viernes, 21 de septiembre de 2018

Título: La Revelación del Espíritu de Dios


Lección: 1 Corintios 2:10-16
Texto: Juan 14:26
Domingo 16 de septiembre 2018
INTRODUCCIÓN: Ciertamente hay muchas cosas que para el hombre son desconocidas en este mundo, pero que con esfuerzo, perseverancia o estudio se pueden llegar a conocer, más hay otras que él hombre no puede llegar a saber o conocer por sí mismo, sino, son especialmente comunicadas o reveladas por Dios a través del Espíritu Santo. La palabra revelación significa intrínsecamente “quitar el velo para dar a conocer lo que era previamente desconocido”. En la teología judeocristiana, este término se usa primariamente para referirse a las comunicaciones de la verdad divina que Dios otorga al hombre; esto es, la manifestación de sí mismo o de su voluntad, un ejemplo claro de este concepto lo podemos observar en Daniel 2:22 cuando afirma “Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con el mora la luz” y destacado también es el pasaje de Deuteronomio 29:29 que manifiesta “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre…”.
DESARROLLO: Continuando con el estudio de este capítulo, Pablo refiriendo a lo inesperado de las obras de Dios, pues él habla de cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni se han subido o imaginado corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman, más él en su soberanía y misericordia nos las reveló a nosotros, a través del Espíritu Santo, especificando que el Espíritu Santo en su íntima comunión con Dios (el Padre) todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios (ver Mateo 16:17 y Efesios 3:5).
En su exposición, el apóstol ilustra este perfecto conocimiento que el Espíritu Santo posee de las intimidades de Dios, pues dice: Nadie conoce las profundidades del corazón de una persona sino el espíritu de la persona en particular, de la misma forma nadie conoce la mente de Dios, sino solo el Espíritu Santo de Dios, Proverbios 20:27 dice “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Al tener ahora los creyentes el Espíritu de Dios, estos conocen los secretos y planes Dios, lo que hablamos y compartimos con las demás personas, no con palabras humanas, sino bajo la inspiración del Espíritu de Dios, dando a conocer las verdades espirituales. Pero a la vez afirma en su exposición, que el hombre natural, que es aquel que por ser todavía incrédulo o no regenerado, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, ya que estas se deben discernir espiritualmente, en cambio, el espiritual, que es uno que ha recibido el Espíritu Santo y ha alcanzado madurez en la fe cristiana (ver 1 Juan 2:20), no es juzgado de nadie, pues cuando el hombre recibe y sigue el Espíritu Santo, pasa a tener la mente Cristo, conociendo su voluntad, su propósito y plan de redención, además de entender la santidad de Dios y lo malo del pecado, cambiando de esta manera sus valores y su visión de la vida.
CONCLUSIÓN: El propósito y la voluntad de Dios no es que el hombre este en ignorancia, o desconocimiento de sus planes y propósitos, sino muy por el contrario, él de suyo propio decidió revelar a través del Espíritu toda su voluntad, ratificando el mismo Jesús a sus discípulos, que el mismo Espíritu Santo a quien el Padre enviaría en su nombre les enseñaría (revelaría) todas las cosas.

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