jueves, 5 de abril de 2018

La salvación a disposición de todos

Lección: Romanos 10:1-13
Texto: Tito 3:5
Domingo 08 de abril 2018
Introducción: 
En este capítulo Pablo expresa su gran interés por la salvación de Israel, que trataba de conseguir la justicia mediante las obras, cuando tenían al alcance de la mano la justicia que es por la fe. Esta fe estaba a disposición de ellos, pero no la recibieron y, por cuanto han oído y entendido, es solo culpa de ellos el no haber creído.
Desarrollo: 
V.1 Pablo comienza declarando su gran afecto a los de su raza, a los cuales abriga un buen deseo que es la salvación de su pueblo, para lo cual ora intensamente a Dios para que este anhelo de su corazón se cumpla. No era cumplido formal, de labios para afuera, como son muchos buenos deseos, y, como el deseo del corazón es el alma de la oración, Pablo ofrecía a Dios en oración ese ardiente deseo de su corazón. Ejemplo nos da Pablo, para que también nosotros, pidamos a Dios por nuestro país en oración y predicarles el Evangelio.
V.2 La razón o el testimonio que da Pablo es que los judíos tenían “celo de Dios”, o sea, buscan agradarle, y serles aceptos, pero lo hacían guiados por un celo fanático, que no se apoyaba realmente en lo que Dios exige realmente del hombre (Miqueas 6:8). No se sometían al plan de Dios, si no, que querían que Dios se sometiera a los planes de ellos. Pablo dice que ese celo era “no conforme a ciencia”, o sea, no de acuerdo con la voluntad de Dios, no con la revelación del Espíritu Santo, solo guiados por sus mentes carnales.
V: 3 En este versículo Pablo explica en qué consistía el error fatal de los judíos: “ignorando la justicia de Dios, procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios”. Los judíos ignoraban voluntariamente que es lo que realmente exige Dios para aceptar a una persona delante de Él. Ignoraban la justicia de Dios, “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en Él” (Romanos 3:22). Dios es perfectamente justo y odia el pecado, mientras que el hombre es todo lo contrario, y la única manera en que el hombre pueda ser aceptado en la presencia de Dios, es siendo perfectamente justo, igual a Dios, pero como esto es imposible, el hombre debe venir a Cristo quien ha sido hecho “justicia nuestra”, para que al poner la fe en él aceptándole como su único Salvador, sea perdonado y hecho una nueva criatura, y así pueda ser recubierto con la justicia perfecta de él, que es idéntica a la justicia de Dios, y de esa manera puede ser acepto ante Dios. Eso fue lo que Israel ignoró y ha rechazado a Cristo hasta hoy.
V.4 “el fin de la ley es Cristo…” esto puede ser entendido de dos maneras:
a) Que al venir Cristo la ley de ritos y ceremonia caducó, terminó, pues no podía proveer justicia basada en méritos, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Romanos 3:20)
b) También puede ser entendido que la finalidad o propósito de la ley fue llevar al hombre pecador a Cristo, ya que lo que no pudo hacer la ley, o sea, justificar al hombre por medio de las obras de la ley misma, puesto que tampoco fue dada por Dios para ese fin, es ahora la justificación alcanzable por la gracia de Dios, mediante la fe en Cristo Jesús.
Como también lo indica Pablo: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:24) Lo que no pudo la ley, lo pudo Cristo por su gracia, muriendo por nosotros en la cruz.
V.5 La justicia que es por la ley decía así: “El hombre que haga estas cosas vivirá por ellas”, es decir, tendrá vida en la medida en que las cumpliere. Pero el cumplimiento requerido era perfecto y total como lo dice el apóstol Santiago “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10), lo cual es imposible sin la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo.
No hubo hombre que pudiera guardar la ley perfectamente “ya que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: el justo por la fe vivirá” (Gálatas 3:11). Todos los justos del Antiguo Testamento que fueron aceptados por Dios, no lo fueron mediante sus obras, sino de una justicia nacida de la fe en Dios.
V.6-7 Estos dos versículos que están tomados de Deuteronomio 30:11-14 Pablo los ajusta para indicarnos que “la justicia que es por la fe dice así: no digas en tu corazón” que para alcanzar la justicia de Dios es un imposible, tan imposible como que un hombre suba al cielo y traiga a Cristo abajo, solo Dios puede hacerlo, o que hombre alguno baje al sepulcro y levante a Cristo de allí, solo Dios puede hacerlo y lo hizo. No, la salvación no es un imposible. En efecto, la justicia que es por medio de la fe no exige ningún imposible, sino, que es muy fácil de alcanzar como lo señalan los versículos siguientes.
V.8-10 La salvación está tan al alcance de la mano que le basta al hombre con recibir en su corazón el mensaje del Evangelio, adhiriéndose así, por la fe, al Salvador, y profesando luego, al exterior, con su boca, que Jesucristo es su Señor y Salvador. El Evangelio no dice: “Has esto y vivirás”, sino “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Salvación plena y completa y que no da lugar a la incertidumbre, pues está fundada en la obra sacrificial realizada por Cristo en la cruz por nosotros.
V.11 “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere no será avergonzado”. La Escritura que es lo mismo a decir “la palabra de Dios”, “dice”, eso solo debe importarnos, lo que dice la palabra de Dios y no lo que los hombres dicen. Y la palabra de Dios nos dice que si creemos en él, somos salvos, y eso nos debe de bastar. “No seremos avergonzados”.
V.12 La salvación es para todo ser humano, para Dios no hay diferencia entre judíos y gentil, él es rico en misericordia para con todos los que le invocan, o sea, todos los que vienen a él con un corazón arrepentido. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…”. Dios justificará por la fe, tanto a judíos como a gentiles (Romanos 3:30).
V.13 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Que más seguridad necesitamos que lo que nos dice la Palabra de Dios, si hemos creído en Cristo somos salvo, solo debemos creerlo porque Dios nos lo dice.
Pedro añade: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Pablo responde a la pregunta del carcelero de Filipo de cómo ser salvo, diciéndole: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…”. El apóstol Pablo lo describe así; “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; (en Cristo Jesús) y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obra para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Conclusión: 
La salvación Dios la ha dejado al alcance de la mano, no es nada de imposible o difícil, y es para todo los hombres. Sólo basta creer en Cristo, quien murió y resucito por nosotros. No hay sacrificios, pagos ni obras que realizar, la salvación es un “don” un regalo de Dios. Como dice Pablo “no por obras para que nadie se gloríe”. Eso sí que, para poder creer, debe escuchar el Evangelio porque “la fe viene por el oír y oír la palabra de Dios”. Por lo tanto, nuestra responsabilidad es predicar el Evangelio a toda criatura “el que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere ya es condenado…”

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