miércoles, 18 de abril de 2018

La fe viene por el oír la Palabra de Dios

Lección: Romanos 10:14-21
Texto: Romanos 11:11
Domingo 15 de abril 2018

INTRODUCCIÓN: 
Pablo, describe aquí el proceso de la salvación, mediante la predicación del Evangelio y su aceptación por medio de la fe, y la bendición de aquellos que lo anuncian. Pero, lamentablemente no todos lo aceptan o creen, tal como ocurrió con los judíos, y hoy también rechazados por tantos hombres.
DESARROLLO: 
V.14-15 Es imposible creer en Dios del cual nunca han oído, y por lo tanto imposible es también invocar su nombre para salvación, y también es imposible oír aquello de lo cual no se les habla o se les predica; “y ¿cómo predicarán si no fueren enviados”?
Aquí es donde nosotros los cristianos entramos en escena, ya que a nosotros Cristo nos ha responsabilizados en predicar su Evangelio, él nos ha enviado y nos ha dicho: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…” (Marcos 16:15). Esta es nuestra responsabilidad “dad de gracia lo que por gracia hemos recibido” y Pablo dijo “ay de mí si no predico el evangelio” y ese mismo “ay” está sobre nuestras cabezas.
V.16 Pablo al ver el rechazo de los judíos al evangelio, recuerda una cita del profeta Isaías que se encuentra en el capítulo 53:1. Isaías con mucha desazón pregunta a Dios “¿quién ha creído a nuestro anuncio?”, al ver a Israel tan lejos de Dios. Muchas veces grandes predicadores del evangelio no siempre obtienen grandes resultados. Esa misma pregunta que le hace Isaías a Dios, calzaba perfectamente a los judíos del tiempo de Pablo, que no obstante ser un pueblo elegido se niega a creer frente a todas las evidencias. Aunque la elección que Dios hizo de Israel es fruto de su libre iniciativa al escoger, y no está basada en el mérito humano, los escogidos no son salvos sin creer el mensaje que es predicado por los que son enviados.
V.17 Es verdad que “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Cristo)”. Pero también es cierto que los judíos muchas veces “oyeron” la palabra de Dios, incluso por medio del mismo Cristo que estuvo con ellos, pero no creyeron, no hubo fe, ¿por qué? Por la dureza de sus corazones, por su incredulidad. E l mero oír no causa la fe, la prueba son los mismos judíos como lo acabo de decir. Entonces ¿cómo nace esa fe salvífica en el corazón del hombre que es salvo? yo creo que mediante la gracia soberana de Dios en el hombre, que actúa mediante la predicación de la palabra de Cristo para salvación de ese individuo en particular.
V.18 Pablo, pregunta si Israel no ha oído la palabra de Dios, la respuesta es: claro que sí, quien sino Israel es el pueblo que ha oído su palabra. También, tienen el mensaje sin palabras que las obras de la creación anuncian (Salmo 19), que parte de este salmo Pablo lo usa aquí para decirles que son inexcusables, pues Dios, no solamente les ha hablado por medio de la ley, sino también por medio de la creación.
V.19 Este versículo está tomado de Deuteronomio 32:21, donde Moisés presenta proféticamente la apostasía de Israel al seguir a los ídolos, a los que no son dioses, por lo que Dios les amenaza con traer contra ellos un pueblo que no es pueblo, es decir, una horda de bárbaros, sin orden ni ley que, por ello, no merecen el nombre de “pueblo” o “nación”. Pablo aplica este texto en el sentido de que los gentiles, que no eran del pueblo elegido (Efesios 2:11; 1 Pedro 2:10), iban a derrotar a los judíos, no el campo de batalla precisamente, si no a arrebatarles temporalmente los privilegios de que los judíos disfrutaban (Mateo 21:43; 1 Pedro 2:9). Esto es lo que Israel debió haber conocido.
Gracias sean dadas a Dios, de que los gentiles ya estaban en el plan eterno de Dios, considerados para esta salvación tan grande. Como lo dice el apóstol Pablo “según nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).
V.20 Confirmando Pablo el llamamiento de los gentiles, toma el apóstol una cita del capítulo 65:2 de Isaías, en el hebreo esta cita de Isaías dice textualmente: “Fui hecho accesible a los que no oraban; fui hecho encontradizo a los que no me buscaban”. Por el versículo siguiente, que forma una misma unidad con este, se advierte que Dios se dirige aquí a los israelitas del reino del norte, claramente alejados del Dios verdadero. Pero, el Espíritu Santo, aplica estos versículos del profeta Isaías al llamamiento de los gentiles al plan de redención consumado en la cruz del calvario.
V.21 En este versículo vemos la ternura con que Jehová se dirige a su pueblo, a pesar de la obstinación e idolatría de los israelitas del norte: “Todo el día”, es decir, siempre y sin cesar, “extendí mis manos” en un gesto de cálida bienvenida, ofreciendo gracia, salvación, libertad, a “un pueblo que no se deja persuadir y que contradice”. La incredulidad rebelde y obstinada de aquel pueblo de entonces, continuaba en los días de Pablo y llenaba de amargura el corazón del apóstol (9:1-2; 10:1-2). Esa incredulidad sigue ahora en el siglo XXI, ya que los judíos que se convierten al Evangelio representan un exiguo porcentaje.
CONCLUSIÓN:
Dos conclusiones debemos sacar de esta lección: Primero, no debemos dejar de predicar el Evangelio, ya que por medio de ella nace la fe en el corazón de aquellos que Dios ha llamado para salvación. Es un mandamiento que nos ha dejado Cristo y debemos cumplirlo con mucho celo.
Segundo, esta gloriosa revelación y bendición que nosotros los gentiles también estábamos en el corazón de Dios, y que su salvación también iba a ser para los gentiles que creyesen y que junto con los creyentes judíos íbamos ser puesto dentro de un mismo cuerpo que es la Iglesia de Cristo (Efesios 2:12-19; 3:3-7) Gloria a Dios por su amor inefable.

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