ismael ni de ningún otro, si no, a través de Israel.
b) “de los cuales son la adopción,” la única nación que Dios ha adoptado como su nación, como su hijo, (Éxodo 4:22-23) de manera que Dios ha adoptado a Israel como su hijo, de los cuales son la adopción.
c) “la gloria”, (la Shekina) la única nación en medio de la cual la gloria de Dios ha residido, ha estado (Éxodo 16:10; 24:16; 40:34).
d) “el pacto” mejor dicho “los pactos”, se refiere a los pactos hechos por Dios con los patriarcas, con Abraham, con Isaac, con Jacob, el pacto que hizo con la nación de Israel allí en el Sinaí, luego el pacto hecho con David (2 Samuel 7).
e) “la promulgación de la ley”, allí en las laderas del monte Sinaí, Dios promulgó la ley y se la dio a la nación de Israel. La única nación a la que Dios le ha dado una ley escrita.
f) “el culto”, el culto Levítico.
g) “las promesas” de que daría a esa nación una descendencia, una simiente. Daría a Abraham, una simiente y una tierra, y daría bendiciones abundantes y haría que esa nación sirviese de bendición a todas las naciones de la tierra.
h) “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo…”, Cristo vino de una nación, de la nación de Israel, de manera que todos esos privilegios lo ha dado Dios a ese pueblo a esa nación de Israel. Añade Pablo respecto de Cristo y dice: “el cual es Dios sobre todas las cosas”. Jesucristo es Dios sobre todas las cosas y “bendito por los siglos de los siglos. Amén” (La deidad de Cristo: Hebreos 1:8; Mateo 1:23; Juan 10:30; 10:36; 20:28). Todos estos privilegios ilustran el tema de la elección. Obsérvese que Israel, no ha perdido ninguna de las prerrogativas que le fueron otorgadas por el soberano acto de la gracia de Dios.
Conclusión: 

Tan grandes privilegios gozó Israel de parte de Dios, ninguna otra nación tuvo las bendiciones que disfrutó Israel. Pero no obstante aquello, su historia fue más de desobediencia hacía Dios, de ingratitud e idolatría. Finalmente rechazan a su Mesías y lo llevan a la cruz, cerrándose ellos mismos la puerta de salvación. De nada les sirvió todos esos privilegios. Ningún acto religioso externo asegura salvación, no confiemos en lo que hagamos, en lo que somos, en lo que hemos alcanzado ni en los cargos que tengamos en la iglesia. Solo pongamos nuestra fe en Jesucristo y sirvámosle con humildad y obediencia.

jueves, 15 de febrero de 2018

Más que vencedores


Lección: Romanos 8:25-39
Texto: 1 Corintios 15:57
Domingo 25 de Febrero 2018
INTRODUCCIÓN: 
Los juegos olímpicos, competencias deportivas, que ocurren cada cuatro años a nivel mundial, reúnen a los más destacados deportistas del mundo. Ellos, en cada competencia, luchan por alcanzar la victoria. Pero solo tres en cada una de las pruebas obtienen la victoria. El apóstol Pablo, al cerrar el capítulo 8 de Romanos, nos comparte la tremenda bendición que tienen los creyentes, si superar la batalla entre la carne y el Espíritu. Dice él “Somos más que vencedores”. Esta victoria, se da en dos esferas de la vida; en lo natural y en lo espiritual.
DESARROLLO:
En primer lugar, veamos la esfera natural. Las circunstancias de la vida que a cada persona le toca enfrentar, son distintas con cada individuo, y también con cada creyente. Pablo pregunta; ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligros, o espada? (v. 35) Al verdadero creyente, Dios no le deja sufrir o ser probado más allá de lo que puede soportar (1 Corintios 10:13). Muchos cristianos a lo largo de la historia hay sido martirizados a causa de su fe en Cristo. Dios en su soberanía a unos los protege y a otros no. Acá, Pablo cita el libro de los Salmos, indicándonos lo siguiente; “como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como oveja de matadero” (v.36). Lo que les acontecería a los seguidores de Cristo, ya estaba profetizado. En la voluntad permisiva de Dios, él permitía que los mártires sirvieran como semillas para la expansión del evangelio.
En segundo lugar, la esfera espiritual. Así como existe una esfera natural, las circunstancias de la vida, también existe su contraparte, la esfera espiritual. En ella se mueve Satanás y sus secuaces, los ángeles caídos. Ellos hacen lo posible para hacer caer a los creyentes y así derrotarlos. Pablo ha dicho que antes las circunstancias adversas de los creyentes en el ámbito de la vida natural, como lo es la tribulación, la falta de comida, no tener el vestuario suficiente, ahora, pasa a decirnos, que nada de los supra terrenal puede separarnos del amor de Dios. El afirma con seguridad que “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 38-39). ¡Qué tremenda seguridad!
CONCLUSIÓN

Que hermosa conclusión a un tema tan importante como lo es la Santificación. Este tema es tan importante para Pablo, que ocupa desde el capítulo 6 hasta el 8 para referirse a él. Parte hablándonos de la importancia de le Ley entregada por Dios, pero algo que era bueno, justo y santo, resultó en un mal para los hombres. No porque la ley sea mala, sino, por la maldad del hombre. Luego, menciona la importancia de entender que estamos en un conflicto permanente entre la “carne y el Espíritu”, y que la batalla se da el ámbito de la mente. Se gana la batalla cuando los que son del Espíritu piensan en las cosas del Espíritu. Al finalizar el capítulo 8, Pablo escribe las palabras más sublimes de la seguridad del creyente. Con Cristo “somos más que vencedores” y nada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús.

Los que aman a Dios

Lección: Romanos 8:28-34
Texto: Romanos 9:23-24
Domingo 18 de Febrero 2018
INTRODUCCIÓN: 
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento uno de los grandes mandamientos de Dios es que sus seguidores lo amen. Jesús dijo que el principal mandamiento era: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). En la presente lección el apóstol Pablo nos indica lo siguiente; “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (v. 28). Esto se cumple de dos formas, en la predestinación, y en las acusaciones.
DESARROLLO: 
Primero, veremos la predestinación. Esta importante doctrina bíblica, muchas veces es mal entendida por los hombres, llevándola al extremo de que Dios elige personas para salvación y a otros para perdición. Aquí el apóstol Pablo da el verdadero sentido de la doctrina. Él dice “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v. 29). La predestinación, tiene que ver con el conocimiento anticipado que tiene Dios de todas las cosas. Él sabe de antemano quien aceptaría a su Hijo, y a esa persona la predestina. Luego viene una secuencia de elementos que le dan figura a “la doctrina de la salvación”. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (v. 30) En el proceso de la predestinación, vemos a Dios llamando, justificando y glorificando. ¡Qué hermosa bendición hemos recibido con el llamado de Dios! y que terminará cuando seamos glorificados.
Segundo, veremos las acusaciones. En el proceso de la salvación, si bien Dios tiene siempre el control sobre nuestras vidas. No siempre interviene, y a pesar de que hemos sido predestinados, igual debemos vivir el proceso de las tribulaciones y dificultades de la vida. Pablo lo expresa de la siguiente manera; “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (v. 31) Luego, se plantean dos importantes preguntas: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? y ¿Quién es el que condenará? Las respuestas las da el mismo Pablo. Cristo es el que justifica, y Cristo es el que murió por nosotros. Entonces, cuando existe gente que quiere minimizar los efectos del evangelio en el creyente, y nos acusa y nos dice, que nosotros somos tal vez muy malos para recibir la misericordia y la gracia de Dios, es cuando se hace comprensible el mensaje compartido por Pablo. Cristo es nuestro salvador. No importa lo que estemos sufriendo, Él sabe cuidar de nosotros.
CONCLUSIÓN
“A los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien”. Esto ha llegado a hacer un cliché evangélico para justificar cualquier cosa que nos suceda. Pero “todas las cosas” mencionadas aquí no son “todas las cosas”, o sea, cualquier cosa. El texto es condicionante a dos cosas. Primero, a los que aman a Dios, y segundo, a los que conforme a su propósito son llamados. Entonces no podemos generalizar. Estas son promesas para los llamados con un propósito. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (v. 32). Cristo no solo murió, sino que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (v.34).

La Gloria venidera


Lección: Romanos 8:18-27
Texto: 2 Pedro 3:13
Domingo 11 de Febrero 2018
INTRODUCCION: 
A todo ser humano le gusta vivir bien. Los sueños de muchos son el de vivir tal vez en una isla paradisiaca, donde pueda descansar y disfrutar. Pablo en la presente lección, dice, “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (V. 18) Los creyentes, en tiempos del apóstol Pablo vivían severas persecuciones, pero eso no se compara con lo que recibiremos en la gloria venidera. Esta gloria venidera traería beneficios a la creación, y también a los creyentes. Veámoslos a continuación.
DESARROLLO: 
En primer lugar, La creación. La creación misma fue dañada a causa del pecado del hombre (ver Génesis capítulo 3). Pero, ¿hasta cuándo será eso? Pablo corre el velo de la revelación y nos dice que “el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” (v. 19), “porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujeto en esperanza” (v. 20), este es Dios. Es triste pensar que la creación fue afectada tan grandemente por la caída del hombre. Por eso el deseo ardiente de la creación es que el hombre sea reivindicado, porque de esa manera lo será también la creación. “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (v. 21). Entonces “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (v. 22), esperando la gloria venidera, que la redimirá de la maldición. Si eso ocurrirá con la creación, ¿qué les espera a los creyentes? De eso hablaremos ahora.
En segundo lugar, los creyentes. Pablo, en su argumentación escribe, que no solo la creación gime por su restauración y redención, “sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (v. 23). ¡Qué hermosa esperanza! Nuestro cuerpo carnal, antes esclavo del pecado, en la gloria venidera disfrutando de la redención. Pablo dice, “porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? (v. 24), “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (v. 25). Con paciencia debemos esperar el día glorioso en que Cristo aparezca en las nubes por su iglesia para llevarnos a la gloria venidera preparada para todos los seguidores fieles de Cristo Jesús.
CONCLUSIÓN: 

Pablo, termina esta sección indicando que “de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (v. 26). No siempre sabemos pedir como conviene. A veces pedimos cosas que no son útiles para nosotros mismos. Lo que está reafirmando aquí el apóstol es que el Espíritu nos ayuda a pedir lo que necesitamos “porque conforme a la voluntad de Dios (el Espíritu) intercede por los santos” (v. 27). La mayor intercesión que hace el Espíritu por nosotros, es que seamos redimidos y disfrutemos de la gloria venidera que traerá el redentor a los suyos. ¡Gloria a Dios por ello!

lunes, 5 de febrero de 2018

Hijos de Dios

Lección: Romanos 8:14-17
Texto: Gálatas 4:4-5
Domingo 04 de Febrero 2018
INTRODUCCION: 
Cada ser humano desciende de una relación de un hombre con una mujer, conformando así una familia. Pero, lamentablemente, no todos los que nacen tienen una buena familia. En el plano espiritual, tenemos la propuesta bíblica de ser “hijos de Dios” con todos sus privilegios y responsabilidades. Para entender esta realidad, primero debemos ser introducidos en la familia de Dios, y luego disfrutar de los privilegios. Veámoslos a continuación.
DESARROLLO: 
Primero, ser introducidos en la familia de Dios: ¿Cómo es posible esto? La fe es el elemento vital para cambiar de estado, de pecador a hijo. El apóstol Juan dice lo siguiente: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). En la lección de hoy, El apóstol Pablo nos dice; “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (v. 15) Además, “El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (V. 16). A Dios podemos decirle ¡Abba Padre! Una expresión judía que significa “papito”. Esto es posible porque el Espíritu Santo, no solo nos da una nueva vida, sino que además, hace posible que seamos adoptados en la familia de Dios. ¡Qué gran bendición!
Segundo, disfrutar de los privilegios de un hijo. El mismo Pablo, comparte en su carta a Los Efesios lo siguiente; “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). Al pertenecer a la familia de Dios, no podemos hacer lo que queramos, porque si bien tenemos privilegios, también, tenemos responsabilidades por cumplir. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (v. 17). No hay privilegio mayor que ser hijos de Dios, y además, herederos de Dios de sus riquezas. Una herencia incorruptible de gloria, como lo es la redención, la salvación y la vida eterna. Pero, todo esto tiene un costo, debemos vivir una vida en el Espíritu, portándonos como Dios manda en las Escrituras.
CONCLUSION: 
Ser Hijos de Dios, es la mayor bendición a la que puede aspirar un creyente. Esto implica vivir cada día una vida en el Espíritu, quién hace posible esta realidad. Para entender esto, Pablo nos dice “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (v. 14). Nos ayude nuestro buen Dios a manifestar esta guía cada día de nuestras vidas.