jueves, 15 de febrero de 2018

Los que aman a Dios

Lección: Romanos 8:28-34
Texto: Romanos 9:23-24
Domingo 18 de Febrero 2018
INTRODUCCIÓN: 
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento uno de los grandes mandamientos de Dios es que sus seguidores lo amen. Jesús dijo que el principal mandamiento era: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). En la presente lección el apóstol Pablo nos indica lo siguiente; “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (v. 28). Esto se cumple de dos formas, en la predestinación, y en las acusaciones.
DESARROLLO: 
Primero, veremos la predestinación. Esta importante doctrina bíblica, muchas veces es mal entendida por los hombres, llevándola al extremo de que Dios elige personas para salvación y a otros para perdición. Aquí el apóstol Pablo da el verdadero sentido de la doctrina. Él dice “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v. 29). La predestinación, tiene que ver con el conocimiento anticipado que tiene Dios de todas las cosas. Él sabe de antemano quien aceptaría a su Hijo, y a esa persona la predestina. Luego viene una secuencia de elementos que le dan figura a “la doctrina de la salvación”. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (v. 30) En el proceso de la predestinación, vemos a Dios llamando, justificando y glorificando. ¡Qué hermosa bendición hemos recibido con el llamado de Dios! y que terminará cuando seamos glorificados.
Segundo, veremos las acusaciones. En el proceso de la salvación, si bien Dios tiene siempre el control sobre nuestras vidas. No siempre interviene, y a pesar de que hemos sido predestinados, igual debemos vivir el proceso de las tribulaciones y dificultades de la vida. Pablo lo expresa de la siguiente manera; “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (v. 31) Luego, se plantean dos importantes preguntas: ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? y ¿Quién es el que condenará? Las respuestas las da el mismo Pablo. Cristo es el que justifica, y Cristo es el que murió por nosotros. Entonces, cuando existe gente que quiere minimizar los efectos del evangelio en el creyente, y nos acusa y nos dice, que nosotros somos tal vez muy malos para recibir la misericordia y la gracia de Dios, es cuando se hace comprensible el mensaje compartido por Pablo. Cristo es nuestro salvador. No importa lo que estemos sufriendo, Él sabe cuidar de nosotros.
CONCLUSIÓN
“A los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien”. Esto ha llegado a hacer un cliché evangélico para justificar cualquier cosa que nos suceda. Pero “todas las cosas” mencionadas aquí no son “todas las cosas”, o sea, cualquier cosa. El texto es condicionante a dos cosas. Primero, a los que aman a Dios, y segundo, a los que conforme a su propósito son llamados. Entonces no podemos generalizar. Estas son promesas para los llamados con un propósito. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (v. 32). Cristo no solo murió, sino que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (v.34).

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