lunes, 5 de febrero de 2018

Hijos de Dios

Lección: Romanos 8:14-17
Texto: Gálatas 4:4-5
Domingo 04 de Febrero 2018
INTRODUCCION: 
Cada ser humano desciende de una relación de un hombre con una mujer, conformando así una familia. Pero, lamentablemente, no todos los que nacen tienen una buena familia. En el plano espiritual, tenemos la propuesta bíblica de ser “hijos de Dios” con todos sus privilegios y responsabilidades. Para entender esta realidad, primero debemos ser introducidos en la familia de Dios, y luego disfrutar de los privilegios. Veámoslos a continuación.
DESARROLLO: 
Primero, ser introducidos en la familia de Dios: ¿Cómo es posible esto? La fe es el elemento vital para cambiar de estado, de pecador a hijo. El apóstol Juan dice lo siguiente: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). En la lección de hoy, El apóstol Pablo nos dice; “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (v. 15) Además, “El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (V. 16). A Dios podemos decirle ¡Abba Padre! Una expresión judía que significa “papito”. Esto es posible porque el Espíritu Santo, no solo nos da una nueva vida, sino que además, hace posible que seamos adoptados en la familia de Dios. ¡Qué gran bendición!
Segundo, disfrutar de los privilegios de un hijo. El mismo Pablo, comparte en su carta a Los Efesios lo siguiente; “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). Al pertenecer a la familia de Dios, no podemos hacer lo que queramos, porque si bien tenemos privilegios, también, tenemos responsabilidades por cumplir. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (v. 17). No hay privilegio mayor que ser hijos de Dios, y además, herederos de Dios de sus riquezas. Una herencia incorruptible de gloria, como lo es la redención, la salvación y la vida eterna. Pero, todo esto tiene un costo, debemos vivir una vida en el Espíritu, portándonos como Dios manda en las Escrituras.
CONCLUSION: 
Ser Hijos de Dios, es la mayor bendición a la que puede aspirar un creyente. Esto implica vivir cada día una vida en el Espíritu, quién hace posible esta realidad. Para entender esto, Pablo nos dice “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (v. 14). Nos ayude nuestro buen Dios a manifestar esta guía cada día de nuestras vidas.

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