viernes, 20 de abril de 2018

Israel no ha sido desechado para siempre

Lección: Romanos 11:1-10
Texto: Romanos 9:27
Domingo 22 de abril 2018
INTRODUCCIÓN: 
En esta lección, Pablo nos asegura que Dios no se ha olvidado de su pueblo, los judíos, ni de sus promesas hechas a ellos. Después, de que el número completo de los gentiles hayan sido incorporados a la iglesia, todos los judíos se volverán al Señor, (un residuo fiel, que no quiere decir muy pocos) no meramente un puñado como ahora. Pablo, no afirma que las promesas hechas en el Antiguo Testamento a Israel hayan sido transferidas a la iglesia, formada en su mayor parte de gentiles.
DESARROLLO: 
V.1 como en muchas otras porciones de este libro, el apóstol parece escuchar una objeción, tras el cuadro sombrío de los últimos versículos del capítulo anterior ¿Ha desechado Dios a su pueblo? Y, también como en otras ocasiones, responde: “De ninguna manera”, o sea, ni se te ocurra pensarlo. Pablo se pone como ejemplo de que Dios no ha desechado a Israel, “por cuanto él también es israelita, de la descendencia de Abraham…”. Pero, debemos también agregar que, la iglesia cristiana comenzó en Pentecostés con tres mil judíos, y después en otra predicación de Pedro, cinco mil judíos fueron añadidos a la iglesia. Por lo tanto, eso demuestra que Dios no ha desechado a su pueblo Israel. Así que, en el tiempo de Pablo, había miles de miles de judíos cristianos.
V.2-5 Pablo, pasa ahora a fundamentar por la palabra de Dios, que nunca Dios en la historia de Israel lo ha desechado, y acude al ejemplo en el tiempo de Elías, cuando este pensaba que era el único fiel que había quedado en Israel, y así se lo expuso al Señor, pero la respuesta de Dios fue: “Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal”. Este remanente no es producto del esfuerzo, del mérito, de la piedad o cualquier otra obra de ellos, si no, que es enteramente fruto efectivo de la gracia divina, recibida por fe. Por eso dice el versículo cuatro de esta lección: “Me he reservado”, ¿quién se reservó esos siete mil hombres? Fue Dios, y lo hizo solo por su gracia, no en base a méritos u obras de aquellos hombres. Así también obra Dios hoy día.
Dice el apóstol “Así también aún en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (v.5). En el tiempo de Pablo, Dios se había reservado un remanente de judíos fieles que creyeron en Cristo y que formaron parte de la iglesia. Este remanente de escogidos por la gracia de Cristo, fue el que alcanzó lo que la masa del pueblo judío no supo alcanzar: establecer una correcta relación con Dios. ¿Por qué no lo alcanzó? Porque lo buscó por un camino equivocado, por el de la propia justicia, en vez de someterse al plan de Dios en Jesucristo (10:3). Por la dureza voluntaria de sus corazones.
V.6 Aquí Pablo, refuerza su argumento de que aquel remanente de judíos que creyó en Cristo, solo pudo ser posible por la gracia de Dios, y no por obras de aquellos, “ya que por las obras de la ley ninguno puede ser justificado”.
V.7 Pablo, concluye que “lo que buscaba Israel” como nación, “no lo alcanzó”, y la pregunta que cabe aquí es: ¿que buscaba Israel? Y la respuesta es: ser justificados delante de Dios. Esto no lo alcanzaron, pero sí los escogidos lo alcanzaron, y lo alcanzaron solo por gracia, fueron justificados por haber puesto su fe en el Señor Jesucristo, fueron salvos y hechos hijos de Dios. También, hoy algunos pocos judíos están siendo salvos por la gracia de Dios.
V.7-10 Aquí Pablo da las razones de porque los demás, el grueso de la nación no alcanzó lo que buscaba. Primordialmente, fue por la incredulidad de ellos al rechazar a Cristo como su Mesías y condenarlo a muerte. Por ello, fueron endurecidos, y sus ojos fueron oscurecidos, y oídos que no oigan hasta hoy, fueron privados de los sentidos interiores y exteriores para poder encontrar el camino, su convite, o sea, las bendiciones de Dios, en realidad se convirtieron en tropezadero para que ellos recibieran la justicia de Dios, y, bajo el peso del pecado, su espalda no ha cesado de temblar continuamente. Las persecuciones de que han sido objeto los judíos a lo largo de la historia hasta terminar en el “holocausto” por orden de Hitler, evidencian lo serio del gran tropiezo de Israel. Si hubiesen comprendido lo que pedían cuando, ante Pilato, dijeron: “¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” (Mateo 27:25) Dios los endureció, porque ellos se endurecieron primero.
CONCLUSIÓN: 

Dios, no es un Dios que va por la vida endureciendo corazones a su arbitrio, no, de ninguna manera. Siempre el hombre ha tenido de parte de Dios la oportunidad de arrepentirse, tanto en el pasado como en el presente.
Si Israel como nación hubiera aceptado a Cristo con su Mesías, hoy sería cabeza de las naciones y la gloria de Dios brillaría en medio de ellos. Pero ellos endurecieron sus corazones y desconocieron a Jesús como su Mesías, por su vida humilde y su familia sin ninguna connotación política y económica. El mundo tiene hoy su oportunidad, el Evangelio es predicado a toda criatura, “el que creyere será salvo y el que no creyere será condenado”.

miércoles, 18 de abril de 2018

La fe viene por el oír la Palabra de Dios

Lección: Romanos 10:14-21
Texto: Romanos 11:11
Domingo 15 de abril 2018

INTRODUCCIÓN: 
Pablo, describe aquí el proceso de la salvación, mediante la predicación del Evangelio y su aceptación por medio de la fe, y la bendición de aquellos que lo anuncian. Pero, lamentablemente no todos lo aceptan o creen, tal como ocurrió con los judíos, y hoy también rechazados por tantos hombres.
DESARROLLO: 
V.14-15 Es imposible creer en Dios del cual nunca han oído, y por lo tanto imposible es también invocar su nombre para salvación, y también es imposible oír aquello de lo cual no se les habla o se les predica; “y ¿cómo predicarán si no fueren enviados”?
Aquí es donde nosotros los cristianos entramos en escena, ya que a nosotros Cristo nos ha responsabilizados en predicar su Evangelio, él nos ha enviado y nos ha dicho: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…” (Marcos 16:15). Esta es nuestra responsabilidad “dad de gracia lo que por gracia hemos recibido” y Pablo dijo “ay de mí si no predico el evangelio” y ese mismo “ay” está sobre nuestras cabezas.
V.16 Pablo al ver el rechazo de los judíos al evangelio, recuerda una cita del profeta Isaías que se encuentra en el capítulo 53:1. Isaías con mucha desazón pregunta a Dios “¿quién ha creído a nuestro anuncio?”, al ver a Israel tan lejos de Dios. Muchas veces grandes predicadores del evangelio no siempre obtienen grandes resultados. Esa misma pregunta que le hace Isaías a Dios, calzaba perfectamente a los judíos del tiempo de Pablo, que no obstante ser un pueblo elegido se niega a creer frente a todas las evidencias. Aunque la elección que Dios hizo de Israel es fruto de su libre iniciativa al escoger, y no está basada en el mérito humano, los escogidos no son salvos sin creer el mensaje que es predicado por los que son enviados.
V.17 Es verdad que “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Cristo)”. Pero también es cierto que los judíos muchas veces “oyeron” la palabra de Dios, incluso por medio del mismo Cristo que estuvo con ellos, pero no creyeron, no hubo fe, ¿por qué? Por la dureza de sus corazones, por su incredulidad. E l mero oír no causa la fe, la prueba son los mismos judíos como lo acabo de decir. Entonces ¿cómo nace esa fe salvífica en el corazón del hombre que es salvo? yo creo que mediante la gracia soberana de Dios en el hombre, que actúa mediante la predicación de la palabra de Cristo para salvación de ese individuo en particular.
V.18 Pablo, pregunta si Israel no ha oído la palabra de Dios, la respuesta es: claro que sí, quien sino Israel es el pueblo que ha oído su palabra. También, tienen el mensaje sin palabras que las obras de la creación anuncian (Salmo 19), que parte de este salmo Pablo lo usa aquí para decirles que son inexcusables, pues Dios, no solamente les ha hablado por medio de la ley, sino también por medio de la creación.
V.19 Este versículo está tomado de Deuteronomio 32:21, donde Moisés presenta proféticamente la apostasía de Israel al seguir a los ídolos, a los que no son dioses, por lo que Dios les amenaza con traer contra ellos un pueblo que no es pueblo, es decir, una horda de bárbaros, sin orden ni ley que, por ello, no merecen el nombre de “pueblo” o “nación”. Pablo aplica este texto en el sentido de que los gentiles, que no eran del pueblo elegido (Efesios 2:11; 1 Pedro 2:10), iban a derrotar a los judíos, no el campo de batalla precisamente, si no a arrebatarles temporalmente los privilegios de que los judíos disfrutaban (Mateo 21:43; 1 Pedro 2:9). Esto es lo que Israel debió haber conocido.
Gracias sean dadas a Dios, de que los gentiles ya estaban en el plan eterno de Dios, considerados para esta salvación tan grande. Como lo dice el apóstol Pablo “según nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).
V.20 Confirmando Pablo el llamamiento de los gentiles, toma el apóstol una cita del capítulo 65:2 de Isaías, en el hebreo esta cita de Isaías dice textualmente: “Fui hecho accesible a los que no oraban; fui hecho encontradizo a los que no me buscaban”. Por el versículo siguiente, que forma una misma unidad con este, se advierte que Dios se dirige aquí a los israelitas del reino del norte, claramente alejados del Dios verdadero. Pero, el Espíritu Santo, aplica estos versículos del profeta Isaías al llamamiento de los gentiles al plan de redención consumado en la cruz del calvario.
V.21 En este versículo vemos la ternura con que Jehová se dirige a su pueblo, a pesar de la obstinación e idolatría de los israelitas del norte: “Todo el día”, es decir, siempre y sin cesar, “extendí mis manos” en un gesto de cálida bienvenida, ofreciendo gracia, salvación, libertad, a “un pueblo que no se deja persuadir y que contradice”. La incredulidad rebelde y obstinada de aquel pueblo de entonces, continuaba en los días de Pablo y llenaba de amargura el corazón del apóstol (9:1-2; 10:1-2). Esa incredulidad sigue ahora en el siglo XXI, ya que los judíos que se convierten al Evangelio representan un exiguo porcentaje.
CONCLUSIÓN:
Dos conclusiones debemos sacar de esta lección: Primero, no debemos dejar de predicar el Evangelio, ya que por medio de ella nace la fe en el corazón de aquellos que Dios ha llamado para salvación. Es un mandamiento que nos ha dejado Cristo y debemos cumplirlo con mucho celo.
Segundo, esta gloriosa revelación y bendición que nosotros los gentiles también estábamos en el corazón de Dios, y que su salvación también iba a ser para los gentiles que creyesen y que junto con los creyentes judíos íbamos ser puesto dentro de un mismo cuerpo que es la Iglesia de Cristo (Efesios 2:12-19; 3:3-7) Gloria a Dios por su amor inefable.

jueves, 5 de abril de 2018

La salvación a disposición de todos

Lección: Romanos 10:1-13
Texto: Tito 3:5
Domingo 08 de abril 2018
Introducción: 
En este capítulo Pablo expresa su gran interés por la salvación de Israel, que trataba de conseguir la justicia mediante las obras, cuando tenían al alcance de la mano la justicia que es por la fe. Esta fe estaba a disposición de ellos, pero no la recibieron y, por cuanto han oído y entendido, es solo culpa de ellos el no haber creído.
Desarrollo: 
V.1 Pablo comienza declarando su gran afecto a los de su raza, a los cuales abriga un buen deseo que es la salvación de su pueblo, para lo cual ora intensamente a Dios para que este anhelo de su corazón se cumpla. No era cumplido formal, de labios para afuera, como son muchos buenos deseos, y, como el deseo del corazón es el alma de la oración, Pablo ofrecía a Dios en oración ese ardiente deseo de su corazón. Ejemplo nos da Pablo, para que también nosotros, pidamos a Dios por nuestro país en oración y predicarles el Evangelio.
V.2 La razón o el testimonio que da Pablo es que los judíos tenían “celo de Dios”, o sea, buscan agradarle, y serles aceptos, pero lo hacían guiados por un celo fanático, que no se apoyaba realmente en lo que Dios exige realmente del hombre (Miqueas 6:8). No se sometían al plan de Dios, si no, que querían que Dios se sometiera a los planes de ellos. Pablo dice que ese celo era “no conforme a ciencia”, o sea, no de acuerdo con la voluntad de Dios, no con la revelación del Espíritu Santo, solo guiados por sus mentes carnales.
V: 3 En este versículo Pablo explica en qué consistía el error fatal de los judíos: “ignorando la justicia de Dios, procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios”. Los judíos ignoraban voluntariamente que es lo que realmente exige Dios para aceptar a una persona delante de Él. Ignoraban la justicia de Dios, “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en Él” (Romanos 3:22). Dios es perfectamente justo y odia el pecado, mientras que el hombre es todo lo contrario, y la única manera en que el hombre pueda ser aceptado en la presencia de Dios, es siendo perfectamente justo, igual a Dios, pero como esto es imposible, el hombre debe venir a Cristo quien ha sido hecho “justicia nuestra”, para que al poner la fe en él aceptándole como su único Salvador, sea perdonado y hecho una nueva criatura, y así pueda ser recubierto con la justicia perfecta de él, que es idéntica a la justicia de Dios, y de esa manera puede ser acepto ante Dios. Eso fue lo que Israel ignoró y ha rechazado a Cristo hasta hoy.
V.4 “el fin de la ley es Cristo…” esto puede ser entendido de dos maneras:
a) Que al venir Cristo la ley de ritos y ceremonia caducó, terminó, pues no podía proveer justicia basada en méritos, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Romanos 3:20)
b) También puede ser entendido que la finalidad o propósito de la ley fue llevar al hombre pecador a Cristo, ya que lo que no pudo hacer la ley, o sea, justificar al hombre por medio de las obras de la ley misma, puesto que tampoco fue dada por Dios para ese fin, es ahora la justificación alcanzable por la gracia de Dios, mediante la fe en Cristo Jesús.
Como también lo indica Pablo: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24) Lo que no pudo la ley, lo pudo Cristo por su gracia, muriendo por nosotros en la cruz.
V.5 La justicia que es por la ley decía así: “El hombre que haga estas cosas vivirá por ellas”, es decir, tendrá vida en la medida en que las cumpliere. Pero el cumplimiento requerido era perfecto y total como lo dice el apóstol Santiago “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10), lo cual es imposible sin la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo.
No hubo hombre que pudiera guardar la ley perfectamente “ya que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: el justo por la fe vivirá” (Gálatas 3:11). Todos los justos del Antiguo Testamento que fueron aceptados por Dios, no lo fueron mediante sus obras, sino de una justicia nacida de la fe en Dios.
V.6-7 Estos dos versículos que están tomados de Deuteronomio 30:11-14 Pablo los ajusta para indicarnos que “la justicia que es por la fe dice así: no digas en tu corazón” que para alcanzar la justicia de Dios es un imposible, tan imposible como que un hombre suba al cielo y traiga a Cristo abajo, solo Dios puede hacerlo, o que hombre alguno baje al sepulcro y levante a Cristo de allí, solo Dios puede hacerlo y lo hizo. No, la salvación no es un imposible. En efecto, la justicia que es por medio de la fe no exige ningún imposible, sino, que es muy fácil de alcanzar como lo señalan los versículos siguientes.
V.8-10 La salvación está tan al alcance de la mano que le basta al hombre con recibir en su corazón el mensaje del Evangelio, adhiriéndose así, por la fe, al Salvador, y profesando luego, al exterior, con su boca, que Jesucristo es su Señor y Salvador. El Evangelio no dice: “Has esto y vivirás”, sino “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Salvación plena y completa y que no da lugar a la incertidumbre, pues está fundada en la obra sacrificial realizada por Cristo en la cruz por nosotros.
V.11 “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere no será avergonzado”. La Escritura que es lo mismo a decir “la palabra de Dios”, “dice”, eso solo debe importarnos, lo que dice la palabra de Dios y no lo que los hombres dicen. Y la palabra de Dios nos dice que si creemos en él, somos salvos, y eso nos debe de bastar. “No seremos avergonzados”.
V.12 La salvación es para todo ser humano, para Dios no hay diferencia entre judíos y gentil, él es rico en misericordia para con todos los que le invocan, o sea, todos los que vienen a él con un corazón arrepentido. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…”. Dios justificará por la fe, tanto a judíos como a gentiles (Romanos 3:30).
V.13 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Que más seguridad necesitamos que lo que nos dice la Palabra de Dios, si hemos creído en Cristo somos salvo, solo debemos creerlo porque Dios nos lo dice.
Pedro añade: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Pablo responde a la pregunta del carcelero de Filipo de cómo ser salvo, diciéndole: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…”. El apóstol Pablo lo describe así; “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; (en Cristo Jesús) y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obra para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Conclusión: 
La salvación Dios la ha dejado al alcance de la mano, no es nada de imposible o difícil, y es para todo los hombres. Sólo basta creer en Cristo, quien murió y resucito por nosotros. No hay sacrificios, pagos ni obras que realizar, la salvación es un “don” un regalo de Dios. Como dice Pablo “no por obras para que nadie se gloríe”. Eso sí que, para poder creer, debe escuchar el Evangelio porque “la fe viene por el oír y oír la palabra de Dios”. Por lo tanto, nuestra responsabilidad es predicar el Evangelio a toda criatura “el que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere ya es condenado…”