sábado, 1 de septiembre de 2018

Título: Gloria en el Señor


Lección: 1 Corintios 1:25-31
Texto: Santiago 2:5
Domingo 02 de septiembre 2018
INTRODUCCIÓN: 
A través de toda la escritura, podemos observar que los pobres y necesitados son especiales para Dios, mostrándoles su amor y misericordia, en el Antiguo Testamento, vemos entres otros a la viuda de sarepta, a Gedeón, que era parte de una familia pobre de Manasés, y Amós que no era profeta ni hijo de profeta, sino un boyero que recogía higos silvestres, pero que los ojos de Dios se posaron en ellos para mostrar su gloria. Asimismo, podemos observar con toda claridad en los evangelios cuando Juan el Bautista envía dos de sus discípulos a Jesús para preguntarle ¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?, la respuesta del maestro fue, no con palabras, sino con obras, sanando en esa misma hora a muchos enfermos y atormentados por espíritus malos manifestando a los enviados por Juan: “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Lucas 7:22).
DESARROLLO: 
En esta porción de la palabra de Dios, Pablo, después de manifestar que Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios, desvía la atención de los hermanos de la iglesia de Corinto hacia su vocación, que no es otra cosa que el llamado que una persona siente en su interior de parte de Dios; recordándoles, lo que eran cuando fueron llamados a la fe en Cristo, no muchos eran sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni nobles (de la aristocracia o clase alta).
En la iglesia de Corinto, sólo unos pocos procedían del mundo de la cultura y esferas sociales altas o adineradas, muchos sin duda eran del pueblo y de los estratos más humildes, tal como lo señaló nuestro Señor, que a los pobres era anunciado el evangelio, hecho que no podemos desconocer, pues, fue la realidad de la propia incipiente iglesia en nuestro país, en donde el evangelio, se divulgó entre los más pobres y desposeídos para que alcanzaran la gracia de Dios, principalmente entendiendo que el necesitado no tiene ninguna cosa material o de conocimiento elevado en que poner su confianza ni su esperanza, por ello el evangelio, Jesús lo predicó a los pobres, y además, lo reafirmó cuando en la sinagoga de Nazaret donde se crio, se le entrega el libro del profeta Isaías (Lucas 4:17-19) y lee “El espíritu del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”.
Debido a que los que disfrutan de dinero, cultura, poder o prestigio en este mundo, difícilmente reconocerán o se darán cuenta de que necesitan salvación, es que Dios escogió en su misericordia a los necios para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios… y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (V.27-29). Puesto que llegamos a esta sabiduría y camino del evangelio mediante el don inmerecido de Dios, para que de ninguna manera nadie pueda, o esté en condiciones, de jactarse de algún mérito o logro personal, delante de la presencia del Señor.
Pablo, concluye sus palabras en este capítulo, manifestando que por Dios y su gracia estamos ahora en Cristo, el cual ha sido hecho por Dios o hemos recibido a través de él Sabiduría (el evangelio), Justificación (nos declara justos), Santificación (separado o consagrado a Dios) y redención (él nos liberó, rescató o compró, pagando el precio), como consecuencia de esto si alguien tiene de que gloriarse debe gloriarse en Cristo.
CONCLUSIÓN: 
Debemos manifestar, con nítida base bíblica, de que Dios, tiene una preocupación especial con el pobre o necesitado, ya que este es más consciente de su desamparo y de la necesidad de buscar a quien recurrir en los tiempos de aflicción, David en el Salmo 34:6, confirma esto cuando dice con convicción “Este pobre clamó, y le oyó Jehová y lo libro de todas sus angustias”. Por lo que podemos afirmar que esto puede facilitar que el hombre reconozca su necesidad de salvación y que Dios los ha elegido para que en Cristo seamos ricos en fe y además herederos de su reino

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