Lección: Romanos 9:1-5
Texto: Mateo 1:23
Domingo 04 de marzo 2018
Texto: Mateo 1:23
Domingo 04 de marzo 2018
Introducción:
En estos versículos veremos y conoceremos el tremendo corazón y amor de Pablo para con sus hermanos de nación, que está dispuesto a todo, con tal de que ellos llegaran a conocer a Cristo, como él también le conoce, y que esos privilegios de que gozaba Israel, se tradujeran en aceptar a Cristo como su Salvador.
Desarrollo:
V.1-3 En estos versículos el apóstol Pablo va a confidenciar una gran “verdad” que había guardado en su corazón, y que era verdadera. Que tanto su conciencia y el Espíritu Santo, daban testimonio de esa verdad que había en su corazón. Esta era la “gran tristeza y continuo dolor”, o sea un dolor de cada día, de ver a su nación Israel, a la que llama “mis parientes según la carne” alejada completamente y dándole la espalda a Jesucristo, quien había venido a ellos para salvación.
Ese dolor y tristeza de Pablo, no era un sentimiento que no quisiera traducirse en acción a favor de su pueblo. Todo lo contrario, dispuesto estaba a hacerse anatema, quedar separado de Cristo, al costo de “perderme a mí mismo, lo haría”, si con ello Israel reconociera a Cristo como su Salvador.
Pero esto, de ser separado de Cristo, era imposible, pues el mismo apóstol señala en los últimos versículo del capítulo 8 que nadie que sea salvo puede ser “separado del amor de Cristo”.
Estas dos expresiones “gran tristeza” y “continuo dolor”, expresan la tremenda angustia mental del apóstol a causa de la condición de sus parientes según la carne, la nación de Israel.
V.4-5 En estos versículos Pablo explica los privilegios que Dios dio a Israel:
Ese dolor y tristeza de Pablo, no era un sentimiento que no quisiera traducirse en acción a favor de su pueblo. Todo lo contrario, dispuesto estaba a hacerse anatema, quedar separado de Cristo, al costo de “perderme a mí mismo, lo haría”, si con ello Israel reconociera a Cristo como su Salvador.
Pero esto, de ser separado de Cristo, era imposible, pues el mismo apóstol señala en los últimos versículo del capítulo 8 que nadie que sea salvo puede ser “separado del amor de Cristo”.
Estas dos expresiones “gran tristeza” y “continuo dolor”, expresan la tremenda angustia mental del apóstol a causa de la condición de sus parientes según la carne, la nación de Israel.
V.4-5 En estos versículos Pablo explica los privilegios que Dios dio a Israel:
a) “que son israelitas”, es decir, descendiente de Abraham a través de Jacob, a quien Dios cambio su nombre por Israel, no a través de Ismael ni de ningún otro, si no, a través de Israel.
b) “de los cuales son la adopción,” la única nación que Dios ha adoptado como su nación, como su hijo, (Éxodo 4:22-23) de manera que Dios ha adoptado a Israel como su hijo, de los cuales son la adopción.
c) “la gloria”, (la Shekina) la única nación en medio de la cual la gloria de Dios ha residido, ha estado (Éxodo 16:10; 24:16; 40:34).
d) “el pacto” mejor dicho “los pactos”, se refiere a los pactos hechos por Dios con los patriarcas, con Abraham, con Isaac, con Jacob, el pacto que hizo con la nación de Israel allí en el Sinaí, luego el pacto hecho con David (2 Samuel 7).
e) “la promulgación de la ley”, allí en las laderas del monte Sinaí, Dios promulgó la ley y se la dio a la nación de Israel. La única nación a la que Dios le ha dado una ley escrita.
f) “el culto”, el culto Levítico.
g) “las promesas” de que daría a esa nación una descendencia, una simiente. Daría a Abraham, una simiente y una tierra, y daría bendiciones abundantes y haría que esa nación sirviese de bendición a todas las naciones de la tierra.
h) “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo…”, Cristo vino de una nación, de la nación de Israel, de manera que todos esos privilegios lo ha dado Dios a ese pueblo a esa nación de Israel. Añade Pablo respecto de Cristo y dice: “el cual es Dios sobre todas las cosas”. Jesucristo es Dios sobre todas las cosas y “bendito por los siglos de los siglos. Amén” (La deidad de Cristo: Hebreos 1:8; Mateo 1:23; Juan 10:30; 10:36; 20:28). Todos estos privilegios ilustran el tema de la elección. Obsérvese que Israel, no ha perdido ninguna de las prerrogativas que le fueron otorgadas por el soberano acto de la gracia de Dios.
b) “de los cuales son la adopción,” la única nación que Dios ha adoptado como su nación, como su hijo, (Éxodo 4:22-23) de manera que Dios ha adoptado a Israel como su hijo, de los cuales son la adopción.
c) “la gloria”, (la Shekina) la única nación en medio de la cual la gloria de Dios ha residido, ha estado (Éxodo 16:10; 24:16; 40:34).
d) “el pacto” mejor dicho “los pactos”, se refiere a los pactos hechos por Dios con los patriarcas, con Abraham, con Isaac, con Jacob, el pacto que hizo con la nación de Israel allí en el Sinaí, luego el pacto hecho con David (2 Samuel 7).
e) “la promulgación de la ley”, allí en las laderas del monte Sinaí, Dios promulgó la ley y se la dio a la nación de Israel. La única nación a la que Dios le ha dado una ley escrita.
f) “el culto”, el culto Levítico.
g) “las promesas” de que daría a esa nación una descendencia, una simiente. Daría a Abraham, una simiente y una tierra, y daría bendiciones abundantes y haría que esa nación sirviese de bendición a todas las naciones de la tierra.
h) “de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo…”, Cristo vino de una nación, de la nación de Israel, de manera que todos esos privilegios lo ha dado Dios a ese pueblo a esa nación de Israel. Añade Pablo respecto de Cristo y dice: “el cual es Dios sobre todas las cosas”. Jesucristo es Dios sobre todas las cosas y “bendito por los siglos de los siglos. Amén” (La deidad de Cristo: Hebreos 1:8; Mateo 1:23; Juan 10:30; 10:36; 20:28). Todos estos privilegios ilustran el tema de la elección. Obsérvese que Israel, no ha perdido ninguna de las prerrogativas que le fueron otorgadas por el soberano acto de la gracia de Dios.
Conclusión:
Tan grandes privilegios gozó Israel de parte de Dios, ninguna otra nación tuvo las bendiciones que disfrutó Israel. Pero no obstante aquello, su historia fue más de desobediencia hacía Dios, de ingratitud e idolatría. Finalmente rechazan a su Mesías y lo llevan a la cruz, cerrándose ellos mismos la puerta de salvación. De nada les sirvió todos esos privilegios. Ningún acto religioso externo asegura salvación, no confiemos en lo que hagamos, en lo que somos, en lo que hemos alcanzado ni en los cargos que tengamos en la iglesia. Solo pongamos nuestra fe en Jesucristo y sirvámosle con humildad y obediencia.